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Winterfall por Dynast

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Notas del fanfic:

Pensaba escribir un oneshot sobre esto, pero como de costumbre... está quedando demasiado largo >_>... así que lo voy a dividir en 2 capítulos (Parte 1 y 2).

 

Y voy a utilizar los nombres propios de los personajes porque nombrándolos por los países se me hace muy... raro...

 

No tardaré en terminar la segunda parte, porque es una historia para la que no necesito estrujarme demasiado el cerebro x,D

 

Espero que os guste :D

Notas del capitulo:

Narración:

Blablablablablabla...

Diálogo:

- Blablablablablabla...

Pensamientos:

- Blablablablablabla...

Los escasos rayos de sol que se colaban por la ventana comenzaron a despertarlo poco a poco. Se acercaba el invierno y los días cada vez se hacían más cortos y el frío era mayor. Dedujo que serían en torno a las nueve de la mañana. Se acurrucó en la amplia cama, aferrándose más a las mantas y las sábanas de franela. Aunque la calefacción estaba encendida, no tenía ganas de levantarse. Ese condenado resfriado no desaparecía. Le seguía doliendo la cabeza y la garganta, y se encontraba bastante débil. Terminó abriendo los ojos y observó la sopa que había dejado la noche anterior sobre la mesita. Estaba a medio comer. Comenzó a toser un poco y buscó el jarabe, pero no estaba.

 

- Oh vaya... - pensó mientras se planteaba seriamente ir a buscarlo.

 

Cogió la bata y se puso las zapatillas forradas de lana mientras seguía notando ese molesto picor en la garganta. Sentía que le ardían los ojos. Se tambaleaba un poco al caminar, pero terminó llegando a la cómoda donde había dejado el medicamento. Pensó que debía tomar además algo para el dolor y la fiebre, pero necesitaba comer. Volvió a mirar el cuenco de sopa y caminó lentamente hasta la cocina para calentarlo. Tras terminarlo y tomar las pastillas, se volvió a la cama.

 

- ¿Es que no voy a recuperarme nunca de esto? Hoy estoy incluso peor que ayer...

 

Se pasó el resto de la mañana ahí metido y perdió la noción del tiempo. Estaba mareado, y sabía que debía levantarse para comer algo de nuevo y tomar el medicamento, pero no tenía fuerzas ni ganas. Rodó un poco en la cama, mientras fruncía el ceño porque le dolía la cabeza, y se chocó con un peluche.

 

- Oh, cierto... Este es el oso polar que me regaló Canadá... Creo que tenía un interruptor... - lo tanteó hasta que lo encontró y sintió cómo el peluche comenzaba a emanar calor - Incluso él se ha olvidado de mi...

 

Finalmente consiguió quedarse dormido de nuevo abrazado a esa bola de algodón cálida. Hubiera permanecido así lo que quedaba de día, pero alguien irrumpió en su casa. Y para haberlo despertado, debía ser alguien realmente escandaloso. Se sobresaltó con el ruido de la puerta al cerrarse, que retumbó a través de la inmensa y silenciosa vivienda. Había dejado la puerta de la habitación abierta y comenzó a escuchar unos fuertes pasos provenir de la planta baja.

 

- ¿Pero qué demonios... - pensó mientras ponía cara de enfado y apretaba más fuertemente el peluche, deseando que todo fuera cosa de su imaginación.

 

Por desgracia, aquella extraña situación era real. Tras perder la cuenta del tiempo que llevaba metido en esa inmensa casa completamente solo, alguien había venido a visitarlo.

 

-¡Iván! ¿Dónde estás? ¡Eeeeey! ¡Ivaaan!

 

Los gritos cada vez se hacían más fuertes, no sabía muy bien si porque se acercaban o porque al no recibir respuesta subía el tono.

 

- No, por favor... no puede ser... - suplicó medio mareado mientras se tapaba los oídos con las manos.

 

Finalmente, el griterío llegó hasta su habitación.

 

-¡Iván! ¡Estás aquí!

