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Je ne veux pas te manger por Ari_123_love

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Notas del fanfic:

Especial de Halloween :3

Notas del capitulo:

Sé que no da miedo, ni nada por el estilo, pero nah, trata de seres sobrenaturales ♥

 

Minho lo sabía, iba todos los día 27, de cada mes, al mismo antro. La gente, la música, las sensaciones, siempre eran diferentes, todo cambiaba. Excepto él. No, ese chico de cabello rojizo y ojos verdes parecía no ceder ante los hechos de su entorno. Había sido un accidente, lo había notado sin querer, pero le hizo perder la cabeza de inmediato. Se acercó, le sonrió, tentando el camino, estaba entrando a un lugar que jamás pensó conocer. El muchacho le miró, con esa mirada verde que le obliga a postrarse ante sus pies, y una sonrisa, sonrisa que seducía aun cuando no pretendía ser más que un saludo. Taemin. Ese era su nombre, dulce, tierno, no lo olvidó después de esa noche. No, Minho no volvió a ser el mismo después de conocer el nombre de ese chico. Empezó a volver seguido, notando que Taemin sólo visitaba ese lugar el día 27 de cada mes.

 

Era imperativo para Minho ir, podía volver a verle, volver a cruzar palabras con él. Con el paso del tiempo habían desarrollado una rutina de coqueteos, cada vez más subidos de tono, terminando en besos demasiado candentes y apasionados como para acabarlos ahí. Sin embargo, él sabía que no había pasado nada entre él y Taemin. No lo podía recordar, inexistente. Algo que le sacaba de quicio, puesto que ese chico de rizos cobrizos le volvía loco, con su voz, su mirada, su manera de bailar.

 

Había perdido esperanzas de verle, era mucho más tarde de la hora en la que siempre se encontraban por “accidente”. Se puso nervioso, en realidad necesitaba verle, era su día favorito de todo el mes, como si Taemin se tratara de una droga de la cual él ya era totalmente dependiente. Suspiró hondo, antes de darle un trago a su bebida color verde neón. Estaba dispuesto a irse, derrotado, cuando le miró. Entre la multitud que bailaba entre sudor, cuerpos hirvientes y mucho alcohol –probablemente también otro tipo de substancias-, Taemin bailaba, con esa bella y seductora sonrisa en el rostro, movía su cuerpo de manera fluida, pasando de acompañante en acompañante, como si quisiera escoger a la presa ideal para sus necesidades. Entonces se detuvo. Había captado la mirada de Minho, alzando una ceja y mordiéndose el labio inferior, le llamó con una sencilla seña. Contoneándose de un lado a otro, al ritmo de la música, lo había hechizado, obligándole a acercarse. Casi de manera absurda, Minho fue, rendido, ante el encanto que Taemin podía expirar por la piel.

 

-Hola...- Una sencilla palabra, antes de que esas finas manos se enredaran en su cuello. No podía pensar, sus pensamientos eran turbios, como si estuviera imposibilitado para seguir adelante. Sólo podía concentrarse en el danzante, que le miraba, burlándose por no tener una respuesta inmediata.

 

-Pensé que no habías venido.- Se acercó, hablándole al oído, externando su absurda abrumación por no poder verle como cada mes.

 

-Estoy aquí.- Se giró, quedando de espaldas al alto, siguiendo el ritmo de la música, riendo como si algo en el aire fuera más que hilarante. Minho no lo evito, le tomó por las caderas y siguió su ritmo, bailando tan pegado a él, que era imposible que dijera que no reconocía ese cuerpo. -¿Mucho ímpetu?- Se burló Taemin, al sentir la adrenalina correr por la torrente sanguínea del otro.

 

-No entiendes lo que puedes causar en mí.- Por fin, pudo desbloquear su cerebro, diciendo su extraña sensación cada vez que se encontraba tan cerca de ese bello ser.

 

-Aunque no lo creas, lo hago, más de lo que te imaginas...- Taemin susurró, dejando que la música cubriera su voz. Volvió a girarse, quedando ante la mirada atenta de Minho. Le sonrió, antes de tomarle por el rostro e iniciar un beso fogoso, apasionado, que emanaba excitación y erotismo por todos lados.

