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Detrás de Cámaras por GothicLittleMonster

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Notas del fanfic:

¡Saludos a todas las hermosas lectoras! (y lectores también). Después de mucho tiempo si meterme en la página debido a la falta de tiempo por el colegio y demás. Estoy de vuelta con un nuevo fanfic 100% mío que me costó muchísimo crear pero aquí está n_n.

Sé que no soy "famosa" ni nada de eso pero, lamento mi ausencia por aquellas que si lo notaron uwu.

Bien, esta historia va sobre Ciel y Sebastian como actores, y su dificil relación detrás de cámaras.

Este fanfic consta de 4 capítulos así que espero que les guste y sigan hasta el final n_n. Espero me dejen sus reviews son sus opiniones:3.

Actualizo todos los Viernes.

*Los personajes le pertenecen a Yana Toboso. 

*La historia es completamente mía.

Notas del capitulo:

¡Primer capítulo de cinco! Espero les guste. Les agradecería sus reviews para saber que tal les parece el transcurso de la trama n_n.

 

La noche había caído hace ya un par de horas sobre la hermosa Inglaterra. El oscuro cielo repleto de estrellas, iluminaba la ciudad de Londres, dando fin a el que fue un hermoso y soleado día.

En un lugar, algo apartado de las zonas urbanas, se encontraban, en un set de filmación, un peculiar pero famosamente reconocido grupo de personas festejando la casi llegada del final de grabación de la serie “Kuroshitsuji II” que ellos protagonizan. La serie era todo un éxito alrededor del mundo, sobre todo en los países asiáticos. Para fortuna de los fanáticos de esta exitosa serie, la grabación estaba llegando a su fin, lo que significaba que pronto, la secuela de “Kuroshitsuji” saldría a la luz.

¡Un brindis, por el éxito de la nueva temporada!Anunció triunfante una delicada voz femenina, al momento en que alzó su brazo de tez morena, con una copa de champagne en su mano.

─¿Cómo sabes que será un éxito si aún no sale, ¿Eh, Hannah-san?─ Replicó la chirriante y tenebrosa voz de un hombre sonriente y algo pasado de tragos. No, no era parte de su personaje. En la vida real, Undertaker también habla así.

─Lo será, Undertaker, lo será. No hay duda de eso.─ Respondió con egocentrismo y confianza la actriz, Hannah Hanafellows; quien estaba sentada junto a dicho hombre de cabello blanco en una de las varias mesas del bar.

Todo el elenco se encontraba celebrando en el bar, situado en la parte de atrás del set de grabación.

Reían, bebían y conversaban. En la serie, todos eran prácticamente enemigos, pero nada que ver con eso en la vida real. La mayoría se llevaban bien y compartían siempre juntos.

Hablando de juntos: exactamente igual que sus personajes dentro de Kuroshitsuji, habían dos jóvenes que siempre estaban juntos. Llegaban y se retiraban del estudio juntos, al igual que a las celebraciones, premieres, firmas de autógrafos, traslados de país a país. Para todo llegaban, trabajaban y se retiraban juntos. Estos dos jóvenes de los que les hablo, son ni más ni menos que los favoritos de la audiencia, los afamados protagonistas de la precuela y secuela de Kuroshitsuji: Sebastián Michaelis, el intérprete de demonio y mayordomo del Conde Phantomhive. Y Ciel Phantomhive, quién hacía de, valga la redundancia, el Conde Phantomhive; perro guardián de la reina Victoria y contratista de Sebastián.

En la serie, Sebastián y Ciel son muy apegados. A pesar de que solo están unidos por el contrato de Fausto, por una simple pero endemoniada conveniencia. Ambos dan la impresión de que se tienen así sea un poco de cariño; lo cual enloquece a la mayoría de la fanaticada.  

Ciel personifica a un joven conde de 13 años lleno de odio, vacío y sed de venganza. Desde que, a los ocho años, sus padres fueron asesinados y él fue secuestrado por una secta, en la que torturaban niños y vendían sus órganos.

