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[EXO - SeKai / KaiHun] Sansón por I_feel_that_

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Notas del fanfic:

Esto es lo que pasa cuando ando depresiva. (?)

Y también, OneShot en conmemoración(?) de... ¡Sinapsis sobrepasó las 10.000 leidas! ¡Wiiiiii!
Muchas gracias por todo el amor, como muy bien saben, es lo que motiva a una escritora.

Recuerden que pronto dejaré de publicar en Amor Yaoi, por lo que me hice un LJ con mis trabajos: http://i-feel-that.livejournal.com/ 

Los espero por allá~
Y claro, los que quieran seguirme en Twitter: https://twitter.com/I_feel_that_ 

Siempre aviso por ahí las actualizaciones.

Muy bien, los dejo leer.

 


Worli.

Notas del capitulo:

Esta vez cambié un poco el modo de redacción e implementé la 1ra persona para probar. No soy fanática de narrar así, pero, bueno, por un neShot nadie va a morirse.(?) Aunque sin duda prefiero la 3ra persona.

Disfruten de esta historia a la que puse muchos sentimientos encontrados que tuve en los últimos 7 años de mi vida.
(No podía faltar el melodrama(?).)



¡A leer!




Worli.

Sansón


- ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?
- Sí.

¿Cuántas probabilidades había de que esto fuese un mal sueño? Pocas, muy pocas, en verdad.
Lo vi bajar la mirada y fruncir notablemente el entrecejo.

-Estás mintiendo… lo noto.
-No, esta vez te equivocas, SeHun… estoy diciendo la verdad.

Subió los ojos hasta posarlos en los míos y la veracidad en ellos me quemó como agujas al rojo vivo.
No podía ser cierto.
Suspiró derrotado ante la situación y me dio la espalda.

- No te vayas.- le pedí mientras sentía como la realidad me aporreaba el cerebro, aturdiéndome.
- No hay necesidad de quedarme, no tenemos nada más qué discutir.
- ¿No vas a darme una razón?
- Creí habértela dado.
- Hablo de una razón creíble… sé que estas mintiéndome.- lo escuché resoplar.
- Adiós, SeHun.

Ni siquiera se giró al hablar, me siguió negando su rostro y comenzó a caminar. Me hubiese gustado tomarlo de la parte de atrás de su chaqueta, colgarme de su cintura, o ponerme a gritar con tal de que se detuviese; pero mi cuerpo no quiso moverse por más de que se lo ordené.
Los bordes de mi visión periférica se comenzaron a poner negros y a nublarse. Su silueta en marcha se convertía en una mancha uniforme. Sentí un dolor punzante en las rodillas cuando caí al suelo sobre ellas, pero lo ignoré, no se comparaba con el dolor que estaba sintiendo en el corazón en ese preciso momento; un dolor tan desgarrante que podía imaginar a mi órgano vital hecho jirones y colgando inerte desde las válvulas que lo sostenían.
Cerré los ojos con fuerza, percatándome de que ya no podía oír sus pasos, ya no podía oler su perfume, ni podía sentir su presencia.

- JongIn…- dije como si fuese una mala palabra, haciendo que el sonido amargo retumbase por el interior de mi cerebro.






5 años después






No era propio de mí invadir espacios ajenos sin el consentimiento de la persona, pero, no creía que a ChanYeol le molestase.
Me adentré en los vestuarios del gimnasio, propiedad del estadio de la ciudad.
Mi amigo, Park ChanYeol, era jugador de football profesional. En verdad era muy bueno. En el último año me había enterado que habían ascendido a su equipo, y me dejé caer para saludarlo. Sólo esperaba que me recibiera sin hacer muchas preguntas… no me creía capaz de contestar ninguna.
Caminé por los pasillos y unas ensordecedoras risas me hicieron frenar, una de ellas era la de él. Me asomé en la curva que estaba a mi izquierda y me encontré a varios muchachos envueltos con toallas en la cadera que bromeaban.

- Oh. ¿Quién eres?- preguntó uno de ellos luego de notar mi presencia.
- ¿SeHunnie?- mi amigo se levantó del banco donde estaba sentado con los ojos como platos. No lo culpaba… hacía cinco años que ni siquiera telefoneaba.
- Hola…- mi particular tono monótono acompañó mi saludo, haciendo que él se riera.
- ¡No puedo creerlo! –Exclamó con su sonrisa descomunal.

