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Donde cabe uno por golddie

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Notas del fanfic:

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres hasta lo que TSEntertainment permita.

Mismo AU de "Donde caben cinco", pero en una línea de tiempo anterior a que apareciera Daehyun; este one shot es para aclarar un poco la relación de Junhong y Jongup, ya que en el fic original no está tan claro y ppor el rumbo en que lo estoy llevando, no creo que se aclare.

Una vez más Junhong llegaba a una casa completamente vacía. Se había vuelto una costumbre, al menos parte de ello. Abrir la puerta, dejar sus zapatos en la entrada y suspirar. Junhong a veces ordenaba el lugar, porque ver el desorden (ropa tirada, a veces sucia, papeles por todos lados, una vez la mesa del café estaba puesta de costado) potenciaba aún más el caos que había en su cabeza.

Así que Junhong ordenaba. Parcialmente.

Dejaba su mochila en su habitación: que era pequeña, tenía su cama y un buro, y en frente tenía un mueble para su ropa y una ventana. Era poco, pero era acogedora, y luego de eso se ponía ropas cómodas y volvía a la sala de estar. Junhong retiraba las cosas de la mesa que no estaban en su lugar y ponía en orden las que sí iban, tal como el pequeño mantel y el control remoto. A veces él dejaba pequeñas figuritas ahí para adornar.

Lavaba la ropa en el cuarto de lavado, a veces lo hacía a mano y otras veces las echaba en la máquina que tenían (si tenía el tiempo lo hacía a mano, ya que tal actividad le relajaba) y luego las tendía. Junhong cocinaba lo que sabía. Almorzaba arroz, a veces solo, a las seis de la tarde y ni siquiera veía televisión. Le gustaba el orden y el mundo que estaba afuera estaba en desorden.

Junhong a veces pensaba en Jongup. Era un chico de su escuela, pero iba en un curso más que él. A veces lo veía cuando llegaba tarde, que era casi siempre, ya que él estaba fuera de su salón, esperando a que llegara el profesor mientras conversaba con sus amigos. Jongup tenía una linda sonrisa, Junhong notaba, y a veces se preguntaba cómo alguien podía sonreír con tal pureza y sinceridad; él ni siquiera estaba seguro de que si alguna vez él sonrió de esa forma, hace años atrás.

Jongup era lindo. Y estaba en un grupo de baile, donde Junhong asistía regularmente porque a pesar de que sus extremidades fueran largas y difíciles de controlar, le gustaba bailar al ritmo del hip-hop. Jongup y él, probablemente eran de los pocos de ese grupo que no tenían aspiraciones a ser idols, pues solo lo hacían por diversión, sin embargo, Junhong pensaba que el único apto para llegar a ese nivel era Jongup. Rayos, él podría ser profesional si lo quisiera.

Jongup era tan perfecto. Y esa vez que se sentó a su lado cuando estaban descansando, Junhong resistió escapar.

“¿Vas a mi escuela, verdad?”, le preguntó Jongup con una gran sonrisa, Junhong le miró y asintió suavemente, “¡lo sabía! Sabía que te había visto. Mi nombre es Moon Jongup”, dijo luego, para beber más agua de su botella luego.

Junhong tenía sed también, estaba seguro que su rostro debía estar rojo por el cansancio, pero no había traído nada de beber con él porque se le había perdido su botella.

“Yo Bang Junhong”, respondió tímidamente, sin esforzarse en sonreír. Sus ojos estaban pegado a la botella de agua siendo bebida por el otro muchacho.

Jongup notó eso.

“¿Quieres? Es solo agua”, explicó, extendiendo su bebida y el otro muchacho no tardó en sujetarla y comenzar a beber. Cuando la retiró de sus labios, quedaba mucho menos de la mitad, “alguien tenía sed”, soltó Jongup divertido.

Junhong se sonrojó, pero seguramente no se notaba sobre el sonrojo de su cansancio.

“Perdón”, musitó mirando bajo y devolviendo la botella.

Jongup le sonrió.

“No hay problema, vamos a llenarla al baño”, soltó, poniéndose de pie y dar un paso hasta notar que Junhong le seguía mirando desde el piso, “vamos”, le dijo al menor, con un gesto de mano para que se pudiera de pie.

“¿En serio quieres que vaya?”, le preguntó con duda.