 

No tardaron en moverse de la pista a uno de los pasillos más lejanos del lugar. No  se sabía quién acorralaba a quién. Se movían tocando cada parte que era posible ser tocada. Sus bocas nunca se despegaban, ni siquiera por oxígeno. Era tan sencillo perder el control, para Minho, cuando estaba con Taemin. Le tomó del cabello, separando sus bocas, observándole sin las molestas luces de la pista de baile. Así, a semi oscuras, era aún más hermoso. Su mirada verde podía penetrar el alma, su cabello rojizo le daba un aura...no, no era un aura, sino todo lo contrario, como si aquellos mitos y las leyendas fueran ciertos. Los pelirrojos no tienen alma. Minho se sintió algo mareado de pensar, sin darse cuenta volvía a tener a Taemin pegado a su boca, calentándole como el infierno mismo; sus finas manos habían logrado seguir diferentes caminos, volviendo aún más loco al pobre de Choi Minho, que no entendía su débil capacidad para actuar ante esta situación. Gimió, Taemin le acariciaba la entrepierna, por encima del pantalón, lentamente, disfrutando de su tiempo. Sentía como el calor de su cuerpo subía, más de lo usual, esto tenía que ser ahora, sería frustrante saber que no podría hacer eso que tanto desea. Deseaba a Taemin, lo hacía con locura e irracionalidad.

 

 

 

 

Se levantó de la cama con dolor de cabeza. El sol entraba por su ventana, haciéndole ponerse de mal humor. Tenía una gran resaca, aunque no hubiese bebido más de tres copas, como si esas tres hubiesen estado adulteradas con algo más. Su cuerpo dolía, por la falta de ese algo. Era exasperante para Minho verse de nuevo en la misma situación. No recordaba cómo diantres Taemin había logrado separarse de él, desapareciendo de su vista, de su vida. Respiró profundo, regresando los pies a la tierra. No podía, esa necesidad había empeorado después de la noche pasada.

 

Así estuvo todo el día, tratando de pensar, de recordar, cómo el chico se había esfumado de su haber. Por más que trataba, ahora no podía sacárselo de la cabeza, dándole vueltas a su rostro, como si fuese algo que se pudiera escapar de la memoria, aunque se haya clavado como una astilla, más allá del tiempo y la realidad. Ya había pasado mucho tiempo desde que sus encuentros eran así, más todavía no podía asegurar conocer tan siquiera un fragmento de la tan intrincada personalidad del pelirrojo, como si fuera un rompecabezas difícil de armar. Sintió un calor sofocante en la habitación, no podía respirar, se sentía impotente ante el hecho de no dejar de pensar en Taemin. No lo notó, la tarde ya había pasado, y la noche entraba como si le hubieran dado una gran bienvenida. Él se dirigía de nuevo al mismo club nocturno, a pesar de saber que no era el día en que encontraría ahí al muchacho. Llegó, sintiendo una gran habilidad para no poder enfocarse en nada, excepto ese cuerpo delgado, buscándolo entre la multitud de cuerpos. Sabía que no lo encontraría, pero no podía irse, no quería irse. Estaba inquieto, más de lo normal en cuanto se tratara del oji-verde. Estaba siendo totalmente irracional, pero se encontraba deseando verlo una vez más ahí.

 

A lo lejos, su figura, se movía, disfrutando de una libertad, que él había perdido desde el primer encuentro. No lo comprendió, no debía ser cierto, imposible. Taemin no podía estar ahí en un día que no fuera 27. Se acercó, alelado, completamente hipnotizado, idiotizado por ese ser hermoso que reía y se divertía, ajeno de la gran opresión que Choi Minho sentía sobre su pecho. El último tramo lo corrió prácticamente, logrando tomar al chico por la mano y llevárselo a otro lugar. Las luces parpadeaban, siguiendo el ritmo de la música. Su corazón seguía ese mismo ritmo acelerado, impulsivo, que desbordaba toda clase de sentimientos y emociones que no se pueden contener en un simple cuerpo humano. Lo estampó contra la pared, no importaba en realidad donde estaban, muchas parejas ya habían hecho lo mismo, y no era nuevo que alguien se llevará con esa imperiosidad a otro ser. Porque estando ahí, las cosas cambiaban, la gente se olvidaba de sí misma y seguía sus instintos, convirtiéndose en lo que siempre quisieron ser, pero que no podrán serlo. Minho tomó al pelirrojo por la cintura, tratando de llamar su atención. Le obligó a mirarle directamente, pudiendo notar la sed de algo en esa mirada verde. Le calaba muy en el fondo, quería ser correspondido y corresponder a esa necesidad que iba más allá de lo carnal. Su interior quemaba, ardía como el infierno mismo, haciéndole saber que si seguía, terminaría volviéndose loco. Acarició la mejilla de Taemin, no pretendía tener lascivia, pero tampoco quería dejarlo ir tan fácilmente.

