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Lolita por Kuran Mikaode

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Notas del fanfic:

Hola mis amorcitos~

Advertencias:

Crossdressing, personaje trap, transvestismo.

MiinaSasu (al comienzo)

Kakasasu (leve)

Bien yo sé que les gusta, pero es mejor advertirlo.

Contenido sexual explicito.

Relaciones sexuales y/o romanticas entre un adulto y unmenor de edad (Chan).

Sin más, besos y ronroneos~

Notas del capitulo:

Bueno.

Sasuke se saltó un año. En Japón estudían 12 años así: 6 de primaria, 3 de Secundaría o media, 3 de preparatoria o superior. El año que Sasuke se saltó fue 1 de preparatorio o el 10, así que él paso de 9 a 11.

 

Qué mas. traté de tomar en cuenta todas las sugerencias que me dieron, y de hacerme feliz, haré las cosas como son.

 

Oh nenas! Para ustedes el cap más largo que he escrito, 23 pg de sensualidad pura y un Uchiha-Ohimesama *O*

PD: Esta de madrugada no se de que hablo. XD

LOLITA

Kuran Mikaode

 

 

Capitulo uno.

Espejos.

 

Movió su mano con vehemencia sobre su miembro. Su cuerpo estaba empapado de sudor y sus cabellos largos y negros se pegaban a su rostro ardiente. La imagen en su mente era nítida, podía imaginarla con su largo cabello rojo pegado por completo a su cuerpo húmedo mientras gemía bajo su propio cuerpo. En su mente tocaba sus senos, sus senos firmes y tersos, podía imaginarlos perfectamente, cálidos y suaves. Aumentó el ritmo. No quería pensar en nada más, sólo en ella, porque de una u otra forma en esas últimas semanas Karin se había convertido en su vía de escape.

Sasuke gimió con fuerza, estaba solo en casa, nadie lo escucharía. Su mano pálida se movía rápidamente sobre su miembro erecto, el contacto de la piel caliente y sensible de esa zona con la frialdad del tacto de su mano aumentaba su placer.

¿Sería acaso aquello demasiado vulgar?

Cerró los ojos con fuerzas para concentrarse en las imágenes producidas por el libido de su mente para no dudar de sus actos. Karin gemía y gritaba con fuerza en su imaginación, arqueaba la espalda y cerraba sus ojos ocultándole su perversa mirada. Masajeó un poco más fuerte en la punta, le gustaba que fuese un poco rudo. Sentía el orgasmo cerca, se encontraba en la cúspide del clímax. Recordó el beso de Karin aquella tarde, le había besado enfrente de todos, incluso de su padre. Apretó un poco más su pene tratando de espabilar su mente; el pre-semen ya había escurrido por todo el falo y lubricado su mano, estaba cerca muy cerca.

—Agh… —Arqueó la espalda con ímpetu y se contuvo de gemir más fuerte mordiendo su antebrazo. Estaba cansado, había sido un día muy largo, demasiados sucesos para un solo día— ¡Ah-ahg m-maldición! —Gritó en un susurro, mientras se corría mirando los ojos de la Karin de su imaginación –Sasuke había decidido llamarla No-Karin- notó que los ojos rojos fuegos de la chica eran más bien un par de zafiros vivientes. Llevaba días evocando a su No-Karin cada vez que su mano inquieta se sumergía bajo su ropa interior, pero nunca sería lo mismo, gastaba más fuerza y concentración tratando de evitar que la imagen de Minato surgiera en su mente rebelde que en darse placer, cada vez quedaba más insatisfecho.

Se levantó de la cama apenas pudo regular su respiración, detestaba sentir su cuerpo sudoroso, se sentía pegajoso y sucio, muy sucio. Tomó el paquete de toallitas húmedas que reposaba en el mesita de noche ubicada en el lateral izquierdo de su cama, limpió su mano y se dirigió al espejo de cuerpo entero de su habitación. Observó minuciosamente su reflejo, su falda se había salpicado un poco y su rostro aún estaba sonrojado, no había nada más fuera de su lugar. Se desvistió frente el espejo lentamente, repasando cada detalle, escrudiñando cada lugar de su cuerpo; así como todos los días, se le había hecho costumbre. Lo hacía todo el tiempo, esperando encontrar una anomalía, algo diferente, pero siempre todo seguía igual, nunca nada cambiaba. Tomó un mechón de su cabello que volvía a ser negro, cuando cumplió quince años, en un acto de rebeldía, decidió tinturarlo de celeste, pero dos días antes volvió a su tono original para tener una razón para sentirse diferente el día de sus cumpleaños.

Suspiró abatido.

Dieciséis años viviendo en una mentira.

Arrastró sus pies hacía el baño de su habitación, por alguna razón no le gustaba andar completamente desnudo. Las baldosas del baño estaban frías. Sasuke aún no lograba comprender por qué los baños eran tan frescos. Se quitó la ropa interior, utilizaba pantaletas de mujer, a la larga sería extraño que comprara ropa interior masculina o que su padre o hermano lo hicieran por él, lo prefería así, se sentía cómodo de esa manera.

Tan confundido como un niño pequeño, Sasuke giró el grifo de la ducha y dejó que la lluvia de gotas frías cayera sobre su cuerpo. Al día siguiente saldría a vacaciones de verano, pero él no asistiría al colegio, en realidad, no asistiría a ese colegio nunca más. Sería extraño, o más bien incomodo, la chica nueva que llega a mitad de curso; estaba en segundo año, faltaba poco más de un año y seis meses para que se graduase, su padre estaba siendo extremista. ¿Quizás si Minato hablara con su padre…?. Negó efusivamente con la cabeza dejando que el agua mojara su cabello. Minato ni siquiera debía de enterarse, si lo hacía estaría aún más lejos de contentarse con él, sí no se hubieran peleado, Sasuke no le habría dejado camino libre a Karin para que hiciera lo que hizo. Algún día tendría que pasar, se consoló. Karin le gustaba desde que se saltó un curso y le inscribieron a primero, fue la primera persona que le gustó, no es que se hubiera enamorado de Karin, en realidad habían muchos detalles de su personalidad que no sólo le molestaban, odiaba, lo que le gustaba de Karin era su cuerpo.

