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"Mejillas mullidas" por emina_paz

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Notas del fanfic:

 Es un Two-shot así que no será de esos fics que no actualizo durante meses, la segunda parte ya está, así que gracias a quien se debe el trabajo de leerlo XD

Notas del capitulo:

Si no tienen ganas de imaginar los personajes pueden entrar en este vinculo para verlos:

AQUÍ

Mejillas Mullidas

 

 

Rubén se miro en el espejo una vez más y suspiró, no tenía caso, por más que se esforzara con la ropa o con su peinado, no había nada que pudiese hacer con su cuerpo; su baja estatura, notable abdomen y mejillas regordetas... Ninguna de estas cosas se iría con la playera cuando se la quitase.

 

Se observó de pies a cabeza por última vez, sus zapatillas de lona azul y su pantalón negro combinaban muy bien con la camisa a cuadros (azul también) que llevaba –asintió en aprobación a su conjunto- continúo el análisis con su rostro; su piel pálida contrastaba con el café oscuro de sus ojos y su cabello –peinó su flequillo hacia un lado y dejó la otra parte tras su oreja-, era lo único que le gustaba de si, al menos su cabello no era un horror.

 

-Bueno, es lo máximo que puedo hacer.

 

Tomó su mochila y salió de su habitación para poder salir lo más silenciosamente posible de la casa, una vez logrado esto corrió para alejarse antes que su madre lo notara y lo hiciera volver para tomar el desayuno, quería mucho a su mamá, pero mientras menos comiera mejor para él.

Camino al colegio su estomago rugía de hambre, pero lo ignoraba, aunque el aroma del pan recién horneado que venía de las panaderías ya abiertas no ayudaba; debió aguantar la respiración al pasar por fuera de una de ellas, su hambre se volvería la de diez persona en una isla desierta  si tal olor llegaba a sus fosas nasales.

 

Cuando al fin logró estar a salvo en el colegio, pudo al fin estar en paz o por lo menos la poca paz que podía obtener recibiendo empujones y sobrenombres que le daban los atletas sin cerebro del lugar, hizo oídos sordos como siempre y fue a su primera clase, al menos teniendo tan prontamente su materia favorita lograría animarse un poco, ya ansiaba que su clase de arte comenzara.

 

Al entrar al salón fue directamente a ocupar el mejor puesto, ya conocía a la perfección los lugares estratégicos. Cuando se sentó sacó de inmediato su cuaderno de bosquejos y comenzó a dibujar; personajes extraños y criaturas de en sueño aparecieron de a poco en la hoja antes blanca, Rubén era un ávido fanático de los cuentos de hadas, su mayor sueño (luego del de ser delgado) sería caer en una madriguera de conejo y experimentar lo mismo que Alicia.

Mientras cambiaba la hoja porque la anterior ya la había completado, su estomago volvió a quejarse ruidosamente, ahora sumándose a ello las náuseas de la falta de comida, esto logró desconcentrarle y cerró los ojos para calmarse, vomitar o desmayarse no era algo que deseara con mucho ahínco.

 

-Hombre, parece que tuvieras una bestia enjaulada ahí dentro.

 

Volvió a abrir los ojos para encontrarse con los azules orbes de su mejor amigo fijos en él, suspiró, Vicente era el chico popular del colegio, alto, de cuerpo escultural, cabello rubio y una resplandeciente sonrisa juguetona que hacía caer a las chicas rendidas a sus pies, no comprendía por qué aun era su amigo.

 

-¿No es muy temprano para que ya estés aquí?

 

-Hola para ti también Rube, yo estoy muy bien gracias por preguntar –Bromeó el chico tomando lugar junto al bajito.

 

-Ya iba a eso, te me adelantaste.

 

-No seas mentiroso, desde que te conozco jamás me has saludado con propiedad.

 

-¿Para qué? No es como si fueras un conocido que veo de vez en cuando... –Le contestó volviendo a prestarle atención a su cuaderno.

 

Rubén volvió a sumergirse en su mundo y Vicente sólo mataba el tiempo jugando con una manzana de fuerte color rojo que sacó de su mochila; pasándosela de una mano a la otra como si fuera una pelota, aburrido, pero ya acostumbrado a la forma de ser de su amigo.

 

-¿Podrías para con eso por favor? Me desconcentras –Se quejó luego de un rato de oír la fruta chocando con las palmas del otro.

 

-Pero me aburro.

 

-Dibuja un rato.

 

-No me gusta dibujar y no soy bueno como tú en ello tampoco, lo sabes –Hizo un puchero mirándole con reproche por no recordarlo.

 

-¿Por qué te inscribiste para este electivo entonces? –Rubén despegó la vista y le miro inquisitivo- Siempre he tenido esa duda, podrías estar en el club de atletismo a esta hora, eres bueno en ello.

 

El rubio paró todo movimiento con la manzana y su rostro tomó levemente el color de esta sin que él pudiera evitarlo.

 

-Tengo mis razones –Contestó al fin y apartando la vista le tendió el fruto- Ten –Su amigo le miro dudoso- De seguro te saltaste el desayuno de nuevo, cómetela antes que el maestro llegue.