Vino hasta mí con los brazos extendidos y una expresión de felicidad que no recordaba que pudiera poner. Me abrazó estrechamente y pude sentir la sorpresa que le producía mi llegada, era tangible.
Me pidió que lo esperase unos minutos mientras terminaba de cambiarse y así íbamos a tomar algo por ahí.
Lo aguardé en la puerta de la sede del club mientras miraba el cielo.
Había vuelto para uno de los veranos más bonitos que acarreaba Corea, aunque, claro, me había perdido los cinco anteriores.
ChanYeol salió del club ya vestido y con un bolso de mano. No pude dejar de notar que todo lo que llevaba puesto era de excelentísimas marcas.

- ¿Te está yendo muy bien?- pregunté temiendo sonar maleducado. Él rió despreocupado.
- No se te escapa detalle. ¿Eh?- se echó hacia atrás el pelo y por primera vez me miró inquisitivo.

Tuve miedo repentinamente… sabía que le brotarían las preguntas de un segundo a otro, no supe qué hacer para desviar su atención.

- ¿Cómo están los demás?- vomité la pregunta con algo de tartamudez.

Quedé asombrado con la rapidez con que pasaron las emociones por su rostro. Primero una pizca de horror le cruzó el semblante, desacomodando el gesto de concentración que me estaba dedicando, acomodando las preguntas dentro de su cerebro. Luego, un profundo dolor le recorrió la comisura de los labios alcanzando sus ojos, y ese sentimiento duró un segundo más que el anterior. Y al final, rearmó con un dejo de culpabilidad su cortés interés por mí.

- Están bien. Cambiaron mucho en estos dos años que no estuviste, SeHunnie.- me dijo con la voz tranquila, aunque noté algo de escepticismo en ella.
- ¿Sí? ¿Para bien, o para mal?
- Sólo cambiaron, de ninguna manera en especial.

Me concentré un momento aplacando mis ganas de escarbar más, pues presentía que ChanYeol me ocultaba algo.
Él frunció un poco el seño. Ese gesto me había comenzado a producir odio, no soportaba que alguien hiciera eso.

- ¿Qué?- pregunté algo molesto, a la defensiva.
- Noto… que tú también has cambiado.
- ¿Eso crees?- aunque yo lo sabía perfectamente.
- Sí, claro. Por la forma en que me miras, diría que no se te escapa detalle de lo que pienso. ¿Desde cuándo te volviste tan perspicaz?

Me reí en mi fuero interno. Por supuesto que había desarrollado ese talento, pero el pensar el por qué y el cómo hacía que se me congelara la sangre, un sentimiento que con el tiempo había logrado controlar, ya que no me había abandonado desde ese día.
Sacudí mi cabeza imperceptiblemente para que mi hyung no lo notara, quitando de mi mente el recuerdo.

- Tienes una mirada profunda, ya no es la soñadora de antes.- dijo mi amigo, trayéndome a la realidad y al presente.
- Puede ser…- fue lo único que respondí.

Caminamos un poco más en silencio. Podía escuchar el cerebro del chico a mi lado acomodando cual de todas las dudas era la más urgente en desnudar.

- Entremos aquí.- interrumpí sus cavilaciones.
- De acuerdo. Oh, puede que algo nos interrumpa por un momento.- me dijo sonrojándose levemente.

No comprendí sino hasta que ambos estuvimos en el centro de aquella cafetería.
Los susurros se encendieron todos al mismo tiempo como si alguien hubiese prendido la radio y la hubiese dejado con el volumen mínimo.
Enseguida unas adolescentes se pararon de su asiento y se acercaron dubitativas hacia nosotros.

- Uhm… ¿Señor Park?- comenzó una. Noté que estaba reuniendo todo el valor que tenía en el cuerpo para hablar.- ¿Podría…?- y le acercó un cuaderno pequeño y un bolígrafo.

“¡Oh!” fue lo único que pensé. Por supuesto… ChanYeol se había transformado en jugador estrella, pero no pude dejar de sorprenderme.
Luego de eso, más chicas tomaron valor y se acercaron a él.
Me alejé riendo y me senté en una de las mesas a esperarlo.
Me miró apenado, pero no podía borrar la sonrisa que le enmarcaba los labios. Le encantaba todo eso, era sumamente visible.
Al rato, se disculpó con su público y vino hacia mí para sentarse en frente.

- ¿Esto pasa a menudo?- pregunté mientras una mesera venía hacia nosotros.
- Uhm… bastante.

La empleada no dejó de mirarlo con una sonrisa y una cara maravillada todo el rato que él tuvo la carta en la mano. Era hasta descarada su manera de comportarse, pero, creí que ese tipo de actitud encajaba bien con mi amigo.
Pidió por los dos y le devolvió la carta guiñándole un ojo, eso complació mucho a la mesera.

