Es posible. Es posible que, este mundo, el mundo que conocemos no sea el único, podrían existir dimensiones diferentes, cosas que el ser humano no puede ver o tocar, pero que esas cosas si puedan tocar este mundo...
Nate River, mejor conocido como Near, es un joven diferente, desde el día en que nació, nació con una habilidad especial, tiene la capacidad de ver las cosas que ningún ser humano puede ver, nació con un vínculo con el mas allá, la especialidad de hablar con los espíritus...
Muchos dicen que es una bendición, pero el lo considera como una maldición.
Sus padres le temían, su madre trataba de comprenderlo, y lo trataba de la mejor manera posible. Pero su padre hacía lo opuesto, por temor a que el espíritu perdiera el control, y que su hijo no pudiera controlarlo a voluntad, le ha hecho creer que Near lo hace por conveniencia, provocando ira en el hombre y llevando al menor a constantes maltratos.
-¡Eres un demonio! -Esas palabras de su padre rondaban como un eco vacío en su mente, durante varios años...
A medida que pasaban los años, las habilidades del joven albino crecían, el poder del espíritu cada vez se hacia más y más fuerte en el mundo de los humanos, provocándole tormentos a Near...
-¡Eres un fenómeno!
-¡Aléjate de mí, monstruo!
Los gritos y insultos de sus compañeros de clase le han provocado desprecio y temor a las demás personas, haciendo que se alejara de ellos dejándose abrazar por la soledad y el tormento.
Sus únicos amigos eran sus juguetes y sus libros... El temor de acercarse a los demás estudiantes, hizo que ya no quisiera volver a las aulas, para evitar estar rodeado de murmuros y miradas aterradas o despreciables.
Aprende yendo a la biblioteca, estudia solo, sus maestros no le dicen nada, lee libro tras libro, llenándose de más conocimientos que le podría brindar una simple clase, convirtiéndolo en niño prodigio, pero claro, nadie lo sabía...
Estudiando en la silenciosa biblioteca, sentado en un rincón de una estantería protegiéndose de la luz cegadora del sol que entra fuertemente por las ventanas abiertas de la inmensa biblioteca, oyó el débil sonido de una de las sillas de los escritorios al otro lado de la estantería atiborrada de enormes y polvorientos libros.
Por la pequeña curiosidad se levantó del suelo en el que reposaba tranquilamente leyendo su libro de ciencias y se asomó un poco desde el borde de la estantería para poder divisar mejor los escritorios.
Se sorprendió al ver a un joven muchacho de cabellos rubios sentado tranquilamente en el pequeño escritorio leyendo un libro. El albino dudó, le parecía sumamente extraño que alguien más entrara en su biblioteca, nadie entraba, los chicos de hoy en día no estaban interesados en la lectura, y ver a ese rubio de ojos zafiro leyendo plácidamente con la luz del sol iluminando sus doradas hebras era extraño.
El rubio creyó haber visto una cabellera blanca como la nieve observándolo desde lo lejos, levantó un poco más la vista y los pequeños mechones blancos desaparecieron.
<<Debió de ser mi imaginación>> Pensó el rubio, seguido de eso ignoró lo que probablemente vio y continuó con su lectura.
El albino con la espalda recostada en la estantería, suspiró, y se volvió a sentar en su rincón favorito a seguir estudiando...
Se dicen que hay espíritus curiosos y juguetones, ese era exactamente el tipo de espíritu que permanecía con Near.
El albino en muchas ocasiones era bastante curioso, sentía ganas de volver a ver a ese rubio que había osado entrar en su biblioteca, quería saber que hacía, que si talvez probablemente solo seguía leyendo, o se había ido, quería saber que leía, que expresión tenía, solo quería verlo otra vez.
El albino tiene la capacidad de manipular libremente al espíritu, aunque en ocasiones este se resiste, así que decidió utilizarlo para poder volver a observar al joven que estaba leyendo en el escritorio.
-Ayúdame, por favor -Susurró el albino dirigiéndose a el ánima invisible que rondaba a sus alrededores.
El espíritu no se desistió y permitió hacer que la vista del albino pudiera observar nuevamente a ese rubio sin mover ni un solo músculo.
Pero todo tiene su precio, como se dijo anteriormente, el espíritu era juguetón y muy travieso, así que decidió jugarle una pequeña broma a su portador y a el joven que observaba libremente.
De la nada una de las sillas del escritorio en donde leía el de ojos azules se movió hacia atrás, dejando perplejo al muchacho.
<<Diablos>> Pensó el albino que observaba desde el punto de vista del espíritu inmóvil.
Al rubio le pareció poco importante, movió suavemente la cabeza y volvió a fijar su vista en el libro de letras pequeñas.
<<No vuelvas a hacer eso>> Dijo el albino mentalmente diciéndole al espíritu que podía leer sus pensamientos.
Pero este no le escuchó, estaba cansado de tener que observar a ese joven y decidió volver a correr otra silla haciendo que el rubio frunciera levemente el ceño.
-¿Hay alguien ahí? -Preguntó dudoso el rubio.
No hubo respuesta, solo otra silla que se movió haciendo que el rubio perdiera la poca paciencia que le quedaba levantándose de la silla.
-Si es una broma, no es graciosa -Dijo el rubio mirando a sus alrededores.
<<¿Viste lo que hiciste? ahora se ha enojado, ya basta, déjalo en paz>> Dijo el albino intentando calmar a el espíritu.
Por esta ocasión si lo escuchó, cesó sus movimientos y solo se quedó observando a el rubio que rondaba por los escritorios enfurecido.
Para las desgracias del albino, el rubio no se daba por vencido y comenzó a buscar en los lados de las estanterías con el fin de encontrar a el respondable de los movimientos inexplicable de las sillas.
El albino no sabía que hacer, estaba en un rincón cerrado, un callejón sin salida, solo podía observar a el rubio mirando las otras estanterías hasta que este no tardara en descubir su precencia.
Y todo a causa del espíritu travieso...
-¡Mello! -Se oyó una voz a lo lejos-, Mello que estás haciendo, vamos a comer.
El chico se dio la vuelta para ver en la entrada de la biblioteca un pelirrojo de camisa a rayas que lo llamaba.
-Ya voy, Matt. -Dijo el rubio dando un último vistaso a la biblioteca, siguiendo a el pelirrojo se fueron del lugar dejándo solo al albino que nunca fue visto.
El chico suspiró aliviado, estaba enojado y todo por culpa de ese fantasma, casi terminaba metido en un lío, se levantó del lugar y con las manos sacudió sus holgados pantalones para quitarse el polvo que se desprendíeron de los libros.
Seguido de eso dejó el libro en se respectivo lugar y decidió salir de la biblioteca hacia la cafetería de la escuela para buscar algo que comer.
Tomó un plato y cogió un poco de ensalada, después se dirigió a una mesa vacía en un rincón con poca luz de la pequeña cafetería, era su lugar especial, nadie se sentaba ahí por el temor a acercarse a el pobre albino.
Con un tenedor cogío un poco de la ensalada y se lo llevó a la boca, y de repente escuchó una voz que se le hacía familiar, se dió la vuelta y vió a el mismo rubio de la biblioteca sentado en la mesa de al lado con su amigo el pelirrojo, el chico se quedó observando a los jovenes por unos minutos, hasta que el rubió lo miró...