Apoyó, su frente en los azulejos. Tenía dieciséis, debería estar feliz, pero no era así, el día anterior no fue el más feliz de su vida, aunque se esmeró en mostrar felicidad ante sus familiares, sobre todo mientras cortaba el pastel y le cantaban Happy Birthday. Minato se había presentado muy formal media hora tarde, le felicitó de una forma un tanto parca y se perdió de su radal visual para hablar con su padre. Odiaba sentirlo tan lejos, cuando con unas simples palabras podía tenerlo tan cerca. Sasuke odiaba su maldito orgullo y su incapacidad de decir las cosas realmente importantes. Untó sus manos de jabón y se refregó todo el cuerpo con la esponja.

La pelea había sido un tanto tonta, no, más bien estúpida. Se había enojado por un par de palabras bien intencionadas que ni tan siquiera iban dirigidas a él y mucho menos en ese sentido.

«[…] El amor no es suficiente.»

Esas palabras habían llegado a él como un golpe seco y silencioso, un golpe que además de dolor había esparcido por su cuerpo una ira sorda que no demoró en estallar. No sólo se había sentido identificado, sino que las palabras habían dado certeras en su latente y nata inseguridad.

Apretó sus puños con fuerza, si Minato conocía la razón de su enfado ¿por qué no se había disculpado? No sólo era orgullo lo que detenía a Sasuke de dar el primer paso, también en ello había duda, más duda que orgullo. Se atrofiaba de preguntas e incógnitas que ni él mismo sabía cómo responder. Quizás el amor no era suficiente como Minato decía, no le valía tanto el hecho de que lo amase por el hecho de que no podía darle lo que necesitaba, lo que Minato quería y que su esposa si le podía dar. O, tal vez, se había arrepentido, se había dado cuenta de que no valía la pena tirar por la borda el amor, la confianza, amistad, aprecio y el cariño compartido incluso desde antes que él mismo Sasuke naciera, sólo por una aventura, una ilusión superficial de amor. También cabía el hecho de que Minato nunca le hubiese amado y sólo buscase sexo, algo diferente de lo que en su casa obtendría con demasiada facilidad; incluso Sasuke concluyó que la amistad de tantos años que sostenía con su padre le estaba pesando sobre los hombros y lo sumía en la culpa. Sasuke pensaba y pensaba en mil y un razones pero nunca sabría cuál era la correcta, no si seguía actuando de esa forma: aparentando indiferencia.

Embadurnó sus manos con shampoo y masajeó su cabello mojado. No era que no quisiera arreglar las cosas y mucho menos que su amor por mi Minato no fuera verdadero, era sólo que el temor a la verdad y al rechazo podía más con sus convicciones. Porque la verdad era que detrás de ese porte elegante y seguro, detrás de todo esa destreza y altanería, detrás del orgullo y la petulancia, detrás de todo eso había una inseguridad tan mal resguardada que sólo terminaba haciéndole daño. Su mente, su mayor némesis.

Apoyó la frente en los azulejos y dejó que el agua enjuagara el shampoo de su cabeza y, si tenía algo de suerte, sus ideas. Abrió los ojos y observó sus dedos arrugados como si se tratasen de blancas e insaturadas pasas, había pasado ya demasiado tiempo bajo el agua así que optó por cerrar la llave y salir de la ducha. Dejando pequeños charcos a cada paso, se puso frente el espejo del baño y, con un secador y un cepillo de cabello, comenzó a secar su larga melena mojada, detestaba sentir que su cabello húmedo se le pegara al cuerpo.

Se decidió por reproducir su play list favorita para acompañar el estridente sonido del secador. Miró la hora y concordó en que tenía tiempo de sobra, a decir verdad, a Sasuke le gustaba estar listo por lo menos media hora antes, pues en su larga lista de cosas que le desagradaban también se podía encontrar el hecho de que le discrepaba dejar que le cogiera el tiempo para hacer cualquier cosa. Comenzó a desesperarse cuando notó que llevaba más de quince minutos realizando la misma actividad y aún no terminaba, le dolían los brazos. Sasuke tenía el cabello muy largo, casi a la altura de su trasero, la idea de cortarlo se le hizo tentadora, pero aún así decidió esperar un tiempo, Itachi había llegado hacía dos días y ya había presenciado demasiados cambios en su cuerpo.

Aún con la toalla envolviendo su cuerpo y el cabello a medio secar, Sasuke salió de su habitación y atravesó el largo pasillo dejando pequeñas señas de húmeda en la alfombra fibrosa y abullonada que cubría parte del corredor, para así dirigirse a la habitación de su padre. Sopesó la idea unos segundos, hacía mucho que no entraba a ese lugar y no era que la idea realmente le emocionara. Suspiró. Posó su pálida mano sobre el pomo de la puerta y, cerrando sus ojos obsidianas con fuerza, abrió la puerta. Todo seguía igual que siempre, las innumerables prendas de vestir colgadas cubriendo en su totalidad la pared del fondo y la mitad de las paredes laterales, la cantidad de espejos era exuberante y, aunque Sasuke se negase a admitir incluso ante él mismo, le sorprendía gratamente la cantidad de productos que permanecían en perfecto orden acomodados sobre la amplia mesa del tocador.

Parado en medio de la estancia, se quitó la toalla y dejó descubierta su desnudes. Sus ojos no tardaron en escanear su cuerpo, esta vez, desde todos los ángulos que la espejería le concedió. Sasuke aparentaba ser una chica en toda la regla, pero cuando estaba desnudo podía demostrar que aquella afirmación no era más que mera apariencia, puesto que había ciertas partes de su cuerpo que desentonaban con el concepto de mujer e incluso hembra. Se recogió el cabello con una de sus manos y se acercó al espejo, no era el cabello largo, la ropa y los diversos accesorios que complementaban su indumentaria lo que le hacían parecer una mujer; porqué incluso ahora, despojado de todos aquellos agregados, dejando de lado su pecho plano y su flácido miembro que colgaba entre sus piernas, incluso Sasuke hubiese dicho «¡He ahí una chica!». Frunció el ceño, parte de esto se debía a la cantidad de estrógeno y de más hormonas medicamente recetadas y, además, la dieta baja en proteínas que ejecutaba para que la característica musculatura masculina no se desarrollara.