Hablamos un poco de su fama y cómo era su vida ahora, tan diferente a como la recordaba.

- Antes éramos inmaduros.- decía.- Sólo nos interesaba salir y divertirnos; BaekHyun  y yo vivíamos solo para los sábados a la noche. Lo único que anhelaba en la vida era aprobar todos mis exámenes para poder tener unas vacaciones libres de profesores. Era más que un inmaduro, era un idiota.- se rió de sí mismo, y la risa llegó hasta mí.
- ¿Cómo está BaekHyun? ¿Sigues en contacto con él?- dije sin pensar y enseguida me arrepentí de haber hecho la pregunta. Era peligroso adentrarnos en el tema de los otros, peligroso para mí.
- Sí. Bueno, más o menos. Con mi tipo de trabajo es difícil encontrarme con tiempo. Tú llegaste justo después de un torneo, por lo tanto es la temporada de “descanso”.- entendí su sarcasmo como que en realidad nunca dejaba de practicar.- Pero, cuando ambos tenemos tiempo nos juntamos, y a veces salimos… siempre y cuando al otro día no tenga partido.- torció la boca, cayendo en la verdad de que en realidad nunca disponía de mucho tiempo.- Bueno, así es el trabajo.
- ¿Y hoy estás desocupado? Lamento haber venido sin avisar.
- No te preocupes, sólo tengo que ir a… Uhm… no te preocupes, sólo debo ira un sitio, pero no voy a tardar.
- Ya veo…

Su rostro se había puesto muy tenso, pero no quise presionarlo para hablar.

- ¿Qué hace BaekHyun?- no pude evitarlo. Me había preparado para reprimir preguntas sobre ellos… pero, teniendo a ChanYeol en frente de mí y tan predispuesto a contarme lo que sabía… no podía contra mi mismo.
- Se prepara para viajar a Milán.- y su sonrisa se ensanchó tanto que pensé que se saldría de su rostro.

¿Se preparaba para viajar a Milán?... tenía que estar bromeando.
Vio mi expresión y se largó a reír.

- No es ningún chiste, es verdad… entró al circulo más prestigioso de diseñadores hace seis meses, y su trabajo ya fue asignado al desfile de Milán.

Me lo quedé mirando, consciente de que mi cara debía de ser de pura perplejidad.

- ¡¿Estás hablando en serio?!- grité y mi hyung se carcajeó.
- ¡Claro que sí! ¿Es que viniste con los ojos cerrados? Hay carteles con su cara por todos lados, está  haciendo las propagandas para “Beauty”, su marca.
- ¿Enserio?- me sorprendió mi nivel de autismo. Sí que había caminado por las calles… pero no recordaba ningún cartel.
- Vaya, SeHun… también hay míos, me tomaron para hacer las propagandas de Adidas.
- Alguien diría que tuve que haber notado eso…

Mi amigo volvió a juntar las cejas. Como siquiera haciendo eso me iba a agarrar un ataque de histeria.

- ¿Qué?- lo atajé.
- Bueno, no puedo evitar preocuparme… ¿Dónde has estado?

Agradecí que el sonido de mi corazón fuese un ruido ajeno para los demás, ya que se había disparado como el de un colibrí. Jadeé.
Mentir, tenía que mentir, mentir descaradamente, debía mentir y hacerlo ya. Pero, la repentina aceleración de mi pulso me dejó K.O. y no encontraba una mentira que sonase retóricamente coherente.
ChanYeol notó el tiempo que me estaba tomando responder, y se asustó cuando al levantar mis ojos los encontró anegados en lágrimas.

- ¿Qué sucede?

No respondí, porque no encontraba qué decir y porque me era imposible abrir la boca.
Sentí como el calor se agolpaba en mi rostro, lo que contrastaba con mis frías lágrimas al desbordarse por mis mejillas.
Hyung me tomó una de las manos, la que estaba más cerca de él, pero la soltó enseguida al recordar que estaba rodeado de fans. “Patético” logré pensar sobre mi nebulosa mente.
Me levanté, sentía la cara caliente, los ojos ardientes, el corazón muy frío y náuseas en el estómago. Pasé como un bólido por delante de la camarera que por fin traía nuestra orden.
Maldije cuando escuché los pasos de mi amigo detrás de mí. No dejé de caminar hasta que las lágrimas me apabullaron la visión. Sentí la mano de ChanYeol sobre mi hombro, volteándome despacio y esperé una nueva pregunta, pero en vez de eso me abrazó. En vez de calmar mis sollozos, los empeoró, y es que en el fondo de mi corazón sabía que no eran sus brazos los que yo necesitaba. No lo necesitaba a él, no lo quería a él, ni deseaba su consuelo.

