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Red moon. por La-banana-del-yaoi

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Notas del fanfic:

Bueno, espero que esto les guste, fue el fic con el que participé en un concurso de fanfics así que se los dejo ¡feliz halloween!

Notas del capitulo:

Esto contiene un poco de sangre y MUY poca tortura, casi nada de nada así que bueh

La noche era preciosa, la luna brillaba, pero no con un tono blanco y pálido, esta era una divina luna roja, completamente llena y maravillosa.


            Esa noche se celebraba algo especial, una gran fiesta se daría en la mansión de los “Akashi” una familia muy poderosa e influyente en el mundo sobrenatural. Aquella fiesta no era como las fiestas en la actualidad; en cambio, hablamos de una fiesta donde los vestidos elegantes, los bailes interminables, la música y los salones llenos de luces…eran el mayor entretenimiento.


El mundo de aquellas criaturas era muy diferente al de nosotros los humanos. Ese era un mundo sobre natural, donde los hombres lobo, vampiros y fantasmas eran cosa ordinaría, incluso respetada y temida por muchos. Los vampiros en este caso tenían mucho mayor poder, no solo económico, también jerárquico.


En los estándares de esa curiosa y monstruosa sociedad, los vampiros estaban en la cúspide, ya que además de ser prácticamente invencibles, su poder, fuerza e inteligencia era algo de temer y respetar.


Los siguientes en la línea eran los hombres lobo, y los que estaban hasta abajo eran los espíritus o bien fantasmas, que no poseían muchas cualidades, pero aun así tenían un lugar decente.


¿Hay humanos en esta historia? Claro que los hay. El mundo sobrenatural estaba en el mismo lugar que el de los humanos, pero…estos nunca se daban cuenta. A excepción de cierto chico…que deseoso de venganza se infiltraría en cierta fiesta.


Volviendo al tema de la fiesta, en aquella noche de luna roja, había algo que celebrar, y eso era el cumpleaños número dieciocho del primogénito de los Akashi: Seijuuro; Seijuuro era un chico muy especial, y no solo por ser un vampiro de sangre pura, descendiente de la familia más poderosa en la raza vampiresa.  Sino que además de poseer poder, también poseía gran inteligencia, apenas cumplía su mayoría de edad y ya había sido parte de grandes movimientos, era como un pequeño emperador. Y no solo eso, Seijuuro también era un joven de aspecto hermoso.


Su piel era pálida y preciosa como la porcelana más faina…sin error ni mancha. Sus ojos de dos colores eran gemas brillantes y letales, uno tan rojo como la sangre y el otro tan brillante como el oro. Sus tersos labios eran ligeramente rosados, iban muy bien con su blanco semblante. Su físico también era imponente, ya que estaba bien proporcionado, pero al mismo tiempo era delicado, esbelto, pequeño y maravilloso a la vista, pero también rígido y firme, rebosante de vida y juventud. Y su cabello carmín brillaba con abrazadora belleza.


Aquella noche se celebraba el cumpleaños de esa magnífica criatura, que seguramente llegaría a ser el gran líder de los vampiros algún día. Y aunque todos estaban rebosantes…había alguien que planeaba asistir…y no precisamente para bailar.


—Hoy es la noche…en la que me vengaré… —susurró un joven con determinación—, esta noche me desharé de él…


—Atsushi… ¿estás seguro de lo que haces? —preguntó un joven de cabellos negros y mirada tranquila.


—Sí, ya te lo he dicho Himuro… —Atsushi observó fijamente a Himuro, y este comprendió con solo contemplar sus ojos cuan en serio iba.


Ambos estaban descansando en ese momento, llevaban varios días viajando. Sus caballos estaban tomando agua y reposo.


—Bien, te apoyaré…pero debemos ser cuidadosos…estaremos en desventaja…—Himuro sacó una pequeña libreta con nombres, era una lista de invitados, y entre ellos había muchas criaturas… no muy agradables.


—Lo sé, cuento contigo para darme tiempo… —Atsushi dirigió sus orbes violeta hacía los gríseos de Himuro, la afilada mirada del mayor era penetrante…con solo una mirada le preguntaba “¿seguro que podrás hacerlo?”.