Jongup frunció el ceño en confusión, pero rápidamente volvió a sonreír.

“Por supuesto”, contestó, volviéndose hasta el menor y ofrecerle una mano para que el mismo muchacho se pudiese poner de pie, “vamos”, insistió.

El aludido pasó saliva y tomó la mano de Jongup, la misma que le ofrecía ponerlo de pie. Jongup lo levantó con fuerza, y quedaron uno en frente del otro.

Junhong pestañeó avergonzado por la cercanía y se movió rápidamente hacia atrás, evitando mirar al otro. Jongup, como si fuera sorpresa, rió un poco.

“Ven, vamos”, le volvió a decir, esta vez poniéndose a caminar en serio hacia la salida con el alto muchacho tras él.

Al salir, antes de que Junhong cerrara la puerta, notó cómo el resto de los muchachos del grupo lo miraban. Y Junhong no podía estar más de acuerdo con la impresión de sus caras, pues el chico que pasaba las tardes de baile solo ahora estaba hablando con el que mejor bailaba de todos ellos.

Junhong sonrió.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los días se volvían semanas y las semanas terminaban siendo meses y Junhong seguía igual, solo que ahora tenía un amigo.

A pesar de todo lo que él pensó sobre la amistad (quien necesita tener amigos, realmente a nadie le importas, todos me abandonan al final), ser amigo de Jongup era por mucho de las mejores cosas que le habían pasado.

No le dejaba solo en el almuerzo, y le saludaba siempre que podía en los pasillos. Se iban juntos a las prácticas con el grupo y se iban juntos porque vivían a unas calles. Ninguno de los dos era muy bueno para hablar, pero luego de que encontraron varios gustos en común, fue fácil conversar: hablaban de los programas que veían, de los libros que les habían hecho leer en la escuela, de sus hermanos mayores (ambos tenían hermanos de la misma edad y además vivían solos con ellos), hablaban de música y de artistas. A veces hasta chismeaban un poco de los muchachos del grupo o de la escuela.

Era divertido.

Junhong se sentía feliz, hasta que se dio cuenta. Se estaba enamorando. Y eso no era algo bueno, considerando que lo más seguro era que perdería a Jongup por culpa de sus sentimientos innecesarios.

Además.

Además Jongup no conocía su secreto. Había una razón poderosa de que Junhong nunca se cambiara de ropas con los demás muchachos y era que su piel con cicatrices no debía ser expuesta a nadie.

Pero Junhong se encontró una vez, mientras caminaba junto a Jongup y él le ofreció comprarle un helado porque había podido lograr una coreografía difícil esa tarde, deseando decirle todo al mayor. Decirle que gustaba de él y que estaba roto, defectuoso, que estaba enfermo.

Junhong estaba acostumbrado a estar solo, de todas formas. Y estaba acostumbrado a sentir miedo, de todas formas.

¿Qué había que perder?

 

 

 

 

 

 

 

 

Todo sucedió un día en el que Jongup quiso invitarle a su casa. Era día sábado, por lo que Junhong tuvo tiempo de pensar sus ropas y decidir que ese sería el día.

A ese punto, Jongup le había contado sobre un nuevo huésped en su casa: se trata de un muchacho cuya madre había fallecido y él había salido del hogar para huérfanos apenas había cumplido la mayoría de edad. Himchan, el hermano mayor de Jongup, lo había llevado a su casa y ahora vivían con ellos, así que Junhong sabía que necesitaba agradarle a él y a Himchan.

Cuando llegó a la residencia, era un edificio con departamentos, así que subió hasta el piso correspondiente y tocó el timbre.

La persona que le abrió no era Jongup, pero tampoco se parecía a él como para ser su hermano, por lo que Junhong hizo una reverencia al instante.

“Bang Junhong, señor, soy amigo de Jongup”, soltó, atropellando sus palabras pero logrando que se entendieran.

El muchacho soltó una pequeña risa.

“Oh, eres tú”, musitó, sonriendo. Junhong le miró mejor y tomó las características físicas del otro, “pasa, llamaré a Jongup”, le dijo, dejándolo pasar y cerrando la puerta luego.

Jongup justamente salía de lo que parecía su habitación, así que le sonrió y caminó hacia él, tomándolo de la mano cuando se juntaron.