 

-No, Minho...- Era una sencilla sonrisa la que le dio, y con eso fue suficiente para congelar el espíritu del pobre Choi Minho. –Hoy no, querido.- Le guiñó un ojo antes de escapar de su fuerte agarre y escabullirse entre la gente. Hasta entonces fue cuando Minho reaccionó. ¿Qué había pasado? Quiso seguirle, pero de nuevo se había esfumado, como solía hacer siempre. ¿Qué era lo que Lee Taemin tenía en su ser, que volvía loco e idiota a Choi Minho? Solo se necesitaban unas simples palabras del chico, y Minho sería capaz de cometer una estupidez. Sus vías respiratorias se cerraron, le costaba respirar, dándose cuenta de la gran dependencia que tenía hacia el toque de ese pelirrojo, que parecía pretender burlarse de él en cada encuentro. Caminó, sin rumbo fijo, tratando de buscarle, sin éxito alguno. Salió del lugar, esperando por encontrárselo accidentalmente en las calles. No pasó.

 

Un gran dolor de cabeza le atormentaba, sentía perderse en ese sentimiento de lujuria incompleto. Era culpa de él, ese muchacho, que le sacaba de sus cabales. Deseaba su cuerpo. No se dio cuenta cuando terminó dormido, no se percató cuando dejó de ser la realidad y se transformó en un invento de su imaginación, o al menos eso se suponía. Estaba ahí, en su departamento, como si aún se encontrara despierto. Ya no había ese dolor de cabeza, sólo la sensación de que su sangre corría a una gran velocidad por su cuerpo. Un aroma vagamente familiar le sacó de sus cavilaciones. Se giró, notando a ese delgado cuerpo en frente suyo, su sonrisa, su mirar, todo era perfectamente real. Creía que le había dicho que no, pero se encontraba ahí, en su departamento, con esa perfecta mirada que indicaba que sería el momento de por fin culminar lo que ya tenía tanto tiempo empezado. Taemin se acercó, lentamente, de manera sensual, seduciéndole a su paso. Le empujó, haciendo que callera sobre la cama, Taemin se sentó a horcajadas sobre él, riendo dulcemente.

 

-Taemin...- Escapó de sus labios, no lo podía creer, al fin llegaba el momento de dejar correr todas las sensaciones, las emociones que había sentido a lo largo de los meses. Jadeó de nuevo, cuando el pelirrojo corría sus manos de manera delicada sobre su pecho, esperando acallar al mayor.

 

-Minho, te deseo tanto como tú me deseas a mí.- Le susurró al oído, terminando la oración con una sonrisa que quemó la piel del otro. Había una gran carga sexual en todo el ambiente, provocado por ambos chicos, que se estaban devorando con la simple vista.

 

¿Quién necesita raciocinio? ¿quién se preguntaría cómo es que Taemin había entrado? ¿tan siquiera como había conseguido la dirección? No, Minho no pensó en eso. Tomó al chico por la cadera, y por el cuello, devorando esa boca color carmín, que se había burlado de él descaradamente, una y otra vez. No tenía la forma de saciarse de eso, habían sido muchos meses, en donde su obsesión por el muchacho le había llevado a no sólo perder la cordura, sino también creer que si no le tenía, llegaría a morir. Acarició la espalda, notando que la ropa, en estos momentos, ya se encontraba de más. Quiso quitarle la camisa al pelirrojo, pero este sólo rio. Con una mirada concupiscente, Taemin le obligó a detenerse y observar. Se empezó a desnudar, lentamente, seduciéndole con simples movimientos. Primero la camisa color vino tinto, que momentos antes había sido adornada por un chaleco negro. Desabrochar la presilla del cinturón y zafarlo de su pantalón casi se miró como un arte. Movía sus caderas de cuando en cuando, tentando al chico debajo suyo que gemía, insaciable de la visión que tenía encima de sí. Taemin le guiñó un ojo, mientras terminaba de deshacerse de sus pantalones,  quedando sólo con su ropa interior, pero sin hacer ningún ademán de querer seguir desvistiéndose. Por ahora, así era suficiente. El sofoco que Minho sentía era exasperante, quería poseerle de manera imperiosa, que Taemin sintiera todo lo que él sentía cuando le miraba siempre que se encontraban en el club. Le volvió a besar, sintiéndose atrapado en una  marea de placer y lujuria, Taemin estaba consigo esa noche.