—Lo haré, lo sabes…—aseguró Himuro— ¿Y? ¿Cuál es el plan? —preguntó Himuro, quien permanecía serio e inexpresivo a pesar de estar un poco nervioso.


—Tú solo asegúrate de cubrirme…yo haré el resto—repitió Atsushi. Por lo visto no planeaba hablar mucho de sus métodos o de su plan. Estamos a pocas horas de la mansión, debemos darnos prisa o no tendremos tiempo para arreglarnos…


—De acuerdo —contestó Himuro, luego buscaron a sus cabellos, ambos montaron de nuevo y halaron de las riendas para continuar con su marcha.


Himuro observó a su amigo Atsushi, esa actitud en su amigo era inusual…aunque claro estaba al corriente del turbio pasado que había sufrido su amigo, de todas formas no era normal verle tan serio y decidido pero… ¿Qué otra opción tenía? Era su amigo y le poyaría… aunque fuese peligroso.


Himuro Tatsuya y Murasakibara Atsushi, eran dos chicos humanos, de día eran encargados de una modesta tienda de abarrotes en el pueblo, pero de noche eran cazadores. Por ciertas sumas cazaban ciertas criaturas cuya cabeza ya tenía precio desde hace buen tiempo. Usualmente les encargaban vampiros menores o algún hombre lobo que estuviera robando ganado…no eran trabajos tan arriesgados.


O por lo menos no eran tan arriesgados para ellos…pues eran sorprendentes. Himuro era muy listo y ágil, siempre sabía qué hacer. Atsushi era muy fuerte y rápido, así que cuando ambos amigos trabajaban juntos el éxito estaba asegurado.


Ambos se conocieron algunos años atrás, mientras hablaban encontraron que tenían una que otra cosa en común y decidieron unir fuerza. Asegurar la paga y no morir era parte de su vida diaria.


Pero…este era un caso especial, pues Atsushi no iba tras un vampiro cualquiera, y no era en un escenario cualquiera. Y tampoco lo hacía por encargo…esto era personal, era algo que él había planeado.


La desventaja era considerable, pues una cosa es atacar en tu propio terreno…y otra es adentrarte al vientre de la bestia. El proyecto que proponía Murasakibara era muy arriesgado, Tatsuya lo sabía, pero después de tanto tiempo siendo camaradas, no le dejaría sin apoyo.  Faltaba poco para que llegaran al lugar indicado, ambos habían partido de su pueblo hace unos días, ya que la mansión Akashi estaba muy apartada y escondida. Adentrarse en el bosque no era cosa sencilla, pero… faltando tan poco, ya no había tiempo para retroceder.


Mientras tanto, en otro lugar no tan alejado, las cosas se ponían en marcha.


Los sirvientes corrían por todas partes, los cocineros trabajaban a toda velocidad, los músicos se preparaban para tocar toda la noche. Las decoraciones eran colocadas en su lugar. La gran mansión de los Akashi se estaba preparando para la gran fiesta de esa noche.


—No quiero ni un solo retraso ¿de acuerdo? Todo debe ser perfecto para el cumpleaños de Sei-sama —gritó un chico de cabellos negros y largos. Su nombre era Reo Mibuchi, un vampiro de rango menor, la mano derecha de Akashi Seijuuro.


—Ya casi esta todo —aseguró una de las sirvientas.


—Bien, que así sea…reciban como se debe a todos los invitados, están por llegar —comentó Reo observando un reloj que tenía en su bolsillo.


—Así será —y dicho esto, ambos tomaron rumbos distintos.


En aquel momento eran las nueve de la noche, a las diez llegarían los invitados…y la fiesta duraría hasta el amanecer. Se debía aprovechar la luna roja hasta la última gota de su resplandor. ¡Qué especial sería aquella noche!


—Sei-sama… ya es hora —habló Reo, mientras sus nudillos golpeaban con suavidad la puerta, del baño, de su amo.