“Junhonggie, este es Youngjae-hyung”, le presentó al otro. Junhong intentó ignorar el sonrojo de sus mejillas por el contacto de Jongup y volvió a hacer una torpe reverencia, “hyung, él es Junhong”, explicó.

Youngjae sonrió de nuevo, lo cual enmarcaba sus adorables mejillas.

“Ya me lo dijo”, comentó y se atrevió a decir: “es más lindo de cómo lo describiste Jonguppie”, como si insinuara algo.

“¿Qué?”, inquirió Junhong, ante lo que Jongup lo atrajo hacia el pasillo, tratando de llevárselo hasta su habitación.

“Eres muy gracioso, Youngjae-hyung”, soltó Jongup antes de abrir y cerrar la puerta de su habitación con ellos dos dentro. Junhong le miraba con mirada inquisitiva, y para Jongup era obvio que no iba a dejar el tema hasta que se lo explicase, “le gusta hacer bromas”, soltó con simpleza, moviéndose por su habitación y sentarse en la cama.

Junhong notó que el cuarto era casi tres veces más grande que el suyo, y a diferencia del suyo, tenía un escritorio y otra cama, pero que no parecía ser usada por nadie, más bien, estaba llena de ropa.

“Ven, siéntate conmigo”, le llamó Jongup, abriendo su computadora portátil en su regazo, “cargué una película para que viéramos y hay snacks en la cocina”, le contó, “¿tienes hambre?”

Junhong negó la cabeza, sentándose con cuidado en la cama ajena.

“Tal vez luego”, le respondió al mayor, ante lo que el mismo asintió.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esa tarde vieron una película y comieron y jugaron a varios juegos que Jongup tenía en su consola. Junhong se preguntaba cuánto dinero ganarían sus padres para que él pudiera tener todas esas cosas, pero entonces recordó que el mismo muchacho le había dicho que el verano pasado había trabajado.

Junhong quería trabajar también, así como lo hizo Jongup.

Y en el momento en que ambos estaban sentados en el suelo, con la espalda recostada en el borde la cama y sin decir nada, fue que Junhong decidió que era preciso hablar.

“Hyung, tengo que decirte algo”, soltó.

Jongup hizo un sonido con la garganta, incitando al otro a continuar.

“E-en realidad-d son dos c-cosas”, musitó, más nervioso de lo que podía admitir. Era la primera vez que Junhong sentía su corazón ir por mil, “así que no sé por cual e-empezar”, confesó.

Jongup frunció el ceño por el tono del menor, sentándose más derecho, tal vez intuyendo que era un tema serio.

“Cielos, Junhonggie, a ver, parte por lo más desagradable, así quedaré contento”, aconsejó el mayor.

Pero el aludido le sonrió nerviosamente.

“Ambas cosas son desagradables…”

Jongup pestañeó confundido.

“De acuerdo, entonces dime ambas cosas juntas”, dijo luego.

Junhong tomó aire. Su corazón no se cansaba de palpitar como si se quisiese salir.

“De acuerdo”, respondió, poniéndose de rodillas en su lugar y se volteó hacia el mayor, “Jonguppie…”, soltó Junhong con los ojos cerrados y sus manos sosteniendo el final de su playera, “creo que… m-me gus-stas”, confesó, sin atreverse a abrir los ojos. Y cuando iba a alzar su playera, se dio cuenta que estaba congelado en su lugar.

“Junhonggie, eso no es desagradable”, contestó Jongup, provocando que el menor abriera los ojos y le mirara. El otro le miraba con una sonrisa, que hizo a Junhong recobrar el movimiento, “de hecho, yo-“

“Espera, antes de que digas algo… Y-yo, ve, mira”, y eso fue todo. Junhong alzó su ropa, dejando al descubierto sus secretos.

No se dio cuenta cuando comenzó a llorar, lagrimas incontrolables caían por sus mejillas porque estaba expuesto, pero a la vez estaba feliz.

Aún si perdía a Jongup por eso, iba a estar feliz.

Pero las manos de Jongup tocaron su rostro y Junhong volvió a abrir sus ojos porque no se había dado cuenta de que los había cerrado. Jongup secó sus lágrimas con una gentil sonrisa.