 

Taemin se movía, provocando a Minho, volviéndole loco. Se reía, alegre de ver esa reacción. Minho dejó escapar un jadeo. Le tomó por la cintura y le obligó a estar debajo de sí. Le miró, sus ojos verdes quemaban el alma. No se resistió, se volvía loco de pensar que Taemin estaba ahí, con su seductora sonrisa, su presencia, que era más que suficiente. Mordió el cuello blanquecino, hundiendo sus dientes en él, sintiendo placer al hacerlo. Taemin gimió, dejándose, permitiendo que Minho tuviera el control por tan sólo un momento. El fuego ardía, quemando la razón. Minho se exasperó, las manos de Taemin le recorrían lentamente, con una sonrisa traviesa, a propósito. Desabrochó su camisa, acariciando los músculos, recorriéndolos con una parsimonia que hubiese vuelto loco a cualquiera. Un jadeó. La noche se empezaba a terminar. Estaban completamente desnudos, besándose, quemándose, mientras el tiempo corría, como agua entre los dos. El calor que emanaban los cuerpos inundaba la habitación, volviendo la atmosfera en una carga sexual tan fuerte, que cualquier chispazo, quemaría todo el edificio.

 

 

 

Minho despertó, sólo había sido un sueño, un sueño húmedo, que le demostraba el gran desespero que tenía. Las siguientes dos noches, fue lo mismo, sueños, donde podía completar el acto con el muchacho, sin que el chico les interrumpiera con una sonrisa, o una excusa, que por más que fueran sencillas, le lograban convencer de detenerse. Esas tres noches resultaron ser una tortura a la mañana siguiente, haciéndole sentir cansado, más frustrado, angustiado. Quería más, volver a dormir y no despertar, así de esa manera Taemin se encontraba en sus sueños, para no dejarle ir.

 

Esa noche, 31, había decidido volver al antro, con la esperanza, el propósito de no dejarlo ir. No, sería ahora...O nunca. Se mordió los labios, ¿por qué de su obsesión? ¿Qué era lo que Lee Taemin tenía que le ponía de esa manera? La música era la misma, el ambiente también. Se podía oler el alcohol a kilómetros de distancia. La gente bailaba, hipnotizados por lo que jamás tendrían. Minho jadeó, la temperatura del lugar era alta, pero no tanto como cuando Taemin estaba cerca de su cuerpo. Sus ojos, acostumbrados a una sola misión, empezaron a buscar por todo el lugar. Sentado, en la barra, como la primera vez que le vio. Tenía una bebida en mano, su cabello se veía desordenado. Su mirada verde. Todo, todo era igual a ese día. Se acercó, con la misma inquietud de ese día, pero ahora era diferente, ahora sabía su nombre, ahora sabía que se moría por acostarse con él, hacer algo más. Le sonrió, esperando no ser rechazado una vez más. Moriría si este fuese el caso.

 

-Hola...- Taemin susurró, permitiendo que Minho adivinara el saludo a través del movimiento de sus labios.

 

-Taemin...- Minho le acarició el rostro. Era bello, tanto que le mataba en ese momento. Suspiró, podía sentir como su pecho se oprimía. No despertó de su ensoñación hasta que Taemin se puso de pie y le guío al centro, donde empezó a bailar, obligando a Minho a seguir sus movimientos. Taemin se envolvía alrededor de su cuerpo, embargándole de un aroma desquiciante. Le tocaba sensualmente, le rozaba con delicadeza, esperando a sus reacciones. ¿Era un sueño? No, era la realidad. Minho sintió su corazón latir de sobremanera. Le tomó de la cintura, deteniendo esos movimientos delirantes. Le tomó por el rostro, un segundo, donde sus miradas se cruzaron. Pegó sus labios contra los ajenos, convirtiendo el toque en un beso, que empezaba a encenderse con el paso de los segundo. Se consumió el tiempo que tenía de oxígeno, obligándose a separarse del menor, que parecía no estar afectado por ello. Una bella sonrisa en su rostro, adornaba la situación. Otro beso, más fogoso, donde sus bocas interactuaron más.  Taemin pasó sus brazos alrededor del cuello del alto, hundiendo su ser contra el otro, fusionándose. Caricias, gemidos, eran demasiado exhibicionistas para el lugar en donde estaban, pero que importaba, la gente a su alrededor se había acostumbrado a ver parejas así, o estaban demasiado perdidos en su viaje sin regreso debido a lo consumido. Taemin le separó, jadeando, mordiéndose el labio, de manera sugerente. Le tomó por la mano, hablándole por encima de la música, le decía que ahí no, debían irse, a un lugar más privado.