- Vamos.- escuché que dijo, pero el sonido se sentía como si pasase por un tuvo muy largo.
- No.
- SeHun, vienes conmigo.

Cuando abrí los ojos un taxi estaba estacionado al lado nuestro.






Era imposible, esta imagen no podía ser cierta luego de dos años enteros de negarme a mi vida y a mi propio ser. Pero, parecía que no había borrado lo suficiente mis recuerdos pasados, ya que la habitación de ChanYeol hyung estaba tan igual a la época en que íbamos a la secundaria, que se me encogió el estresado corazón.
Lo único que no encajaba en el panorama era una corona de flores, era grande y de flores blancas como la nieve, aunque no podría decir que tipo de flores. Me agarró un escalofrío, parecía un arreglo fúnebre y me pareció un regalo muy extraño para un futbolista.
Mi amigo volvió de la cocina con un gran vaso de agua, supuse que temía que me deshidratara de tanto llorar… o era una fijación de deportista, me daba igual.
No lo acepté cuando me lo tendió y frunciendo por tercera vez el seño, lo cual lograba que mi respiración se agitase de a momentos, lo posó sobre la pequeña mesa que tenía al centro de la habitación y se sentó a mi lado.
Perdí la cuenta de los segundos que se pasó mirándome cuando conté más de tres minuto.
Cerré momentáneamente mis ojos resoplando furioso.

- Puedes hacer los berrinches que desees… pero no te vas a ir hasta que hablemos. No soy idiota SeHun, no creas que no me di cuenta desde el principio que huías del tema. Mírate… eres un manojo de nervios…
- ¿Qué son esas flores?- le pregunté descolocándolo.
- No son nada… un regalo.- me dijo bajando un poco la mirada.
- Parecen fúnebres…
- ¡No me cambies el tema, mocoso!

Me negaba a hablar de eso. Sabía que si tocaba el tema me desangraría, una grieta se abriría en mi pecho y los recuerdos me arrancarían el corazón de raíz. No iba, ni quería, caminar por el pasado… todo lo que se refería a ese tiempo lograba enfermar mis sentidos, me perdía en un mar de silencio, perdería la cordura instantáneamente.

Hyung apoyó su codo en la mesita y me observó más atentamente. No iba a darse por vencido, lo conocía.

- JoonMyun se casó.- me soltó de repente.

Hice amago de tener interés, pero no iba a caer en su juego. Me encogí de hombros.

- Con su novia de toda la vida, ¿la recuerdas? Esa chica bajita de 2º C, Hara.

La recordaba, era una chica simple y simpática, muy propia para JoonMyun. Pero no hice gesto alguno.

- Fue una gran boda, el salón era grandioso, y la comida se pasaba de veras.

Volví a ignorarlo y posé mi visión en los pósters de su habitación, seguían siendo los mismos que hace diez años atrás…
Él siguió la línea de mi mirada y sonrió.

- Algo infantil, ¿cierto? No me deshago de ellos por pura melancolía.

Me preguntaba cómo estaría mi habitación… de seguro que mis padres la habían desalojado, totalmente seguros de que no volvería cuando me fui a vivir con mis tíos.
ChanYeol volvió a la tarea de observarme.

- KyungSoo, actualmente, no está en el país.- dijo divertido.- Se le subió a la cabeza la idea de viajar.

En contra de mis intenciones, giré la cabeza, sorprendido. Él amplió más su sonrisa.

- Me telefoneó hace una semana, más o menos; y me dijo que estaba en New York, se la está pasando genial.

 

Alcé una ceja. JoonMyun casado, KyungSoo de viaje, BaekHyun un reconocido diseñador, ChanYeol héroe del football, y…
De nuevo sentí una punzada, como un puñetazo muy bien acertado en medio del estomago. Me abracé a mis piernas y oculté la cabeza en mis rodillas. Con eso, hyung descartó cualquier otra posibilidad y no le quedó duda de por dónde venían mis reacciones. Que astuta su forma de sacar deducciones.
 


- SeHunnie…- me llamó.- ¿Cuándo te enteraste?

Su pregunta me desconcertó, pero no lo suficiente como para que sacase mi rostro de entre las piernas.
¿Enterarme? ¿De qué?

- Sé que no fue lo mejor que pudo haber hecho, fue algo bastante estúpido.