Soltó sus cabellos y se dirigió hacia el tocador, a por lo que venía. Abrió algunos de los cajones hasta encontrar, apretujados en una bolsa de plástico trasparente, unos rulos. Se puso nuevamente la toalla y se sentó frente al tocador para empezar la larga y laboriosa tarea de envolver su cabello en aquellos cilindros de plástico. Una vez hubo terminado se dirigió de vuelta a su habitación para vestirse. Era primero de Agosto, viernes y ese día oficialmente todos los estudiantes de Japón empezaban las tan anheladas vacaciones de verano, un mes en el que trataría de organizar sus ideas y, por qué no, su vida amorosa antes de comenzar una etapa diferente de su vida, dieciséis años y un nuevo colegio. Torció los labios mientras se enfundaba en un par de shorts holgados, le seguía pareciendo excesiva la reacción de su padre, sólo se habían besado, no había pasado nada más. Un sentimiento de impotencia se apoderó de él, ese pequeño e impulsivo beso a las afueras del colegio con Karin le habían traído demasiadas repercusiones; trató de ser positivo, sí tenía algo de suerte no la volvería a ver.

Con cierto grado de timidez, se dedicó a acomodar sus pechos falsos, llevaba dos años haciéndolo, pero aun así le daba algo de vergüenza. Caminó hasta su escritorio y encendió su computador para esperar que su cabello se ondulara, eran las siete de la noche, pero el sol seguía brillando través de su ventana. No había nada interesante que hacer, sólo un mensaje de Suigetsu que quería confirmar si asistiría a la reunión de esa noche.

Hastiado y reconociéndose como una persona poco paciente se dirigió de nuevo a la habitación de su padre, esta vez con los audífonos en sus oídos para distraerse con un poco de música de la silenciosa soledad que reinaba en el lugar. Abrió la puerta blanca que desentonaba completamente con lo masculino de la habitación, no le parecía extraño que su padre aún conservara todas esas cosas. Volvió a sentarse frente el espejo del tocador, paseo su vista por todos las cosas que se erguían sobre él topándose con toda clase de cosas, perfumes, desodorante, cremas, maquillaje, laca y una caja en la que comprobó que se encontraban sus joyas. Cerró los ojos un momento y cambió la canción que estaba sonando. Decidido a hacerse de algo más de tiempo con los estorbosos tubos en su cabello, revisó nuevamente la mesa del tocador hasta decidirse por tomar un labial de color rojo y aplicarlo sobre sus labios. Suspiró, le sentaba bien ese color. No encontrando en que más dilapidar el tiempo comenzó soltar su cabello utilizando deliberadamente más tiempo del necesario para hacerlo.

—Te pareces mucho a ella —La voz de su padre tras de sí lo sobresaltó—, cuando eras mucho más pequeño solías pasar mucho tiempo acá.

Con parsimoniosa calma y sin girarse a ver a su padre, Sasuke se sacó los audífonos y recogió hacia atrás los mechones delanteros de su cabello, que si bien no eran tan largos como el resto, eran lo suficiente largos como para que le resultara estorboso dejárselos caer por el rostro.

—Es consiente de que no soy ella y de que nunca lo seré. —Le dijo en un tono lúgubremente monocorde.

Fugaku bufó.

—Sasuke… —Le dijo en tono reprímete— Ya hemos hablado de esto.

—No —Le espetó girándose a mirarlo—. No hemos hablado de nada, nunca me escucha.

Fugaku se obligó a relajar su postura y se acercó a su hijo pequeño.

—Yo no quiero que te parezcas a tu madre —Le dijo suavemente acariciándole el cabello—. Sólo… es complicado. —El hombre cerró los ojos, después de dieciséis años viendo a su hijo crecer de una manera poco sana que él mismo le había impuesto su convicción flaqueaba, él era un hombre y como ser humano cometía errores, pero esta vez no sabía cómo remediarlos. No podía simplemente de un momento a otro remediar la situación dejar que las cosas fueran como siempre debieron ser, no sería sano para su hijo y aunque su hijo en su etapa de rebeldía y su posición altanera no lo creyese, para él lo más importante eran sus hijos y como padre quería lo mejor para ellos. Debía dejar que todo siguiera su curso, Sasuke seguiría creciendo y cuando madurase lo suficiente tomaría la decisión que creyera conveniente. Fugaku sólo esperaba que todo saliera bien y que su hijo fuese feliz.

Sasuke cruzó los brazos sobre su pecho y frunció los labios. Ella no era su madre, sólo era la mujer que lo trajo al mundo y que, con su muerte, cambió el curso de su vida. Se levantó de la silla conteniendo el impulso de espetarle aquellas palabras a su padre, sabía que lo heriría.

—Te ves muy bien. ¿Vas a salir? —A sabiendas de que Sasuke no diría nada más Fugaku se aventuró a empezar una nueva conversación.

—Sí, no demoraré.

—¿Iras con esos chicos? —Preguntó sin poder ocultar su molestia.

—Sí papá, saldré con “esos chicos”. —Se ofuscó, sabía que su padre se refería a Juugo y Suigetsu.

Fugaku frunció el ceño y rebuscó en su bolsillo trasero, Sasuke al observar el gesto negó con la cabeza, no necesitaba dinero.

—Yo sé que aún estás enojado por lo del otro día, pero debes entenderme hijo. —Fugaku le tendió un par de billetes.

Sasuke calló, era mejor no decir lo que pensaba. Estaba cansado tener que ser quien entendiera, quien se callaba lo que pensaba y sólo acataba. Se sentía encerrado, preso en una jaula de cristal cuyas paredes transparentes no le permitían dimensionar hasta donde lo limitaba su captor, quizás esa era la razón de su rebeldía, sólo quería saber hasta dónde se le permitiría llegar. Sasuke tomó el dinero y se lo guardó en uno de sus bolsillos delanteros. Él no era una persona que se caracterizase precisamente por complacer a los demás.

—Nos vemos más tarde. —Dijo al fin y prosiguió a abandonar la habitación.