 

Afuera, Minho apenas logró separarse de ese cuerpo. Le tomaba de la cintura, besándole con desespero, con temor a que se fuera. No se dio cuenta cuando Taemin paró a un taxi, cuando subieron, o el increíble espectáculo que le dieron al chofer, puesto que no dejaban de besarse y tocarse por todos lados. Fue una revelación el darse cuenta que ya estaban en una habitación de hotel, pegándose a la pared, puesto que el desespero no les había permitido llegar a la cama. Taemin coló sus manos, debajo de la ropa de Minho, tocándole, haciendo que el mayor delirara de placer. Se movían, al paso del otro, poco a poco, de manera torpe, las camisas desaparecieron de ambos cuerpos. Taemin se mordió los labios de nuevo, como si supiera que efecto causaba en Minho. Le arrastro, pidiendo entrar a la cama. Y, como un ciego de lujuria, Minho acató órdenes. Beso tras beso, manos subiendo y bajando por piel ajena. Taemin se deshizo de sus pantalones de manera sensual, provocando en el alto una erección instantánea, dolorosa. Taemin rio, antes de depositar  un beso sobre aquellos labios que le rogaban que no se alejara nunca más.

 

-Minho...-Entonces el silencio con carga sexual se rompió, Taemin le llamaba. –Tengo...tengo una pregunta.

 

Minho sonrió, feliz de escucharle pronunciar su nombre. A pesar de sus muy cercanos encuentros, eran pocas las veces en que Taemin le llamaba por su nombre, sin querer incitarle.

 

-Si...si fuera una criatura, ¿qué clase de criatura crees que sería?- Besó su cuello, subiendo lentamente, hasta morderle la oreja, de manera juguetona. Taemin controlaba la situación tan fácilmente, y aun así, hacía creer a Minho que a veces, el que controlaba todo era él.

 

-Eres demasiado bello, no podría ser algo como un licántropo.- Acarició la línea de su figura. –A pesar de todo, eres muy selectivo con todo, no bebes cualquier cosa. No podrías ser un vampiro.- Lo descartó. –Eres bastante alto para ser un gnomo, o un trasgo. No causas temor, como los banshees, tampoco puedo evitar dejar de verte, podría ser una sirena, pero no necesitas estar tanto tiempo cerca del agua.- Rio. –En realidad me gustas mucho, así que ¿un elfo o hada?

 

La risa de Taemin llenó el lugar, inundándolo de una ligereza que hacía todo más amable.
-Ibas tan bien...Me halagas, pero me temo que soy algo peor.- Se acercó, respirando su aroma. Porque el aroma de Minho era lo más delicioso que Taemin alguna vez pudo haber olido. –Minho, soy un íncubo.- Susurró, sabiendo que no huiría, conocía demasiado bien su trabajo, llevaba tiempo envenenándole, para tenerlo bajo su control, esperando poder probar su esencia. –Minho, llevo tanto tiempo deseándote, probar tu esencia, comerte vivo, mientras termino con tu vida.- Sus palabras eran crueles, por mucho, pero no podía reprimirlas.

 

-¿Entonces por qué no lo has hecho?- Minho no dejaba de tocar su cuerpo, observándole como a una obra de arte.

 

-¡Maldición Minho!- Golpeó su pecho. –Estás demasiado drogado como para entender. Te he observado, mucho antes de que me conocieras. Eres mi presa, mi victima favorita. Te conservé, esperando el momento indicado...-Agachó su rostro. –Pero me temo, que, como un catador, tengo miedo de probar mi cosecha. Minho, no quiero comerte.

 

-¿Por qué?- Minho le abrazó, pegándolo a su cuerpo. Podía ver los ojos de Taemin, ardían en furia, molesto por su actitud tan tranquila. Pues, no, no tenía miedo.

 

-Me gustas; me gustaste desde el momento en que te vi. Entonces decidí cambiar papeles, asecharte a ti, entrar en tus sueños, para robar tu esencia, lentamente, alimentándome de tus deseos. Cada vez que te excitabas, cada vez que pronunciabas mi nombre, mientras te tocabas, me alimentabas, me hacías feliz.- Taemin recorrió el pecho del alto, bajando con unos ágiles dedos, desabrochando el pantalón que aún llevaba puesto. Metió su mano, repasando la erección que este aún tenía. –Cada vez que te frustrabas por no poder estar conmigo, eras más delicioso, más deseable. Tu aroma, tu físico, quiero cada parte de ti.

 

-Te podría dar todo.- Minho cerró los ojos, dejándose tocar por el íncubo. –Haz conmigo lo que quieras, no me importa, mientras seas tú.

 

-Eres mío, desde entonces, brindándome una felicidad que no imaginas. Te deseo, deseo comerte. Pero no puedo...No puedo.- Detuvo sus movimientos. –Porque si lo hago, entonces te perderé. No quiero comerte, Minho, me gustas demasiado, como para dejarte ir.- Suspiró, sintiendo algo extraño resbalar por sus mejillas. Estaba llorando, ¡llorando! Desde que le habían expulsado del infierno que no lloraba, ¿cómo podía esto pasar?