Las palabras de mi amigo sólo estaban logrando confundirme más, y yo no deseaba pensar, no quería pensar, no podía permitírmelo, sería el final de mi cordura. Había pasado todos estos años en una profunda terapia, quizá me había apurado al volver.
Chasqueó la lengua. No podía ver su expresión por lo que no supe a qué tipo de sentimiento se le atribuía el gesto.
Reinó el silencio… y aunque me desollaba por no picar su anzuelo, la incertidumbre estaba comiéndose mi sistema nervioso. Levanté un poco la vista hacia el chico y me quedé petrificado. Lloraba.
Entendí entonces que el chasquido había sido hacia sí mismo, en modo de reprobación.

- ¿Por qué lloras?- mi voz sonó áspera por lo atada a mi garganta que se encontraba.

Mi amigo me miró sin poder creérselo. La exasperación en sus ojos me latigueó el rostro, despejándome momentáneamente la mente. Se recompuso enseguida secándose las lágrimas. Cuando volvió a mirarme un brillo en sus ojos me advirtió que se había dado cuenta de algo.

- Escucha, necesito que me digas que pasó ese día. Qué te dijo exactamente.

Me encogí y sentí un mareo cuando mi pulso se volvió a disparar.
No. Oh, no. No, no. No quería recordar…
Pero, la fuerza de mi dolor no fue lo suficientemente fuerte para aplacar el inminente recuerdo.

 

 

Me había venido a buscar extraordinariamente temprano de la facultad, eso me hizo muy feliz, me gustaba cuando improvisaba algo.
Estaba parado, apoyado sobre un poste de luz, seguía teniendo esa aura oscura que lo perseguía desde hace semanas, no recordaba bien el día en que la oscuridad de ella había llegado a sus ojos también.
Había ido hasta él tan radiante de felicidad que contrastaba con su semblante apagado. Me tomó más suave que nunca de la cintura cuando me le colgué del cuello y me respondió los besos con más tranquilidad y suavidad que los míos, hambrientos de él. Me pregunté a qué se debía tanto cuidado.
Me sonrió con la boca pero el gesto no llegó hasta sus ojos. Luego me tomó de la mano y comenzamos a caminar.

- ¿Qué vamos a hacer hoy?- le pregunté emocionado.
- Lo que tú quieras, hoy todo corre por tu elección.- me dijo. Noté cansancio en su voz.
- ¿De verdad?- el simple hecho de que yo tuviera la decisión de lo que haríamos me abría la imaginación.

Me miró con la tranquilidad plasmada en el rostro y se me contagió, calmando mis ansias de aprovechar cada minuto del día.
Se agachó un poco para besarme la frente y un escalofrío me recorrió el cuerpo, los tenía helados.
Me mordí el labio inferior en muestra de mi preocupación. Ya le había preguntado reiteradas veces si le pasaba algo y él siempre le sacaba importancia al asunto con su cortesía y dulzura de siempre… iba a lograr volverme loco.
Había decidido que quería pasar todo ese día en un parque de diversiones, fue un capricho tan repentino, que creí que JongIn se negaría, pero aceptó de buen grado; por supuesto, él se subiría a todas las Montañas Rusas.
Sinceramente, el día se pasó demasiado rápido. Hyung no se había alejado de mí ni un ápice, tampoco me soltó la mano y pareció reacio a abandonar el parque cuando le pregunté si se estaba aburriendo.
Lo descubrí meditando muchas veces, su seriedad me intrigaba y me daba miedo, él no solía hacer esas cosas… y si las hacía, procuraba compartir sus pensamientos conmigo.

El sol comenzaba a descender cuando por fin me había cansado de pasear por el parque. Y camino a la puerta no había podido resistirlo más, en especial cuando noté que no me prestaba atención, algo muy impropio de él.

- Hyung.- lo llamé para que me atendiera.
- ¿Qué?- dijo volteando el rostro hacia mí, fingiendo y de manera muy patética, una sonrisa despreocupada.
- ¿Puedo preguntarte algo? Y debes ser 100% sincero conmigo.

Miró hacia delante un momento, y luego susurró.

- Lo intentaré.

Se me cerró la boca del estómago al haber notado que era algo realmente grave.

- ¿Qué está pasando JongIn?... Y no me digas “nada”.

Suspiró, y la decisión se reflejó en sus ojos.

- Estuve pensando mucho últimamente…
- Sí, eso lo noté.
- SeHun…

Se detuvo a unos cuantos metros de la salida del parque y me miró con el seño fruncido.
Se veía algo enojado, pero no comprendía el por qué, no recordaba haber hecho nada que pudiese enojarlo.