—Sasuke —La voz de su padre resonó grave y autoritaria—. Aunque tú no lo creas, yo sólo quiero lo mejor para ti…

Sasuke, quien había detenido su andar, se sintió mucho más pequeño de lo que era a comparación de su padre. De alguna manera, cuando Fugaku le hablaba de esa forma tan sincera, dejaba de sentir que la víctima era él, e, incluso, se sentía como un crio malcriado con ansias de llamar la atención.

—No consumo drogas ni bebo alcohol y tampoco asisto a orgias. —Ya era algo inherente. Era casi como si se sintiera pequeño y acorralado, justo como si a la mínima sensación de peligro esa habilidad nata en él saliera a flote.

Fugaku frunció aún más el ceño y la línea de sus labios se volvió tensa, no era momento para reñirle, se dijo. Sí quería dar el siguiente paso en esas innumerables conversaciones a medias que siempre terminaban en disgustos. Esta vez daría su brazo a torcer.

—Sólo digo que hay una forma mejor y correcta de hacer las cosas.

—¿Correctas para quién? —Se atrevió a decir, estaba llegando a su límite. Estaba cansado de que todos le dijeran que hacer, como hacerlo y que tal cosa era mejor para él.

No queriendo escuchar la sarta de regaños que su padre le daría, se apresuró a salir de la habitación. Corrió por el pasillo y, en un movimiento brusco, cerró la puerta de su habitación y le puso seguro. Apretó sus puños con fuerza enterrándose dolorosamente las uñas en las palmas de sus manos mientras lágrimas furiosas surcaban por su rostro, estaba cansado de callar, cansado de escuchar y forzarse a entender. Nadie lo escuchaba, nadie callaba para él y mucho menos intentaban entenderlo.

Se puso la blusa que reposaba sobre la cama, tomó su celular y su billetera para luego abrir cuidadosamente la puerta de su habitación,  miró a través del pasillo para percatarse de que su padre no estuviera cerca, cerró la puerta tras de sí y caminó hasta la habitación de Itachi intentando ser sigiloso. Entrar a la habitación de Itachi ahora que él había vuelto a casa, le daba la inquietante sensación de estar irrumpiendo en su privacidad. Chasqueó la lengua había olvidado tomar sus zapatos, rebuscó entre las cosas de su hermano, podía escuchar los pasos de su padre recorriendo el pasillo quizás se dirigía a su habitación, sabía que no encontraría nada, pero necesitaba hacerse de tiempo. Se sentía tonto de esa forma, escondiéndose de su padre como si le temiera, pero, realmente no quería hablar con su padre y mucho menos quería verlo. Su teléfono celular vibró en su bolsillo.

«No es propio de Uchiha Sasuke llegar tarde.»

Versaba el mensaje que le mando Suigetsu. Sasuke corroboró la hora y en efecto estaba retrasado.

«Me demorare un tanto más.»

Le respondió. Tampoco había tomado sus llaves del jarrón que estaba ubicado en la mesa del gekan.

«Entonces vete de una vez al Big Boy.»

 

 

***

 

Estuvo confinado en la habitación de Itachi alrededor de media hora más, no fue hasta que escuchó el rugir del auto de su padre que dejo su escondite. Estaba cansado, las sandalias que llevaba puestas no eran muy cómodas para caminar, no sabía utilizar el sistema de buses y la opción de tomar el tren solo le causaba desasosiego. Hacía bastante calor, su blusa estaba levemente transpirada y su frente se encontraba completamente perlada de sudor, caminaba por la zona comercial puesto que su casa no estaba muy lejos del centro. Arrastró los pies y entró a un local.

—Una botella de agua y una caja de chicles, por favor. —Pidió en la caja del pequeño autoservicio, que al parecer de Sasuke, parecía más una tienda de barrio.

El hombre tras el mostrador le sonrió y asintió a su petición.

—¿Cuánto por una caja de cigarrillos, viejo? —La inconfundible y sinuosa voz de Suigetsu resonó a sus espaldas martillándole los oídos.

—Tu voz es bastante molesta. —Dijo simulando hastío y se giró para encararlo, mientras agradecía internamente, ya no tendría que caminar todo el trayecto hasta el Big Boy.

Suigetsu bajó un poco la mirada y le miró fijo durante unos tortuosos segundos.

—¡Oww! —En la boca de Suigetsu se dibujó  la divertida forma de un "O"— ¡Juugo ven acá! -Rió estruendosamente— Sasuke pareces un león.

—Te ves muy hermosa. —Se apresuró a agregar Juugo. Para nadie era un secreto que Juugo estaba enamorado de Sasuke, aún cuando el mismo Sasuke lo escudase con la natural amabilidad del muchacho.

—¿Vendrás con nosotros, no es cierto? —Suigetsu como siempre no demoró en robarse la atención nuevamente.

Sasuke asintió y luego se giró a pagar y tomar su pedido, y esperó a que sus amigos compararan cigarrillos y goma de mascar.

—Iremos a buscar el auto de Kimimaro. —Retomó la conversación el chico albino.

—¿Kimimaro? —Se extrañó ante la mención del hermano de Juugo- Creo que la consulta está cerrada a esta hora.

—Y lo está -Se adhirió por fin a la conversación Juugo—, pasaremos por su auto al hospital.

Sasuke no dijo nada, Hashirama además de psicológico era médico y tenía su propio hospital -incluso Sasuke había nacido en aquellas instalaciones-, por lo que no se la hacía extraño que Kimimaro siendo su asistente lo acompañare en las rondas.

—¿Iremos caminando? —Sasuke rompió su mutismo con cierta incredulidad.

—Lo siento princesa, pero el dinero no crece en los árboles —Suigetsu hizo un gesto de manos restándole hierro al asunto.

—He caminado desde mi casa hasta acá, me niego a seguir caminado. —Sasuke detuvo su andar demostrando que su argumentación era definitiva. Juugo instintivamente se detuvo tras él. Suigetsu bufó frustrado y se le quedo mirando como quién no se lo puede creer.

—Pues Juugo te llevará cargada. —Inmediatamente Sasuke le fulminó con la mirada.

