Gray llegó a clase completamente cansado. Demasiados días sin dormir bien. Demasiados días sin comer algo que realmente pudiera llamarse comida.
Joder, como siguiera así, se iba a morir un día sin darse cuenta. Apoyó su cabeza en el escritorio esperando a que empezara la clase. Solo cerraría los ojos por un momento…
— ¡Gray, ¿Se puede saber qué haces durmiendo en clase!? —Preguntó una voz femenina con mucha autoridad. Ahí estaban a los que podía considerar sus amigos (o también de otra manera llamados gentecercanaaélquenoledejaenpaz) mirándole con una pequeña sonrisa. Lucy, Erza, Levy, Gajeel y su acosadora personal, Juvia. Y Erza era quien le había chillado.
Tenían mucha confianza mutuamente, eran algo así como mejores amigos. Pero Gray no estaba de humor para discutir.
— Estaba durmiendo porque he venido antes… ¿Qué hay de malo en dormir si no hay nadie?— Preguntó molesto, pasando una mano por su negro cabello. Juvia entonces le sonrió.
— ¡Gray-sama! ¡Va a venir un nuevo alumno a clase!— Comentó ella con una gran sonrisa. Gray suspiró.
— No es como si me importara…—
Sí, así era él. Un alarde de simpatía y buena gente. O eso creía Juvia.
Saga 1: Salvar a Ice-Boy
Sueño. Hambre. Aburrimiento. Tres cosas que juntas no eran una muy buena combinación. Eso era lo que estaba pensando mientras pasaba la aburrida clase de inglés. Y encima, era una clase repetitiva. ¿Cuántas veces habían explicado el verbo To Be? A veces se sorprendía de lo estúpida que era su clase. Disimuladamente, colocó su cabeza sobre la mesa, intentando dormir un poco más. Sin embargo, algo llamó su atención: pequeños susurros comenzaron en toda la clase.
— Mira, mira. ¡Ese es el nuevo alumno! —
— Pues no es feo…—
— Me pregunto de dónde vendrá. —
Y de pronto, un chico de su misma edad, con el cabello rosa, entró con una gran sonrisa. El profesor le dio permiso para presentarse. Escribió su nombre en la pizarra y sonrió.
— ¡Buenas a todos! ¡Soy Natsu Dragneel!— Se presentó con una gran sonrisa. — Tengo 17 años como vosotros y vengo a pasar aquí el resto del curso. No me gustan los transportes, pero todo lo demás sí. ¡Espero que nos llevemos bien!— Explicó, aún con una sonrisa.
Gray se quedó mirando a aquel chico. Parecía fuerte, pero con el pelo rosa todo se iba al traste. Una sonrisa luminosa que parecía que no iba a desaparecer, y a parte según él le gustaba todo menos los transportes.
Genial, un friki más para la clase, todo absolutamente fantástico.
— Dragneel, tu sitio será al lado de Fullbuster.— Comentó el tutor mientras lo señalaba. Gray sintió un sudor frío.
Sí, definitivamente, todo absolutamente fantástico.
Las clases no fueron mucho más interesantes el resto del día. Bueno, dentro de lo que cabía, Gray era listo. Le gustaba sabes más de las cosas, a diferencia de, según él, los pocosaptosparaestudiar de su clase. Él recogió sus cosas para irse, cuando Natsu le cogió del brazo.
— ¿Qué quieres? — Preguntó en un tono realmente molesto.
— Quiero que me enseñes los alrededores. Soy nuevo, y es tu obligación como compañero de clase. — Explicó con una pequeña sonrisa burlona. Gray alzó una ceja.
El maldito friki se estaba quedando con él.
Él suspiró.
— Voy a ir a mi casa. Si quieres, puedes acompañarme y te enseñaré los alrededores.— Su compañero asintió bastante contento y feliz.
Y así fue como acabó con el maldito idiota dando vueltas por la ciudad.
— Bien… Y aquí está el recreativo…— Señaló con el dedo, mientras a Natsu se le iluminaban sus ojos. —Dos calles más abajo está mi casa. Nos vemos.— Se despidió, con cierta indiferencia.
— ¡Ey Gray! ¡Vamos a los recreativos!— Chilló feliz, mientras intentaba arrastrarle.
— ¡No voy a ir a los recreativos! ¡Además, ¿Quién te ha dado permiso para tratarme con tanta cercanía!?*— Preguntó con molestia en su voz. Natsu le puso ojitos.