—Entra… —ordenó una voz tranquila—. ¿Está todo listo?


—Sí —respondió Reo, abrió la puerta y observó el magnífico espectáculo.


Todo aquel blanco baño estaba teñido de rojo, las paredes estaban manchadas de rojo, había cadáveres de todos los tamaños en el suelo. Cuerpos mutilados de hombres y mujeres jóvenes, todos ellos pálidos y sin rastro de vida. El piso era un desastre, todo estaba lleno de sangre y miembros mutilados. Reo sintió cierto cosquilleo en la nariz, el olor a sangre fresca era agradable para él.


—¿Disfrutó su aperitivo de cumpleaños? Tomó un poco de tiempo encontrar ese tipo de sangre —comentó Reo mientras se acercaba, sus pisadas sonaban extrañas al chocar con los charcos de roja sangre.


El silencio era fúnebre, delante de Mibuchi había una enorme tina, pero esta no contenía agua, toda estaba llena de roja sangre, incluso estaba tan llena que se desbordaba, la porcelana blanca estaba manchada de ese rojo tan curioso que inundaba la habitación.


De la tina salió Akashi, su cabello rojo goteaba, todo lleno de sangre. Su piel blanca y fina estaba cubierta de sangre al igual que su rostro. En sus labios había una sonrisa tranquila, sus ojos se abrieron con calma, aunque sus pestañas estaban goteando precioso carmín. Akashi se puso de pie en la tina, dejando su cuerpo expuesto. Reo curvó su sonrisa, la vista era tan maravillosa como privada.


—Sí —respondió Akashi al final—, ha sido muy agradable… tener un aperitivo antes de ofrecer una fiesta es algo que me complace en sobremanera… —Akashi espetó con tranquilidad. Reo, —que embelesado escuchaba a su magnífico amo— fue por unas toallas blancas; Akashi ya había salido de la tina llena de sangre, pero todo su cuerpo goteaba, el rubí brillante se deslizaba por su piel. Mibuchi se dispuso a secar con cuidado a su amo, primero tomó su pierna derecha y deslizó la toalla con suavidad, que al instante se tiñó de rojo.


—Los baños de sangre son sus favoritos, es por eso que no escatimé en la cantidad…


—Incluso llenaste la tina por mí, nada mal… sabes cuánto me aburré desollar por mí mismo…


—Pero igual le es divertido ¿no es así, Sei-sama? —comentó Reo, sonriendo con tranquilidad, dirigió su mirada a la de Akashi, este también estaba sonriendo, sus ojos brillaban con exquisita crueldad.


—Tienes razón Reo…—Akashi quitó su pierna de las manos de Reo, apoyó su pie en la barbilla de este y le obligó a alzar aún más la mirada—. Dime… ¿complacerás a tu amo?


Reo sonrió, tomó el pie de Akashi y lo besó con suavidad, los ojos de Mibuchi se tornaron rojos al sentir el aroma de Akashi teñido de sangre tan cerca de sus labios. —La respuesta ya la conoces, Sei-sama…


—¿Y mi regalo de cumpleaños? —preguntó Akashi.


—Llegará pronto…—aseguró Mibuchi.


Akashi soltó una risa tenue, sus ocelos ardían en ambición, algo le decía que esa noche sería muy divertida.


Los invitados comenzaban a llegar; miles de hombres lobo, vampiros y otras criaturas llegaban formalmente vestidos. Los salones comenzaban a llenarse, la música ya sonaba y la gente comenzaba a charlar y a festejar. Todos esperaban impacientes a que el anfitrión llegara.


Himuro y Atsushi ya habían llegado, estaban disfrazados de hombre lobo, habían logrado ocultar su aroma de humanos y por si las dudas usaban antifaz. Todos en la fiesta usaban antifaz, y con tantas criaturas de tantas clases era muy difícil distinguir a dos humanos entre la multitud.


—¡Atención! ¡El anfitrión, y festejado de esta noche se complace en tener a tantos invitados! ¡Festejemos el cumpleaños número dieciocho del gran Akashi Seijuuro, futuro rey de los vampiros! —Reo habló con voz fuerte, tanto que pudo escucharse por toda la mansión.