 

Y de nuevo esa maldita voz que tan bien conocía. Sintió cómo se acercaba, pero lo ignoró completamente. Siguió deseando que todo fuera una pesadilla, pero de pronto notó cómo le zarandeaban el hombro.

 

- ¡Ey, oye! ¿Estás despierto?

 

Volvió a fruncir el ceño, sintiendo que su dolor de cabeza aumentaba, y lo hacía enfadarse más en un ciclo vicioso. No tenía ni fuerzas para forzar otra de esas falsas sonrisas. Metió la mano bajo la almohada y alcanzó la tubería que tenía escondida para acto seguido levantarse de la cama y abalanzarse contra ese endemoniado estadounidense.

 

- ¡Fuera de aquí! - gritó mientras le daba un buen golpe en el mentón.

 

El muchacho salió despedido contra el suelo tras recibir el impacto e Iván se apoyó sobre la cama con ambos brazos tras perder el equilibrio porque se encontraba muy débil. Comenzó a respirar sofocado mientras no le quitaba la mirada de encima a Alfred. Éste poco a poco se fue incorporando del suelo mientras se quejaba por el dolor y se frotaba la barbilla, que la tenía completamente enrojecida.

 

- Au, au, au... Menudas formas que tienes de recibir invitados... - comentó mientras terminaba de levantarse.

 

Observó a Iván, mirándolo fijamente con total cara de odio mientras respiraba fuertemente y luchaba por mantener el equilibrio. Tenía puesto el pijama y la bata y se dio cuenta de que le temblaban los brazos y tenía un aspecto realmente lamentable.

 

- Vaya... ¿aún estás... con ese resfriado? - terminó preguntando.

 

- Sí, todo gracias a ti... - contestó mientras intentaba sonreír, pero sólo le salió una mueca algo siniestra.

 

El estadounidense lo miró con lástima.

 

- Mira... ya sabíamos que alguno de los dos iba a terminar enfermando de verdad... Bien podría haber sido yo, pero ha resultado así. Así que dejémoslo estar, ¿ok? Yo también estuve mal una temporada, pero me recuperé...

 

- Haha... Seguro que el virus que me contagiaste tenía alguna mutación rara...

 

- No pensaba que fuera a afectarte tanto...

 

Iván se quedó en completo silencio mientras bajaba la cabeza.

 

- ¿Te encuentras bien? - preguntó Alfred, algo preocupado.

 

- Y ahora... - empezó a comentar - le quitarás importancia al asunto. Olvidarás el hecho de que me pegaste esa cosa a traición, que gracias a ti enfermé y que todos me han abandonado por miedo a contagiarse. He tenido que ver cómo aprovechaban para dejarme aquí, completamente sólo, en esta enorme casa, enfermo... - paró un momento para coger aire porque debido a los nervios había comenzado a hiperventilar. - Los que yo consideraba mis amigos. Y todo ha sido por tu culpa. Pero ahora... tú... le quitarás importancia a todo... Tú... seguirás... pensando que eres la estrella de la película, que nunca haces nada malo... seguirás comportándote como ese supuesto... - soltó una risilla algo desquiciada para acto seguido levantar la cabeza y sonreír finalmente con un rostro de total despreocupación - héroe... ¿sí?

 

Alfred se quedó en shock durante unos segundos, sin saber muy bien cómo reaccionar. Había conseguido que se sintiera realmente mal por sus actos, pero seguía pensando que había sido un desenlace que él no había podido controlar.

 

- Oye, Iván, yo no... - comenzó a explicar mientras se acercaba de nuevo a la cama.

 

- ¡No te acerques! - ordenó Iván en cuanto se dio cuenta, y levantó la tubería en signo de amenaza mientras ponía de nuevo cara de total enfado. - ¡No pienso creer ninguna de tus palabras, ninguna de tus dulces mentiras! ¡Y me da igual lo que piense el resto del mundo, ni se te ocurra dártelas de héroe conmigo porque para mí no eres más que un villano!

