2017- Junio
4 solitarios años habían transcurrido desde el fatídico día en donde faltaron despedidas y sobraron penas. 4 años en los que no pasó ni un día en que no recordase a ese joven, ni un día en que no se preguntara “Por que no fui yo?”
Era una mañana gélida y espectral en el camposanto, el sol se escondía tímidamente entre los halos de neblina. El aire húmedo y fresco generaban un frio polar que te calaba los huesos. Ahí entre la niebla, la corpulenta y bien formada figura de Chris Redfield se mantenía en soledad. Con un ramo de delicadas flores, que contrastaban con la firmeza de sus rugosas y ásperas manos. Se encontraba parado a los pies de una tumba pulida y con aspecto de nueva. Con un semblante serio, contemplaba la lapida, pequeña y humilde, que a duras penas pretendía representar a un gran soldado y a un magnifico y bondadoso ser humano.
Sin decir palabra alguna, acarició la pálida tumba con la palma de su mano, sacando el polvo que se había acumulado. tomó los despojos marchitos de las anteriores flores mientras maldecía para si mismo ¿ Así recordaban a Piers? ¿¡Muerto y sin color?! Refunfuñó mientras dejaba el nuevo ramo de flores, lleno de colores y de vida, incluso aún caían pequeñas gotas del rociador con el que las cuidaban. Las flores, tan tersas y finas recordaban al muchacho.. a su forma de amar, a su forma de cuidarlo.
-Estas te representan más... Muchacho... - Dijo en un tono bajo, como si solo él y la lapida compartiesen la conversación Llevó las manos a los bolsillos de su chaqueta de cuero negro... recordó ese momento donde se cruzaron las miradas en el bar, recordó el movimiento de sus labios al comer, al gesticular con enojo... recordaba sus gestos de enojo, de berrinche, incluso sus sonrisas más pequeñas y sus sonrojos más mínimos
Los recuerdos fueron rápidos y fugaces, un chispazo recordó también como lo conoció, como fue que esa pequeña lucecita había entrado en su vida. Se acomodo para contemplar la tumba, aún recordando con añoranza los días más felices de su vida. Fue en un segundo que en sus ojos se agolparon las lágrimas, esas pequeñas gotas eran la forma tangible de sus dolores y tristezas más ocultas de su mente. Si, la leyenda en viva, la maravilla de la BSAA, quien había pisado los peores lugares de la tierra, abatido con los monstruos más increíblemente horribles, el increíble Chris Redfield... estaba llorando. Lloraba por no haber actuado mejor antes.... por no haber dicho las cosas que debía haber dicho, por no haber amado a ese joven como debió mientras tuvo la posibilidad. Recodo el contacto de sus manos, de sus labios. Recordó el día en que el muchacho le dijo por primera vez, que él sería a quien amaría hasta la muerte, pero lo que Piers no sabría jamás, es que él lo seguía amando, aún después de muerto. Aunque hayan pasado 4 años, seguía recordando ese primer encuentro, esa primera mirada, ese primer contacto de sus pieles... aún recordaba su aroma incluso, mantenía en sus memorias el sonido de su voz, tan dulce y melodiosa.
Bajo la cabeza y dos pequeñas lágrimas nacieron en sus ojos, y murieron en el suelo, al estrellarse contra el césped Así de fugaz había sido la vida para Piers, quien siguiendo sus sueños de salvar al mundo y acabar con el bio-terrorismo, había ingresado a la BSAA confiando con la inocencia de un niño que sigue a sus padres, había acabado así: Muerto por la negligencia de su capitán
La fría brisa invernal remoloneó con su cabello, que dejaba ver ya, a pesar de su edad, los primeros hilos de plata. Llevo una mano a su cabeza y siguió maldiciendo en su interior. Que injusta podía ser la vida a veces, él ya con sus 44 años cumplidos, y al que lloraban, apenas si pisaba los 26 el día que abandonó su lado para ir a combatir el mal en lugares donde nada podría herirlo ya nunca más. La fría coraza de masculinidad que recubría su corazón, sucumbió ante los recuerdos tan cálidos del amor que este pequeño le había brindado, casi 8 años atrás...