“Descuida, Junhong”, dijo, esa voz tan infinitamente amable le llegaba al alma, “descuida, voy a cuidarte, ¿de acuerdo?”, inquirió, y eso solo causó que el menor llorara con más fuerza, pero esta vez de algo muy similar a la felicidad.

Jongup le abrazó y acarició la espalda.

Y hablaron. Junhong se lo dijo todo, mientras el otro solamente escuchaba pacientemente, asintiendo con un semblante serio, sin soltarle la mano un solo segundo. Después Junhong lloró un poco más (hablar de su problema siempre le hacía llorar, hasta solo pensarlo le hacía deprimirse) sobre la cama de Jongup y este sin dejar de abrazarlo hasta que se volviese a calmar.

“Esta no era la forma en cómo querías pasar la tarde, ¿verdad?”, preguntó Junhong suavemente contra el pecho del mayor, ante lo que le sintió moverse por la pequeña risa del otro.

“Debo decir que me sorprendiste”, admitió, apartando un poco el rostro del menor de su cuerpo para poder mirarlo, “pero es una de las cosas que me gusta de ti”, le dijo con una sonrisa y un pequeño sonrojo.

Junhong tardó en captar lo que le estaban diciendo.

“¿D-de verdad?”, preguntó, Jongup asintió sin chistar, “¿aun cuando v-viste m-mis…?”

Y Jongup volvió a asentir felizmente.

“No me gustan, obviamente, pero ahora intentaré ayudarte”, le dijo, “y estar ahí para ti.”

Junhong no lloró más, porque la puerta se abrió, por la última persona que imaginó.

“Jonguppie, Himchan dice que-“, soltó Yongguk, y callándose en seco cuando notó a Junhong en la habitación. El menor le miró de vuelta y parpadeó. “¿Junhong?”, inquirió.

Jongup miró al aludido.

“¿Lo conoces?”, preguntó al menor de la habitación, quien asintió de inmediato.

“Es mi hermano”

Hace solo un momento, Jongup había escuchado toda la historia de su amigo. Y si Yongguk era su hermano, algunas cosas comenzaban a tener sentido.

“Qué loco”, musitó con una sonrisa, que ni Junhong ni Yongguk le correspondieron.

 

 

 

 

 

hong llegaba a una casa completamente vacía. Se había vuelto una costumbre, al menos parte de ello. Abrir la puerta, dejar sus zapatos en la entrada y suspirar. Junhong a veces ordenaba el lugar, porque ver el desorden (ropa tirada, a veces sucia, papeles por todos lados, una vez la mesa del café estaba puesta de costado) potenciaba aún más el caos que había en su cabeza.

Así que Junhong ordenaba. Parcialmente.

Dejaba su mochila en su habitación: que era pequeña, tenía su cama y un buró, y en frente tenía un mueble para su ropa y una ventana. Era poco, pero era acogedora, y luego de eso se ponía ropas cómodas y volvía a la sala de estar. Junhong retiraba las cosas de la mesa que no estaban en su lugar y ponía en orden las que sí iban, tal como el pequeño mantel y el control remoto. A veces él dejaba pequeñas figuritas ahí para adornar.

Lavaba la ropa en el cuarto de lavado, a veces lo hacía a mano y otras veces las echaba en la máquina que tenían (si tenía el tiempo lo hacía a mano, ya que tal actividad le relajaba) y luego las tendía. Junhong cocinaba lo que sabía. Almorzaba arroz, a veces solo, a las seis de la tarde y ni siquiera veía televisión. Le gustaba el orden y el mundo que estaba afuera estaba en desorden.

Junhong a veces pensaba en Jongup. Era un chico de su escuela, pero iba en un curso más que él. A veces lo veía cuando llegaba tarde, que era casi siempre, ya que él estaba fuera de su salón, esperando a que llegara el profesor mientras conversaba con sus amigos. Jongup tenía una linda sonrisa, Junhong notaba, y a veces se preguntaba cómo alguien podía sonreír con tal pureza y sinceridad; él ni siquiera estaba seguro de que si alguna vez él sonrió de esa forma, hace años atrás.

Jongup era lindo. Y estaba en un grupo de baile, donde Junhong asistía regularmente porque a pesar de que sus extremidades fueran largas y difíciles de controlar, le gustaba bailar al ritmo del hip-hop. Jongup y él, probablemente eran de los pocos de ese grupo que no tenían aspiraciones a ser idols, pues solo lo hacían por diversión, sin embargo, Junhong pensaba que el único apto para llegar a ese nivel era Jongup. Rayos, él podría ser profesional si lo quisiera.