En dicha secta, al borde de la muerte, Ciel invocó por accidente a un demonio como último recurso para sobrevivir. Ahí es donde Sebastián aparece por primera vez.

En resumen; Ciel vuelve a su mansión junto a Sebastián. Con el pasar del tiempo, el niño de diez años pasa a ser un preadolescente de trece años. En ese tiempo, el conde Phantomhive se convierte en el perro guardián de la Reina Victoria, limpiando la escoria del bajo mundo, obviamente, con la ayuda de los poderes de Sebastián.

─¡No me digan que ya se van!─ Gritó con algo de disgusto un joven rubio, estrechando ambas manos sobre la mesa y colocándose de pie, al ver que sus compañeros, Ciel y Sebastián, estaban preparándose para retirarse.

─Lo siento, Jim, pero es tarde. Eh perdido muchas horas de sueño por la grabación y realmente me gustaría descansar.─ Contestó gentilmente la voz de aquel peliazul de trece años, Ciel Phantomhive; mientras colocaba su brazo restante dentro de la manga de su suéter negro.

─¿Y por qué Sebastián tiene que irse también?─ Preguntó infantilmente junto a un puchero, volviéndose a su silla cruzado de brazos. ─Además, mi nombre es Trancy, Alois Trancy. Hace mucho dejé de usar el nombre “Jim Macken”─.

El atractivo hombre de cabello azabache, quién estaba de pie junto al peliazul, no tuvo oportunidad de contestar gracias a que la afeminada pero grave voz de un hombre pelirrojo lo interrumpió.

─No deberías ni preguntar eso, Trancy. Sebas-chan y Ciel-kun siempre están juntos a donde sea que el otro vaya ¿No es así, Sebas-chan?─ Sentenció con tono insinuante Grell Sutcliff, mientras observaba a la pareja con una pícara sonrisa y enarcando un ceja.

─No lo sé. Dímelo tú, Sutcliff, te la pasas encima de William.─ Respondió Sebastián con ironía y burla a la vez hacia Grell, quién precisamente estaba siendo rodeado por el brazo derecho de William alrededor de su espalda en ese momento. Ambos tomaron unos escasos centímetros de distancia de inmediato, pero eso no bastó para evitar el leve sonrojo que surcó las mejillas de ambos. Esos dos tenían algo, ¿para qué negarlo? ¿Acaso el tipo serio no podía salir con el excéntrico?

Todos carcajearon ante el comentario de Sebastián.

─Si nos disculpan, es hora de retirarnos. Por favor, sigan disfrutando de la celebración. Nos veremos en un par de semanas  para finalizar la grabación. Cuídense todos.─ Finalizó Sebastián, dulce y gentilmente, para luego retirarse del lugar y dirigirse junto a Ciel hasta el auto de Sebastián, rumbo hacia su casa. Creo que no hace falta decir que viven juntos.

─Esos dos… Sí que son raros.─ Dijo Alois con algo de curiosidad y duda, al verlos partir.

─Es mejor que tengas cuidado con lo que dices, querido. No olvides que todos tienen secretos─ En ese momento, todos, exceptuando a Alois, Claude y Hannah, continuaron hablando de otros temas. Por lo que Hannah aprovechó para dedicarle aquella oración a Alois, con un tono de picardía. Alois no tenía nada de inocente así que captó completamente la indirecta de Hannah hacia él y Claude. El azabache y el rubio intercambiaron miradas acusadoras e, instantáneamente, voltearon en dirección contraria al otro.

Hannah, complacida por la reacción que causó en el joven y el mayor, se aproximó a otro grupo de personas para incluirse en otra conversación. ¿Qué sabía Hannah de esos dos? Sea lo que fuese, ese no era el tema.