Todos en entusiasmo comenzaron a aplaudir, gritar y celebrar con aun mayor ahínco. Entonces apareció Akashi, en el vestíbulo, estaba bajando las gigantes escaleras que conducían al primer piso.


—Espero disfruten la velada, sean bienvenidos, agradezco su asistencia y espero gocen totalmente de esta noche. ¡que la hermosa luna roja sea la testigo de esta noche! 


Akashi lucía un hermoso traje negro, se ajustaba perfectamente a su figura y le daba ese toque oscuro y tenebroso que resaltaba a la perfección sus dotes. Hermosura y crueldad, como una exquisita rosa negra. Su traje tenía detalles rojos y blancos. Seijuuro parecía un príncipe, un tirano y el rey de los vampiros –aunque aún no lo era- lucía tan radiante como la misma luna roja, ambos producto de la sangre derramada por crueldad.


Por un momento Atsushi quedó atrapado, quedó totalmente atrapado en esos ojos crueles…


Pero, se obligó a despertar, y puso sus pies de nuevo en la tierra. Tenía que concentrarse totalmente si quería matarlo. Y matar a un vampiro…de esa clase no sería nada fácil.


“Tengo que engañarlo… necesito estar a solas con él…así no habrá intervenciones”


Atsushi se dispuso a cumplir con su plan, y se abrió paso entre la multitud, sin pensarlo dos veces se aventuró y se acercó a Akashi, quien se dirigía al salón principal para bailar un rato. Todos esperaban ansiosos el baile del joven vampiro, pues muchos decían que tenía una manera muy singular de bailar que te dejaba atrapado. Muchas jóvenes vampiresas y muy hermosas esperaban ansiosas poder bailar con él.


La música cambió, esta vez la música invitaba a un vals muy peculiar, un poco crudo pero sumamente apasionado. Pocas personas podrían mover sus pies correctamente ante esa música. Atsushi se sintió extraño, aquella música que escuchaba por primera vez… le sonaba muy familiar, y eso para él era totalmente extraño e imposible. ¿Cómo podía sonarle familiar una música que apenas escucha por primera vez? Prefería no saberlo, y continuar con lo suyo.


Himuro por otra parte comenzó a moverse, estaba contando todas las salidas posibles en caso de que algo saliera mal. Si los descubrían, huir sería muy difícil, no solo por las escasas salidas, sino por la enorme cantidad de seres poderosos que abundaban en la mansión.  Los ojos de Tatsuya divagaron de aquí para allá, pero no encontraba nada que le resultara útil. Himuro escuchó aplausos, por lo visto un baile comenzaría.


“Ten cuidado… Murasakibara….”. Himuro deseó lo mejor para su amigo y comenzó a vagar. Se abría paso con facilidad, rechazaba las copas que le ofrecían y evitaba conversaciones a toda costa. Tatsuya divisó una terraza y se escabulló silencioso, abrió los grandes ventanales y salió. La vista era agradable, la noche fresca y sumamente joven, apenas empezaba.


Los ojos de Himuro no podían despegarse de la luna roja. Se preguntaba sobre la causa de ese extraño color. La luna siempre brillaba preciosa y blanca, iluminando el firmamento nocturno…pero ahora daba una rara sensación, el brillo rojo, la resplandeciente noche era muy diferente ahora. La música continuaba sonando…


—¿Te desagrada la fiesta acaso? —preguntó una voz.


Himuro se volteó de golpe. Recargado en la pared estaba un joven que nunca antes había visto, de rostro sumamente hermoso, y ojos divinos. El joven cerró las puertas y la música pareció silenciarse un poco. Las cigarras comenzaron a tocar su propia melodía. El chico que había aparecido se acercó a Himuro con paso tranquilo.


—No, solo no soy adepto a las fiestas —mintió Himuro con cortesía.


—¿podría saber tu nombre? —preguntó cortésmente el extraño.


—Solo si yo puedo saber el tuyo —dijo Himuro.