- Nosotros… no, yo no estoy muy seguro de lo que estamos haciendo.- dijo despacio, en voz baja.
- No comprendo. ¿A qué te refieres?
- Pienso… que nos estamos desgastando…

Eso no tenia sentido, hace un mes, cuando aun no lo había alcanzado esa aura negra, estábamos pasando nuestra mejor época, no dejábamos de pasar los días juntos y de divertirnos como una pareja feliz. Sus palabras no tenían coherencia, yo lo amaba más que nunca.

- No coincido contigo, JongIn.- me expresé.
- No dije que fuese reciproco, el problema soy yo.

Se me hizo un nudo en la garganta… ¿Por qué sus palabras me sonaban a…?

- ¿Me… me estas dejando?- insinué con la voz ahogada, aunque se me coló una nota de gracia, ya que sonaba estúpido e inverosímil.
- Sí. - su afirmación me pareció la aprobación para que soltasen el hacha de la guillotina sobre mí. Era una sentencia de muerte.
- ¿Qué? No juegues con eso… no es gracioso.

Se pasó una mano por el cabello, alborotándolo.

- No estoy jugando. Tenemos que terminar.
- ¿Por qué?- exigí.
- Ya… no te amo.

Si bien estábamos rodeados de gente y bullicio, de pronto me sentí totalmente solo y un silencio inundó el ambiente.
Seguía con el seño fruncido, aún parecía enojado.

- ¿Es en serio?
- Sí.
- Pero… ¿Cómo…? ¿Hice algo malo?

Sacudió la cabeza al tiempo que soltaba mi mano.
No. No me gustaba eso.

- Entonces, dime una razón que te haya hecho dejar de amarme.
- Hay otra persona.

Mentía, Kim JongIn nunca había sido bueno mintiendo.

- ¿Otra persona? Eso no es cierto, lo sabes.
- SeHun, deja de sacarle razón a mis palabras.- me reprendió.- Te estoy diciendo la verdad.

Pero no era culpa mía, estaba en mi organismo desmentir cualquier cosa que hyung dijera en pos de lastimarme, porque no parecía posible ese tipo de intención por su parte.

- ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?
 


--




Mientras los recuerdos se fueron agolpando uno atrás del otro, le conté en susurros la historia a ChanYeol, tal y como había pedido.

Al terminar, mi mente estaba a punto de romperse, pero me obligué a permanecer un momento más en la cordura para observar a mi amigo.
Se había agarrado la cabeza con las manos y se desordenaba el cabello.
Me sentía anestesiado, como si el recordar lo ocurrido me hubiese dormido los sentidos.

- Tenemos que ir a un lugar.- dijo de pronto y mi estado mental no era el indicado para ponerse a discutir nada.

Lo único que pude hacer es ver como tomaba el arreglo floran con cuidado para luego hasta mí y jalarme por la muñeca.

Cuando salimos de su casa era totalmente de noche, frenó otro taxi y me obligó a subir, ni siquiera escuché el destino cuando se lo dijo al chofer.
Parecía muy nervioso, me echaba miradas ansiosas constantemente, creo que estaba esperando que colapsara o pensaba que mi tranquilidad repentina era una entupida fachada que se quebraría en cualquier momento. Pero lo cierto era que no era ninguna fachada, me sentía en un limbo, pero estaba seguro de que no duraría por mucho más.
El taxi frenó en frente de una muralla blanca, era alta y de piedra. Me hizo bajar y sostuvo mi muñeca mientras caminábamos por la acera. No noté dónde estábamos hasta que vi un objeto de mármol que me despertó la curiosidad. Una cruz.
Miré a mí alrededor y comprobé que estaba lleno de cruces, había de mármol y de granito también.
Mientras me arrastraba por el lugar observé miles de capillas, cuyo interior quedaba a oscuras, ya había estado allí antes…
ChanYeol dobló en una esquina y las capillas quedaron atrás, seguidas por toda una hilera de lápidas. Abrí grande los ojos cuando por fin descubrí en dónde estábamos. ¿Por qué me había traído a un cementerio?

Me soltó la muñeca y siguió caminando solo, me quedé parado donde me dejó. La sorpresa me había hecho reaccionar, me miré las manos y las descubrí temblando. ¿Por qué temblaban? Un frío viento me alborotó el cabello.
Busqué a mi amigo con la mirada y lo vi más adelante colocando el ramo sobre una de las lápidas. Me llamó con la mano y fui hasta él.
Estaba más tieso que una estatua, la luna reflejaba su luz en su tez pálida y su camiseta blanca haciéndolo brillar, casi parecía un fantasma.

- ¿A quién le has dejado el ramo?- pregunté.

