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Los mejores tres años de mi vida. por Rikotan

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no basket no me pertenecen

Notas del capitulo:

Hola~ 

Ya lo sé, no termino uno y ya estoy escribiendo otro xc 

Pero es inevitable, hoy estaba cabreada y necesitaba matar a un personaje c''; no me odien yo amo a Kagami más de lo que creen.

Me quedó super cortito pero ese es el resultado por hacer enojar a Riko-tan >:''C 

Espero que les guste c'':

PD: Hay muerte de personaje -por si acaso :v-

                                               Los mejores tres años de mi vida.

Así es, los mejores de mi vida, los más divertidos, también los más difíciles, pero sin duda    fueron los más felices.

Nuestra relación comenzó cuando ambos teníamos veintitrés años, en una tarde de otoño le pedí a Taiga que fuera mi novio oficialmente, no fue nada romántico de hecho fui directo al grano, “¿Quieres salir conmigo?” fue la pregunta que pronuncié aquella vez y la respuesta que recibí por parte de Taiga fue un “sí” bajito con una tierna sonrisa que adornaba su rostro, aunque nunca se lo demostré, en ese momento me sentí muy feliz, tanto que en un impulso lo abracé dejándolo un poco desconcertado por mi comportamiento.

No transcurrieron demasiados meses antes de que hiciéramos por primera vez el amor, fue en una noche de invierno, a pesar de que después de aquella vez lo hicimos un centenar de veces más, lo recuerdo perfectamente, porque aquel día especialmente hacía mucho frío y el calor de Taiga logró derretir el hielo de mi cuerpo, también porque fue la primera vez que me sentí tan bien, tan próspero, tan… completo.
De hecho, todas las veces que hicimos el amor fueron únicas, perfectas. Fue por aquella época que me empecé a dar cuenta de que Kagami era mi complemento, eso que muchas personas le llamaban “media naranja” mientras más tiempo pasaba con él más me convencía de que era así.

Un nuevo año empezó y nuestra relación se fue estrechando cada vez más, hasta que en una mañana de primavera decidimos que era hora de decirles a nuestros padres de nuestra relación. Ambos sabíamos, que seguramente algún familiar no lo aprobaría pero no nos preocupó en lo absoluto y les dijimos a nuestros familiares sobre nuestro noviazgo, Taiga recibió la bendición de sus dos padres, pero yo no tuve mucha suerte con mi padre, el cual me golpeó y mi madre me dio un largo sermón pero al final lo aceptó.
Esa misma tarde me reuní con los padres de Taiga para que me conocieran y conversé con ellos de muchas cosas, entre ellas me enteré de algo que él nunca se atrevió a contarme, tenía una terrible enfermedad que amenazaba su vida. Esa fue la primera vez que me sentí tan vulnerable, triste, frustrado y hasta cierto punto solo.

Y esa misma noche de verano, tuve mi primera discusión con Taiga…

— ¿¡Por qué nunca me hablaste de tu enfermedad!? — cuestioné, transmitiéndole todo el enojo y frustración que tenía acumulados —

— Porque yo… Quería una vida normal con mi pareja, sin que se estuviese preocupando por mí todo el tiempo o que saliera conmigo por lástima —contestó dejando caer aquellas lagrimas que había tratado de contener desde que comenzó a hablar —Dime… ¿Q-Qué tiene de malo querer vivir sin preocupaciones estos últimos años de mi vida?

En el momento que escuché aquella pregunta, todo mi enojo se esfumó y la tristeza me inundó por completo, dolía tanto. Aspiré un poco de aire y me acerqué lentamente para abrazarlo con todas mis fuerzas, no lloré, más bien no quise llorar, no deseaba que me viera triste, que notara el horrible dolor y sufrimiento que sentía, después de todo el que más estaba sufriendo era él.