—Mi nombre es Reo, es un placer conocerte —dijo Reo, sonriendo tranquilo. Sus colmillos podían verse cuando sonreía aunque fuese una sonrisilla pequeña.


—Himuro… Tatsuya… ese es mi nombre… —murmuró Himuro, sus labios parecieron moverse contra su voluntad. Tatsuya cayó en la cuenta de esto y se sobresaltó. ¿Por qué le había dicho su nombre real a un vampiro? No lo entendía.


—Es un nombre apropiado para una cara bella —comentó Reo—. Himuro… ¿me acompañarías a la siguiente pieza? Pareces ser alguien de buenos pasos.


—Para nada —dijo Himuro, no podía dejar de mirar a Reo.


—Vamos, seguro que es verdad —Reo dio unos pasos más, quedó pegado a Himuro. Su mano se deslizó con suavidad hacia la cadera de Himuro. Al mismo tiempo Reo había tomado las manos de Tatsuya y  guío para que le sujetara también de la cadera, luego entrelazó su mano con la de él y dio un paso hacia atrás.


—¿Q-Que estas…? —Los ocelos gríseos de Himuro quedaron atrapados en los de Reo, no podía dejar de observar esos hermosos ojos. Aquel joven era uno de los más atractivos y hermosos que había visto. Mientras permanecía perdido y embelesado por el aspecto contrario, Reo ya había comenzado a moverse, ambos estaban bailando al son de la música nocturna, siguiendo el ritmo de sus propios instintos. Era muy emocionante.


—¿Lo ves? No lo haces nada mal —la dulce voz de Reo penetraba con amarga exquisitez los tímpanos de Himuro, jamás había escuchado una voz como esa. Y Himuro sabía que estaba dejándose llevar demasiado…estaba muy cerca, demasiado. Su guardia estaba baja, sus ojos se sentían cansados, perdidos, como si quisiesen sumergirse en el sueño del momento.


“Es una trampa…lo sé, es una trampa…y yo aun así ¿Por qué yo…?”


Los ojos de Reo brillaron, esta vez se tornaron rojos, durante unos segundos el resplandor de sus  ocelos rubí iluminaron su rostro. Su sonrisa se curvo con tranquilidad, su expresión era relajada y seductora, él mismo sabía que era una trampa, pero disfrutaba al hacerla. Reo tenía cierto particular gusto por acortejar a jóvenes de buen ver. Siendo un vampiro de finos gustos, deseaba empelar métodos igual de finos. Ser un asesino a sangre fría, descuartizar cadáveres y obligar a sus víctimas… no era su estilo, prefería atraer de forma agradable…seductora y ofrecer prohibidos placeres a cambios de lo que él deseara. La frase “es más efectivo atraer moscas con miel que con hiel” sería la más adecuada para describir los métodos de Reo.


—Deberíamos volver adentro…—sugirió Himuro, necesitaba cambiar el ambiente, o sería demasiado tarde.


—Bien, si así lo deseas… eres el invitado después de todo… ¿Cómo podría, no complacer tus deseos?


Himuro guardó silencio, observó fijamente a Reo, y con solo eso pudo entenderlo…aquel no era un vampiro normal. No guardaba parecido con los que alguna vez había enfrentado, esta vez era muy diferente…su aura, o quizá algo más era lo que provocaba esa desconcertante sensación en Tatsuya.


La música resonaba, inundaba los oídos de todos y dejaba sorda cualquier angustia que deseara invitar a la razón. La dicha era inmensa, la diversión exorbitante y la belleza, una menuda delicia de ver.


—Tus pasos son algo suaves…parece ser un hombre lobo —comentó Akashi con simpleza.


—Puede que así sea…no quisiera dar una mala impresión al futuro rey de los vampiros —dijo Atsushi, sonriendo falsamente.


Los ojos de Akashi examinaron con detenimiento el rostro de Atsushi, y este sabía que debía ser muy cuidadoso en sus palabras, ya que a pesar de ver la sonrisa de Akashi, su mirada parecía decir algo distinto. Akashi soltó una suave risa, tomó a Atsushi con mayor fuerza y dio unos giros al compás de la música.