 

Minho frunció los labios, no, no estaba tan drogado, simplemente, entendía lo que Taemin decía. Le tomó por la cintura, invirtiendo sus posiciones, dejando al chico debajo de su cuerpo. Le miró, sin temor alguno, había soñado tanto con esta noche, ahora entendía el porqué.

 

-Eres hermoso.- Le quitó las lágrimas de las mejillas, observando su rostro. –Tanto, tanto, que me vuelve loco.

 

-¿Sabes qué sólo vez lo que quieres ver?- Taemin quitó su rostro, aceptando la realidad. Se había enamorado de un humano, uno que debió matar en un inicio, para seguir con su muy perpetua vida.

 

-Yo quiero verte a ti.- Minho le sonrió, haciéndole querer mirarle. Y es que, Minho era más que guapo, era amable, era bueno, lo que todos querrían comer. Pero Taemin ya no quería eso, más obsesivo aún, quería mantenerlo a su lado, por la eternidad de su vida.

 

-Minho...- Susurró. –Puedo darte lo que quieras...Sólo no me dejes.- Lo pronunció, con su  lengua venenosa, que había mentido un millón de veces, en otras promesas de amor que no significaban nada; pero este caso, era diferente, en realidad no quería quedarse sin él, no podría.

 

-No lo haré.- Le besó, mientras lograba sacarse lo que le restaba de ropa. También quitó la de Taemin, tocando su cuerpo. Le quería demasiado, habían sido muchos meses, no le importaba saber que Taemin era algo que no creyó real hasta este momento, porque lo que más le importaba, era saber que Taemin le correspondía con una urgencia, muriéndose por él. –Me quedaré a tu lado.

 

-Más te vale...- Suspiró cuando Minho mordió su pecho, acariciando su cadera, haciéndose espacio entre sus piernas. –Si alguna vez me engañas, te mataré. Lo haré sin pensar en lo mucho que te necesito, prefiero vivir solo a compartirte, aunque sea un momento, con alguien más.

 

Minho rio, le encantó la idea de que Taemin fuera celoso, era excitante en gran medida, imaginaba las muchas reconciliaciones que podría haber entre ellos, puesto que, a pesar de la amenaza del demonio enojado, sabía que era mentira, decía más de lo que podría llegar a hacer, por temor a algún día perderle.

 

-Temo que, tus celos no tienen sentido. Sólo puedo pensar en ti...- Le besó los labios, bebiendo un suspiro que logró escapar de los labios del chico. –En cambio, yo no puedo pensar lo mismo. Tú, algún día querrás comer, te fijarás en alguien más, y yo sólo seré un estorbo.

 

-No, no, no.- Taemin se abrazó a ese cuerpo cálido que parecía ser más de lo que jamás deseo. –Minho, dame tu todo, no necesitaré de nada más que de ti. Te daré virtud, te daré amor, dinero, si es necesario, pero quédate conmigo, no me dejes ahora, no pienso comer de nuevo, con tal de que no pienses así.- Porque, si pensaba así, sería una excusa para engañarle, y no quería eso.

 

-Morirías, y te quiero demasiado como para eso. Meses en los que lo único que supe de ti fue tu nombre, y lo coqueto que eres. No puedo pedirte que te detengas. Me hace feliz saber que esto vale la pena.

 

-Viviré de ti. Sólo te necesito a ti. Nunca antes sentí esto, no se supone que sienta nada. Hago que los humanos pequen de lujuria, que mueran por ello, pero tú. Tú te enamoraste de mí, no pecabas, me amabas, completándome, haciéndome feliz.- Lloró de nuevo. –Minho...- Susurró su nombre, recibiendo un beso a cambio.

 

-Me quedaré a tu lado, lo he dicho.- Parecía sonreír sobre su cuello, dejando pequeños besos. –Te daré cada segundo de mi ser, esperando que tú tampoco me dejes, porque si tú te mueres sin mí, yo me muero sin ti.

 

Taemin detuvo su llanto, ¿era cierto? ¿Un humano que al saber su naturaleza no temió? ¿Un humano enamorado, que le daría todo, incluyendo su vida? Sonrió, entre lágrimas, era hermoso, no pensó encontrar felicidad en el exilio de su vida. Le daría vida eterna, le amaría, no le dejaría irse, porque se había condenado a vivir un amor maldito, que sería eterno, hasta que ambos decidan morir. Suspiró de felicidad, repasando el pecho del mayor, pellizcando su piel. Alzó su rostro, mordiendo los pezones de Minho, haciéndole gemir, enterrando sus uñas en esa piel tostada que sería suya por siempre. Le estaba marcando, se lo estaba apropiando. Cada suspiro, cada sueño, cada oración de Minho, ahora serían de Taemin, sólo le pertenecerían a él, porque Minho prometió quedarse a su lado, le prometió quererle, y esa era una promesa que el humano Minho no pensaba romper.