 

Dicho esto último sintió que se mareaba bastante y se tambaleó el brazo en el que se estaba apoyando, haciendo que se desplomara sobre el colchón. Alfred se acercó rápidamente a socorrerlo y observó que estaba sudando un montón, completamente colorado. Colocó la mano sobre su frente y sintió que ardía debido a la fiebre. Se sentó un momento a su lado, mientras intentaba poner su cabeza en orden.

 

- Rayos... - se agarró la cabeza con las manos. - Tiene razón, ¿qué clase de héroe estoy hecho? ¿Qué esperaba encontrar al venir aquí? Todo esto es culpa mía... - levantó la cabeza intentando escuchar los alrededores de la casa, pero estaban en completo silencio. - Así que se han ido todos... - volvió a dirigir la mirada a Iván y de pronto un destello cruzó sus ojos.- ¡Está bien, pienso compensarte por todo esto!

 

___________________________________________________________________

 

Cuando recuperó la conciencia se encontró realmente extraño. No parecía estar en su cama. No podía sentir el suave tacto de sus sábanas, ni la placentera sensación de que ahí dentro se estaba mucho más cálido que en el exterior. La temperatura ambiente de la habitación parecía más alta. Abrió los ojos y definitivamente se encontraba en un lugar que desconocía. Se levantó bruscamente, asustado, y por eso mismo se mareó un poco. Mientras intentaba recuperarse porque todo había empezado a darle vueltas, entró Alfred a la habitación. Lo vio sentado sobre el colchón, ligeramente encorvado hacia delante y agarrándose la cabeza con las dos manos y se sobresaltó por ello.

 

- ¡Ey! ¿Estás bien? - preguntó mientras dejaba una bandeja con comida encima de una mesa.

 

Iván se giró mientras seguía sujetándose la cabeza con una mano y se apreciaba la incertidumbre en sus ojos.

 

- ¿Dó-dónde estoy?... - preguntó, con un tono apagado.

 

- ¡Haha! ¡En mi fantástica casa, por supuesto!

 

- Por favor, no grites... - murmuró mientras notaba de nuevo un insoportable dolor de cabeza y una pesadez en toda la cara.

 

- ¿Eh? ¿Decías algo? - preguntó Alfred con su tono de voz habitual.

 

- Ahh... - se tapó los oídos con pesadez, mientras el estadounidense lo observaba con una estúpida sonrisa sin enterarse de nada.

 

- ¡Oh! ¡Más importante! ¡Toma esto!

 

- ¿Eh...?

 

Antes de que pudiera reaccionar, Alfred aprovechó que había levantado la cabeza para meterle una cucharada de algo en la boca.

 

- ¡Te he hecho una sopa! ¡Seguro que es la mejor que has probado jamás!

 

Sintió aquel líquido caliente con trozos de... no sabía muy bien lo que. No sabía mal... del todo, pero de pronto sus papilas gustativas comenzaron a inflamarse... mucho.

 

- ¡¡¡...!!! - tragó el líquido y empezó a toser fuertemente. Ahora no sólo ardía su boca, toda su garganta también. - Tú... - volvió a toser - ¿Le has... le has echado picante? - preguntó mientras se frotaba los labios que también le ardían porque se había derramado un poco.

 

- ¡Haha! ¡Eso es! ¡Para darle un poco más de sabor!

 

Iván continuó tosiendo, y empezó a sofocarse un poco porque le costaba respirar. Tenía la garganta irritada por el resfriado, y ahora le dolía como el infierno. Sintió que se le humedecían los ojos.

 

- A... agua... - pidió mientras tosía más fuertemente.

 

Alfred se puso bastante nervioso al darse cuenta de que no había sido buena idea echarle tabasco a la sopa y fue corriendo a por una bebida.

 

- Oh vaya, pero qué torpe soy... ¡Pero esto le va a encantar! - pensó mientras vertía un zumo casero sobre un vaso de agua y alcanzaba un tarro. - ¡Y ahora, un poco de azúcar y listo! - salió corriendo hacia la habitación. - ¡Ivaaan! ¡Te he preparado un zumo que va a hacer que te recuperes en un abrir y cerrar de ojos!