Jongup era tan perfecto. Y esa vez que se sentó a su lado cuando estaban descansando, Junhong resistió escapar.

“¿Vas a mi escuela, verdad?”, le preguntó Jongup con una gran sonrisa, Junhong le miró y asintió suavemente, “¡lo sabía! Sabía que te había visto. Mi nombre es Moon Jongup”, dijo luego, para beber más agua de su botella luego.

Junhong tenía sed también, estaba seguro que su rostro debía estar rojo por el cansancio, pero no había traído nada de beber con él porque se le había perdido su botella.

“Yo Bang Junhong”, respondió tímidamente, sin esforzarse en sonreír. Sus ojos estaban pegado a la botella de agua siendo bebida por el otro muchacho.

Jongup notó eso.

“¿Quieres? Es solo agua”, explicó, extendiendo su bebida y el otro muchacho no tardó en sujetarla y comenzar a beber. Cuando la retiró de sus labios, quedaba mucho menos de la mitad, “alguien tenía sed”, soltó Jongup divertido.

Junhong se sonrojó, pero seguramente no se notaba sobre el sonrojo de su cansancio.

“Perdón”, musitó mirando bajo y devolviendo la botella.

Jongup le sonrió.

“No hay problema, vamos a llenarla al baño”, soltó, poniéndose de pie y dar un paso hasta notar que Junhong le seguía mirando desde el piso, “vamos”, le dijo al menor, con un gesto de mano para que se pudiera de pie.

“¿En serio quieres que vaya?”, le preguntó con duda.

Jongup frunció el ceño en confusión, pero rápidamente volvió a sonreír.

“Por supuesto”, contestó, volviéndose hasta el menor y ofrecerle una mano para que el mismo muchacho se pudiese poner de pie, “vamos”, insistió.

El aludido pasó saliva y tomó la mano de Jongup, la misma que le ofrecía ponerlo de pie. Jongup lo levantó con fuerza, y quedaron uno en frente del otro.

Junhong pestañeó avergonzado por la cercanía y se movió rápidamente hacia atrás, evitando mirar al otro. Jongup, como si fuera sorpresa, rió un poco.

“Ven, vamos”, le volvió a decir, esta vez poniéndose a caminar en serio hacia la salida con el alto muchacho tras él.

Al salir, antes de que Junhong cerrara la puerta, notó cómo el resto de los muchachos del grupo lo miraban. Y Junhong no podía estar más de acuerdo con la impresión de sus caras, pues el chico que pasaba las tardes de baile solo ahora estaba hablando con el que mejor bailaba de todos ellos.

Junhong sonrió.

 

 

 

 

Los días se volvían semanas y las semanas terminaban siendo meses y Junhong seguía igual, solo que ahora tenía un amigo.

A pesar de todo lo que él pensó sobre la amistad (quien necesita tener amigos, realmente a nadie le importas, todos me abandonan al final), ser amigo de Jongup era por mucho de las mejores cosas que le habían pasado.

No le dejaba solo en el almuerzo, y le saludaba siempre que podía en los pasillos. Se iban juntos a las prácticas con el grupo y se iban juntos porque vivían a unas calles. Ninguno de los dos era muy bueno para hablar, pero luego de que encontraron varios gustos en común, fue fácil conversar: hablaban de los programas que veían, de los pocos libros que les habían leer en la escuela, de sus hermanos mayores (ambos tenían hermanos de la misma edad y además vivían solos con ellos), hablaban de música y de artistas. A veces hasta chismeaban un poco de los muchachos del grupo o de la escuela.

Era divertido.

Junhong se sentía feliz, hasta que se dio cuenta. Se estaba enamorando. Y eso no era algo bueno, considerando que lo más seguro era que perdería a Jongup por culpa de sus sentimientos innecesarios.

Además.

Además Jongup no conocía su secreto. Había una razón poderosa de que Junhong nunca se cambiara de ropas con los demás muchachos y era que su piel con cicatrices no debía ser expuesta a nadie.