—Llamaremos la atención de la gente. —Le reprochó recio, no haría algo tan vergonzoso como eso.

—Sasuke —Suigetsu sonrió ladino y dejo caer sus palabras lentamente, semejando a quien comienza un tenue ruego—, me importa una mierda lo que piense la gente. —Dictaminó al fin.

—Por mí no hay problema. —Se manifestó Juugo tan apacible como siempre.

Suigetsu hizo un sonidito de victoria y luego se carcajeó.

-¡Lo ves! Tus 55 kilogramos no son problema para estos 90 kilos de músculos, atractivo y seducción. -Dijo palmeando los pectorales del aludido y le guiño coquetamente un ojo a Sasuke.

Indignado y con un gesto altivo se adelantó a caminando con sinuosa arrogancia, se sentó en la banca techada destinada para la parada de los autobuses. No había pasado ni un segundo cuando sintió a Juugo sentarse a su lado, ni siquiera volteó a mirarlo, simplemente se quedó mirando hacia el frente observando el ajetreado andar del mundo que seguía su rumbo ajeno a él.

—Siempre me he preguntado qué es lo que pasa por tu mente —Sasuke dejó que la voz de Juugo lo arrullará. Ciertamente su amigo era incluso menos hablador que él mismo, por ende que sacará a relucir esas palabras le había sorprendido en demasía,  aún así guardó silencio, sentía que Juugo quería decir algo más—. Es extraño, no te conozco si no de un puñado de meses, pero aún así te considero mi amiga —Juugo suspiró—. Suelo quedarme mirándote mientras en mi mente siempre me pregunto que pasara por tu cabeza en ese instante… pero nunca he podido saber más allá de lo que tú dejas entrever.

—La única forma de conocer verdaderamente a una persona es conociendo sus pensamientos, su manera de ver y sentir —Se aventuró a decir Sasuke—, y eso, ciertamente es imposible.

Y era cierto, las personas no miran más allá de lo que se les dibuja sobre el papel y, en medio del coagulo abstracto de percepciones, se dejan llevar por su propio parecer.

Juugo sonrió y dejó que sus hombros cayeran, de cierta forma, luego de aquel pequeño intercambio de palabras, se sentía más cerca de Sasuke.

—¡Buenas noticias, princesa! —La presencia desusada y estridente de Suigetsu acabó con la cómplice tranquilidad del momento— Hana me ha llamado y quiere que vayamos todos a inaugurar su nuevo apartamento.

Sasuke se levantó de su lugar y barrió los ojos con fastidio, podría decirse que Himawari Hana y él, eran enemigos naturales. No obstante, no queriendo volver a casa, Sasuke se dedicó a seguir en silencio a sus amigos.

 

 

***

 

El aire de la habitación era denso y difícil de respirar, el olor a cigarrillo y a alcohol era abrumador y el estridente sonido de la música le agobiaba. Sinceramente, Sasuke no se hallaba a gusto, la razón por la que se reunía con ese grupo de vagos era porque de cierta manera no le resultaban desagradables y habían abierto su radar a nuevos mundos imprecisos en los que había descubierto diversas formas de pensar, además, estaba el innegable hecho de que Suigetsu lo había introducido en aquel circulo.

«No tienes que complacer a todos» Le dijo un día, Sasuke estaba sentado en la entrada del colegio, ese día Itachi había prometido ir a recogerlo «Es imposible que seas perfecta». Las palabras de Suigetsu le habían cautivado y habían despertado en él una llama incandescente como el amateratsu. Suigetsu, hijo único de un ex-militar, huérfano de madre, acostumbrado a ser una decepción, le había enseñado a labrar su propio camino con el sello implacable de la rebeldía.

Estaban todos sentados sobre cojines desperdigados sobre el suelo alrededor de un basurero enardecido por las llamas, que le causaba más bochorno. Suigetsu, dejándose llevar por su personalidad descerrajada, había prendido en llamas la indumentaria siendo consciente de lo hipnótico que resultaban las llamas para él, Sasuke había sido consiente del efecto que provocaba en él cuando realizó su primer acto criminal, aunque en síntesis el no cometió el crimen, obró como cómplice cuando, dejándose llevar el licencioso aburrimiento, quemaron un auto abandonado. Sasuke sencillamente no pudo evitarlo, conducido por Hayate se sentó a una distancia prudente para disfrutar del movimiento sinuoso del fuego en su furor. Sasuke se turbó al recordar la expresión del rostro de su padre cuando fue por él al otro día a la comisaría de la policía. Debió ser irónico para sus subordinados ver a la “hija” del capitán en semejante situación.

Apartó la vista del fuego, eso había sido algo imprudente, en un descuido las llamas se podrían propagar y causar un incendio. Observó a Juugo, ahí sentando siendo tan parco como él mismo que casi sintió pena por Saory que realizaba maromas para captar su atención.

—Nunca te he visto fumando ni bebiendo, pequeña —Le dijo Yunsai, quien no se cansaba de tratarlo como a un pequeño niño—. Yo podría instruirte por los simples placeres de la vida.

Sasuke prefirió ignorarlo, considerando que no valía la pena el hecho de darle una negativa.

—Ignóralo, Sasuke. —Le dijo Suigetsu que llevaba un buen rato hablando con quien sea que estuviera dispuesto a escuchar su incesante palabrería. Suigetsu le miró a los ojos y sonrió con malicia— Ten —Le tendió el cigarrillo que se equilibraba entre sus dedos—, quiero corromperte con el pecado.

Sasuke agarró el cigarro como tantas veces vio a su amigo hacerlo, lo sostuvo entre sus dedos índice y corazón y luego lo dejo balancearse entre sus labios. Recordó el último libro que había leído, aunque no le gustaban le atraían los libros para adolescentes, luego de ver tanta propaganda y leer uno que otro fragmento, se animó a leer Bajo la misma estrella.

«”

[…] Mira es una metáfora: te colocas el arma asesina entre los dientes, pero no le concedes el poder de matarte.”»