 

- ¿Pero quieres... - seguía tosiendo - dejar de gritar... tanto... ? - preguntó mientras lo observaba con una cara medio sonriente, con los ojos completamente enrojecidos.

 

Le acercó el vaso, y tras observarlo de forma escéptica durante unos segundos, decidió beberlo sin saber tan siquiera de qué estaba hecho. Ese picor de garganta lo estaba matando. Sin embargo, en cuanto dio el primer trago escupió el líquido de forma bastante cómica mientras comenzaba a toser aún más fuerte.

 

- ¿Eh? ¿Pero qué pasa ahora? - preguntó el estadounidense, completamente preocupado, mientras agarraba al ruso por los hombros. Agarró el vaso y probó el zumo, poniendo cara de total asco en cuanto se dio cuenta de su error. - ¿Le he echado sal en vez de azúcar? - volvió a mirar a Iván. - Vaya... lo siento... ¡ahora voy a por otra cosa!

 

Se fue a levantar de la cama, pero de pronto Iván lo agarró del hombro. Se giró y se lo encontró con una expresión sonriente bastante siniestra mientras sentía un aura terrorífica emanar de él.

 

- ¿Acaso estás... intentando matarme? - preguntó mientras acercaba su rostro risueño.

 

- Eh... eh... ¡Cla-claro que no... - respondió mientras empezaba a temer por su vida.

 

Agarró el cuello de su camisa.

 

- Bueno... Ahora vas a llevarme a la cocina... y vas a decirme dónde puedo encontrar los utensilios e ingredientes para cocinar, ¿sí?

 

Había acercado tanto su rostro que sus frentes estaban haciendo contacto y Alfred notaba el intenso calor que emanaba. Además, sentía que lo estaba ahogando por lo fuertemente que le estaba agarrando la camisa. Parecía REALMENTE enfadado, aunque no se desdibujaba en ningún momento esa despreocupada sonrisa de su rostro.

 

- O-ok...

 

Sin más dilación lo ayudó a llegar a la cocina y lo vigiló un poco mientras Iván bebía por fin agua para calmar su garganta y se preparaba algo con lo que encontraba. Alfred estaba dejando que un invitado, enfermo y en tan mal estado, tuviera que hacerse su propia comida, pero seguía sintiendo que era un excelente anfitrión.

 

- ¡Ya te dije que te iba a cuidar! - pensó para sí mismo, satisfecho, mientras sonreía y lo seguía con la mirada.

 

No sabía qué era lo que estaba haciendo, pero de pronto empezó a emanar un dulce aroma de la cocina.

 

- ¿Qué es eso? - preguntó tras acercarse a fisgonear.

 

- ... Comida, a diferencia de lo que me has dado antes.

 

- ¡Eh! ¡La sopa picante es lo más!

 

- Lejos de que esa... cosa... tuviera picante o no... ¿con qué la habías hecho? Sabía realmente... extraño...

 

- Pues veamos... - volteó los ojos, pensativo, mientras se tocaba los labios con el dedo índice. - Creo que algo de pavo que tenía en el frigorífico, carne de hamburguesa y... ¡mostaza! - explicó mientras gesticulaba de forma exagerada.

 

Iván se llevó una mano a la frente, deseando no haber tenido que oír semejante revelación.

 

- ¿Sabes?... Cocinar no consiste únicamente en mezclar cosas que encuentres al azar... - explicó mientras sonreía, intentando mantener la calma para no darle con el cazo en la cabeza.

 

- Aaah... ¡Es que no estoy acostumbrado! Normalmente compro hamburguesas o como comida precocinada - comentó mientras se frotaba la nuca.

 

- ... - Iván enarcó una ceja, molesto - Entonces deberías estar como una foca...

 

El caldo estaba ya casi hecho, así que fue a sentarse a una silla. Había estado un rato de pie y se encontraba realmente cansado. Salir de la cama no había sido muy buena idea, pero temía que ese idiota le preparara alguna otra barbaridad de comida. Apoyó un brazo contra la mesa y dejó caer la cabeza sobre él, de lado, para poder observar el fuego desde esa posición. Alfred se acercó e inclinó la cabeza hacia un lado para verle mejor la cara.