─Debe ser que se llevan muy bien─ Comentó Elizabeth con toda la dulzura e inocencia del mundo, atrapando la atención de Alois y sacándolo de su sonrojo. «Sí, claro» Pensó el rubio con malicia. ─Después de todo, Ciel no tiene mamá ni papá, igual que en la serie. Desde que conoció a Sebastián, él siempre estuvo ahí para él. Supongo que ese lazo falso que se crea entre ellos en la serie, se creó en la vida real─. Finalizó ella de la misma tierna forma.

Tenía sentido lo que ella estaba diciendo, pero Alois no salía de sus dudas.

 

 

No había ni un alma en las calles. El reloj del auto de Sebastián marcaba las dos y media de la madrugada.

Ciel se encontraba sentado en el asiento del copiloto, mientras Sebastián conducía. Ambos estaban en completo silencio desde que entraron en el auto.

Puesto que el estudio se situaba en una zona casi rural, les tomaría cerca de 30 minutos llegar a su respectiva casa.

Ni una palabra. Nada. Al parecer, aquello que se dijo en ánimos de broma, en el set de grabación, había incomodado al más joven, por lo que no se dignaba a dirigirle la palabra al mayor, mientras que el azabache solo se preguntaba qué pasaba por la cabeza del peliazul.

─Estás muy callado, ¿Ocurre algo, Ciel?─ Finalmente, aquella masculina voz algo preocupada y dudosa rompió el agonizante silencio. Sebastián estaba tan acostumbrado a llamarlo “Bocchan” que casi se le escapaba en seudónimo.

El cuerpo de Ciel se estremeció ligeramente al oír esa suave voz. Él creyó que no escucharía nada de Sebastián hasta llegar a casa pero, él siempre era impredecible. Debía esperarse lo que fuera de aquel tipo.

─No, nada.─ Contestó sin inmutarse, clavando la mirada hacia el frente. Su expresión estaba seria.

Sebastián lo observó de reojo pero sin perder la vista en el camino.

─No engañas a nadie.─ Esta vez, su voz tenía un toque más serio. ─¿Quieres decirme que te ocurre?─ Su voz se torno en un cierto toque de preocupación. Sebastián no lo hacía apropósito, él no sabía que con solo hablar lograba derretir el corazón de su compañero.

─Realmente… No es nada─ Hubo un pequeño silencio. ─Es solo que me preocupa que los demás se enteren de lo nuestro─ La mirada de Sebastián se clavó en Ciel con severidad, pero el más joven no se dio cuenta de ello. ─¿Sabes lo que nos costaría si a alguno se le ocurriera decírselo a la prensa? Además- Ciel no tuvo la oportunidad de terminar la oración. Inmediatamente, Sebastián se aparcó con brusquedad a un lado de la calle y detuvo el auto en seco. Causando que ambos, Ciel más que todo, se impulsaran con fuerza hacia adelante. Afortunadamente, el cinturón de seguridad evitó el golpe que pudieron haber recibido.

─¿¡Pero qué diablos fue e- Preguntó el peliazul con desespero, pero nuevamente fue interrumpido por Sebastian. Esta vez, los labios del mayor se sobrepusieron en los del menor, uniéndolos en un suave y delicado ósculo. El mayor, con una mano, aprisionó las muñecas de Ciel sobre la cabeza del mismo, asegurándose de que este no se apartara.

Los ojos del menor estaban abiertos como platos ante la sorpresa y sus mejillas ardían por el rubor. No se esperaba aquello de ninguna forma.

Lo cálidos y húmedos labios del azabache hicieron estremecer su cuerpo de pies a cabeza en ese suave contacto.

─¿Es que tanto detestas que te vean conmigo?─ Preguntó Sebastián, separando sus labios de los de Ciel tan solo un par de centímetros. Su rostro estaba serio, pero en él, Ciel podía distinguir tristeza, tristeza en su expresión y en sus palabras.