Sasuke inhaló con fuerza y decisión. Él si halaría del gatillo y se dejaría embargar por el dolor. Se repudió mientras exhalaba una bocanada de humo que le escoció en los ojos y las mucosas de la nariz, tantas personas sufrían por el cáncer y él, de una u otra forma, se lo provocaba a sí mismo. Llevó el cigarrillo a sus labios regodeándose al saber el daño que se provocaba. Él no era Augustus y aquello, sin lugar a dudas, no era una metáfora.

Fumar era como morir, pensó para sí mismo.

Con cada exhalación no sólo se iba un reducido pedacito de su vida, tan bien se iban sus problemas. Mientras su mente anegaba sus insensatos actos, su quejumbroso corazón se lo agradecía. Por unos segundos Sasuke encontró una vía de escape de todos sus problemas. Miró hacia el frente, al igual que saberse morir, fumar no le era del todo agradable, sentía que se ahogaba, y en su mente el asco por sí mismo se propagaba como el humo que expelía de su boca se diluía en el aire.

Se encogió en sí mismo. Se sentía miserable, siendo tan débil y dejándose llevar por las cosas fáciles, casi se dejó llevar por las inmensas ganas de llorar. Culpable, así era como se sentía, pero aún con todo eso, Sasuke no cesó de fumar.

Con el cigarrillo aun tambaleándose en medio de sus labios, Sasuke observó a Hana bailar alrededor de la improvisada fogata al ritmo de The Mass. Aunque su aversión por la chica era sincera, tuvo que reconocer que se veía bien, sus caderas se movían tentativas y sus brazos ondulaban atrayentes distrayendo la atención de sus pies torpes. Hana, queriendo ser el centro de atención, vació un poco del contenido de la botella de tequila que llevaba en una de sus manos. Los espectadores no demoraron en reaccionar ante el avivamiento del fuego, algunos gritaros espantaros y llevaron sus cuerpos hacia atrás, otros, como Suigetsu, rieron y dieron grititos eufóricos, en cambio, Sasuke, permaneció inmutable en su lugar, ya se lo veía venir.

—¿Les gusta mi apartamento? —Gritó Hana ebria, mientras se seguía balanceando al ritmo de la música—. Me lo regalo mi papi; dice que merezco esto e incluso más que una verdadera reía— Hana rió escandalosamente, Sasuke simplemente la miraba sintiéndole lastima. Hana también le miro y sonrió con orgullo mientras se le acercaba arrastrando su calzado— Mi papi me ama mucho —Dejo que parte de su cabello callera sobre su rostro mientras curvaba aún más la comisura de sus labios luego de dar un largo sorbo a la botella—. ¿No crees que me ama mucho, Sasuke-hime? —Se dirigió a él con burla, poniendo especial sardonia al pronunciar cada silaba de su nombre y latente hipocresía en el honorifico.

Sasuke no se sorprendió, Hana pudo ser menos obvia, o en su defecto, más creativa.

Sasuke le miró con sus oscuros ojos, de una forma tan vacía que la sonrisa de la muchacha se resquebrajó por un momento, esperaba aunque sea la más mínima reacción.

—Claro que te ama —Dijo Sasuke levantándose, no para equiparar altura e intimidarla, se sabía más bajo que ella—, te ama con todo su hombría. —Espetó con repudio.

—¡¡¡Maldita perra!!! —Hana lanzó la botella a la pared, se rompió en un sonido estruendoso, captando la atención de quienes no se habían dado por enterados y se lanzó hacia Sasuke. Estaba furiosa, más que eso, Sasuke la había herido. Lo sabía incluso antes de pronunciar aquellas inconscientes palabras, pero, no quiso contenerse, porque de alguna forma, él deseaba lastimarla.

—Cálmate Hana —Gritó Suigetsu sujetándola a duras penas, para evitar que le hiciera daño a Sasuke—. Sasuke no ha dicho nada que todos ya no sepamos.

Sasuke con el cumulo ambiguo que se había tornado su mente, se quedó ahí mirándola fijamente sin sentir piedad de las furiosas lágrimas que surcaban de sus ojos.

—No sé quién está más enfermo —Agregó con fingida lastima, saltando el cigarrillo que ya estaba completamente consumido—: Tu padre por acostarse con su propia hija… o tú, que lo disfrutas. —Terminó de decir y salió del lugar dando un estruendoso portazo.

El corazón le latía con fuerza y rebobina dentro de su pecho. Pudo escuchar el grito lastimero de Hana y a sus amigas que la consolaban. Se recostó en la pared y dejó que su cabeza chocara contra la dura superficie, se había dejado llevar por el calor del momento y la adversidad y no midió sus palabras.

—¡Sasuke! —Suigetsu y Juugo atravesaron el umbral de la puerta.

—No quiero pasar ni un segundo más con esos enfermos. —Le dijo severo, basta de eso, a él no le gustaba estar rodeado de personas y menos si no le agradaban.

Suigetsu le rodeó los hombros con uno de sus brazos, mientras que Juugo se contentó con mirarlo.

—Hana es una perra, pero te pasaste, pequeñuela.

Sasuke simplemente calló, no dijo nada. No quería hablar de eso.

—¿Seguimos siendo amigos, no? —Se afanó Juugo, mientras Suigetsu los conducía al elevador.

Sasuke miró a ambos chicos. Aunque no era una persona muy social, la primero indeseable compañía de ese par, se había visto esencial para él. Le agradaban, reconoció.

—Sí, porque no. —Dijo luego de meditarlo en silencio.

El viaje en el ascensor fue silencioso, por extraño que le pareciera, incluso el siempre charlatán Suigetsu, se mantuvo en apacible silencio. No le dijeron nada, pero cuando llegaron a la salida del complejo supuso que lo acompañarían a casa, no se negó, era casi media noche y prefería no irse solo.