Como toda respuesta señaló la lápida que estaba en frente nuestro.
Era blanca, hecha de granito brillante y muy nueva, tendría un dos como mucho.
Me sorprendía que ChanYeol hubiese encontrado lugar para poner la corona de flores, ya que estaba repleta de adornos florales, como si cada alma en Corea se hubiese acercado a dejar un obsequio. Me agaché al lado de ella para poder ver la escritura.

Cruel”… esa era la única palabra que se me cruzó por la mente cuando leí el contenido de la placa. ChanYeol era el ser más cruel sobre este mundo, de eso no había duda. Me enervé molesto y lo miré.
Lloraba.
Mi enojo se evaporó, entonces no era una broma. ¿Esto era de verdad?
Miré de nuevo la lápida.
No… claro que no… por supuesto que no.
Sabía que decía Kim JongIn en ella, pero…

Hyung puso una mano sobre mi hombro, pero no había cuerpo que consolar, no había alma que contener… yo ya había abandonado ese cementerio, mi cordura ya no estaba allí.





No recuerdo cómo, pero de nuevo estábamos en la habitación de él. Tampoco recuerdo haberme cambiado, ni haberme metido a su cama, doy por sentado que fue obra y gracia de ChanYeol.
No sé en qué momento comencé a llorar, quizá ya estaba llorando cuando salimos del cementerio, pero, recién ahora me daba cuenta al notar lo empapada que estaba la almohada de mi amigo. Estaba de costado y podía verlo sentado a mi lado en una silla. Parecía la visita a un paciente en un hospital.
Sé que yo pensaba inconscientemente en ello… lo sabía, pero, el dolor no llegaba a mi cuerpo porque mi cerebro y mi alma no estaban allí… no estaba consciente. Estaba roto, tan destrozado, que ni siquiera percibía lo que pasaba a mi alrededor, estaba volviéndome loco. No había pedazos de mi qué juntar, porque los había perdido todos… todos y cada uno de ellos.
Me quedé dormido sin siquiera notarlo.



Cuando me desperté, hyung estaba durmiendo a mi lado. Me giré para quedar de frente a él e, inevitablemente, me largué a llorar una vez más. Esta vez, mis sentidos se habían recobrado, mi alma había encontrado el camino de vuelta a mi cuerpo y mi cerebro se reinició dejándome el panorama muy claro, tan claro y simple como devastador. Me abracé a su torso para no romperme en pedazos otra vez. Se despertó algo sobresaltado, pero enseguida me devolvió el abrazo acariciándome por la espalda.

- ¿Cómo?- me obligué a decir entre el llanto.
- Estaba enfermo… lo supo un mes antes de que te fueras, su cáncer estaba muy avanzado, no había nada por hacer.

A pesar del dolor convulsivo que azotaba mi pecho, hice un esfuerzo para pensar y para recordar.

El aura negra, su semblante constantemente preocupado.
Recordé su ceño fruncido por enojo y entonces comprendí.
El enfado era hacia él mismo, por sus acciones, por sus mentiras, por el dolor que me produciría.
Todo tenía sentido.

- Te mintió para protegerte, para que lo odiases… pero, ahora veo que tú no eres capaz de odiarlo.
- Me fui… me fui porque pensé que era lo que él quería y no pude despedirme.
- Lo sé, no fue su mejor decisión. Él realmente pensaba que era lo  mejor.
- ¿Fue ayer?- y su suspiro me dejó saber que entendía a qué me refería.
- Sí, se cumplieron dos años exactamente. Realmente lo siento, no nos dejaste nada para encontrarte.

Dos años. Hacía dos años que estaba muerto.

- Te dejó algo, algo que creyó que te daríamos algún día cercano a su muerte, pero tú no has vuelto hasta hoy.

Me soltó y fue hacia el cajón de su cómoda donde tenía una pequeña cajita. Extrajo de ella una hoja doblada y me la entregó.

- Te daré privacidad.- me dijo, y se marchó del cuarto arrastrando los pies.

Las manos me temblaban tanto que creí que rompería la hoja. Respiré hondo y contuve las lágrimas.

