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Kohai, notice me. por Dark Bit

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Notas del fanfic:

Este es un fanfic del manga battle club cuyo autor es Yuji Shiozaki. El mismo autor de Ikkitousen. Todos los personajes son propiedad de su autor y blablabla. Disclaimer time. XD

Es un manga que no es muy conocido que digamos. Aclaro que no es un manga yuri. Es ecchi, con comedia y peleas. Para conocer a los personajes del fic no hace falta leer más que 8 o 9 capitulos del manga como para conocer a los personajes que aparecen nada más.

En fin. Espero que les guste. ^-^

Notas del capitulo:

Este es un fanfic del manga battle club cuyo autor es Yuji Shiozaki. El mismo autor de Ikkitousen. Todos los personajes son propiedad de au autor y blablabla. Disclaimer time. XD

Es un manga que no es muy conocido que digamos. Aclaro que no es un manga yuri. Es ecchi, con comedia y peleas. Para conocer a los personajes del fic no hace falta leer más que 8 o 9 capitulos del manga como para conocer a los personajes que aparecen nada más.

En fin. Espero que les guste. ^-^

    Tondemon dio una última mirada a la bella rubia que estaba ocupando una de las camas de la enfermería. Acomodó sus anteojos negros.

     Luego salió de allí para ver a la preocupada chica que la había llevado a ese lugar.

     -¿Se encuentra bien?-preguntó al verlo salir una bella chica de cabello negro que tenía bien arreglado y con dos coletas a los costados de su cabeza. Llevaba con ella una bolsa con una botella de refresco.

     Se veía la preocupación en su expresión y la sinceridad de ese sentimiento en sus ojos verdes.

     Estaba vestida con una sencilla camiseta blanca y unos pantalones cortos. La ropa que solían usar para sus entrenamientos los miembros del club de lucha de aquel colegio.

     -Sí, no debes preocuparte. ¿Qué sucedió? Fuiste a buscar a Mokichi y apareciste con esta chica.

     -Ah…

     Se tomó un momento para recordar algo que había pasado no hace mucho.

     En ocasiones su memoria era algo lenta.

     -Encontré a Mokichi en el baño de chicos del tercer piso. Creo que esa chica o los tipos que estaban con ella le dieron una golpiza. Eran todos del club de karate.

     Tondemon asintió dándole a entender que le prestaba atención y siguiera con su relato.

     -Eh… Cuando llegué le dije a Mokichi que me acompañara y ella me atacó.

     -¿Peleaste con ella?

     -No. Yo ni siquiera me defendí. Solo recibí sus ataques, pero no me hicieron ningún daño. ¡Usó tanta energía en su último ataque que destrozó por completo el baño de chicos del tercer piso! Ella estaba al borde y como se desmayó estuvo a punto de caerse.

     Tondemon se acercó para darle unas palmadas. Dejo su mano apoyada en el lugar en que se las dio.

     -Bien hecho, Tamako. Parte de ser un buen artista marcial es hacer actos nobles. Estoy orgulloso de ti.

      La chica sonrió.

      -Gracias, pero… ¿Podría quitar su mano de mis pechos si no es mucha molestia?

      Apartó su mano riéndose.

      -¿Puedo pasar a verla?

      -Por supuesto. Te dejaré a solas con ella un momento. Regresaré pronto.

      Nadie pensaría que aquel anciano y algo pervertido hombre que se alejaba de allí era una leyenda de la lucha.

      Tamako solo pudo pensar que si hubiera sido Higuchi la receptora de ese contacto físico seguro lo habría golpeado.

      Ingresó en la enfermería.

      Vio a esa chica en la cama con una sábana sobre su cuerpo.

      Se acercó para observarla.

     Se veía muy distinta al primer momento en que la había visto. Era una chica muy linda, pero cuando peleaba era como un temible demonio. En ese momento parecía todo lo contrario. Un ángel de dorados cabellos durmiendo tranquilamente.

     Tamako sonrió.

     -Te dejaré un regalo.

     Sacó la botella de refresco que estaba en la bolsa que llevaba.

     Solo quedaba una última botella de ese refresco que tanto le gustaba a la vicecapitana del club de lucha y pensaba dárselo a esa chica. Sabía que eso implicaba que Higuchi la golpearía o algo peor, pero de cualquier forma quería tener un buen gesto con ella.

     Pensó en dejarle una nota. Busco en su mochila una vez más y por suerte encontró un lápiz y un papel en el cual escribirle.

      “Ojalá te guste el pocari. Bébetelo todo. Que te mejores”. Fue el simple mensaje que le dejó.

      Una vez que terminó con eso era libre para irse. O quizá no.

      Puso su mano sobre el picaporte de la enfermería. Y fue entonces que volteó para mirarla una vez más.

      Se alejó de la puerta y se acercó a verla una vez más. Parecía hipnotizada por el rostro angelical de esa rubia. Y en especial por sus labios.

      Sin pensarlo dos veces como controlada por alguna fuerza superior a su voluntad se inclinó y fue acercando sus labios a los de la chica durmiente, la cual de repente abrió sus ojos.