Caminaban por las calles desiertas, era jueves y todos ya estaban en casa a esa hora. La brisa azotaba el cálido viento veraniego y movía a su son sus cabellos, se sentía mucho más tranquilo, caminarían hasta el hospital que se encontraba a tan sólo dos cuadras y luego, una vez se posesionaran del auto de Kimimaro, le llevarían a su casa. El camino fue como siempre, lo definió Sasuke, Suigetsu hablaba, él le respondía cuando creía necesario y Juugo agregaba algo de vez en cuando. En esa rutina llegaron al hospital Konoha, Sasuke había ido pocas veces al lugar, la mayoría de ellas acompañando a Hashirama, quien, además de ser su psicólogo, era su mejor amigo. Se detuvo momentáneamente en el portón de vidrio de la entrada, aun cuando las puertas automáticas ya se habían abierto para darles paso, con tanto ajetreó había olvidado que ese era el hospital en el que trabajaba Minato. Suspiró con pesadumbre y retomó su camino, Suigetsu y Juugo ya se habían dado cuenta de su extraña quietud. Una vez se adentró al lugar, el penetrante olor aseptizado del aire lo embargo, Minato era neurólogo, y, aunque la carga laboral de un médico implicaba los siete días de la semana, él sólo operaba cuatro días a la semana y, por ende, los martes, jueves y domingos tenía menos trabajo y solía irse a casa más temprano.

Caminó la distancia que lo separaba de sus amigos y esperó. No prestó atención a nada a su alrededor, sentía los hombros pesados y una presión extenuante en los músculos que rodean sus omoplatos. Estiró el cuello y cerró los ojos mientras se sobaba esté, ya comenzaba a sentirse cansado.

—¡Sasuke! —Fue tan repentino que ni siquiera lo vio venir. En un abrir y cerrar de ojos tenía a Hashirama sobre sí abrazándolo con fuerza— ¿Estás bien?

Sasuke dio un par de manotazos para que Hashirama le soltase, pero el hombre mantuvo el agarre.

—Estaré mejor cuando dejes de asfixiarme. —Y aunque el alegato fue algo exagerado, el abrazo de Hashirama estaba abrumando su cuerpo.

Hashirama lo soltó, Sasuke notó que Juugo y Suigetsu lo miraban pero sin tanto agravio, ellos ya conocían a Hashirama.

—¿Dónde estabas, jovencita? —Hashirama se puso serio de manera instantánea— Fugaku me llamó preocupado y me preguntó si sabía dónde estabas. No puedo creer que seas tan irresponsable, ¡Te escapaste para irte con ese par! —Dijo señalando a los muchachos a sus espaldas, Sasuke a sus espaldas pudo observar como ellos se esmeraban por explicarle a Kimimaro que no sabían de su supuesta “fuga”.

Sasuke barrió los ojos bajo sus pestañas, su padre era un exagerado.

—No me fugue —Dijo con sufrida paciencia—, yo le dije que iba a salir.

Hashirama le miró severo por unos instantes y luego le sonrió.

—Será mejor que vuelvas a casa —Le dijo alborotándole el cabello—. Fugaku está muy preocupado, y no queremos que le dé un colapso nervioso ¿Eh?

Sasuke asintió con parsimonia.

—Nos vemos el miércoles —Le dijo a modo de despedida, miró a Kimimaro y movió la mano en su dirección—… Adiós.

—Por cierto Sasuke, lindo peinado. —Le dijo por ultimo Hashirama para desaparecer por el largo pasillo con Kimimaro a sus espaldas.

Suspiró una vez de vuelta al exterior.

—Lo que me faltaba. —Chasqueó la lengua y murmuró una blasfemia. El auto de Minato acababa de estacionarse a unos cuantos metros de dónde estaba.

Suigetsu, como tenía por costumbre, le rodeo el cuello con uno de sus brazos, Sasuke se sacudió levemente el contacto pero el muchacho reafirmó el agarre.

—Quién lo diría, mi pequeña kohai cuanto ha aprendido. —Sonrió ladino y lo estrechó contra sí.

—No escapé de casa. —Bufó cansino y se separó de Suigetsu con algo de brusquedad.

—¿Así? ¿Entonces que fue?

Sasuke se quedó frío, estático como si sus piernas hubieran echado raíces bajo tierra. Había bajado la guardia, tenía pensado que se marcharían lo suficientemente rápido como para que no tuviera que encontrase con Minato.

—Respóndeme Sasuke. —Prosiguió el hombre notablemente enojado, Sasuke no necesitaba voltearse a mirarlo para saberlo.

Notó que Suigetsu tenía la boca ligeramente abierta mientras trataba de procesar lo que sucedía, en cambio, Juugo mantenía su vista fija en Minato.

Suigetsu boqueó varias veces como pez fuera del agua y finalmente dijo:

—¿Quién es él, Sasuke? —La pregunta más obvia que el chico podía hacer.

Sasuke cerró los ojos tratando de retomar la compostura, no le gustaba que las cosas se le salieran de las manos y no se permitiría formar un escándalo ni abochornarse de esa manera.

Minato se le adelantó, lo tomó del brazo en un férreo agarre y lo obligó a girarse.

—No tengo tiempo para esto, vámonos. —Molesto era poco, Minato estaba iracundo.

—Oye, oye, oye —Se apresuró Suigetsu—. ¿Quién te crees, eh? Suéltala, ella no ira contigo a ninguna parte.

Juugo le extendió la mano a Sasuke, dándole a entender que él opinaba lo mismo.

—Está bien. —Pronunció palabra al fin, en la situación en la que estaba era muy posible que si se dejaban llevar podrían ponerse en evidencia.

—No está bien, te está lastimando. —Dijo Juugo con el ceño ligeramente fruncido.

Sasuke miró a sus amigos, se notaba que les daba miedo mostrase agresivos y que en cambio Minato lo lastimara a él.

Minato permanecía serio, en silencio, no quería decir algo de lo que podría arrepentirse luego, no era una persona impulsiva y no comenzaría a serlo en esos instantes delante de eso niños. Su mandíbula estaba tensa y mantenía los dientes fuertemente apretados, su postura se mantenía rígida y su expresión sólo denotaba ira.

—¡Aunque sea suéltala, joder! —Gritó Suigetsu agobiado moviendo sus manos— ¡Cómo puedes tratar así a una mujer!

Minato hizo lo que todo hombre sensato haría ante un impulso de estupidez. Soltó con algo de violencia el brazo de Sasuke que mantenía apresado en su mano y se dio media vuelta en dirección a su auto.

—Apresúrate.

Sasuke escuchó el sonido del motor al ser encendido. Era un ultimátum.