 

Movimientos, roces, cada fracción de segundo se hacía eterna, logrando que la misma tensión sexual regresara. No había más secretos, ni misterios de algo, era sólo querer tener algo con Taemin, algo real. Le apresaba contra su cuerpo, hundiéndolo más aún en la cama, besando su boca una y otra vez, devoto a ello. Las manos de Tae le rasguñaban la espalda, pidiendo más, más de lo que le podía ofrecer, como un simple humano. Una de las manos de Minho tocaba los muslos del chico pelirrojo, subiendo su camino, hasta llegar a la apretada entrada entre sus piernas. Un jadeo; la mirada verde ganó brillo de nuevo. Taemin miró con lujuria lo que Minho hacía, esa lujuria que incitaba tanto a los mortales. Minho era un mortal, perdido en esa mirada verde.

 

Una sonrisa socarrona salió de los labios rosas del íncubo, que pasó sus dedos, de nueva cuenta, por el pecho del humano, rasguñando todo a su paso. No se detuvo, llegando al miembro latente de Minho. Lo tomó, fuertemente, apretando bajo un firme agarré, obligando al alto a gemir. Lo tocaba con parsimonia, disfrutando de su sufrimiento, se alimentaba de esa sensación. Movimientos a lo largo, repasando el glande, haciendo círculos, bajando hasta la base, donde todo volvía a empezar. Taemin le miraba, con una sombra de maldad, alegre de ver lo que veía; no podía negarlo, era un demonio, uno que disfrutaba en exceso del sexo. Los jadeos del alto subieron de tono, cuando Taemin aumentó el ritmo, dejó la tortura de lado, y sólo se dedicó a brindarle placer, esperando su recompensa. Segundos tardaron, antes de que Minho sintiera ese cosquilleo en su vientre bajo, obligándole a moverse contra la mano de Taemin, iniciando un vaivén que le llevó pronto al orgasmo. Eyaculó, ensuciando al íncubo, que sonreía de felicidad por ello. Taemin lamió sus dedos, recogiendo la esencia que ahora en adelante le mantendría vivo. Lo hizo sensual, coqueto, volviendo a incitar al alto, volviéndole loco. Minho pegó su boca a la rosada, antes de tomarle por la cintura, deteniendo cualquier otro movimiento. Taemin se quejó, le gustaba moverse cuando se encontraba en la cama.

 

Fue un suspiró lo que escapó de sus labios al sentir como Minho entraba dentro de su cuerpo, como lo hacía suave, observándole a los ojos. Se alegraba de saber que ese humano no mentía. Minho gruñó, se sentía mejor que en sus sueños. Era real, ¿cómo no sentirse mejor? Se movió más rápido, escuchando los gemidos de Taemin. Gemía hermoso. Él era hermoso, ¿qué clase de monstruo se enamora de un humano? En definitiva, uno hermoso.

 

Recorrió el cuello de Taemin, con suaves besos, demostrando la fidelidad que le tendría, hasta el final de los tiempos. Unieron labios, conjugándose dentro de un juego que pronto se volvería peligroso. Taemin enredó sus manos en el cabello del alto Choi, haciendo que el beso fuera hambriento, desesperado; mordió el labio inferior de su humana víctima, buscando su lado salvaje. No tardaron en volver a cambiar posición, Taemin movía sus caderas frenéticamente, disfrutando de diferentes formas su trabajo. El cuerpo de Minho era un delirio, le gustaba mucho. Ambos cuerpos embonaban, chocaban uno contra el otro, creando un sistema que se movía de manera fluida. Había pasión, había lujuria, amor, deseo. Taemin disfrutaba de esta noche, en la  que Minho le haya dicho que no le dejaría, que no le hubiese rechazado, que fuera él.