 

-No quiero, estoy bien así.

 

-Rubén Alejandro Sepúlveda Vera, te la comes o no vuelves a ver tu cuaderno –Le amenazó al tiempo que lo tomaba ante la sorprendida mirada de este.

 

-¡Eh! –Se quejó el bajito tratando de arrebatárselo- ¡Devuélvemelo!

 

-No –Dijo resuelto guardándoselo en su propia mochila- Cómetela y luego hablamos –Volvió a tenderle la manzana y su amigo la tomó a regañadientes para empezar a comer con rapidez- ¿Ves que no era tan difícil? –Le sonrió mientras descansaba su cabeza en una mano y con la otra le picaba en la mejilla.

 

-No hagas eso –Odiaba que tocaran sus mejillas, es como si le resaltaran la gordura en ellas.

 

-No seas un ogro, tus mejillas son suavecitas, así que déjame –El otro le gruñó, pero no le apartó la mano y él feliz de la vida siguió con lo suyo.

 

El timbre se dejó oír justo en el momento que Rubén acababa de comer y recuperaba su cuaderno, el salón se comenzó a llenar y quienes pasaban daban animados saludos a Vicente ignorando a Rubén como si no hubiese nadie ahí, eso ya no le molestó como en un principio lo hacía, estaba acostumbrado y al menos estando al lado de su amigo no le decían sobrenombres así que eso ya era un cambio agradable, aunque tampoco es que no sintiera una leve punzada de dolor con esto.

 

La clase del día era dibujar un busto que el profesor les había dejado en un pedestal en el centro, era una figura griega; un anciano de rostro sabio y una barba prominente, uno de los grandes pensadores sin duda. Rubén se sentía feliz en su elemento, de por si la clase era entretenida, pero era aun mejor porque el maestro era amable con él, siempre le sonreía y tenía pequeños detalles que denotaban su preferencia sobre la del resto, como el dejar que el rostro de la figura quedase en su dirección para así tener más material para dibujar, él lo asociaba al hecho de que el Sr. Rossel era un chico joven recién salido de la universidad, con el cual no tenía una gran diferencia de edad y compartían gustos en común en cuanto al arte, si alguna vez se vieran fuera del colegio con seguridad podrían llegar a ser buenos amigos.

 

-Aish es imposible... –Vicente logró captar la atención de su amigo al lamentarse- Es como si alguien hubiese tomado la cara de Platón y la hubiese estampado contra un muro –Le miro compungido- No tengo talento para esto, Rube dame algún consejo por favor...

 

Su amigo apartó la mirada del adorable puchero que Vicente hacia cada vez que algo no era de su agrado y la posó en el cuaderno de este, la descripción de la cara de Platón que le había dado no estaba muy lejos de la realidad, era como si hubiese tenido un serio accidente automovilístico y su cara había sido la más afectada, reprimió una carcajada, Vicente era un asco para dibujar.

 

-No te rías –Se cruzó de brazos mirándole seriamente- No es mi culpa no ser el próximo Picasso como otro.

 

-Se me hace que nunca has visto un cuadro de Picasso –Se burló de él con una sonrisa- De hecho si podrías llegar a ser como él si continúas en este nivel.

 

-No he visto, pero se me hace que eso ha sido alguna clase de insulto –Sin que su amigo lo esperara le agarró ambas mejillas para apretárselas- No te hagas el chistosito Rube...

 

-¡Ah! ¡Eso duele! –Se quejó con lagrimitas de dolor en los ojos- ¡Déjame!

 

-Es tu castigo por reírte de mí –Dijo con una sonrisa el otro- Además así aprovecho de apretar estas mullidas almohaditas...

 

-Sr. Sáez le sugiero que suelte prontamente al Sr. Sepúlveda si no quiere ganarse unas horas de detención –El maestro se plantó frente a ellos con los brazos cruzados mirándoles escrutador.

 

-Lo siento señor –El ojiazul soltó con prontitud a su amigo- Sólo jugábamos.

 

-Este es un salón de clases no un patio de juegos –Le regañó y miro a su compañero luego suavizando la expresión- ¿Estás bien?  

 

-Sí señor, no se preocupe –Respondió acariciándose las mejillas- No fue nada en verdad –Agregó luego con una sonrisa mientras le daba una patada nada disimulada a Vicente por debajo de la mesa.

 

-¡Au! –Se quejó el otro.

 

-Bueno, me alegra que esté bien –Comentó el profesor con una sonrisa de complicidad dirigiéndose a su escritorio.

 

-No me agrada este maestro –Se quejó Vicente sobándose la pierna- Es todo un rarito, te trata como si fueras una de esas pinturas caras que trae a veces.

 

-Sólo lo dices porque por una vez un profesor no tiene preferencias contigo –Contestó su amigo volviendo a prestar atención a su dibujo con las mejillas aun rojas.

 

-No me interesa llevarme bien con alguien como él... –Masculló regresando él a lo suyo también.

 

La hora de clase avanzó con prontitud, logrando que todos despegasen a vista de sus dibujos y volvieran a la realidad, la mayoría tal como Vicente descontentos con sus resultados.

