Ya no se podía caminar tranquilo por la calle sin escuchar a los estúpidos comentarios de los estúpidos hombres, porque a decir verdad a mi no me gusta que me llamen “preciosa” o “hermosa” ni que se muerdan los labios y se los relaman al verme el cuerpo con esos ojos lujuriosos ya que yo, soy un hombre y como la mayoría de los hombres odiamos que nos confundan con una mujer.
Todo el mundo decía que había heredado los mejores rasgos de mis padres y eso me convertían en la tentación de todos, obviamente yo odiaba eso.
Para empezar ¿A quien le gusta eso? A nadie, bueno puede que a las mujeres, pero como yo ye dicho antes, no soy una mujer.
Rodé los ojos al ver como alguien me guiñaba el ojo y sonreía de lado al pasar por mi costado. Aveces me daban ganas de bajarme los pantalones y enseñarles que era un hombre, a decir verdad una vez lo hice pero al parecer les seguí gustando y me siguieron hasta mi casa donde mis padres muy cabreados me estaban esperando, al parecer mi instituto ya les había avisado que me había bajado los pantalones, ropa interior incluida, delante de toda la clase, obviamente me castigaron pero esos chicos no se volvieron a acercar a mi.
- Hola guapa, ¿quieres salir a tomar algo? – dijo un idiota pasando el brazo al rededor de mi cintura.
- Sera mejor que me sueltes – le advertí, mi madre siempre me recordaba donde estaba el punto débil de los hombres, ya que al parecer, en mi infancia, yo hacia sufrir a mi padre pegando le en esa zona noble.
- ¿Por que preciosura? - pregunto acercándome más a él mientras se relamía los labios. La verdad es que todos parecían lobos hambrientos en busca de una pobre oveja a la cual comerse.
- Por esto – le contesté mientras le pisaba un pie y me giraba hasta quedar delante de él y a continuación subir mi rodilla rápidamente y... ¡Bingo! El muy idiota estaba en el suelo agarrándose el paquete – y porque soy hombre – dije sonriendo y limpiándome las manos.
Quien me viera pensaría que me gustan las mujeres por como actúo pero a decir verdad me siento atraído por el genero masculino, hasta puedo procrear, según mis padres, obviamente no lo pienso probar, quedarme embarazado a los 16 no esta en mis planes y menos de los idiotas que al día de hoy rondan en este mundo.
Al llegar a casa mi padre estaba en la puerta esperándome como cada día. Sonreí antes de saltar a sus brazos para besarle, solamente era cariñoso con mis padres y mis abuelos.
- Hola – le dije, a pesar de que él ya estaba en los cuarenta se seguía viendo bien, no había cambiado mucho y mi madre era completamente igual a como era antes.
- ¿Como te ha ido hoy? - me preguntó arrastrándome dentro de casa donde mi madre estaba tumbado en el sofá mirando alguna serie coreana.
- Bien, he tenido que patear a alguien, pero bien – le conteste mientras me acercaba a mi madre y me tumbaba encima d él, una costumbre que tenia desde pequeño.
- ¿Piensas que no pesas? - me preguntó mientras me abrazaba.
- No te quejes, tu aguantas a papa y el pesa mas que yo – le dije sonriendo al ver como se ponía rojo y mi padre se ahogaba con el agua que segundos antes estaba bebiendo.
- Ren, eso no se dice – dijo mi padre mientras se acercaba a nosotros y me sacaba de encima de mi madre y se ponía encima él.
- Pero quitate, no le des mas motivos para que se burle – dijo él todavía más roja al notar como los labios de mi padre se encontraban con su cuello – Fanfan, para, no... ¡ah! ¡YiFan!
- Bueno como veo que ya os habéis puesto calientes me voy yendo a mi curato y por favor no hagáis tanto ruido, que ayer no pude dormir – les dije y me reí al ver a mi madre ponerse mas rojo si era posible.
- Espera, no te vayas, tenemos algo importante que decirte – dijo mi madre acomodándose la ropa mientras miraba mal a mi padre que estaba en el suelo sonriendo como un bobo.
- ¿Estas embarazado? - pregunté con temor, yo siempre había sido su niño pequeño y si llegaba otro, todas las carantoñas y todos los juegos se acabarían para mi, ¿celoso? Si bastante.
- ¿Que? ¡No! Ni loco, ya tengo suficiente contigo – dijo y yo lo mire confundido – nos mudamos.
- ¿Donde? - pregunté.
- A Corea – contestó mi padre mientras se levantaba y besaba los labios de mi madre quien tenia un puchero y seguía mirando mal a mi padre.
Nos íbamos a ir a Corea, soltaban esa bomba y seguían con lo suyo dejándome petrificado, pero quien iba a saber que al ir ahí empezaría mi visa amorosa, porque yo, no lo sabía.
Narra Minseok
- Luhan cuantas veces te lo tengo que decir tu hija esta bien, solo ha salido a comprar con Sohee – le dije mientras me bebía mi café.
- Min, Sohee solo se parece a ti en apariencia, en personalidad es igual a tu marido – protestó – es un pequeño diablo.
- ¿Que pequeño diablo? - pregunto Baekhyun apareciendo de repente detrás de Luhan quien salto en su asiento.
- Sohee – contesté - ¿donde estás tus hijos?
- Mi hija se ha encontrado con las vuestras y mis hijos en el baño, creo, nunca se donde se meten esos dos – dijo comiéndose un bollo que estaba en el mostrador – por cierto a Minha le han ofrecido un contrato como modelo y yo le he dicho que es demasiado pequeña pero esta empeñada en conseguir ser modelo.
- A Sohee también le han ofrecido uno, pero Chen se cabreo con ella así que no hay contrato – les conté viendo como aparecían los hijos de BaekHyun - ¿Queréis algo de tomar chicos?
- Dos colas – dijo uno de ellos mientras se sentaban y empezaban a jugar con sus teléfonos.
- ¡Ah! Ayer vi a KyungSoo – dijo Luhan – estaba grabando una escena cerca de casa y lo vi, por lo visto ha estado bastante ocupado.
En un momento toda la cafetería se había quedado en silencio y nosotros extrañados levantamos la vista para ver a nuestras hijas entrar con una sonrisa y moviendo el trasero, haciéndose notar.