 

Minho apretó el trasero de Taemin, obligándolo a gemir y salir de sus ensoñaciones. Taemin sonrió con maldad, mordiendo el cuello de Minho, subiendo a su boca. Beso tras beso, parecía que no se volverían a separar, sus lenguas bailaban una sobre la otra, sin estar quietas; las mordidas en los labios no faltaban, ya que se necesitaban más allá de lo normal. Minho acarició la espalda de Taemin, causándole un escalofrío al pelirrojo, quien lo bien recibió, como un signo de placer. Volvieron a girar, Minho atrapando a su opresor, logró volver a inmovilizar al pelirrojo. Mientras Taemin amaba moverse, Minho prefería atraparlo entre sus brazos. Era una batalla, por saber quién controlaba las cosas, aunque el ganador ya estuviera designado desde un principio. Gemidos, jadeos, gritos de placer eran audibles en cada rincón de la habitación. Cambiaron de posición, Taemin boca abajo, dejando que Minho besara su espalda. Bufó, también tenía la necesidad de terminar. Con su encanto demoniaco, podía lograr lo que fuera, pero sólo quería a Minho. En un instante, logró girarse, observar a su humano. Se besaron, efusivamente, enredando lenguas, tocando piel ardiente. Entonces, Minho dejó que Taemin hiciera lo que quisiera, no le importaba morir. Taemin sobre Minho, montándolo suavemente, esperando impacientemente porque el humano eyaculara, terminando su ciclo de placer. Parecía que el tiempo se había detenido para ellos, era especial, podían seguir así para siempre. Los movimientos se volvieron suaves, pero peligrosos, mientras una bruma delicada les cubría. El final estaba cerca, con cada movimiento, cada sonido liberado, era un paso más para poder culminar el momento.

 

La mirada verde se iluminó con fuerza, como si alguien hubiese prendido una llamarada en ella. Se agachó, besando, quizás, una última vez a su humano, antes de que este llegara al final. Taemin sonrió, cerrando los ojos, disfrutando de la sensación de ser llenado internamente de esos líquidos mortales. Minho era delicioso en muchos sentidos. Buscó su mirada, informándole que tan sólo era el principio de una muy larga noche.

 

 

 

 

Minho abrió los ojos, mientras dejaba un suspiro escapar de sus labios. Era de mañana. Podía sentir un brazo sobre su pecho, pero sobre todo, las uñas siendo clavadas en él. Hizo una mueca, mezcla de dolor y risa. Taemin era muy posesivo. Movió su mano delicadamente, tratando de acomodarse mejor, sin despertarlo. Falló. Una mirada verde, ardiente en llamas le miró inquisitoriamente.

 

-Tranquilo, estaba acomodándonos.- Le arrulló, antes  de abrazarle por la cintura, besando su frente.

 

-Minho...Esta... es la primera vez que despierto junto a alguien.- Taemin enredó sus brazos en el cuello del otro, buscando acercarse a sus labios. –Dime que será así por siempre.

 

-Lo será.- Terminó de acercarse para el beso de buenos días.

 

-Te amo, no pienso compartirte, lo sabes.- Frunció el ceño, antes de subirse sobre su nuevo amante, esperando a que Minho dijera algo.

 

-...O me comerás.- Rio. –Deja de temer, no tienes que sentirte celoso, de nada, de nadie. Eres lo que quiero.

 

-Yo también te quiero a ti.- Pegó su frente con la del alto. Suspiró. –No sé cómo pasó, pero yo...yo ya no quiero dejarte ir nunca más, te necesito, te quiero, y lo diré cuántas veces pueda, para que no lo olvides.

 

-No lo haré.- Le acarició el cabello. –Deberías de saberlo, puedes controlarme, haces que actúe de manera diferente.

 

-Yo...- Taemin agachó su rostro. –Ahora en realidad no sé lo que hago. Nunca había actuado así, no sé qué hacer.

 

-No comerme, ¿tal vez?- Minho le abrazó, pegándolo a su cuerpo.- Estar enamorado es más fácil de lo que parece, y a la vez es difícil.

 

-Enséñame.- Taemin terminó por hundir su rostro en el cuello del alto. –Enséñame cómo amar, te prometí muchas cosas, te las daré, pero quiéreme, enséñame a quererte como tú lo haces.

 

-Me vasta contigo. Amar es fácil cuando se quiere hacerlo.- Le besó los labios. –Estoy dispuesto a pasar la eternidad enseñándote a amar, mientras esté a tu lado.

 

Taemin se quedó sin aliento, ¿qué era diferente en este humano, que lograba tocar algo dentro de sí? No podía evitarlo, cada vez se perdía más, y no se estaría en paz, hasta saber que Minho estaba hundido junto a él. Suspiró, pegándose más a ese cuerpo, que le abrazaba, le llenaba de esa sensación mísera y extraña que no requería de más contacto físico. Era como volverse loco, pero al pertenecer al infierno, estar loco era poco.

 

-Te amo...

 

-También te amo...

 

Fin

 

Notas finales:

Aclaración:

En antiguos tiempos, se creía que los pelirrojos eran seres sin alma

 

Espero que les haya gustado^-^  

Gracias por leerlo. ¡Besos!


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