 

- ¿Seguro que estás bien?

 

- ... Sí... - respondió mientras cerraba los ojos porque sentía que le ardían horrores.

 

Parecía que empezaba a querer quedarse dormido, pero el inoportuno estadounidense decidió tomarle la temperatura de la frente con la mano, dándole un buen susto en cuanto notó el tacto. Abrió los ojos y levantó la cabeza de golpe, retrocediendo con la silla y amenazando con caerse. Tenía los ojos completamente abiertos y había soltado un jadeo debido al susto. Alfred reaccionó a tiempo y lo agarró para evitar que se cayera.

 

- ¡Eh! ¡Eh! ¡Cuidado!

 

Mantuvo a duras penas ese gran cuerpo sobre la silla, sintiendo durante ese corto intervalo de tiempo el intenso calor que emanaba. Se separó unos centímetros y observó su rostro. Aún estaba un poco alterado por el incidente y respiraba fuertemente. Al estar tan cerca pudo advertir que tenía las mejillas sonrosadas, y le sudaba la frente bastante. En cuanto Iván se dio cuenta de que se habían quedando mirándolo, se sintió avergonzado y lo empujó para después ladear la cabeza mientras la apoyaba sobre un brazo. Ahora sí que sentía que todo le había empezado a dar vueltas. Pensó que se caería al suelo, si no fuera porque estaba sentado.

 

- ¡El fuego! - exclamó de pronto al desconocer cuánto tiempo había pasado, ya que se había desorientado completamente.

 

Se levantó impulsivamente de la silla y se dispuso a ir hacia allí, pero sus piernas le fallaron, haciendo que se chocara contra el frigorífico.

 

- ¡Ey ey ey! - Alfred se acercó rápidamente a sujetarlo para que no se cayera. - ¡Oye, haz algo de fuerza o ambos vamos a acabar en el suelo! ¡Pesas demasiado! - exclamó mientras sentía que sus piernas empezaban a ceder.

 

Iván se estabilizó, apoyándose contra la encimera, y dejó que el estadounidense le pasara un brazo por detrás de la espalda para sujetarlo. Le indicó que lo acercara al fuego para controlarlo, pero parecía que ya estaba a punto.

 

- ¿Cómo va esta cosa? - preguntó ansioso, sintiendo que le dolía el hombro por tener que cargar con él.

 

- Bien... está... - agachó la cabeza y se llevó una mano a la frente, mareado.

 

- ¡Oh rayos! - lo intentó girar para dirigirse a la puerta. - Te voy a acompañar a la habitación y ya te llevo después la comida, ¡o vas a dejarme sin hombro!

 

Caminaron a duras penas hasta el lugar, amenazando con desplomarse por el trayecto, y tal y como había prometido Alfred, le llevó la comida y se la dejó encima de la mesita.

 

- ¡Bien!

 

Cogió el tazón con la sopa y en cuanto Iván se giró, algo desorientado por la fiebre para alcanzar la comida, se encontró con la cuchara abriéndose paso en su boca.

 

- ¡Mm!

 

Sintió el objeto contra el paladar y se atragantó, por lo que empezó a toser fuertemente. En cuanto se recuperó un poco se dejó caer hacia atrás contra la pared.

 

- Déjame... a mi... bruto... - murmuró mientras mantenía los ojos cerrados y respiraba a bocanadas.

 

Alfred observó el lamentable estado en el que se encontraba y lo cierto es que no parecía muy capaz de poder tan siquiera sostener el tazón.

 

- Ya te lo doy yo, ¿no ves el estado en el que te encuentras?

 

Iván ladeó la cabeza, molesto. Pero tenía razón, había empeorado.

 

- Entonces hazlo bien... - comentó con vergüenza mientras intentaba recolocarse un poco en la cama.