     -¿Eh? ¿Qué haces?

     Tamako se alejó de ella muy sonrojada. Notó el rubor en el rostro de la otra también.

     -Tú eres…

     -S-s-soy Tamako Kaneda de segundo año… D-d-el club de lucha. ¿Recuerdas? Tú me estabas atacando y de repente te desmayaste. Casi te caes del tercer piso.

     Ryotarou Shiba suspiró. Ya sentía un poco menos el ardor en su rostro. Su sonrojo al igual que el de la otra ya estaba pasando.

      -Te lo agradezco mucho. Me salvaste aunque yo…

      Tamako se le acercó y la señaló con su dedo índice. Tomo otra actitud hacia ella. Sería. Parecía a punto de regañarla.

      -Como tu senpai debo decírtelo. Ten más cuidado. No andes portándote como una chica mala. ¿Sí? No siempre estaré ahí para evitar que te mates.

      Shiba la miró alzando una ceja.

      -Yo estoy en tercer año. Así que la senpai aquí soy yo.

      -¡Perdóname!-exclamo muy sorprendida Tamako-. Es que te vi tanta cara de niña que pensé que podías ser menor que yo.

      -¿Mi cara?

      La chica de las coletas se puso nerviosa una vez más.

      -¡Eh! ¡No pienses que me quedé viéndote mientras dormías! Por supuesto que no hice eso.

     Shiba sintió el ardor en su rostro. Era una sensación nueva para ella. Nunca se había sonrojado en presencia de ninguna otra persona en toda su vida.

     -No solo eso. Estabas por hacer algo más.

     -¡No! ¡Nada de eso! De verdad.

     Tamako respiró profundamente y decidió retirarse para no tener que pensar una ridícula excusa para lo que había hecho.

     -Debo irme. Los de mi club aún deben estar esperando por mí.-Señaló la botella que estaba sobre la mesa-. Te dejó eso. Es una bebida muy nutritiva. Te hará bien.

      Se dirigió hacia la puerta.

      -Antes de irme quiero preguntarte. ¿Cómo te llamas?

      -Ryotarou Shiba. Tercer año. Integrante del club de karate. Aunque no sé por cuánto tiempo más.

      -Yo soy Tamako Kaneda. De segundo año. Integrante del club de lucha. Mucho gusto. Cuídate, senpai.

      Shiba suspiró aún sonrojada y susurró.

       -Cuídate tu también, kohai.

 

 

 

 

     El sonido del reloj despertador la alejó de su mundo de sueños una vez más. Poniéndole fin a uno de los tantos sueños en que se reflejaba otra de las tantas formas en que Shiba hubiera deseado conocer a la chica que amaba.

     Quitó la alarma para que ese sonido ya no la molestara.

     En vez de levantarse de inmediato para empezar a prepararse para otro día en esa escuela se quedó bajo las sábanas un momento.

     Abrazó su almohada y cerró sus ojos recreando una escena específica de aquel sueño.

     Se sonrojó y se rió como una tonta enamorada.

     -¡Cómo me gustaría! ¡Como me gustaría! Que Tamako intentara robarme un beso estando dormida.

     Pero de repente se incorporó y suspiró.

     -No seas tonta, Shiba-pensó ella misma-. Déjate de soñar tonterías. Después de todo nunca recibirás un beso de Tamako ni por accidente. Ya resígnate.

     Su rutina de todos los días. Cambiar su ropa de dormir por su uniforme, arreglarse el cabello, un sano desayuno, ir a clases, a actividades del club de lucha y algo que nunca olvidaba hacer.

     Por un lado decirse a sí misma que no perdiera las esperanzas y se esforzara para lograr que Tamako se fijara en ella. Por otro lado decirse a sí misma que se diera por vencida porque esa chica de cabello negro azabache y ojos verdes atrapantes estaba enamorada de alguien más y ella sabía bien de quien.

     Todo el tiempo dándose esperanzas a sí mismas y  destruyéndolas pocos segundos después. Un eterno retorno. Todo el tiempo entre el cielo y el infierno.

     Cuando terminó de desayunar salió de su departamento y emprendió su camino a la escuela.

     No tenía de quien despedirse debido a que vivía sola, pero mantenida por sus padres aún. Sabía que el año próximo cumpliría dieciocho y la responsabilidad de pagar todo sería suya.

     Camino a la escuela notó que la estaban siguiendo.

     Suspiró.

     -Otra vez ellos. Qué remedio. Les daré una paliza de nuevo.

     Shiba se dirigió hacia un callejón cerrado.

      -La tenemos-dijo uno de los jóvenes que la perseguía-. No se escapará.

     Pero al llegar al lugar no la vieron por ningún lado.

     -¡Idiota!-dijo el que estaba liderando el grupo-. ¿Seguros que la vieron venir a este lugar?

       Shiba sonrió de manera maliciosa y salió de donde estaba escondida para golpear a uno de sus perseguidores dejándolo inconsciente en el acto.

