Mientras la lluvia cae con un repiqueteo incesante sobre las ventanas cerradas de un pequeño departamento, un joven de ojos amatistas y blanca piel, le dedica a las calles una mirada nostálgica.
Observar las pequeñas gotas tocar el cristal se a convertido en su única actividad.
Y mientras transcurre el tiempo, lentamente los recuerdos comienzan a embargar sus pensamientos y golpear su corazón.
- Las noches y días, siempre tienen el mismo color desde que...
Comenta el joven para el mismo, puesto que solo la soledad del lugar le acompaña.
El trascurso de las horas, los días, el tiempo no le afectan, no le interesa.
Después de algunos minutos transcurridos, comienza un tortuoso recorrido rumbo a la recamara del lugar y de forma desinteresada se recuesta, esperando que el sueño le embriague nuevamente, para poder adentrarse dentro de sus sueños.
Mientras su mente comienza a perderse en la penumbra y su cuerpo reposa sobre la mullida cama, un visitante irrumpe silenciosamente en la habitación, escondido en los roncones mas oscuros. Observando atento los movimientos del ocupante de dichas estancia, esperando con suma paciencia, el ser percibido.
De forma abrupta el ocupante de la cama toma asiento y dirige una fiera mirada hacia el rincón mas alejado de su posición, donde impasible una roja mirada le devuelve el gesto. EL transcurso del tiempo parece lento, mientras ambos analizan al contrario.
- ¿Que buscas Kuran?- Pronuncia cargado de odio.
Sin pronunciar palabra alguna, el dueño de los intensos ojos color borgoña sale de la penumbra y se acerca a paso sigiloso hacia el joven cazador. Y sin pronunciar palabras, le observa deteniéndose a tres pasos de distancia. Solo el sonido de las frías gotas en el cristal y la respiración de ambos se deja escuchar durante largos segundos, que al gusto del joven parecen volverse eternos.
-Habla, maldito chupa sangre.- Mirando sin temor aparente.
-¿Me temes?- pronuncia finalmente el joven castaño, regocijándose por dentro al conocer la respuesta.
-Jum, jamas.- Pronuncio sin poder evitar desviar la mira.
Tarde el joven cazador se dio cuenta de su error, para el momento en que poso nuevamente la mirada en el invasor, este ya se encontraba sobre el con ambas manos sosteniendo firmemente sus muñecas.
El tiempo se detuvo al ser presa de la impresión, observando al rey pura sangre sobre el pudo notar como sus cabellos se mecían delicadamente bajo el rostro contrario y su mirada adquiría destellos de un rojo intenso. Un escalofrío surco su cuerpo al percatarse que efectivamente, tenia miedo.
El joven castaño no pudo evitar formar una burlesca mueca en su rostro parecida a una sonrisa y es que ser capaz de tenerle así, sometido a este duro cazador generaba en el un placer increíble y un deseo incontrolable. Deseo por someter, deseo por humillar, deseo de obtener.
Al notar en la mirada del menor, el titubeo y el temor mezclado junto a la palpable ira, tomo una decisión.
-Te haré temblar!- Pronunció con desden. Para posteriormente sonreír con gran malicia.