Murasakibara estaba nervioso, ya que tanto Akashi como él eran el centro de atención, todos habían dejado de bailar para admirar el dulce espectáculo. Akashi guiaba el baile, ya que no era muy propio de él ser “guiado”. La sensación extraña en el cuerpo de Atsushi era un tema muy distinto, aquel cuerpo tan delgado y hermoso que sostenía entre sus manos…no parecía ser el cuerpo de una bestia fría, ni de un monstro…era algo diferente.


“Tengo que dejar de pensar en cosas innecesarias —se dijo a sí mismo—. Debo darme prisa”


—¿No estas aburrido de todo esto? —preguntó Atsushi.


—Tal vez… si digo que sí… ¿Qué harás?


Akashi quedó expectante, Atsushi vaciló por un momento, no esperaba tener respuestas positivas tan pronto, pero, por otro lado esto era bueno, y no tardó en aferrarse a esa oportunidad que había logrado obtener. Atsushi se acercó al oído de Akashi y susurró seductoramente una propuesta algo indecorosa.


—Podríamos huir… un rato ¿no te parece? Tus invitados podrán entretenerse solos con tan agradable fiesta…


—Podría ser… vaya, quien diría que un hombre lobo me ofrecería mejor entretenimiento, que el de una dama… —Atsushi vaciló nuevamente, sus labios parecieron titubear ligeramente, había olvidado su papel, pero, se repuso rápidamente, sonrió amable y dijo: —Entonces… ¿a qué esperamos?


—A una pieza más… deseo bailar solo un poco más —murmuró Akashi dulcemente, pero… con un toque sarcástico y cruel.  El vampiro tomó con mayor fuerza las manos de Atsushi, y este sintió el cambio, no solo en la fuerza del agarre de Akashi, sino en la música en sí, que se había vuelto más frenética y acelerada.


Los giros parecían incrementar. Entonces Atsushi se dio cuenta, que todo parecía haberse detenido, la música ya no llegaba a sus oídos, sus únicos sentidos despiertos eran el tacto y la vista. Su tacto estaba embriagado, sostener al menor era una sensación agradable, pero lo estaba enloqueciendo. Su vista embelesada no se apartaba del rostro de Akashi, el entendía… que no era un vampiro normal, pues este no era repulsivo, ni tenía esa rara expresión de corrupción y degeneración que tienen los vampiros de clase baja. Al contrario… Akashi era demasiado hermoso.


Los afilados ojos de Akashi parecían sonreír con gusto, había atrapado a Murasakibara.


Las manos de Akashi se deslizaban suavemente sobre las de Atsushi. Sus caderas estaban muy cerca y sus respiraciones podían escucharse con facilidad. Akashi se recargó un poco en el mayor, sonrió tranquilo, mostraba sus colmillos sin ningún reparo.


—Un excelente regalo de cumpleaños… —susurró para sí mismo.


Los pasos se volvieron más veloces, aquel era un vals descompuesto, sin cadencia o calma; continuaba siendo elegante pero mucho más frenético y alocado. Atsushi se había quedado sin habla, y no por la belleza de Akashi, o porque seguir el baile fuese difícil, más bien estaba turbado consigo mismo… no comprendía porqué…o más bien no entendía como, sí, no comprendía como un baile… le estaba volviendo loco.


“Puedo sentirlo…el control está escapándose de mis manos, el éxtasis… no puedo soportarlo. ¿Cómo puede ser esto? Con solo un baile…yo…”. Murasakibara frunció el  entrecejo, no estaba dispuesto a arruinar todo su plan por un estúpido baile. Y si no podía aferrarse a su propia cordura… haría que su objetivo se volviera su razón y con ello clavaría los pies en el suelo hasta el final.


Atsushi tomó con mayor fuerza la mano de Akashi, y comenzó a dirigir el mismo el baile, no le permitiría a ese vampiro… no le permitiría que lo influenciase de esa manera. Y así, tomó el liderazgo, ahora el baile parecía ser diferente, Seijuuro lo notó, pero no dijo nada, solo curvó sus labios en una sonrisa juguetona, estaba divirtiéndose mucho… jamás había gozado tanto de un baile.