La expresión del menor se había suavizado, pero el asombro no cabía en él. Un fuerte color carmín coloreaba su rostro.

Aquella pregunta lo tomó por sorpresa. No pudo soportar ver aquellos orbes carmín tristes clavándose en sus ojos, por lo que apartó la mirada hacia un lado, aún a centímetros del rostro de Sebastián.

Ciel permaneció en silencio. Su expresión era seria, con algo de tristeza y vergüenza que trataba de disimular. No se trataba de eso. No era que no quería que lo vieran con Sebastián. Su mayor temor era que las personas supieran de su relación y trataran de separarlos, a causa de que Ciel es once años menor a Sebastián y, lo peor para la sociedad, ambos son hombres.

Lo que menos quería el joven, era que el mayor pensara de esa forma. Jamás podría admitirlo, su orgullo es demasiado grande, pero lo más hermoso que le ha pasado en la vida, fue conocer a Sebastián después de que sus padres murieran. Conocía sus sentimientos, pero no sabía cómo decir semejantes cosas tan cursis sin sentirse como un idiota.

Aún continuaban en silencio. Justo cuando Ciel se dignó a explicarle el verdadero motivo para esconder su relación, Sebastián soltó las manos de Ciel y se reincorporó debidamente en su asiento.

─Lo siento, no quise incomodarte─ Dijo el azabache cabizbajo, tomando el volante con un semblante serio pero a la vez triste.

─¿Sebastián…─ Estaba preocupado y eso se notaba. Tenía que decir algo, quería decir algo. No podía dejar las cosas así. Su orgullo le atravesaba la garganta.

─Sé que está agotado, Bocchan. Lo lamento, llegaremos a casa pronto─ El mayor fue lo más amable y dulce posible al decir aquello, disimulando por completo todo rastro de lo que ocurrió hace momentos. Sebastián no estaba siendo hipócrita, realmente le nació ser dulce en ese momento con él, a pesar de que sentía dolor. El menor no había dicho nada ante lo que dijo Sebastián, eso le dio pie a pensar que estaba en lo cierto, que no quería que lo vieran con él. Lo que menos quería era incomodar a Ciel. Ser persistente. A este tampoco se le hacía muy fácil decirlo, pero desde que se volvió independiente y famoso, lo más hermoso que le ha pasado, fue conocer a Ciel. No quería arruinarlo.

«Genial, lo volví a lastimar» Pensó Ciel, cabizbajo, decepcionado de él mismo. El auto arrancó inmediatamente, continuando su camino.

Se sentiría estúpido por expresar sus sentimientos, pero lo que realmente lo hacía un estúpido era no decirlos.

Cuando el rodaje de Kuroshitsuji comenzó, no pasó mucho tiempo para darse cuenta que uno tenía sentimientos por el otro y viceversa. Fue hasta terminar la grabación de la primera temporada que ambos no soportaron estar lejos del otro y decidieron vivir juntos, en el apartamento de Sebastián. Fue allí donde comenzó su extraña relación.

Primero las palabras de afecto, los abrazos, las caricias, los besos… Una cosa fue llevando a la otra. Así estuvieron, hasta que un año más tarde se anunció la secuela de Kuroshitsuji.

El auto se detuvo en el estacionamiento de aquel gran rascacielos. El edificio era enorme. Disponía de unos veinte pisos, tal vez. La pareja vivía en el pent-house.

Durante lo que quedaba de camino, ninguno había dicho nada, pero tenían ganas de decir mucho. Ambos se cohibieron de mencionar palabra alguna al salir del estacionamiento subterráneo, entrar en el ascensor y ascender los veinte pisos hasta su apartamento.

A Ciel le gustaba observar la cuidad entera desde el ascensor, ya que las paredes eran de vidrio y se podía contemplar la hermosa Londres durante la noche.

Entraron a su apartamento en silencio, sin dirigirse la mirada ni una sola vez. Cada quién quería pensar en cualquier otra cosa pero ninguno lo lograba, solo pensaban en lo de hace un momento.

