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There is a place por Callejon_Diagon91

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Notas del fanfic:

¡Buenas a tod@s! ^^

Pues aquí vengo con el primer fanfic (y espero que no sea el último) que me atrevo a publicar, ya que siempre los empiezo y nunca me atrevo a hacerlo. Asì que...¡Allá vamos! Espero que os guste y esas cosas >< Cualquier crítica será bienvenida, tanto buena como mala, ¡la cuestión es ir mejorando!

Un saludo y besos esponjosos (??)

R.

Susurrantes pasos acuden a mi llamada, expectantes, impredecibles. Ya no estoy solo, ya no tengo miedo de mi mismo. Tú estás a mi lado, las ventanas me brindan el mundo. Lo tengo en mis manos, siento que ya casi puedo alcanzarlo. El dulce olor a libertad.

Nunca supe sentir, nunca supe amar, nunca supe existir.

Nunca… Hasta ti.

 

El chico observaba sin demasiado interés las nubes desde la ventana del avión. Otra victoria más, pensó mientras se masajeaba las sienes con delicadeza. Las misiones siempre le dejaban un regusto amargo en el estómago y un fuerte dolor de cabeza, a los que, para bien o para mal, ya estaba sobradamente acostumbrado. Esta vez había sido mucho más fácil de lo que le habían dicho en la Agencia. El hombre apenas se había resistido. Cuatro palabras bonitas en el momento exacto y ya era suyo.

-¿Señor? ¿Señor? Ya estamos llegando- Chanyeol miró a la azafata que le había sacado de sus pensamientos, lanzándole una de las sonrisas con las que todos, finalmente, habían cedido a sus encantos. Ella se sonrojó, devolviéndole una sonrisa tímida antes de marcharse.

Efectivamente, diez minutos más tarde el chico se encontraba pisando tierra americana de nuevo tras tres semanas en Italia. Buen vino, buena comida y buen sexo. Si le quitamos la parte de la misión casi podría haberse considerado como unas vacaciones. Pero hacía tiempo que las vacaciones para él no existían. O vivía una vida basada en ellas. Quitándole la parte delicada del asunto, viajaba gratis, se lo pagaban absolutamente todo y tenía gasto ilimitado en lo que quisiera. En todo lo que quisiera. Sonrió morbosamente ante este último pensamiento.

El coche de la Agencia ya le estaba esperando cuando el chico bajó del avión. Nevaba copiosamente, así que Chanyeol se subió la cremallera de su chaqueta de cuero negra y se apretó más contra el cuello la bufanda también negra, al igual que el resto de su vestuario; pantalones negros ajustados y unas botas de piel que le llegaban por encima de los tobillos. Lo único que no era negro era su mochila, de color baige. Entró sin más en el coche, que le llevó hasta la sede principal de la Agencia, situada en pleno Manhattan.

-Que bien tenerte de vuelta, Chanyeol-le saludó la recepcionista nada más entrar al edificio. Era una mujer de unos treinta años bastante atractiva, siempre vistiendo de una manera provocadora a que a Chanyeol nunca se le pasaba por alto. Éste le devolvió el saludo con una inclinación de cabeza y una leve sonrisa antes de continuar hacia su destino.

El despacho de su jefe se encontraba en la última planta del edificio. Cara al mundo no era más que un inmueble que podía ser desde una constructora hasta un laboratorio. La realidad era otra bien distinta. Escoltado por dos agentes uniformados de negro con camisa blanca y corbata subió por el ascensor hacia la planta deseada. “Planta dieciséis” cantó con voz monótona el ascensor una vez llegaron arriba. Chanyeol fue el único en abandonar el cubículo. El espacio que había frente a él era relativamente grande para tratarse de una simple recepción. El suelo tenía losas negras mientras que las paredes eran de un blanco inmaculado, interrumpido solamente por algunos cuadros abstractos de pintores que Chanyeol desconocía, pero que su jefe apreciaba y valoraba. Él solo veía manchas y líneas sin sentido. Pasó sin saludar a la recepcionista personal de su jefe entrando como siempre sin llamar a la puerta.

-¡Vaya, Yeollie, no te esperaba tan pronto! Pasa, pasa, hombre, no te quedes ahí plantado como un pasmarote-le dijo su jefe nada más entrar en la estancia. Hizo lo que le pidió, sentándose en uno de los sofás de cuero negro que había.