 

Esta vez con más cuidado, continuó dándole la sopa como a un niño. El ruso mantenía la cansada mirada fija en las sábanas y se limitaba a abrir la boca cuando veía la cuchara aproximarse. Se sentía realmente avergonzado, pero era consciente de que necesitaba alimentarse de la forma que fuera, o no mejoraría. Poco a poco empezaron a cerrársele más los ojos, hasta que de pronto dejó de responder.

 

- ¿Iván?

 

Esperó unos segundos a ver si reaccionaba, pero nada. Se había quedado dormido. Aún así, Alfred lo zarandeó un poco para verificarlo. Iván frunció el ceño aún dormido y se movió sobre el colchón, pero seguía sin abrir los ojos.

 

- Vaya... - Dejó el tazón sobre la mesa y se acercó a él. - Como no te despiertes, ¡pienso hacerte cosquillas! - amenazó mientras sonreía. - Ey... - visto que no reaccionaba, comenzó a toquetear con la yema de sus dedos la zona de sus costillas. Consiguió que se moviera un poco, ya que parecía que sí tenía, pero no consiguió despertarlo. - Así que con esas tenemos eh... - murmuró mientras pensaba en otro plan. - ¡Oh! ¡Ya sé! - se acercó con una mueca pícara. - Como no abras los ojos, ¡pienso pellizcarte un pezón! - soltó una risotada mientras esperaba la respuesta.

 

Pero nada. No reaccionaba. Seguía respirando algo sofocado y tenía el ceño fruncido debido al alboroto que estaba armando el estadounidense, pero estaba completamente abatido debido a la fiebre y el sueño. Alfred cumplió su promesa y tras tantear uno de sus pectorales de forma juguetona, agarró su pezón y lo estrujó con fuerza.

 

- ¡Mnn! - se quejó su propietario al sentir la agresión.

 

El estadounidense levantó la cabeza rápidamente mientras sonreía, estando totalmente convencido de que eso lo habría despertado.

 

- ¿En serio? - pensó para sí al descubrir que se había equivocado.

 

Volvió a mirar su pecho. Lo cierto es que mientras lo tanteaba le había parecido realmente... voluminoso. Totalmente llevado por la curiosidad y el aburrimiento, decidió comenzar a masajearlo, descubriendo que tenía una amplia musculatura.

 

- Caray, esto... imaginaba que sería más... blando... - se llevó una mano a su pecho, comparando ambos. - ¡¿Es que en Rusia se dedican a levantar troncos en sus ratos libres o qué?! - se preguntó, abochornado al descubrir que él tenía mucha menos masa muscular.

 

Bajó las manos por los laterales, tanteando las costillas, sorprendiéndose con que fueran tan amplias. Ese cuerpo era realmente enorme. Se podía intuir, aún con la amplia ropa que llevaba habitualmente, que era un hombre grande, pero comprobarlo manualmente era una experiencia completamente diferentes. Retiró las sábanas para palpar su tripa, y eso sí que lo dejó totalmente descolocado.

 

- ¿Eeeeeeh?

 

Le levantó la parte superior del pijama, descubriendo su abdomen. No tenía el contorno muscular totalmente marcado, pero definitivamente estaba en forma. Se notaba que su esqueleto óseo era bastante grande, puesto que se le marcaban un poco sus costillas inferiores en la unión del tórax con el abdomen.

 

- Yo... yo... ¡siempre había pensado que estaba gordo! ¿Pero qué demonios? - tanteó de forma cómica el abdomen - ¿Dónde está tu tripa? ¡Si no tiene! - y de nuevo, volvió a compararse consigo mismo, descubriendo que a lo mejor el ruso sí tenía algo de grasa abdominal, pero debajo de esa fina capa podía notar unos fuertes músculos. Él, sin embargo, estaba mucho más blando... en general - Pe-pero la grasa... ¿n-no te protegía del frío? ¿Po-por qué... - agachó la cabeza de forma estúpida mientras se agarraba la tripa y hacía un puchero.

 

Continuó haciendo el idiota mientras tocaba ese cuerpo, hasta que notó una queja proveniente de su propietario. Levantó la mirada y se encontró a Iván con una expresión de pánico mientras seguía dormido.

