En los ojos de Murphy
Ha pasado un tiempo desde que mi amo, Zetsu, me recogió de las calles. Recuerdo bien que era un día de lluvia, yo tenía hambre, unos perros me habían perseguido sin descanso desde la noche anterior y estaba empapado hasta los huesos. Me topé con el que sería mi amo en una calle solitaria y gris.
Para ser honesto, no me importaba mucho quien fuera ese humano, solo tenía en mente que quería comida y refugio y él podía dármelo, por eso llamé su atención. Entonces me tomó en brazos, acarició mi nariz y sonrió. Estaba tan mojado como yo, pero en el calor de sus brazos me sentí protegido. Lo primero que pensé es que tenía un curioso aroma, olía a eucalipto y a tierra mojada. Me llevó a su casa y me alimentó, me hizo una cama y me dejó descansar. Luego de un tiempo me llamó “Murphy”. No sé porqué escogió ese nombre, pero me gustó. Me gusta como sonríe al decirlo.
Su casa es pequeña, los muebles son mullidos pero viejos. No sé cuál es su trabajo, pero ocupa la mayor parte de su tiempo. Se levanta temprano, me saluda, me deja comida, se baña (increíblemente parece que no le afecta al agua fría, yo la detesto), come y se va. Regresa en la noche, a veces tan cansado que duerme en el sofá. Me toca despertarlo para que vaya a dormir a su cama. En ocasiones me lleva con él. A pesar de todo, jamás se olvida de alimentarme y pasar tiempo conmigo.
Mi amo es muy bueno pero nunca deja de preocuparme. Hubo un día en el que parecía ser una persona muy diferente, su voz se volvió más profunda y su mirada más fiera, más oscura. Al principio tenía miedo de acercarme a él, creí que iba a hacerme daño. Sin embargo, mi miedo desapareció cuando vi sus ojos cargados de soledad y melancolía. Decidí que no quería volver a verlo así de triste.
Poco días después de ese incidente, que afortunadamente no se volvió a repetir, comencé a notar que Zetsu solía hablar mucho de una persona mientras me rascaba las orejas. Noté las llegadas continuas de esa misteriosa persona. Cuando él llegaba, mi amo sonreía disimuladamente y se sonrojaba demasiado para su bien. A mis ojos, esta persona es muy alta, tiene el cabello negro y un aura peligrosa. Me hace recordar a los gatos (de hecho, carga con el aroma de dos felinos diferentes), pero él se asemeja a uno más grande y malicioso.
Me pregunto por qué mi amo parece estar enamorado de él. Quiero preguntarle pero Zetsu lastimosamente no comprende mis maullidos.
Las semanas pasaron y yo era feliz con mi amo. Un día me sorprendieron, porque esa extraña persona estaba atacando a mi amo en el sofá. Logré con mucho esfuerzo separarlo de mi amo, me sentí orgulloso de poder protegerlo. Para mi asombro, esa persona se fue esa noche, y me di cuenta de que mi amo se había puesto triste otra vez. Fue entonces cuando reparé en lo importante que era él para mi amo.
Era tan importante para Zetsu, que a pesar del paso del tiempo, esta persona no dejó de visitarlo.
Madara, ese es su nombre, arregló sus diferencias conmigo. También me alimenta; me da comida de su plato cuando mi amo no está mirando, me sonríe cómplice. Juega conmigo, me trae atún o salmón y deja que me acurruque en sus piernas.
Madara se queda a dormir cuando mi amo se siente con humor para tener relaciones. No me dejan dormir. No tenía idea de que mi amo podía ser tan ruidoso. A veces me voy al techo para estar tranquilo, a veces me quedo a observar. Ambos son muy entretenidos y Madara siempre hace que mi amo quede muy cansado, dice que es porque debe darle mucho amor y yo le creo. Me gusta esta persona.
Hoy vino Madara. A la hora de cenar, mi amo cocinó y Madara terminó lavando los platos. Luego se abrazaron en el sofá por largo rato. Yo me fui a mi cama luego de comer.
Entonces me despertó un sollozo de Zetsu, parecía llorar de una forma muy diferente a todas las que había escuchado antes. Nunca perdonaré a Madara si le hizo daño a mi amo. Voy a destruirle las bolas a zarpazos si me es posible. ¡Nadie hace llorar a Zetsu!
Corrí hacia la sala como si mis nueve vidas dependieran de eso. Vi a mi amo de pie, llorando y con las manos cubriendo su boca. Mi amo miraba un objeto brillante que tenía Madara en una mano. Madara decía algo y mi amo parecía que no podía hablar. De repente, mi amo asintió con la cabeza, Madara puso el objeto brillante en uno de los dedos de Zetsu y le dio muchos besos.
Sentí curiosidad, no sabía lo que estaba pasado. Fui hacia ellos para ver más de cerca, para atacar si era necesario. Madara me miró y me guiñó un ojo. Miré a mi amo y vi que sonreía como nunca antes, estaba muy feliz y me relajé porque sentí que eso era lo más importante.
Parecía que Zetsu y Madara acababan de hacer una promesa y se veían muy contentos. Maullé en aprobación.
Yo me alegro desde el fondo de mi corazón por aquel día en que Zetsu decidió adoptarme, pero me siento más feliz al saber que Madara está en la vida de mi amo, que lo quiere mucho y que está ahí para protegerlo cuando yo no puedo. Espero que su amor continúe para siempre.