Flor de papel
Se podría decir que la relación nació de pura suerte, mi personalidad totalmente contraria a la de él me logro cautivar de manera inesperada, no esperaba más de un ser tan absoluto, su sola presencia me hacía estremecer, me ponía de nervios, pero nunca me dio miedo, en el fondo sabía que era una persona tan común como cualquier otra, más en el torneo de invierno, por casualidad nos vimos en la salida, ya era de tarde, tarde en salir ya que una llamada por parte de mi familia me retuvo un buen rato pero él no tenía por qué tardar, nuestras miradas se cruzaron, por unos segundos sentí que caería al suelo por ello pero, por alguna razón se esfumo tiempo y se logró congelar en la hermosa sonrisa que mostraba Akashi, era sincera, única, motivadora, especial, no logre asimilar el significado pero mire que sus ojos mostraban todo lo contrario, estaban hinchados, rojos, cansados, llenos de una melancolía que no parecía tener fin, sabía que había llorado, el perder debió ser un gran impacto, un impulso hizo que me acercara hacia él, con una mirada confusa Akashi dio un paso atrás, mire por un instante lo que estaba a punto de hacer, lo mire de nuevo, era ligeramente más alto que yo, parecía físicamente más fuerte, pero de nuevo su mirada hipnotizadora me invadió el pensamiento y movió mi cuerpo por reflejo, mis manos rodearon sus hombros y mi cabeza se recargo en su hombro, no hizo nada, ni siquiera menciono palabra, simplemente rodeo mi cintura y ambos nos recargamos en la pared, cayendo poco a poco sobre el suelo, la postura me lleno de vergüenza ya que era muy prometedora yo arriba de él, había decidido alejarme un poco pero sentí mi chamarra calentarse, húmeda, me percaté de que lloraba, cada vez me presionaba más contra él, tenía vergüenza de que lo viera, no me moví, acariciaba gentilmente su cabello mientras sollozaba en mi pecho, también llore en su hombro, parecía estúpido, nunca habíamos hablado, pero en ese momento era como si ambos nos conociéramos de años, en ese pequeño instante me di cuenta de que el llegaría ser parte importante de mí.
Como es normal, paso el tiempo al principio parecía que la situación que se presentó hace ya unos meses, nunca hubiera pasado, pero el destino hizo de las suyas al encontrarnos en varias ocasiones, para mí era una novedad pero el parecía feliz tras invitarme a salir varias veces, parecía más animado, alegre, cambiado… sin sabía que esa gran derrota cambio parte de su ser, a pesar de eso me di cuenta de que un nuevo sentimiento se desarrolló en mí y él era el culpable.
Paso un año, tras una serie de eventos ambos aclaramos nuestros sentimientos, el recibió los míos en su totalidad, fue una gran cursilería cuando me confesé pero no parecía importarle
-¿y bien que querías decirme?- pregunto sin dejar de mirarme, desviaba mi mirada a cualquier parte de la calle, era de noche cerca de un parque, lleno de nervios quería tranquilizarme pero no lo conseguía
-dime ¿ocurre algo?- pregunto al acercarse y tomar mi mejilla, lo miraba desde abajo, había crecido como unos 7 centímetros más
-me gustas- solté mientras sentía mis mejillas enrojecer, me miro con sorpresa y algo de pena, sin dejar de mirarlo sentí como una de sus manos tomaba mi barbilla y la otra acercaba mi cuerpo al suyo al empujarlo con delicadeza de la espalda, escasos centímetros hicieron que me pusiera tenso, sabía lo que haría y temía por mi falta de experiencia, pero el que susurrara “yo también…” hizo que mi desconfianza se esfumara y sintiera el dulce rose que creo cosquilleos en mí, era el primer beso que recibía, pero sabía que no sería el último su aroma inundaba mis sentidos y mi corazón no paraba de latirme no deseaba separarme de él nunca, ya que no veía mi futuro sin él.
