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El puesto vacío por BunnyBlushies

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Notas del fanfic:

Esta es una historia muy pequeñita y simple, pero en verdad espero que les guste. 

Que lo disfruten~.

Notas del capitulo:

Nos vemos en las notas finales.~ 

(Editado.)

 Primer día de escuela, un momento crucial en el año que para mi nunca había sido algo muy significativo, pero este año es diferente, ahora cargo con el más horrible pesar que alguna vez pude imaginar. Estoy solo, solo después de haber encontrado al compañero perfecto.

 Todo comenzó el año pasado en la mitad del tercer periodo. Atrasado, llegó un agitado y pequeño chico, de pelo cobrizo y ojos color verde amarillento. Era hermoso, pero su personalidad extremadamente extrovertida me hacía sentir cierto rechazo hacia él y más cuando eligió compartir el banco escolar conmigo. Recuerdo que trató de muchas maneras acercarse a mi, pero yo me mostré reacio a su compañía, aunque no duró mucho. Pasadas dos semanas y un día decidí contestar su Hola con un Buenos días”. Él sonrió radiante ante mi inesperada respuesta.

 Hablamos toda la clase de matemáticas y posteriormente la de historia. Me contó de su vida, su antiguo país, su antigua escuela, sus amigos, sus gustos musicales y de lo mucho que le gustaba leer. Era graciosa la manera tan enérgica con la que contaba sus aventuras, al igual que sus gestos inconscientes, supongo yo; y su acento extranjero se me hacía bonito, endulzada sus relatos.

 Nuestra amistad avanzó rápidamente, pasamos de sólo hablar en la escuela a intercambiar números telefónicos. Gastábamos todo nuestro saldo hablando en las noches antes de dormir y luego en la mañana hasta encontrarnos en la estación de metro. Todos los fines de semana dormíamos en la casa del otro. Mis padres, al igual que yo, disfrutaban de sus animadas conversaciones y de su capacidad para encajar en cualquier tema que se comentaba en la mesa. Sus padres eran parecidos a él, cariñosos, sonrientes y sobre todo conversadores; hablaban incluso más que su hijo. Entre diversos temas y bromas, hasta a mi me incitaban a participar.

 Fue la mejor época de mi vida, nunca había tenido un amigo porque no me interesaba realmente, pero ahora que lo tenía no quería dejarlo ir jamás. Feliz era muy poco para describir cómo me sentía, podría jurar que nunca me había sentido tan completo, pero… Eso cambió.

 Una noche  como cualquier otra, lo llamé antes de dormir y me mencionó que tenía un poco de gripe, nada importante según él, así que no me preocupé demasiado, después de todo un pequeño resfriadonunca ha matadoa nadie, pensé. Tampoco me preocupé en demasía los tres días que no fue a la escuela ya que dijo, necesitaba reposo para volver a clases pronto.... Pero no fue así. A pesar de haber regresado el jueves a la escuela su malestar era visible, mas él trató de que pareciera ser nada. Aún estando agotado sonreía de la misma manera que siempre.

 Así fueron pasando los días, él no mejoraba, incluso dejó de ir a clases nuevamente y mi preocupación crecía, eso ya no era un resfriado y podría decir con seguridad que él lo sabía desde hace mucho. Se negaba rotundamente a mis constantes visitas, mas yo seguía yendo con insistencia a su casa todos los días después de clases. No lo veía, no quería ser visto, pero conversaba con su madre y le dejaba los apuntes de las clases, luego al volver a mi hogar me quedaba mensajeando con él hasta que se quedase dormido.

 Todo se había vuelto una rutina, nada mejoraba ni empeoraba, justamente por eso nadie se imaginó la bomba de tiempo que se aproximaba.

 Un viernes después de la escuela decidí pasar por una librería que él adoraba para luego ir a su casa, quería llevarle un libro, pero no recordé el nombre del que quería así que le marqué a su teléfono móvil y no contestó, llamé nuevamente, pero volví a escuchar el molesto buzón de voz. Un mal presentimiento se apoderó de mis sentidos, corrí lo más rápido que mis largas piernas me permitieron, camino a su casa; al llegar toqué su puerta con desespero, pero nadie abrió.

 Esa tarde me quedé sentado frente a la puerta de su casa, esperando que alguien llegara, pero eso no pasó. No tuve señal de él hasta la noche de ese mismo día, “Me internaron hoy en un hospital” … No respondió mis mensajes, mucho menos mis llamadas.

Al día siguiente llamé a su mamá que amablemente me dio la dirección de aquel hospital. Corrí a la estación de metro y por suerte logré llegar a tiempo para tomar uno que iba directo al hospital principal, poco antes de que el vagón cerrara sus puertas. El viaje me pareció eterno, aunque según mi reloj pulsera de rilakkuma, sólo demoró 17 minutos. Caminé hacia la entrada del gran edificio blanco, hubiese corrido, pero mis pies y mis pulmones clamaban por un descanso.

Una dulce enfermera me ayudó a encontrar la habitación de mi mejor amigo, fuera de ésta estaban sus padres tomando café despreocupadamente, Él está durmiendo, pero si gustas puedes pasar, cariño”. Su padre me sonrió, esa sonrisa tan característica que al parecer venía de familia.

Pasé toda la tarde en esa rosada habitación, viendo a mi dulce y pequeño amigo dormir con suero pasando a través de un tubo por su pálida muñeca.

Nuevamente se formó una rutina, parecida a la anterior con la única diferencia que ahora llevaba los apuntes de la clase al hospital y sí podía verlo, y conversar con él. Los días pasaron lentos hasta saber el diagnóstico. “5E18”, un virus tan extraño como su nombre y que no tenía cura. Pero esto no detuvo sus ganas de luchar, y a pesar de su demacrado estado, aún se mostraba “feliz”.

Ya no estudiábamos, queríamos aprovechar el tiempo que cada vez se hacía más limitado; hablábamos de la vida, de nuestros tantos miedos, lo que haríamos después de lo inevitable. Un mes después de esto él cayó en coma, aún así seguí lo visitando todos los días sin falta. Le conversaba y preguntaba cosas sin esperar respuesta, le leía libros, ponía la música que le gustaba, lo peinaba y limpiaba, me había confesado que tenía miedo a ser "feo" por culpa de su enfermedad, quería morir teniendo el mismo aspecto que tenía antes de aquel raro virus; y así fue…

Murió el primer lunes de invierno a las 1:34 de la madrugada, su madre me llamó por primera vez, llorando. Prácticamente llevé a rastras a mis padres al automóvil, necesitaba verlo. Cuando llegué, los progenitores de mi amigo lloraban desconsolados viendo a su hijo, que yacía con sus ojos cerrados en la camilla de hospital. Estaba exactamente igual a como lo había dejado en la tarde… No lloré, llorar significaba que se había ido y yo me negaba a dejarlo ir.

No he perdido contacto con sus padres, voy a verlos todos los sábados, y mi rutina sigue siendo la misma, todos los días voy al cementerio a visitarlo, le llevo flores, limpio su lápida, converso con él y le leo libros.

Desde ese frío primer lunes de invierno no he llorado ni una sola vez por él, pero no sé si pueda resistir ese doloroso nudo en la garganta al ver su puesto vacío.

 

Notas finales:

Este es el primer fanfic que publico aquí y a decir verdad, estoy muy emocionada~

Muchísimas gracias por leer, espero y hayan disfrutado como yo lo hice al escribirlo. Gracias nuevamente~

Bye bye b25;


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