Pero Junhong se encontró una vez, mientras caminaba junto a Jongup y él le ofreció comprarle un helado porque había podido lograr una coreografía difícil esa tarde, deseando decirle todo al mayor. Decirle que gustaba de él y que estaba roto, defectuoso, que estaba enfermo.

Junhong estaba acostumbrado a estar solo, de todas formas. Y estaba acostumbrado a sentir miedo, de todas formas.

¿Qué había que perder?

 

 

 

Todo sucedió un día en el que Jongup quiso invitarle a su casa. Era día sábado, por lo que Junhong tuvo tiempo de pensar sus ropas y decidir que ese sería el día.

A ese punto, Jongup le había contado sobre un nuevo huésped en su casa: se trata de un muchacho cuya madre había fallecido y él había salido del hogar para huérfanos apenas había cumplido la mayoría de edad. Himchan, el hermano mayor de Jongup, lo había llevado a su casa y ahora vivían con ellos, así que Junhong sabía que necesitaba agradarle a él y a Himchan.

Cuando llegó a la residencia, era un edificio con departamentos, así que subió hasta el piso correspondiente y tocó el timbre.

La persona que le abrió no era Jongup, pero tampoco se parecía a él como para ser su hermano, por lo que Junhong hizo una reverencia al instante.

“Bang Junhong, señor, soy amigo de Jongup”, soltó, atropellando sus palabras pero logrando que se entendieran.

El muchacho soltó una pequeña risa.

“Oh, eres tú”, musitó, sonriendo. Junhong le miró mejor y tomó las características físicas del otro, “pasa, llamaré a Jongup”, le dijo, dejándolo pasar y cerrando la puerta luego.

Jongup justamente salía de lo que parecía su habitación, así que le sonrió y caminó hacia él, tomándolo de la mano cuando se juntaron.

“Junhonggie, este es Youngjae-hyung”, le presentó al otro. Junhong intentó ignorar el sonrojo de sus mejillas por el contacto de Jongup y volvió a hacer una torpe reverencia, “hyung, él es Junhong”, explicó.

Youngjae sonrió de nuevo, lo cual enmarcaba sus adorables mejillas.

“Ya me lo dijo”, comentó y se atrevió a decir: “es más lindo de cómo lo describiste Jonguppie”, como si insinuara algo.

“¿Qué?”, inquirió Junhong, ante lo que Jongup lo atrajo hacia el pasillo, tratando de llevárselo hasta su habitación.

“Eres muy gracioso, Youngjae-hyung”, soltó Jongup antes de abrir y cerrar la puerta de su habitación con ellos dos dentro. Junhong le miraba con mirada inquisitiva, y para Jongup era obvio que no iba a dejar el tema hasta que se lo explicase, “le gusta hacer bromas”, soltó con simpleza, moviéndose por su habitación y sentarse en la cama.

Junhong notó que el cuarto era casi tres veces más grande que el suyo, y a diferencia del suyo, tenía un escritorio y otra cama, pero que no parecía ser usada por nadie, más bien, estaba llena de ropa.

“Ven, siéntate conmigo”, le llamó Jongup, abriendo su computadora portátil en su regazo, “cargué una película para que viéramos y hay snacks en la cocina”, le contó, “¿tienes hambre?”

Junhong negó la cabeza, sentándose con cuidado en la cama ajena.

“Tal vez luego”, le respondió al mayor, ante lo que el mismo asintió.

 

 

 

Esa tarde vieron una película y comieron y jugaron a varios juegos que Jongup tenía en su consola. Junhong se preguntaba cuánto dinero ganarían sus padres para que él pudiera tener todas esas cosas, pero entonces recordó que el mismo muchacho le había dicho que el verano pasado había trabajado.

Junhong quería trabajar también, así como lo hizo Jongup.

Y en el momento en que ambos estaban sentados en el suelo, con la espalda recostada en el borde la cama y sin decir nada, fue que Junhong decidió que era preciso hablar.

“Hyung, tengo que decirte algo”, soltó.

Jongup hizo un sonido con la garganta, incitando al otro a continuar.

“E-en realidad-d son dos c-cosas”, musitó, más nervioso de lo que podía admitir. Era la primera vez que Junhong sentía su corazón ir por mil, “así que no sé por cual e-empezar”, confesó.

Jongup frunció el ceño por el tono del menor, sentándose más derecho, tal vez intuyendo que era un tema serio.