 

-No olviden escribir su nombre detrás de la hoja antes de entregármela –Les decía el profesor de pie tras su mesón- No soy adivino para saber a quién pertenecen...

 

-Daría igual si no lo presento –El rubio evaluaba su creación- Será un cero se lo entregue o no.

 

-No está tan mal –Trató de animarle Rubén- Cada uno tiene una interpretación diferente de la realidad y está es la tuya...

 

-Bueno si lo dices así –El alto sonrió levemente.

 

-Aunque la tuya es una extraña y casi abstracta forma de ver el mundo –Comentó con una risita.

 

-Tenías que seguir atacando mi ánimo –Suspiró Vicente- Bueno, ya vamos a entregárselos mejor –Le pasó un brazo por el hombro para caminar hasta el frente.

 

-Bien Sáez, me alegra que sigas esforzándote así –Dijo el maestro al recibir su hoja- Muchas otras personas al carecer de talento ya se hubiesen rendido, pero tu jamás faltas a una clase.

 

-Ehm ¿Gracias? –Contestó el aludido sin saber bien que decir a eso- Bueno, hasta la próxima, señor –Agregó cuando este recibía el dibujo de su amigo y se encaminó con él hacia la puerta.

 

-Espera –Ambos se giraron- Sepúlveda me gustaría hablar contigo un momento... A solas –Añadió viendo que Vicente no se movía.

 

-Señor, sea lo que sea Rubén me lo dirá después así que no sé cuál es el caso –Dijo este mirándole serio.

 

El maestro miro al bajito que sólo se encogió de hombros.

 

-Tiene razón –

 

-Está bien –Soltó al ver que no tendría opción y se puso a rebuscar entre sus cuadernos- Este sábado habrá una exposición en la galería de arte del centro –Le comunicó aun revolviendo entre los papeles- Y me preguntaba si te gustaría acompañarme –Dijo al fin mostrándole dos coloridas entradas.

 

Ambos chicos lo observaron atónitos, claro que los dos con pensamientos muy diferentes el uno del otro.

 

-¿Quiere ir conmigo señor? –Preguntó aun sorprendido Rubén- ¿En serio?

 

-Soy nuevo en esta ciudad y no conozco muchas personas, menos con el amor al arte que tienes tú Rubén –Explicó- Creo que sería una velada agradable si la pudiese compartir con mi estudiante más aplicado –Le regaló una sonrisa.

 

-Oh –Rubén estaba algo avergonzado, su maestro le tenía más en cuenta de lo que él había pensado.

 

-Puedes responderme en la semana si quieres –Se apresuró a agregar el mayor- Debe ser una extraña invitación viniendo de un maestro.

 

-Hum, está bien –El menor contestó nervioso- La próxima clase le responderé señor.

 

-Ok –Dijo con ánimo el maestro- Pueden irse ahora chicos, ya les robé bastante de su receso –Guardó las entradas en uno de los cajones- Suerte en su próxima clase –Les deseó al verlos salir.

 

-Eso fue un taaaanto extraño –Comentó Vicente mientras avanzaban por el pasillo.

 

-La exposición de Orsay ¿Puedes creerlo? –Dijo su amigo sobreexcitado.

 

-¿Qué? –El rubio no entendía nada- No me digas que estas pensando ir.

 

-Desde que supe de ella que estaba deseando ir –Comentó el bajito- Pero las entradas son caras y difíciles de conseguir, no creí que se me presentase esta oportunidad...

 

-Hum –Vicente se quedó pensativo un momento- Adelántate tengo algo que hacer ahora –Le comunicó deteniéndose de repente- Nos vemos en clase ¡Guárdame un lugar! –Le gritó cuando ya se había alejado bastante.

 

El otro le vio alejarse extrañado, Vicente era raro a veces, pero bueno, todo el mundo tenía sus rarezas, se encogió de hombros.

 

-No entiendo porque Vicente anda siempre con él... –Escuchó a una chica que estaba en frente de él comentar.

 

Agachó la cabeza, no era la primera vez que lo oía.

 

-Caridad quizás –Oyó a su amiga contestar- O tal vez le gusta el contraste entre ambos, Vicente resalta mil veces más a su lado...

 

Entre las risas de ambas se alejó, esa quizás era la razón más probable para que él otro fuese su amigo, porque no era como si tuviesen algo en común. Se miro en el reflejo de uno de los vidrios y un tipo poca cosa le devolvió la mirada, ¿Vicente le haría un favor al estar con él o sólo se burlaba?

 

Cabizbajo entró al salón de historia y se sentó en los últimos puestos hasta atrás, dándole vueltas una y otra vez al asunto, para cuando el timbre anunció el fin del receso, su mente había logrado que su autoestima llegase a niveles tan bajos que era alarmante.

 

Vio a Vicente entrar saludando a todo el mundo y sonriendo al verle a él.

¿A qué se debería su sonrisa?

 

 

Continuará.


Notas finales:

 Si alguien lo leyo gracias >< y ps ya saben, comentario, consulta, insulto, o si simplemente quieren preguntar la suerte (?) en el cuadro de abajo ><


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