Meses pasaron y una hermosa temporada de otoño se acercaba, con ello 5 meses de estar con él, mientras que para mí parecían cortos para mis compañeros una eternidad, había algunos impedimentos que nos hacían pelear pero era solo cosas de mal rato puesto a que sabíamos cómo solucionarlas, con ello nos entregamos por primera vez, fue una noche lluviosa, mis padres no se encontraban y él estaba de visita, primero comenzó como una conversación sobre nuestro futuro y termino con un beso que sello el comienzo de una nueva experiencia, temblaba a más no poder, los nervios se apoderaron de mi cuerpo, una vez desnudos frente a frente en la cama el me abrazo gentilmente y susurraba cosas vergonzosas, “te amo más que a nada”, “seré lo más gentil posible”, “con esto me entrego completamente a ti”, “mi cuerpo y corazón te pertenecen”, logro tranquilizarme un poco como era de esperarse dolió en un principio pero de inmediato sentía todo el amor y pasión mezclados en la primera experiencia de ambos, lo disfrute ya que el amor que se hizo en esa habitación quedaría impregnado en mi memoria siempre.
Otro año paso y con ello una relación más formal, habíamos planeado ir al altar para decir nuestros botos pero quedo como segunda prioridad, graduarnos y conseguir un trabajo era lo mejor, éramos felices pero el destino de nuevo hizo de las suyas, Seijuurou últimamente se sentía más cansado de lo normal, débil y tenía convulsiones muy seguidas, cosa que me preocupaba demasiado, le diagnosticaron cáncer, me entere por su padre, fingí no perjudicarme y le visite cuando podía, al llegar a casa soltaba lagrimas cada noche, el verlo debilitarse y esfumarse era demasiado para mí, el fingía ser fuerte, era muy bueno pero no lograba convencerme del todo, ocultaba su dolor para no asustarme pero no podía evitar que supiera la realidad
-¿Kouki?-
-dime-
-pareces distante ¿ocurre algo?- me pregunto mientras estaba en la camilla, bata blanca, el cabello demasiado corto apenas le creía después de las constante quimioterapias que recibía, pelaba una naranja para mí, le sonreí amablemente
-nada, es solo que recordaba cuando nos conocimos- me miro un tanto disgustado
-poniéndote melancólico de nuevo creo haberte dicho que ese tipo de cosas debías dejarlas para cuando salga de aquí y hagamos el amor-
-¡¿Qué?!- grite muy avergonzado, el parecía no tener vergüenza alguna, sonrío y continuo pelando la manzana, me incorporaba a mi lugar para mirarlo
-ahora que lo recuerdo ya se acercan los exámenes de admisión ¿no?-
-sí, he decidido estudiar la universidad-
-¿y a cual piensas ir?-
-a la Universidad de Kyoto en la facultad de medicina- me miro extrañado, ya que era la primera vez que escuchaba que estudiaría aquí en Kyoto, necesitaba verlo más, y decidí estudiar medicina ya que quiero ayudarlo a superar esta enfermedad
-¿por casualidad tus decisiones tienen algo que ver con que tengo cáncer?-no dije nada, sabía que él era astuto, logro ver atreves de mis intenciones, me puse un poco nervioso, me hizo una señal de que acercara, lo hice y me dio un pequeño golpecito en mi frente
-¡auch!-
-te he dicho que decidas las cosas por ti, ya no querías estudia ¿verdad?, lo mejor será que piense las cosas con claridad-
-¡per se trata de ti!, no pienso no hacer nada, además que tiene de malo el que quiera estar más tiempo contigo-
-no me molesta, de hecho me has hecho feliz y te lo agradezco pero no quiero ser algún impedimento para que realices tus sueños-
-claro que no lo eres ya que tú eres todo para mí- dije al acercarme a su rostro lo bese, era un beso seguro y lleno de pasión, sentía sus labios resecos contrarios míos al igual que su frías mejillas rosando en las mías, con una fuerza sobre humana me tomo de mi cadera y rápidamente se posiciono arriba de mí, me miraba con deseo al igual que yo a él, nos besamos apasionadamente mientras el pasaba sus manos bajo mi camisa, extrañaba ese tipo de tacto, posicione mis brazos en su cuello y acercaba más, escuche el abrir de la puerta y ambos nos separamos al ver que era la enfermera, está muy apenada salió de la habitación en cuanto nos vio, yo muerto de la pena me senté sobre la cama mientras Seijuurou reía sin parar, me miro y saco de mi chaqueta una flor de papel
-¿y esto?-
-ah, me lo dio mi hermana antes de irse de Tokio, ella suele regalarlas cuando se va de viaje se podría decir que es un hasta pronto-
-que linda, es una lástima que ya se haya me hubiera gustado que me obsequiara una- dijo mientras miraba la flor entre sus manos, mire lo emocionado que estaba por aquel detalle
-si quieres puedo hacerte unas-
-¿sabes hacerlas?-
-no… pero aprenderé si es que deseas unas-
-jajaja si así lo deseas con gusto las recibiré-
Así fue como me propuse hacerlas, buscaba tutoriales por donde quiera, llamaba a mi hermana cuando podía para que me enseñara, sin dejar los estudios continúe visitando a Seijuurou al hospital, cada vez le crecía más el cabello y se veía con más vida sabía que pronto estaríamos juntos de nuevo.
