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Preciosa tortura por Error404notFound

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Notas del capitulo:

Hola. 

He estado algo activa estos días gracias al frío y a las ganas de no hacer más que imaginar y escribir. Así que aquí tienen otro pequeño fruto de mi mente. 

No sé por qué, pero me dio por escribir algo triste y desgarrador. Y a mi mente acudió Yamaguchi, que es constantemente ignorado por Tsukki durante todo el anime. Pensé que sería buena idea dejar un poco el fandom de Free! para escribir sobre otras parejas, y con este fanfic va mi debut XD

Disfrútenlo, por favor.

 

 

No sé por qué Tsukki me trata como si prefiriera que no estuviera ahí. Hace como si no me encontrara a sólo dos pasos de distancia de él, como si fuera mera decoración del lugar o como si fuera totalmente invisible.

Pero siempre le sonrío. Siempre que anota no falta mi “Nice, Tsukki!”o que le grite “¡Buen saque!” cuando lo hace. No falta nunca, nunca, mi optimismo cuando algo bueno le pasa. Aún si es a costa mía, yo sonrío, y lo hago con gusto. Porque lo quiero tanto, pero tanto, que no me importa que camine por delante de mí y que aunque yo quiera ver sus hermosos ojos y su perfil anguloso, él no se digne a volverse. Ni a saludar, ni a despedirse. Y ni siquiera a mirarme aunque sea sólo una vez.

Kageyama ya me lo había dicho una vez, como si yo fuera idiota y no me hubiese dado cuenta.

—Ni siquiera te considera su amigo —había dicho, haciendo su mueca de ser superior a los demás sin darse cuenta —. Serás imbécil si le sigues ladrando como un perro a sus faldas.

No me importa ser imbécil entonces. Porque Tsukki lo vale. Es inteligente, atlético y guapo. Y sé que muy dentro de él… muy en el fondo… Él es una buena persona. Es amable y se preocupa por las personas a su alrededor. Al menos es eso lo que me repito como un mantra cada vez que su mirada pasa por encima de mí sin detenerse siquiera. Pero duele, y duele mucho. Cada vez que lo hace siento que mete una mano en el hoyo que hay en mi corazón y que lo agranda, rasgándome la piel y tocando los nervios sin temor a causarme dolor. Parece que no le importa. Y todos se dan cuenta de ello. Las miradas que me dedican son en su mayoría de lástima. Varias personas me han dicho que debería dejar a Tsukki en paz, que no le gusta estar acompañado y que me ignora porque quiere que me aleje de él. No sólo lo ha hecho Kageyama, sino también Hinata. De un modo menos hiriente, claro. Y Daichi-san, y Suga-san. Tanaka-san se había ofrecido a darle la paliza de su vida, pero yo me negué rotundamente. Prefería salir herido mil veces a ver a Tsukki con un solo rasguño.

Era una tortura de la que no tenía suficiente nunca. Dolía como mil demonios, pero aun así los ojos dorados de Tsukki me hacían olvidarme momentáneamente de mi propia desdicha y me obligaban a sonreír. Por eso sigo sonriéndole siempre, sin hacer caso de su mirada de aburrimiento.

Creo que esto es amar a alguien con todo el corazón. Y duele. De verdad que lo hace.

Me siento bien estando a su lado, aunque sea en silencio, escuchando sus zapatos contra el suelo, pero no sé si él comparte el sentimiento. Nunca me ha dicho directamente que me marche o que lo deje en paz, así que yo no lo hago. Pero me pregunto qué será de mí el día que Tsukki lo haga. ¿Será tan doloroso como lo imagino? ¿Lloraré como lo hago por las noches después de tocarme pensando en él a pesar de que sé que sus manos nunca rozarán mi piel siquiera? Tal vez. Es lo más seguro.

Con respecto a que me masturbo pensando en Tsukki… No pienses mal de mí, por favor. Es sólo que a veces recuerdo haberlo visto sudando durante la práctica y de la nada el pantalón me parece más apretado de lo normal. Y no te preocupes, porque me siento terrible cuando termino. Porque sé que no está bien, y que si se llegase a enterar, me miraría con asco y me gritaría que me esfumara. Y también porque aunque diga su nombre mil veces y me lo imagine sonriéndome mientras me acaricia el cuerpo, sé que es una fantasía que nunca podrá realizarse. Doy pena, ¿verdad?

Hoy practicamos en el club al salir de clases como todos los días. Y como siempre, estoy en la banca porque no importo. Hinata salta, Kageyama levanta el balón, Asahi-san es la estrella, Nishinoya-senpai salva los balones, Daichi-san recibe y Tsukki bloquea y anota. Incluso Tanaka-san sirve de algo. Sugawara-san y yo tenemos más que claro que no valemos nada junto a ellos, pero los vemos jugar con una sonrisa en el rostro. Duele que te aparten, pero no tienen otra opción, y lo saben. No si quieren ganar.

 — ¡Buen saque, Tsukki! —grito cuando él salta en el aire y golpea el balón con la mano. Daichi-san la recibe del otro lado de la cancha y la eleva lo suficiente para que Kageyama haga su trabajo y Hinata remate con fuerza. El rostro de Tsukki se tensa con frustración y hace una mueca —. ¡Don’t mind, don’t mind! —exclamo. Él, por supuesto, no me dedica ni una mirada.

Ahora Daichi-san puso a Hinata y a Kageyama en diferentes equipos para hacer imposibles los ataques rápidos. Hinata está del lado de Tsukki, y él no hace más que molestarlo. Me pregunto si Tsukki ve algo especial en Hinata como para prestarle atención. Me muero de envidia, pero intento que Sugawara-san no se dé cuenta. Es muy perceptivo, y es difícil engañarlo. Está a un lado mío en la banca, en medio del entrenador Ukai y yo. El entrenador les grita unas cuantas cosas a los chicos en la cancha y los zapatos rechinan sobre la duela. El balón golpea el suelo con un sonido profundo que produce eco y los anotadores victoriosos sueltan vítores de alegría. Pero yo no quito la mirada de Tsukki un solo momento.