—Sasuke…

—Estoy bien. Me iré a casa, hablamos mañana. —Con un simple movimiento de mano se despidió y subió al auto.

Respirando hondo se abrochó el cinturón de seguridad y observó a Minato. Tenía la frente apoyada en el volante y las manos aferradas con fuerza a éste, al parecer ya había notado su presencia, pero aun así no arrancó el auto móvil.

—Cómo te atreves a abochornarme de esa manera. —Le reprochó.

Minato no dijo nada, simplemente calló. Más que enojo habían sido celos lo que lo orillaron a actuar de esa manera. Sabía que no tenía derecho a reclamarle, pero, ver a Sasuke con esos chicos tan cerca y abrazado a uno de estos desató su cólera.

—¿Mi papá te llamó? —Prosiguió Sasuke ante el mutismo del otro— Yo le dije que iba a salir, ¿Estaba muy preocupado?

Minato siguió callado, con la cabeza en el volante y sin arrancar el auto encendido.

Sasuke bufó frustrado y sacó su celular del bolsillo delantero de sus shorts. Estaba en silencio, lo había hecho de forma inconsciente en la mañana, se suponía que ese día iría al colegio. Al desbloquear la pantalla observó con horror, tenía 95 llamadas perdidas y 3 mensajes, revisó la notificación, 53 de las llamadas eran de su padre, 17 de Haku –su mejor amigo-, 22 de Minato y 3 de Itachi.

Revisó los mensajes.

Itachi:

«Estás bien, ¿cierto? ¿Estás con tus amigos?»

«¿A qué hora regresaras a casa? Sasuke regrésame la llamada»

Haku:

«Uchiha Sasuke, contéstame el celular!! ¬m¬»

Suspiró abatido, no creyó que si salía de esa forma causaría tanto revuelo, más bien, presupuso todo lo contrario.

—No debiste haberte ido sin avisar.

Sasuke reconoció su error, su padre no había notado cuando salió de la casa e incluso no lo había visto en ella. Prefirió guardarse su insulsa excusa.

—Lo siento. —Musitó.

Minato arrancó al fin el auto.

Sasuke esperaba que le dijera algo, que ahora que estaban solos y se volvían a ver luego de dos tortuosas semanas –el día anterior en su cumpleaños no contaba- hablaran sobre su relación. Aguardó minutos a que si quiera Minato se dignara a mirarle, le era doloroso ¿Así acabaría su amor? Se dejó hundir en el asiento. Sin lugar a dudas Minato era la primera persona a la que amaba de esa manera ¿Sería él consiente de eso? Lo observó conducir, tenía la espalda recta, la mirada fija en el camino y sus manos empuñaban con fuerza el volante. Suspiró por enésima vez en la noche. ¿Se habría enterado ya Minato de su asunto con Karin? ¿Lo habría tomado como si Sasuke estuviera finalizando su relación?

Agudizó su mirada, Minato parecía aún estar enfadado.

No quería que aquello que le tomó tanto construir se destruyera por un simple berrinche y un concienzudo malentendido.

—Hueles a cigarrillo —Minato interrumpió sus cavilaciones— ¿Desde cuándo fumas? —Preguntó con cautela, se arrepentía de la forma en la que había tratado a Sasuke… Pero es que joder, mientras él estaba preocupado, Sasuke andaba por ahí divirtiéndose… con dos hombres. No quería pensar mal, pero, estaba estresado y tendía a imaginarse lo peor.

—Empecé hoy. —Le dijo.

Minato siguió mirando el camino.

—Lamento la forma en la que reaccioné antes, no estaba pensando.

—No me agarraste tan fuerte. —Y era cierto, el agarre había sido firme y férreo, pero no lo suficiente como para lastimarlo como Juugo y Suigetsu habían pensado.

—Aún así, no debí actuar de esa manera.

Sasuke lo miró por largos minutos. Tomó aire y exhaló lentamente, no dejaría que su amor fuera aplastado por su orgullo y aunque le costara a borbotones, él daría el primer paso en esta ocasión.

—Minato, sobre nosotros. Yo… —Notó los hombros del hombre tensarse aún más.

—Hablaremos luego de eso, Sasuke. —Le dijo sin mirarle.

Sasuke se indignó y con razones, ¿Luego hablamos de eso, Sasuke? Minato le estaba tratando como a un niño caprichudo al que ni siquiera le concedió hablar. Apretó los puños y se guardó su enojo. Quizás era cierto, no era el mejor momento para hablar de ello, tal vez en otra ocasión ambos más tranquilos y enfocados en el tema.

Giró su rostro para observar el camino. Él ya lo había pensado la suficiente y estaba seguro de su relación, pero Minato, él era un hombre casado, debería darle un poco más de espació para que piense bien la situación. Frunció el ceño, si Minato lo amaba como decía hacerlo no tenía tanto que pensar.

—¿Para dónde me llevas? —Dijo asediado de sus pensamientos inseguros.

—A mi casa, te daré algo para la resaca y luego iremos con tu padre. —Le respondió con calma.

—¿A qué? —Estaba enojado, últimamente le era fácil estarlo— ¿Para mostrarme lo feliz y perfecta que es tu vida con tu esposa? No gracias.

—Ella está de viaje. —Le dijo con el ceño fruncido no queriendo entrar en detalles.

Sasuke sonrió irónico y le miró con los ojos ligeramente entrecerrados.

—Dime una cosa Minato —Empezó con un tono juguetón, sabía lo que iba a hacer, pero no sabía controlar su lengua—, ¿Primero te acuesta con tu esposa y luego de contentarla satisfaces tu mórbido libido con tu amante? O… ¿Primero vienes a que te caliente la polla para así poder complacer a tu esposa?

Notas finales:

Deben dejarme review, el sábado me graduó del bachillerato y en una semana es mi cumple.

Me demoraré un poco porque ando de parranda por los grados (La Party Hard de mi integracion es el mismo día de mi cumpleaños*Q*) Y ajam, pero no os efraudaré, llevo proviciones a mis vacaciones para seguir escribiendo.

 

¡Espero y les haya gustado!

Cualquier cosa que quieran, sugerencia queja o reclamo, me avisan.


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