Por había logrado terminarlas, era rojo al igual que sus ojos, había hecho una docena ya que sabía que merecía más que una, el esfuerzo valió la pena habían quedado perfectas, una llamada interrumpió mis pensamientos, era el papá de Seijuurou conteste, menciono que regresara a Kyoto inmediatamente, tras responder con un sí fui lo más rápido que pude, estaba feliz, sabía que ya le habían dado de alta, que de nuevo podríamos caminar por las oscuras calles iluminadas de luces urbanas, que comeríamos juntos, dormiríamos juntos, he hiciéramos el amor tantas veces queríamos, necesitaba verlo, necesitaba sentirlo en mis brazos, escuchar su voz respirar su olor y perderme en sus ojos.
Llegando al hospital corrí hacia su cuarto, estaba en el elevador con las flores en mano, me temblaban las manos de emoción y no paraba de sonreír, saliendo del elevador mi cara cambio, mis nervios se esfumaron al verle, recostado sobre la cama con ojos cerrados, con su corazón detenido, su padre estaba llorando, amargamente sin hacer escándalo, simplemente te observaba, supo de mi presencia al igual que el reto de sus familiares, trague hondo y sentí una palmada por parte del señor Akashi, me miro indicando que me dejaría a solas con Seijuurou, solo escuche el sonido de la puerta cerrarse, el silencio penetraba la habitación, me acerque con cuidado, acaricie sus parpados, mejillas, labios, todo su rostro, tome su mano ya fría y bese cada uno de sus labios, me arrodille ante la cama y recargue mi cabeza en su pecho, nada… no se lograba escuchar nada en su interior ni siquiera un ligero suspiro o un latido, ya se había ido, dejándome atrás con descaro, sentí como mis lágrimas hacían mi vista borrosa mis mejillas humedecerse, de nuevo me dirigí a su rostro lo bese lentamente quería disfrutar el último beso, miraba tu rostro pálido, pero no mostrabas tristeza alguna, deje el ramo de flores de papel en tu pecho, junto con tus manos me aleje de la habitación viendo tu cuerpo despidiéndose en silencio de este mundo.
-lamento que pensaras que Seijuurou se daría de alto del hospital- comento tu padre
-está bien- dije mientras temblaba mi voz, sabía que si decía algo más soltaría mis lágrimas y no pararía y no deseaba hacerlo frente a la persona que perdió a su hijo
-toma, Seijuurou quería dártelo antes de… bueno lo mejor será que tú lo conserves- me dijo al extenderme una caja pequeña de terciopelo, me destrozo el corazón la tome amablemente y me despedí de su padre.
Ahora estoy aquí frente a tu tumba se ha cumplido un año de tu adiós por lo tanto necesitaba verte, aun me siento triste por tu despedida pero es algo que tuvo que pasar, te dejo este ramo de flores de papel que te entregue hace ya unos meses, sabes traigo puesta la sortija, es hermosa y como era de esperarse me queda perfectamente, siempre fuiste muy observador, aun así sé que pasara mucho tiempo para olvidarte, de hecho dudo que lo haga pero si el destino lo permite estaré a tu lado para recuperar este tiempo perdido y por supuesto para enseñarte a hacer una flor de papel.