—Es tu culpa, enano —le dice a Hinata mientras lo golpea en la frente con un dedo. Hinata está que echa humo, pero como siempre agita los brazos y grita cuanto le viene a la mente. Y entonces Tsukki sonríe con satisfacción. Yo siento que algo se rompe dentro de mí con tanta fuerza que me encojo.

No le sonrías. Por favor no le sonrías.

Desvío la mirada y cruzo los brazos para ocultar el temblor. Pero Sugawara-san se da cuenta. Él siempre se da cuenta.

— ¿Estás bien, Yamaguchi? —oigo su voz que pregunta.

Me obligo a mirarlo con una sonrisa en el rostro.

—Sí —digo —. Sólo que hace algo de frío, ¿no?

Él frunce los labios un momento, pero después asiente con la cabeza.

—Ahora que lo dices… creo que sí. —Mira hacia el juego frente a nosotros con una sonrisa maternal en los labios —. Seguro que ellos ni se han dado cuenta.

Yo me limito a asentir.

Cuando salimos de la práctica, regreso a casa junto a Tsukki. Él camina a mi lado en silencio, como siempre. Yo intento hacer algo de plática, pero como es usual, no me presta atención.

— ¡Hoy estuviste increíble en la práctica!  —le digo sonriendo, luchando por no mirarlo y desanimarme —. Te aseguro que hasta Kageyama quedó impresionado con ese remate que hiciste. No quiso reconocerlo, pero era obvio que…

—Ajá.

Me detengo en cuanto lo escucho murmurar eso. Ni siquiera se molesta en fingir que le interesa lo que le estoy diciendo.

Me humillo siempre como un perro que le lame las botas, pero a él parece darle igual. No le importa lastimarme tampoco, así que no sé por qué me sigue doliendo. Pienso que debería haberme enamorado de otra persona. Siempre es mejor que te digan que no quieren nada contigo a que te dejen la duda para toda la noche. O peor, como me ha pasado a mí: para siempre.

—Perdón, Tsukki —farfullo, seguro de que no me escucha.

Él no dice nada y, cuando pienso que en eso se ha quedado todo el asunto, se pone los cascos. Yo me muerdo el labio para intentar no llorar.

Aún no, amigo. Espera a que llegues a casa. Recuerda que las lágrimas las reservamos para la noche.

Pero el pecho me duele y mis pulmones se apretujan para que el corazón no pueda respirar. Siento que si no me voy de ahí voy a explotar. A llorar y a gritar que lo amo y que no puedo soportar más que me trate de esta forma.

Trago saliva para hacer que mi voz no se escuche tan temblorosa.

—Ah, Tsukki, ¿te molesta si me adelanto? R-recordé que hay algo que debo…

Entonces, él suelta una carcajada.

— ¿Te equivocaste? ¡Ah, pero qué estúpido eres, Hinata!

Yo me quedo mirándolo un momento, sin entender. Incluso me detengo, pero él sigue caminando. Creo que… que está hablando con el manos libres.

—No, no tengo el teléfono de Suga-san —dice —. ¡Te lo dio él, ¿o no?! Yo lo vi, no seas idiota.

Y ríe. Pero su risa es casi encantadora.

Dios, no.

Parece que le divierte hablar con Hinata. Que le gusta estar con él. Aunque esto no significa que le guste, me lastima más de lo que puedo soportar. Porque estoy con él siempre, apoyándolo, sonriéndole, rogando que me mire, pero no soy merecedor de esa risa. Y no sólo es Hinata; todos pueden tener un poco de ella, todos menos yo.

Pero entonces, en medio del mar de dolor y desdicha, me recuerdo a mí mismo que nunca voy a poder tener a Tsukki. Nunca, nunca jamás. Y que tengo que alejarme antes de que ya no sea capaz de recoger los pedazos de mi pequeño corazón y pegarlos con esperanza.

Pero no tengo que hacerlo; Tsukki se aleja por la calle oscura riendo, avanzando hacia la luna, y alejándose de mí por cuenta propia. Sin darse cuenta siquiera de que no voy a su lado.

Mis lágrimas salen antes de lo estipulado, y me dejo caer de rodillas en la calle. Me hago daño, pero ahora mismo no es el dolor más fuerte que siento. Me cubro el rostro con las manos para ahogar mis sollozos, pensando que quiero seguir siendo la sombra de Tsukki aunque no es lo mejor para mí. En que quiero seguir lamiéndole las botas. Y lo peor de todo es que voy a hacerlo de una manera u otra aunque no lo desee.

Tranquilo, Tsukki. Tu perro va a durar un buen rato más mirándote la espalda.

 

 

Notas finales:

¿Qué tal ha ido? 

Sí, lo sé, es horrible XD Cuando lo leí al terminar de escribirlo, tuve que detenerme para decir "Dios, soy un monstruo" XD Espero que les haya gustado.

Pobrecito de mi Yamaguchi hermoso D: Es que... esa forma en la que Tsukki lo trata me molesta y al mismo tiempo me deprime. Él siempre está ahí para Tsukki, y le dice cosas bonitas, y luego el otro simplemente le dice "Cállate, Yamaguchi", y Tadashi le responde "Perdón, Tsukki" PERO LO HACE SONRIENDO. ASDADA Es horrible y hermoso XDD Pero en fin. 

P.D. Me choca el frío.

¡Nos leemos luego!


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