— ¿Acaso eres idiota? —dije aquello en un tono de voz suave, mientras me dedicaba a secar las lágrimas ajenas—Jamás te dejaré solo, lo prometo. Haré que estos últimos años, sean los mejores de tu vida, lo juro. —Esa fue mi promesa, no tenía que ver con lástima o preocupación. Solo fue que en ese momento decidí hacer a Taiga la persona más feliz.

Y fue a mediados de primavera de nuestro segundo año de relación, que decidí pedirle matrimonio. Aún recuerdo que aceptó con una hermosa sonrisa y luego comenzó a llorar desconsoladamente como un bebé recién nacido, así estuvo todo el día y en la noche… hicimos el amor y  me dijo “te amo” por primera vez.

El día de nuestra boda fue a finales de verano, en la playa, el lugar favorito de Taiga, fue sin duda el día más hermoso de mi vida. Todavía recuerdo su tierna expresión al decir “acepto” y el nerviosismo que sintió cuando me colocó el anillo de compromiso en el dedo anular.

Cuando terminó la boda, fuimos a un hotel con aguas termales a tener nuestra luna de miel, todavía me acuerdo de nuestras largas noches de insomnio haciendo el amor y que luego de hacerlo, solíamos hablar de nuestro futuro mientras nos tomábamos de las manos y observábamos nuestros anillos de compromiso con delirio, por ser la prueba de que estaríamos juntos hasta el final.

El final de otoño se acercaba, nevaría en poco tiempo, en el trabajo pensaba de que ese sería el primer invierno que pasaría como esposo oficial de Taiga, mi buen humor aumentaba al pensar en un regalo de navidad para él, llevaba un tiempo diciendo que quería ir de vacaciones a la montaña y ya me había decidido a llevarlo ese invierno, ya decidido de que llamaría a un hotel para hospedarnos recibí una llamada del jefe de Taiga diciéndome que había colapsado.
Dejé todo lo que estaba haciendo y corrí al hospital, cuando hablé con el doctor me habló  sobre la enfermedad de mi esposo y que probablemente no le quedaría mucho. Me atreví a preguntarle cuánto tiempo le quedaba de vida y como respuesta recibí  “Seguramente a finales de invierno ya no estará aquí”.

 Aspiré aire, me senté en una silla junto a aquella cama de hospital en donde se ubicaba Taiga y tomé su mano con fuerza. Aún puedo recordar ese horrible sentimiento de tristeza, miedo, dolor y ese espantoso nudo en la garganta que sentí al escuchar aquella noticia.
Cuando despertó de aquel colapso ya nada fue igual, su cuerpo se puso débil por eso tuvo que dejar su trabajo, el decaimiento se hizo presente por lo cual dormía casi todo el día, no pasó mucho tiempo para que llegara el día en el que perdería casi todo el apetito.

Todavía rememoro esos últimos días de su vida, antes de entrar en coma. Recuerdo que todas las noches me recortaba cuánto me amaba, me agradecía  y me abrazaba para asegurarse de que durmiera lo suficiente y que no me quedara despierto observando su hermoso y delicado rostro dormido.

Pero el día inevitable llegó, entró en coma y veinticuatro horas después, su vida se apagó…

Sentado en una silla junto a nuestra cama, comencé a llorar desconsoladamente esa fue la única vez que me permití sollozar hasta quedar seco y sacar toda esa frustración, dolor, tristeza, soledad y miedo que tenía acumulados desde hace tiempo.
Pronuncié su nombre muchas veces en un intento inútil de que ocurriera un milagro y que despertara de su muerte…
Pero la realidad es cruel y tuve que aceptarla hasta el final…

Ahora estoy aquí, a mis veintiséis años, enfrentando esa cruel realidad junto a él, en esta larga estación de invierno; colocando un enorme ramo de rosas azules en aquella lápida con su nombre.

— Fin —

Notas finales:

Bueno, ese es el final xc 

¿Qué les pareció? 

Lo juro! Yo amo a Kagami montones, tengo hasta un tigre de peluche

Bueno :DD espero que les haya gustado y que me dejen uno de esos hermosos reviews motivadores

Gracias por leer~

Sayo~


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