—Debo felicitarte… me has hecho querer elogiar tus pasos una vez más, tienes una interesante cadencia. Pero olvidé un detalle importante. Dime tu nombre…


—Atsushi… —Murasakibara no pudo contenerse, a pesar de que tenía planeado decir otro nombre… no pudo hacerlo.


“Maldición… seguramente ya lo ha descubierto, tengo que salir de aquí… y Himuro igual… espera… ¿Dónde está Himuro?”


La mirada de Atsushi logró romper con la ilusión, había dejado de ver únicamente a ese vampiro. Su mirada se paseó por todo el lugar pero nada, no veía a su amigo en ninguna parte. Una sensación de inquietud y de molestia comenzó a echar raíces en su mente. ¿Dónde podría estar?


Se escucharon entonces las campanadas de los relojes, ya era media noche.


“Es una broma… debe serlo… yo, apenas comencé a bailar con él hace uno minutos… ¿Cómo es posible? Ya es media noche… ¿Cómo? No puedo perder más tiempo… o todo se echará a perder”


—Atsushi —le llamó Akashi, dulcemente—. Vayamos a un lugar más privado, ya me he aburrido de bailar —ordenó Akashi. Su tono de voz era extraño, Murasakibara presintió que sería mala idea aceptar semejante invitación de una criatura tan… ¿peligrosa? Sí, posiblemente esa era la palabra. Pero no tuvo opción, una parte de él se repetía que esa era su oportunidad, pero… por otro lado parecía no poder resistirse a las órdenes del vampiro pelirrojo.


—Sí... —respondió Atsushi, y le siguió sin decir nada más.


Los pies de Murasakibara dolían de forma terrible, lo que él había creído unos minutos de baile… en realidad habían sido horas. ¿Cómo era posible? No lo comprendía, pero tampoco quería darle la importancia incensaría al asunto, debía despertar aún más su mente… aquella fiesta lucía como la boca de un lobo, y si se distraía… sería devorado sin piedad. Mientras Atsushi pensaba en todo esto, intentó nuevamente buscar a Tatsuya, pero… ni rastro de él.


Akashi y Murasakibara se escabulleron de la fiesta, sin que nadie los viera. Atsushi seguía preguntándose si sería buena idea… pero, cuando recordó la muerte de sus padres no tuvo otra opción que seguir adelante.


Muchas personas describen esta clase de situaciones como algo entretenido, excitante y violento… pero la realidad es un poco diferente, yo no pretendo contarles a ustedes una historia realista, creo que si leen esto es para escaparse un rato de su propia realidad y echar a volar la imaginación. Pero, eso no quiere decir que yo escribiré cosas absurdas ¿se lo imaginan? ¿Cómo es que se atreven algunos a poner a un humano a la altura de un vampiro así como si nada? Si he de ser imparcial… debo decirles que Atsushi estaba asustado. La idea de enfrentar a una criatura sobrenatural nunca es sencilla, y a pesar de que ya había enfrentado a muchos vampiros antes, nunca había pensado en cómo sería enfrentar al futuro rey de todos ellos. Aunque claro, tenía muy en cuenta que la diferencia de poder sería abrumadora, uno no puede comparar a débiles vampiros de pueblo… con un vampiro de sangre pura.


Encarar a la muerte y pelear con un vampiro son cosas similares. Atsushi era fuerte e inteligente, sabía que eso era de mucha utilidad y ventaja, además la determinación muchas veces puede hacer la diferencia, y aparte, una mente fuerte ayuda bastante. Pero, la idea de morir jamás en agradable, aferrarte a la idea de vivir otorga una fuerza poderosa, pero los impedimentos que trae la idea de morir…pueden ser fatídicos. La pregunta que se formulaba Atsushi una y otra vez, mientras subía las escaleras era: ¿Cuánto le temo a la muerte?


Esa era una pregunta a la cual hallaría respuesta muy pronto.


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