Sebastián se dirigió hacia la cocina para beber agua, mientras Ciel permaneció frente a la puerta, luego de cerrarla.

─Sebastián…─ Su voz se cortó al darse cuenta que el mayor enseguida clavó su mirada sobre él. Como si realmente deseara escuchar algo proveniente del más joven. ─Iré… Iré a mi cuarto a dormir. Buenas noches─ Finalizó Ciel rápidamente,  apartando la mirada de Sebastián al pronunciar aquella oración, levemente sonrojado. Caminó un par de pasos hacia su cuarto, tomó el pomo y antes de girarlo:

─Buenas noches, Ciel─ Escuchó la profunda voz de Sebastián. Cada palabra llena de inseguridad y tristeza en esa respuesta. El joven lo notaba pero no en su totalidad, puesto que el mayor lo sabía disimular. Tan solo unas palabras por parte de su amado hacían que su corazón se acelerara.

Ciel dudó si girar el pomo y decirle a adiós a Sebastian por esa noche. Sin pedirle disculpas, sin explicarle lo que en verdad siente. O si voltear, abrazarlo y explicarle lo que ocurre y el porqué de sus actos.

Sebastián observaba a Ciel de espaldas, frente a la puerta de su habitación, desde la cocina. Lo notó, el niño se sentía tan mal como él. El azabache comenzó a dudar si el joven realmente quería evitar que lo vieran con él, o si él había malinterpretado las cosas. «Después de todo, sé cómo es él. No le di la oportunidad suficiente para que me respondiera en el auto» Pensó, algo avergonzado. Decidido, quiso dirigirse hacia Ciel y aclarar sus sentimientos de una vez, pero al momento que se aproximó un paso, el menor finalmente giró del pomo, decidido, y se encerró en su cuarto.

El mayor quedó con el brazo extendido, un pie delante del otro y con las palabras en la boca. Luego de eso, no supo que pensar.

En silencio, con su mente llena de confusión, tomó un vaso lleno de agua y se lo llevó hasta su habitación, el cual estaba junto al de Ciel.

«¿Debería tocar?» Se acercó levemente a la puerta de la habitación de Ciel en un último intento. No quería dejar las cosas así. Su pulso se aceleraba por la preocupación y tristeza. «No, él no quiere hablar» Meditando el comportamiento del menor, Sebastián, con pesadez y decepción, se dio media vuelta y entró a su habitación.

 

 

 

 

─No debí dejarlo así─ Dijo Ciel con frustración, acostado y arropado en su cama, con su pijama puesta, a oscuras en su habitación.

«Recuerdo cuando todo esto comenzó» Estaba teniendo una especie de flashback. «Al comenzar con la primera temporada, no había duda de eso, había encontrado a mi primer amor. Lo supe cuando conocí verdaderamente a Sebastián. No al actor atractivo e inalcanzable que ven todos, sino a la gran persona que está detrás de ese traje de mayordomo.»

«Antes de volverme famoso, yo vivía con mi tía, Angelina Durless, la hermana de mi madre. Comencé a vivir con ella desde que mis padres fallecieron en un accidente automovilístico hace cinco años.»

«Cuando se anunció mi aparición en la serie, los productores conocieron a mi tía y sus rostros se iluminaron al conocerla. Mi tía no solo es hermosa, sino talentosa. No dudaron en darle un papel en la serie. “Madame Red” El papel perfecto para ella, que comienza como la buena y termina como una villana.»

«Unos días después, conocí a Sebastián en el estudio. Cuando lo conocí, no voy a negar que pensé que él sería la típica celebridad que parece agradable pero en realidad es un verdadero bastardo. Estoy cansado de toparme con tipos así. Pero resultó que no lo fue. Resultó ser una gran persona, con la que logré relacionarme fácilmente.»