Su jefe abandonó su gran mesa de madera maciza y se sentó frente a él, encendiéndose el que seguramente no era el primer cigarrillo del día. Y eso que tan solo eran las siete de la mañana. Le observó detenidamente unos segundos, mientras echaba la primera bocanada de humo. No pasaba de los cuarenta años. Relativamente atractivo, con el pelo negro engominado hacia atrás y siempre pulcramente vestido. Tenía los ojos de un color azul intenso, que, aunque solía tener una sonrisa en los labios, moría antes de llegar a sus ojos, fríos y calculadores.

-He llegado y he decidido pasar antes de irme a casa-dijo Chanyeol mientras se recostaba en el sofá.

-Bien, bien, como veas, ya sabes que para ti siempre tengo tiempo Yeollie-contestó su jefe, sonriendo y mostrando su blanca dentadura-¿Qué tal el vuelo?-preguntó.

-Bien, el hecho de tener el avión para mí solo y cuatro azafatas a mi entera disposición le quita bastante peso negativo al tiempo que tengo que pasar encerrado-dijo, ladeando levemente la cabeza y haciendo un amago de sonrisa.

Su jefe rió antes de darle una buena calada a su cigarrillo y aplastarlo contra el cenicero, aunque aún quedara más de la mitad.

-¿Quieres darme el informe ahora o te vas a casa y vuelves cuándo estés más descansado?-preguntó.

-Para algo he venido aquí directamente-contestó mientras sacaba de su mochila una carpeta que ponía “Alessandro Manzotti” y se la tendía a su jefe. Éste hojeó con interés su interior mientras asentía varias veces la cabeza, dando su aprobación.

-¿Dónde lo hiciste?-preguntó sin levantar la vista de los papeles que tenía delante.

-En su casa, conseguí que sus guardaespaldas nos dejaran a solas esa noche. El muy imbécil pensó que me acostaría con él-dijo haciendo una mueca de disgusto-Fue un balazo limpio en la cabeza, como siempre-prosiguió sin atisbo de sentimientos en su voz.

-¿Alguien podrá relacionarlo contigo?-preguntó de nuevo, esta vez levantando la vista para mirarle.

-No creo, y aunque así sea, cambio de nombre en cada misión y vosotros os encargáis de hacer desaparecer todo aquello que tenga una mínima relación conmigo-contestó, levemente aburrido.

-Sí, pero ya sabes que cuanto menos tengamos que hacerlo, mejor. Además, no quiero que corras riesgos. Ya sabes que eres mi agente favorito-la última frase la dijo recorriendo a Chanyeol con lascivia en los ojos, pero el aludido fingió no darse cuenta. En su lugar, se levantó, dispuesto a marcharse. Su cabeza le pedía a gritos una buena ducha y muchas, pero muchas horas de sueño.

-¿Cuándo volverás?-volvió a preguntar su jefe, cerrando la carpeta y depositándola a un lado en el sofá.

-Cuando me necesitéis-y sin dar opción a su jefe a responder abandonó su despacho y el enorme edificio, decidiendo por esa vez coger el metro para llegar hasta su apartamento, situado en un edificio de lujo enfrente de Central Park. Vivía en el último piso, un ático con dos plantas, aunque la segunda la había habilitado para que fuera una terraza con una variedad de plantas exóticas que tanto le gustaban a Chanyeol. Las plantas eran vida. Y a él le hacía falta recordar que aún existía tal cosa.

Podía disfrutar de las plantas porque la gente de la Agencia se ocupaba de ellas. Ya que entraban en su casa igualmente para vigilar que no tenía nada “sospechoso”, que se jodieran y tuvieran que regarle las plantas. Hasta había pensado comprarse un perro, pero el animal tendría que pasar demasiado tiempo solo.

Con pereza tiró la mochila de cualquier manera en el sofá situado en medio del comedor, que era básicamente casi toda la totalidad de la casa. Era muy amplio, con un gran ventanal en la parte izquierda desde donde se veía el parque y donde estaba situada además la cocina, separada del comedor por una simple barra americana. Todo era de tonos grises y blancos, exceptuando el suelo que era de madera. El resto de la casa la componía su habitación y el baño.

No había demasiados muebles, ni siquiera una mesa para sentarse a comer. Las pocas veces que comía en su casa lo hacía en el sofá, ya que la mayor parte del tiempo lo pasaba viajando por medio mundo, así que no le importaba en exceso no poseer demasiado mobiliario. Se desvistió tirando la ropa de cualquier manera al suelo y se metió bajo el agua fría con el lema de la Agencia resonando en su cabeza. No cuestionas. No sientes. No existes.

 

Notas finales:

Bueno, espero que no os hayáis aburrido demasiado -3- Al principio se hace todo un poco pesado con la presentación de la trama y demás, pero conforme vaya avanzando será cada vez mejor *-* Al menos espero ><

 

 


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