 

- ¿Estará soñando?

 

Le desató el pijama y se lo bajó por detrás de los hombros, quedándose perplejo por la anchura de su espalda, y se fijó en el pezón que había pellizcado antes. Estaba un poco rojo. Lo comparó con el otro y le llamó la atención el hecho de que tuviera un tono tan rosado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la piel era en conjunto bastante pálida. Tal vez su rostro tuviera algo más de color, debido a que le daba algo el sol, pero el resto de su cuerpo era de un blanco inmaculado. Comenzó a tantearla inconscientemente y llegó hasta el magullado pezón, que acarició suavemente. Iván se estremeció mientras seguía con esa extraña expresión. Parecía que estaba pasándolo mal, pero Alfred se sentía con ganas de seguir ese juego y no lo dejó tranquilo. Tras seguir experimentando espasmos y balbucear en sueños, finalmente dijo algo que se podía entender.

 

- Noo... hermana... déjame... - murmuró mientras se tapaba la cara con los brazos, asustado.

 

- ¡¿Eeeeh?! - Alfred se echó hacia atrás, sorprendido - ¿Pero qué clase de hermana tienes? - pensó mientras seguía un poco descolocado.

 

Al cesar el contacto, se tranquilizó de nuevo y descendió los brazos. El estadounidense se paró a contemplar su rostro más detenidamente. Tenía una expresión un tanto agónica y sus mejillas estaban totalmente coloradas. Y de alguna forma, la voz que acababa de poner era... No sabía cómo explicarlo, pero definitivamente quería volver a escucharla. Masajeó de nuevo su cuerpo, advirtiendo que además de pálido era cálido y suave, y volvió a agredir el lastimado pezón mientras se mordía el labio. Realmente le estaba encantando hacer tales travesuras. Iván, obviamente, se estremeció de nuevo y esta vez empezó a ladearse.

 

- Her... mana... No... - volvió a suplicar, mientras apretaba los puños.

 

- ¡Pffff! - Alfred se llevó una mano a la boca, conteniéndose la risa. Lo cierto es que la situación era demasiado graciosa.

 

Decidió dejarlo tranquilo y lo contempló durante unos segundos. Se había llevado una gran sorpresa al descubrir  un cuerpo tan grande y bien formado, y de alguna forma... no podía dejar de mirarlo, estaba fascinado. Además, se puso a pensar que tenía ahí a Iván... completamente indefenso luchando contra la fiebre, tan cansado que ni siquiera se había dado cuenta de todo lo que le había estado haciendo... respirando sofocadamente, con esa expresión lastimera... Y lo cierto es que el conjunto de todos los factores había empezado a afectarlo y hacía que se sintiera... realmente extraño. Su corazón se había acelerado, y no terminaba de entender muy bien qué ocurría ahí. Se llevó una mano al pecho, intentando calmarse, mientras empezaba a sentirse un poco acalorado.

 

- Uff... Debe ser esta estufa humana que me está irradiando su temperatura... - pensó de forma cómica a la vez que le volvía a atar el pijama y le recolocaba las sábanas. Se levantó de la cama y se recolocó las gafas mientras sentía que se calmaba definitivamente.- ¡Cuando te despiertes, tómate ese caldo eh! - exclamó mientras desviaba la mirada hacia la mesa. - Bueno... se habrá quedado frío, ¡pero ve a la cocina y caliéntalo y comételo! Yo voy a estar por aquí fuera, te vigilaré de vez en cuando.

 

Se dirigió a la salida de la habitación y se colocó las manos a ambos lados de la cintura mientras separaba un poco las piernas y miraba fijamente al cielo a través de un ventanal que tenía delante.

 

- ¡Soy un anfitrión excelente!

 

Notas finales:

Pobre Iván, la que le espera x,D

Espero que os haya divertido este capítulo, en el siguiente ya viene la juerga ;D

No veo muchos trabajos sobre esta pareja, menos con estos roles, así que... espero que algo diferente sea de... vuestro agrado :)

Saludos!


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