«Luego de mi pérdida, dejé de confiar en las personas, dejé de ser abierto y cariñoso, pero este tipo… Este tipo no sé que tenía que me hacía sentir como si la vida no fuera tan cruel como me había demostrado ser.»

«No confiaba en nadie del estudio, pero trataba de llevarme bien con todos. Soy desconfiado, no maleducado. A excepción de Sebastián, que siempre, siempre, de alguna forma que no comprendía, lograba sentirme cómodo con él, bien, tranquilo. Tiempo después, ya avanzada la grabación significativamente, tratando de negarlo e imponiendo una barrera de orgullo ante esos sentimientos, caí en cuenta de que me había enamorado de este tipo, once años mayor a mi».

«”Se va a burlar de mi” eso creía yo que podría pensar Sebastian al conocer mis sentimientos, por eso traté de disimular lo más que pude, pero, ¿cómo iba ser seco y distante con alguien que era tan cariñoso conmigo? Fue cuestión de tiempo para que Sebastian me diera a entender que sentía lo mismo».

«No pasaban de indirectas, palabras cariñosas y esas cosas. Habían momentos que el dolor me invadía, pero Sebastián estaba allí para mi, haciéndome sentir que no estaba solo, que había alguien que me quería sin intereses».

«Todo iba bien. La grabación de la primera temporada corría bien y yo era feliz, porque Sebastián estaba a mi lado».

«Todo cambió repentinamente cuando, poco después de que acabara la grabación,  en una importante entrega de premios, donde Kuroshitsuji ganó los más importantes. Sebastián, en pleno escenario, me robó un beso… Mi primer beso».

«El beso fue delicado, cálido, lento, tierno. Jamás pensé que eso podría suceder, a pesar de que, aunque me cueste admitirlo, había soñado con eso varias veces. Los labios de Sebastian eran suaves… No puedo creer que me esté sonrojando solo con pensarlo».

«Lo único que recuerdo, además de la corriente eléctrica que recorrió cada esquina de mi cuerpo, la vergüenza, los nervios y mis mejillas ardiendo por el rubor, fue que la fanaticada enloqueció. El hecho de que el noventa por ciento de la audiencia amara el yaoi entre Sebastian “el demonio” y Ciel “el Conde Phantomhive”, era algo que podía tomar a mi favor».

«Después de eso, volví a casa con mi tía Ann para descansar de lo que fue una ardua y larga jornada de trabajo».

«No supe más de Sebastián. En mi corazón, solo sentía vacío. Un vacío que no comprendía. Sebastián me había besado en la premiere pero jamás se explicó por eso, así que supuse que lo hizo para satisfacer a los fanáticos. Quería verle una vez más».

«Después de un tiempo, finalmente, Sebastián se apareció en la puerta de mi casa sin previo aviso, vestido de negro en busca de que no lo reconocieran. Después de mucho tiempo, sentí mi corazón estallar de emoción. Lo único que pude hacer fue abalanzarme sobre él y abrazarlo, lo había extrañado tanto… Claro, luego me separé de él porque me daba vergüenza comportarme como una colegiala enamorada, pero no podía esconder mi felicidad».

«Salimos todo el día por la ciudad, hasta que al final llegamos a un restaurante lujoso y hablamos de muchísimos temas, sin tocar nada acerca del beso, hasta que él lo nombró:

«─¿Te has enterado?─ Me preguntó, con algo de enojo en sus palabras. Deslizó con sus dedos índice y medio una revista, sobre la mesa. En la portada, aparecíamos él y yo, justo en el momento del beso, en señal de escándalo.»

«Inmediatamente recordé todo lo que sentí en ese inesperado pero maravilloso momento. Traté de esconderlo con todas mis fuerzas, pero no pude evitar que Sebastián se percatara de un fugaz sonrojo.»

«─En Asia, esto es netamente normal, pero en Londres… Ha sido llamado “escándalo”─ Sebastián estaba molesto, lo podía notar… Comencé a pensar que se estaba arrepintiendo de lo que hizo… Me dolió.»