“Cielos, Junhonggie, a ver, parte por lo más desagradable, así quedaré contento”, aconsejó el mayor.

Pero el aludido le sonrió nerviosamente.

“Ambas cosas son desagradables…”

Jongup pestañeó confundido.

“De acuerdo, entonces dime ambas cosas juntas”, dijo luego.

Junhong tomó aire. Su corazón no se cansaba de palpitar como si se quisiese salir.

“De acuerdo”, respondió, poniéndose de rodillas en su lugar y se volteó hacia el mayor, “Jonguppie…”, soltó Junhong con los ojos cerrados y sus manos sosteniendo el final de su playera, “creo que… m-me gus-stas”, confesó, sin atreverse a abrir los ojos. Y cuando iba a alzar su playera, se dio cuenta que estaba congelado en su lugar.

“Junhonggie, eso no es desagradable”, contestó Jongup, provocando que el menor abriera los ojos y le mirara. El otro le miraba con una sonrisa, que hizo a Junhong recobrar el movimiento, “de hecho, yo-“

“Espera, antes de que digas algo… Y-yo, ve, mira”, y eso fue todo. Junhong alzó su ropa, dejando al descubierto sus secretos.

No se dio cuenta cuando comenzó a llorar, lagrimas incontrolables caían por sus mejillas porque estaba expuesto, pero a la vez estaba feliz.

Aún si perdía a Jongup por eso, iba a estar feliz.

Pero las manos de Jongup tocaron su rostro y Junhong volvió a abrirlos porque no se había dado cuenta de que lo había hecho. Jongup secó sus lágrimas con una gentil sonrisa.

“Descuida, Junhong”, dijo, esa voz tan infinitamente amable le llegaba al alma, “descuida, voy a cuidarte, ¿de acuerdo?”, inquirió, y eso solo causó que el menor llorara con más fuerza, pero esta vez de felicidad.

Jongup le abrazó y acarició la espalda.

Y hablaron. Junhong se lo dijo todo, mientras el otro solamente escuchaba pacientemente, asintiendo con un semblante serio, sin soltarle la mano un solo segundo. Después Junhong lloró un poco más (hablar de su problema siempre le hacía llorar, hasta solo pensarlo le hacía deprimirse) sobre la cama de Jongup y este sin dejar de abrazarlo hasta que se volviese a calmar.

“Esta no era la forma en cómo querías pasar la tarde, ¿verdad?”, preguntó Junhong suavemente contra el pecho del mayor, ante lo que le sintió moverse por la pequeña risa del otro.

“Debo decir que me sorprendiste”, admitió, apartando un poco el rostro del menor de su cuerpo para poder mirarlo, “pero es una de las cosas que me gusta de ti”, le dijo con una sonrisa y un pequeño sonrojo.

Junhong tardó en captar lo que le estaban diciendo.

“¿D-de verdad?”, preguntó, Jongup asintió sin chistar, “¿aun cuando v-viste m-mis…?”

Y Jongup volvió a asentir felizmente.

“No me gustan, obviamente, pero ahora intentaré ayudarte”, le dijo, “y estar ahí para ti.”

Junhong no lloró más, porque la puerta se abrió, por la última persona que imaginó.

“Jonguppie, Himchan dice que-“, soltó Yongguk, y callándose en seco cuando notó a Junhong en la habitación. El menor le miró de vuelta y parpadeó. “¿Junhong?”, inquirió.

Jongup miró al aludido.

“¿Lo conoces?”, preguntó al menor de la habitación, quien asintió de inmediato.

“Es mi hermano”

Y con eso dejó algunas cosas claras a Jongup, pues hace solo un momento había escuchado toda la historia de su amigo. Si Yongguk era su hermano, algunas cosas comenzaban a tener sentido.

“Qué loco”, musitó con una sonrisa, que ni Junhong ni Yongguk le corespondieron.

Notas finales:

 

 

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tenía esta idea dando vueltas en mi cabeza hace tiempito, ojalá les haya gustado<3, me gustaría hacer más fics basados en este AU ;; porque me gusta aunque esté mal que lo diga(?). en fin, espero no haya quedado tan mal redactado porque lo escribí en una hora más o menos y lo revisé por encima ;; mañana lo reviso con mayor detalle, ojalá les guste<33


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