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¿NYCTOPHOBIA? por Harcet

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Notas del fanfic:

Hola a todos. Primero, me gustaría aclarar que no se trata de un plagio, ésta era una historia conformada por 3 cortos capítulos, se trata de un fic llamado: ¿MIEDO A LA…OSCURIDAD? El cual escribí hace unos 3 años, se encuentra en mi antigua cuenta que es Haruhi15.

Hace unos cuantos días decidí reescribirlo y pues, este relato resulta ser nada más y nada menos que una versión… algo mejorada de aquella historia, con más detalles y algunos cambios.

Aquellos que lograron leer la antigua versión ya conocen la trama, ¿verdad? Si no tan solo lean el título, más obvia no puedo ser, diantres. Sin más, espero sea de su total agrado (: Aquí vamos…

Notas del capitulo:

Aquí el primer capítulo. Espero les guste!

El deleitoso sabor de la golosina se fundía ahora en su paladar, diseminando lo que era una pasta pegajosa y totalmente exquisita en cada espacio de su cavidad bucal. Intentaba con cierto esfuerzo disfrutar de aquella sensación que su sentido del gusto le convidaba, atreviéndose incluso a cerrar los ojos para, de algún modo, encontrarle cierto punto que tanto le hacía convertirse en su fiel insaciable y partidario. Pero algo raro le había encontrado a todo eso, y es que había notado a medias los extraños indicios de una distorsión en el sabor. Aquella alteración que, al ingerir aquella sustancia azucarada, le había dejado lo que parecía ser un mal sabor de boca. ¿Quién lo diría? El primer mordisco al único dulce de su preferencia había resultado malo. Y tal vez, sólo tal vez, asqueroso.

Miró con perplejidad la tableta sólida yaciente entre sus dedos, analizando dicha golosina detenida y silenciosamente, buscando alguna señal de que lo que ingería no se trataba de nada más que de su dilecta chocolatina; fresca y vigente. Y ni hablar de su posible descuido al seleccionar el tipo, aquello resultaría ser una discusión sin fin al mencionarle dicha idea; puesto que le era imposible. Incuestionable.

“Disgeusia”.

Se apresuró en sacar conclusiones referentes a aquel cambio repulsivo que se había presentado en su boca; ignorando por completo el hecho de que, si no mal recordaba, su estado de ánimo había cambiado radicalmente frente a lo que sus azules ojos habían apreciado hace un momento. Siendo éste un factor influyente en la alteración, no solo de su sentido gustativo, sino también de todo su cuerpo.

Por otro lado y a raíz de lo que había sido el susurro casi inaudible proveniente de sus labios cubiertos por pequeños fragmentos de dicha golosina, unos alejados y sensatos ojos grises le miraban ahora de reojo, despegándose por un momento de aquellas páginas impregnadas de tan minúsculas letras para así, de algún modo, percibir lo que había ocurrido o dicho; encontrándose con aquella figura que hasta hacía un momento no cesaba de mostrar su desgracia en maldiciones.

Sin más, volvió a clavar su atención en aquel libro que sostenía, seguro de que su único acompañante en aquellas cuatro paredes lo había notado. Y corroboró aquella idea al percibir el rasposo crujido que el rubio había dejado escapar por la garganta al momento de retomar su lectura, aquella especie de gruñido el cual ya estaba acostumbrado a oír. Pero que, a su vez, no lograba agobiarle en lo absoluto.

El mayor comprobó entonces, que aquella distorsión, aquel mal sabor se debía a su estado en el cual destacaba el fastidio, la ira y el nerviosismo. En el momento en que decidió llevar otro trozo sólido a su boca, meticuloso ésta vez, saboreó con claro fastidio y notó la intensificación de aquel extraño sabor, haciéndole tensar la mandíbula y arrugar la nariz. Sentía cómo algo le destruía dentro suyo, muy dentro, esparciéndose en cada parte de su cuerpo.

Veneno.

Tal vez de eso se trataba. Tal vez aquel desesperante niño se había escabullido entre su despiste para verlo tumbado en el suelo seguido de convulsiones que confirmen el hecho de su victoria. Alucinante. ¿Y para qué más? Si encontrarse encerrado con aquella persona bastaba lo suficiente como para hacerle agonizar de tal manera. Era él, aquel veneno.

¿Y cómo habían terminado ambos allí? Recordó entonces, aquella tarde en la que el viejo Roger le había convocado a su despacho, intrigándolo de cierto modo, haciéndole insistir en el hecho de no haber cometido falta alguna, una de las tantas que simplemente lograban extenuar la gran paciencia del anciano, desarmándola poco a poco con cada ladrillo, pero que jamás lograba, para su alivio, derrumbar la gran muralla de paciencia que había construido, especialmente para él.

 

-Luego podrá retornar habitualmente a su habitación al igual que los demás. Por el momento, es lo único que te pido, Mello.

Había oído mal. Aquello solo podría tratarse de una broma de mal gusto, muy mal gusto. Pero el rostro de aquel viejo consumido por los años, totalmente evidenciados en la rugosidad de sus facciones, no mostraba indicios de que aquello podría ser una broma. En efecto, estaba hablando muy en serio. El problema era que, él no podía tomarlo así. Simplemente no podía.