 

--

“SeHun:
 

Te escribo esta carta como último recurso para poder serte sincero.
No tengo perdón, ni merezco la condolencia que sé estas teniéndome en estos momentos.
Pensé que dejándote así, de esa manera tan brusca y egoísta, sería suficiente para que me odiases, para que detestases cada célula de mi cuerpo.
Pero me equivoqué.
Te fuiste, nos dejaste para irte, para llevarte tu dolor a otra parte, para ahogar tu pasado en otro sitio, para borrar de tu memoria el momento en que rompí tu corazón y violé tu cordura, dejándote sin un rayo de esperanza, de felicidad.
Te vi unos días antes de tu marcha. No pude reconocerte… no encontraba en ti al SeHun que yo conocía, no veía tu sonrisa, tu mirada soñadora, tu presencia tan alegre y pura… y entendí que el que había destrozado a MI SeHun, había sido yo. 
No soy capaz de seguir explicando con palabras lo mucho que me odié a mí mismo y cuando quise remediar mi error, ya era tarde, te habías ido.
Te fuiste dejándome como último recuerdo la inconsciencia de mis actos, mis malas decisiones y la foto mental de una persona que yo sabía que eras tú, pero que, sin embargo, no lo era… Lamento tanto haber corrompido toda tu alma.
Escribo esto con la esperanza de que puedas leerlo pronto, porque ya no soporto mi existencia sabiendo que tu otro yo, MI SeHun, está atrapado dentro de este nuevo ser.
Sólo me queda serte sincero del todo, es lo menos que te mereces.
Te amo, te amo ahora, te amé antes y te seguiré amando allá a donde sea que vaya. No me asusta la muerte, sólo es algo que debía pasar y no le podemos huir.
Me voy con la certeza de que te encontraré del otro lado y así nos volveremos a reunir, y serás el SeHun que siempre amé, el cual aún no había lastimado y el que destilaba felicidad por cada poro de su cuerpo.
Y esa es la imagen que tendré cuando cierre definitivamente mis ojos… tu sonrisa alegre, la que me dedicaste cada día de nuestra relación.

Eternamente tuyo.

 

JongIn



Dejé caer el papel a un lado cuando ya no pude soportar las sacudidas del llanto.
Maldije mentalmente a todos los dioses que conocía por habérmelo arrebatado, por haberlo alejado de mi lado de ésta manera. Pero, JongIn tenía razón con lo que decía en su carta, él era eternamente mío, y me estaba esperando del otro lado… me esperaba y yo no tenía más fuerzas para estar separado de él.
Extrañamente, la nueva perspectiva de mis ideales me despejó la mente completamente. Tomé la hoja y la doblé cuidadosamente para meterla en el bolsillo de mis jeans.
Escapé de la habitación de ChanYeol por su ventana, no podía perder tiempo y sabía que si lo miraba a los ojos el coraje se diluiría.
Sabía qué hacer, conocía ese barrio y sabía de la existencia de un profundo y rápido río a poco de allí, el famoso Han, que resplandecía bajo el sol de la mañana, helado y profundo.
 

 

Mi mente volvió a darme consciencia cuando ya estaba parado sobre la baranda de firme concreto del puente que cruzaba sobre el río, en equilibrio.
Ya no importaba… podía vivir con la idea de que él estuviese vivo y feliz, con otra persona, pero feliz en definitiva. Pero, ya no podría sobrevivir, no después de saber que todo había sido una mentira y que él me amaba, me esperaba. Ya no viviría un minuto más sin él. 
Y con la seguridad impregnada en el rostro, sabedor de que me estaría esperando en donde quiera que estuviese, salté.
Y en el micro-segundo que duró el impacto del agua contra mi rostro, lo vi. 
Sonriendo, ofreciéndome sus brazos y diciendo mi nombre, me daba la bienvenida. No dudé y me dirigí directo a él, mientras el agua entraba a mis vías respiratorias, imposibilitándome el respirar, pero, de buen grado abrazaría a la muerte, la cual me transportaría a los brazos de JongIn y jamás me volvería a alejar de él. Él no me soltaría nunca más.
 

 

 

 

 


FIN

Notas finales:

No, no pueden amenazarme de muerte.(?)
LAMENTABLEMENTE, y por alguna razón psicológica(?) el KaiHun nunca tiene un final feliz en mis historias. Mentira, en Piel de Lobo sí hubo.
EN FIN. La cosa es que realmente me gustó escribir este OneShot, aunque sea un nudo bastante cliché (Faltaba el embarazo falso y el que pierde la memoria, y estabamos en una novela de Ideas del Sur.) porque desarrolar este tipo de sentimientos es liberador hasta cierto punto, y se siente bien poder narrar algo tan intenso y aprensivo como lo es el abandono y la pérdida de un ser tan importante.

Nada, reflexión para sus casas. (?)


 

¡Muchas gracias por leerme! Y, por favor, no olviden comentar, saben que es el incentivo de un escritor. Agradezco las críticas constructivas, son fanática de hecho, aí que siéntanse libres de opinar.

¡Hasta la próxima!



Worli.


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