— Veeeeenga Graaaaaaaay.— Rogó con voz animada.
— ¡Un no es un no, pinky!— Natsu se le quedó mirando extrañado.
— ¿Qué es pinky?— Curioseó mientras le miraba fijamente. Gray se quedó mirándole extrañado.
Con 17 años no sabía que era pinky… Él era peor que sus compañeros pocosaptosparaestudiar. Él era directamente nulo. Por un momento, una pequeña sonrisa se colocó en el rostro del pelinegro.
— Olvídalo. Nos vemos mañana, pinky.— Se despidió con un gesto de manos.
Al día siguiente, Natsu salió con prisas hasta el instituto. ¡El segundo día no podía llegar ya tarde! Con alguna dificultad y algún tropezón, finalmente, llegó a su clase. Todos estaban allí, menos el chico al que conoció ayer. Eso le extrañó por un momento, pero no le dio importancia.
— Ey Natsu, ¡Me alegro de verte!— Le saludó la rubia de su clase, Lucy, la cual era más lista de lo que parecía. Natsu le sonrió.
— ¡Yo también me alegro de verte, Lucy!— Sonrió mientras preparaba sus libros de inglés. Entonces, él se quedó pensando en el insulto de su compañero. —Ey, Lucy. ¿Qué es pinky?—Curioseó. Lucy rió.
— Es rosa pero en nombre… Algo así como… ¿Rosadito?—Preguntó aun riendo. —¿Quién te ha puesto ese divertido apodo?— Cuestionó divertida.
— Gray me lo puso ayer…— Explicó sin darse ninguna importancia. Lucy se quedó muy sorprendida.
— Vaya… Debes haberle caído realmente bien. No suele ser abierto con nadie.— Explicó ella con una mirada un poco perdida. Natsu alzó la ceja. Con él, dentro de lo que cabía, se había portado bastante bien.
— Quizás es tímido.— Debatió él, mientras colocaba su mano en su barbilla, pensativo.
— No lo creo, realmente...— En ese momento, la conversación se acabó cuando de pronto vio de pronto como entraba en la clase su ‘tímido nuevo amigo’. Natsu le miró un poco preocupado. Lucía horrible, con unas grandes ojeras peores a las del día anterior. Se acercó a ellos dos, un poco tembloroso, pero finalmente se sentó en su sitio. —¿Estás bien, Gray?— Preguntó la rubia, realmente preocupada.
— Estoy bien. Cansado, pero… Bien.— Murmuró, mientras sacaba sus libros de inglés. Él notó varias miradas sobre él, muy preocupadas. —Últimamente no he podido dormir mucho pero ya está. No es muy preocupante.— En ese momento, su estómago gruñó, ganándose otra mirada preocupada de sus compañeros.—Vale, quizás tampoco he comido mucho últimamente.— Admitió a regañadientes. Natsu le miró sorprendido.
— ¿Y eso por qué? — Cuestionó él, algo preocupado. Gray le miró un momento y después apartó su mirada.
— …Estamos a final de mes.— Lucy suspiró asistiendo y yéndose a su sitio, y Natsu se le quedó mirando extrañado y aún un poco preocupado. —No me mires con esa cara, pinky.—Murmuró de mala gana, haciendo que Natsu sonriera.
— Ya sé lo que significa pinky. Lucy me lo explicó.—
— ¿Ah, sí? Pues felicidades, ya tienes el nivel de inglés de parvulario.— Comentó sarcásticamente.
— ¡Como tú me has puesto un apodo, yo te pondré otro, bloque de hielo! — Gritó ilusionado.
— ¿¡Bloque de hielo!? —
— Sí, la gente de aquí considera que eres frío como el hielo. ¡Así que te llamaré así!— Explicó inocentemente. Gray bajó la mirada.
— Como quieras, pinky. No vas a rallarme con eso.—
— Bloque de hielo.—
—…—
— ¿Sabes? Mi apodo mola porque mi pelo es natural, pero lo tuyo no porque es como los demás te ven. —
—…—
— ¿Te has dado cuenta de eso, bloque de hielo? —
Eso fue lo último.
— ¡Mira, tío pesado, déjame en paz! — Chilló golpeándole, llamando la atención de toda la clase.