Una tremenda contracción sintió en su pobre estómago al oírle hablar, al oírle pronunciar aquel nombre en su desgastada y gruesa voz de hombre viejo, sentía como por dentro todo se hallaba descompuesto. Horrible.
Debían remediar el problema ya, pensó. No podía durar tanto tiempo aquella pesadilla. Porque para él significaba una terrible pesadilla.

Un latido... dos... tres. Un marcapasos en su cabeza, indicaba que en cualquier momento perdería el sano juicio, si es que aún permanecía allí.
Apretó fuerte y disimuladamente los nudillos bajo la capa de tela negra que cubría sus manos, con la intención de estamparlas en cualquier momento sobre cualquier objeto, sobre Roger, quizá, saciando así la ira que le carcomía hasta el último cabello rubio. Era increíble como en cuestión de microsegundos el tono de sus dedos rojos variaba a blanco, acercándose luego hacia tonos violáceos.

-Escucha, Mello…

Y entonces, la rapidez en la que había resultado todo fue algo increíble. Casi impredecible.

La expresión de asombro del anciano no tardó en reflejarse en sus ojos, unos ojos consumidos totalmente por la desesperación de encontrarle un porqué a todo aquello. Mello podía sentir fácilmente el ardor llegar al borde de sus orejas, despertando en él sensación de sofocación; unas orejas ahora cubiertas por una capa de rubios cabellos totalmente desordenados debido al reciente acto de impulsarse hacia adelante con brusquedad, con agresividad.

-De todas las habitaciones disponibles…

El anciano no tardó en descifrar lo que Mello intentaba asimilar, o tal vez, simplemente deseaba oír de su boca. Porque estaba seguro que él, tanto como la persona mencionada anteriormente, estaban al tanto de ese porqué. Entonces, ¿debía responder algo que ambos sabían a la perfección? Prefirió entonces no malgastar palabras.

-Estoy seguro de que no es necesario responder el porqué de algo que conoces a la perfección, ¿verdad Mello?

Y pudo apreciar en aquel rostro arrugado una seca y distorsionada curvatura. Aquella sonrisa nerviosa que se había formado extrañamente al hablar y que él, observaba ahora con desconcierto. Uno de sus tantos trucos para intentar calmar la vehemencia de aquel rubio.

“Porque no se llevaban bien”.

Buscó y esperó aquella respuesta que jamás llegó, resoplando aquel aire que se sentía caliente y espeso al ingresar por sus fosas nasales y que, al exhalar, le quemaba levemente los labios. Intentaba encontrarle sentido a la situación, mas no podía hacer nada en contra. Si no se llevaban bien, ¿no sería razonable la separación? Era lógico. Pero no, cuándo no Roger desafiando a la lógica. O tal vez, solo a su lógica. Todo el mundo estaba en su contra, cuando se trataba de Near, no había dudas.

El pequeño y demente gesto que el menor había formado con sus labios fue lo último que logró apreciar el anciano antes de que despegara sus - comparadas con las suyas – pequeñas manos de aquella superficie plana y de madera, incorporándose como si jamás se le hubiera abalanzado encima. No diría nada más, puesto que no quería soltar palabrotas frente a Roger, no si deseaba permanecer en aquel lugar un buen tiempo más o ganarse algún castigo de por medio. Aunque tal vez, pensó, la primera idea no le resultaría tan mala después de todo.

-Mello…

Llamó, cuidadoso, recibiendo como respuesta un incómodo silencio y visiblemente una espalda negra y mal erguida. Llamó por segunda vez, insistente pero con esa paciencia característica suya, recibiendo nuevamente el eco de su voz ronca y tal vez un chasquido molesto.

-Mello, por favor, debes llevarte bien con…

Y un portazo. Eso se había ganado el anciano por abrir tanto la boca y soltar lo que para él resultaban ser nada más que puras incoherencias. Se lo merecía por darle tantas órdenes estúpidas que le resultarían imposibles de proceder. Y Roger lo sabía. Sabía lo peligroso y comprometedor de aquella situación que al parecer había forzado, pero ¿en serio resultaría imposible? “La esperanza es lo último que se pierde”.

Dentro de la habitación, varias de las lunas que conformaban una perfecta y enorme vitrina detrás suyo vibraron ligeramente ante tal estruendoso ruido, provocando un resignado cerrar de ojos. Pudo oír el vigoroso aletear de las palomas inclusive, a través de la ventana y a raíz de lo que había sido el impacto de la puerta contra aquel marco. ¿Qué haría con ese chico? Suspiró, cansado. ¿Había hecho bien? Rogó entonces a Dios, poder encontrar el pequeño cuerpo del albino al día siguiente, sentado sobre el viejo tapete de la sala común, rodeado de sus típicos juguetes y armando como acostumbraba uno de sus miles rompecabezas. Porque si no fuera así, se arrancaría los pocos cabellos grises que le quedaban, de seguro.

Notas finales:

De acuerdo, acabo de releer el capítulo y entiendo si lo encuentran tedioso y para nada interesante. Los próximos capítulos serán solo de esos dos rivales♥

De todas formas, gracias por leer! Espero les haya agradado, si es así háganmelo saber, y si no, también!

Muy pronto subiré el segundo capítulo(: Nos leemos!


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