«─Bueno, tu sabes cómo es esto de la farándula. Las personas exageran todo.─ Contesté, dejándole en claro que no me importaba mucho lo que decían negativamente los medios.»

«─Lo sé, lo sé, pero…─ Se detuvo por un momento.»

«“Pero no es como si tu y yo tuviéramos algo” Pensé. Estaba leyendo sus pensamientos, estaba seguro que él diría algo como eso… Eso bastaría para arruinar por completo mis ilusiones, pero de ser así, al menos ya no me sentiría tan preocupado de saber qué diablos pasa en la mente de este hombre».

«─Pero no quiero que esto me obligue a alejarme de ti…─»

«Mi corazón se detuvo, mi pulso dejó de correr por unos instantes… ─¿Q-Qué…?─ Tartamudeando, confundido y sorprendido, fue lo único que pude decir».

«─Quiero que vengas a vivir conmigo─ Sus ojos brillaron, su rostro se tornó decidido luego de haber dicho lo anterior con lo que parecía tristeza.»

«“Esto es un sueño, no puede ser cierto” no supe que hacer, ni pensar. Todo sucedía muy rápido.»

«Se levantó de la mesa, me tomó por la cintura, me alzó a su altura y me abrazó como si su vida dependiera de ello.»

«Mi pulso estaba acelerado, mi corazón latía a mil por hora y mi rostro entero estaba de color carmín.»

«─Ciel, aquella vez que te besé, lo hice porque te quiero…─ Confesó a mi oído con toda la seguridad de un Romeo. En cada palabra pude notar eso de lo que más carece el mundo… Amor. Un profundo y sincero amor. Sus palabras hicieron estremecerme por completo, mis ojos estaban tan abiertos como platos de la sorpresa. Aquella corriente que invadió mi cuerpo cuando me besó, fue la misma que sentí en ese cálido y necesitado abrazo. Cada parte de mi se sentía ansiosa, pero más que cualquier cosa, me sentía feliz.»

«Luego de haber permanecido en silencio, mis dedos se clavaron en la chaqueta de Sebastián, por su espalda. Me aferré a él como jamás lo hice y por primera vez en años, de mis ojos, empezaron a brotar lágrimas, lágrimas de felicidad.»

«Sentí como su corazón se acelero y aquella fue la respuesta que necesitó para darse cuenta que lo quería tanto como él a mí.»

«No fue problema decirle a mi tía Ann que quería ir a vivir con Sebastián. Ella entendió completamente y aceptó mi decisión. Además, fue hace poco que me enteré que mi tía siempre supo lo mío con Sebastián. Ese maldito se lo había dicho. Ya entiendo el porqué de las miradas chuscas de mi tía cuando estaba a solas con Sebastián.».

«Resumiendo; desde ese día, a pesar de que fue maravilloso para mi, tengo miedo de que, por culpa de los medios, Sebastián y yo nos veamos obligados a separarnos. Por eso quiero ser discreto, no porque no quiera que me vean con él. Agh, detesto todo este drama… Me duele porque… Yo… Lo…»

─Lo amo─ Dije en voz alta, observando hacia la nada, envuelto en la oscuridad de mi habitación, hasta que finalmente mi mente se despejó y logré conciliar el sueño lentamente.

Notas finales:

Bien, esto ha sido todo por el primer capítulo. Espero les haya gustado y me gustaría recibir sus opiniones n_n.

Nos leemos el próximo Viernes:D.

Notas:

_El contrato de Fausto hace referencia a el contrato entre Ciel y Sebastian. Se le llama así por la historia del doctor Fausto, un hombre que en la vida real le vendió su alma al diablo.

_Sé que escribí que Ciel fue secuestrado por un secta donde venden los órganos de los niños. Eso fue solo para variar. Sé que así no va en la trama original.


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