— ¡Oh! ¡Una reacción en el bloque de hielo! —
— ¡Voy a dejarte el pelo rojo de la paliza que te voy a pegar, pinky toca pelotas!—
Y así empezó la pelea en medio de la clase, hasta que Erza les frenó a los dos de un puñetazo.
— ¿¡Se puede saber qué hacéis!?— Gritó Erza, asustando a los dos, que estaban en el suelo con un chichón.
— ¿Ella es tu amiga?— Preguntó Natsu en un susurro. Gray asintió.—Da miedo.—
— Y que lo digas.—Comentó él también en un susurro.
— ¿Qué estáis cuchicheando? — Preguntó Erza, con tono amenazante. En ese momento Gray y Natsu se pusieron de pie, cogiéndose mutuamente.
— Nada, estábamos diciendo que a partir de ahora vamos a ser buenos amigos, ¿Verdad que sí, Pin… Natsu?— Comentó mientras sonreía nerviosamente. Natsu asintió.
— Seremos mejores amigos bloqu… Gray.— Erza en ese momento les sonrió y les puso una mano en el hombro.
— Así me gusta, que os llevéis bien. —
— ¡Aye! — Dijeron los dos a la vez.
-“¡Ey! ¡Vamos con tus amigos a desayunar!”-Comentó Natsu con una gran sonrisa. —Así me los presentas con más calma.— Gray en ese momento suspiró.
— Suelen reunirse en la azotea. Allí puedes ir a verles, o lo que sea que quieras hacer.—
— ¿Y tú? —
— Yo voy a quedarme aquí.—
— Aquí no se puede almorzar.—
— No voy a hacerlo, no voy a desayunar.—
— ¿Qué? Pero eso es malo para ti.—
—No tengo ham-—
Un gruñido volvió a salir de su estómago, haciéndole sonrojar. Natsu rió.
— ¡Te pillé! — Comentó él, con una sonrisa. Gray se sonrojó pero no hizo nada más, así que en ese momento, Natsu le cogió de la mano y le obligó a levantarse, haciendo extrañar al pelinegro.
— ¿Q-Qué haces?— Preguntó nervioso. Natsu le sonrió mientras aún le arrastraba.
— ¡Vamos a buscar un buen desayuno!— Dijo ilusionado, haciendo que el otro chico se frenara. —¿Gray?—
— Si no he desayunado es porque no tengo dinero. No puedo pagarme el desayuno…— Explicó, algo avergonzado.
— Oh, eso no es un gran problema. ¡Puedo prestártelo!— Él rió, mientras aún le arrastraba.
Así que ahí habían acabado, fuera del instituto con un delicioso menú del McDonals que Natsu estaba devorando con rapidez, dejando al otro chico sorprendido.
—Cualquiera diría que eras tú el que pasaba hambre y yo no.—Se burló él, mientras comía un poco más de su hamburguesa.
— ¿Cómo es que no has comido últimamente, bloque de hielo?—Curioseó él, movido por la preocupación y curiosidad.
— Trabajo en un sitio unas pocas horas, pero me dan bastante poco dinero, así que a final de mes voy bastante mal…— Explicó con un ligero suspiro. Sí, realmente su trabajo en el bar no le iba del todo mal, pero entre que apenas cobraba y que su jefe era un capullo… Iba bien servido.
— ¿Y tus padres? ¿No te dan dinero o comida?— Volvió a preguntar mientras seguía comiendo. Gray giró su mirada en ese momento.
—…Vivo solo.— Comentó secamente.
— Oh…—
— Si me preguntas acerca de porque… La razón es bastante estúpida…—
Natsu se quedó mirándole. Por un instante, le había parecido ver agobio, miedo y tristeza en la mirada de su compañero.
… O a lo mejor solo era su imaginación…
— ¿Gray? —
— ¿Si?—
—Yo también vivo solo, desde hace un par de semanas. ¡Es aburrido! —
— Supongo que sí.—
— Y haces todas las tareas de la casa es tedioso.—
— Y que lo digas.—
— Y no tener a nadie a quien decirle ‘estoy de vuelta’ es triste…—
— Te comprendo.—
— ¡Ya lo tengo! —
— ¿El qué tienes?— Preguntó sin energía.
— ¡Vayámonos a vivir juntos! —
Gray se quedó mirándole sorprendido. Ese chico realmente estaba demasiado mal de la cabeza. Pero por un momento, solo por un momento, se había imaginado esa posibilidad.
Y no le había parecido tan mala.