      El resto volteó enseguida. Encontrándose con aquella fuerte y atractiva chica en posición de combate.

      -Ya me encargué de uno. Y el resto de ustedes tampoco son ningún desafío para mí. Si todos ustedes dicen “admitimos que la senpai Shiba era la número uno del club de karate” los dejaré irse sin hacerles daño.

      El líder del grupo se rió.

      -¿Nos dejarás ir? ¿Eso dijiste?

      Todos se movieron rápidamente y la rodearon.

      -¡Eres una tonta!

      -¡Y ustedes unos inútiles!

      Los derrotó a todos en unos pocos segundos. Sin recibir un solo golpe.

      Puso su pie sobre la cabeza del líder.

      -Eres el único al que no dejé inconsciente para que me escuches. Dense por vencidos. No voy a volver a un club de cerdos machistas donde me etiquetan de número dos solo por ser una chica. Y ustedes saben bien que yo era la más fuerte del club. El club de lucha no es tan aburrido después de todo. Además los dos chicos que hay en él no me molestan. Uno es un trap bastante amable y al otro vivimos dándole golpizas las 24 horas del día y es un pervertido inútil.

      -¿Y si nos negamos a dejar de atacarte?

      El joven gritó de dolor cuando Shiba pisó su cabeza con más fuerza.

      -La próxima vez voy a ensuciar el piso con tus sesos y los de todos los demás que vengan a atacarme. Eso sucederá.

      Se fue de allí apartando del camino a los que la estorbaban dándoles patadas.

      De ninguna manera iba a tomarse la molestia de tener cuidado para no pisarlos.

     Llegó al colegio y se quedó en el patio en un rincón ella sola esperando el inicio de las clases. Era lo que hacía todos los días.

     No era muy buena para hacer amigos.

     Las chicas le parecían unas imbéciles totales. Siempre hablando de sus actores favoritos, grupos musicales o cantantes, del chico que les gustaba, de cosas que leian en revistas para adolescentes, de maquillaje. De montones de cosas que no le interesaban en lo absoluto.

    Los chicos le desagradaban demasiado. Sus gustos no le molestaban tanto como el hecho de pensar que todos eran unos repugnantes pervertidos. Sabía que hasta el chico más débil, idiota y nerd con cara de inocente se detenía a mirar sus pechos o su trasero. Los odiaba profundamente.

    Todo eso sumado a su expresión amenazante. Parecía furiosa todo el tiempo.

    Lo único que le interesaba era mantenerse sana, fuerte y atlética. Ser una mejor artista marcial. Superarse a sí misma.

    Él único momento en que se relajaba y pensaba en algo más era cuando Tamako se metía en sus pensamientos sin pedirle permiso, haciendo que su corazón latiera rápido y su imaginación se encendiera y diera forma a mil momentos románticos soñados con esa chica.

     Mientras esperaba alguien le llamó la atención.

     Una chica alta y pelirroja que daba pasos firmes y seguros. Todo aquel que estuviera frente a ella se hacía a un lado. Llevaba el mismo uniforme escolar.

     Se trataba de Ichiyou Higuchi, la vicecapitana del club de lucha. Era su gran rival imposible de vencer.

     Aquella que llevaba el título de ser quien tenía en sus manos el corazón de Tamako.

     Higuchi se detuvo un momento al verla.

     -Shiba.

      La rubia alzó su mirada.

      -Dime.

      -Hoy tenemos actividades del club después de clases. Te estaremos esperando.

      -Ahí estaré.

      Higuchi parecía que estaba a punto de irse, pero se detuvo para decirle algo más.

      -Por cierto. ¿Aún siguen atacándote los del club de karate? Porque si es así podemos darles una paliza entre todos. Ahora eres una de nosotros. No permaneceremos tranquilos si te joden.

     -Hoy me atacaron de nuevo, pero les gane a todos fácilmente. Si alguna vez llego a necesitar ayuda se los diré.

     -Bien. Nos vemos más tarde. Hasta pronto.

      Finalmente aquella pelirroja se retiró.

      Si bien era su rival en el amor no se llevaba mal con ella.

      Le sorprendía que aquella pelirroja no fuera la típica niña rica mimada y tonta.

      Estaba al tanto de que Higuchi era heredera de un hombre con una gran fortuna y vivía en una inmensa mansión.

      Shiba vivía preguntándose cuál sería la actitud de ella hacia Tamako.

      ¿Correspondía sus sentimientos? Pensaba que no porque no le percibía que fueran novias o tuvieran alguna clase de relación afectiva. Y si la tenían la mantenían muy bien oculta.

      Pero dejó esos pensamientos a un lado al verla llegar.

      Allí estaba Tamako una vez más. Cautivándola solo con su presencia.

      Con su look de siempre. Con las coletas a los costados de su cabeza.

      Ese rostro sonriente empezando con buenos ánimos un nuevo.

      Shiba más de una vez se encontraba a sí misma a esa chica dedicando una de esas sonrisas solo para ella, abrazarla por la cintura y besarla.

      Algo la distrajo de su amada.

      Lo vio a él. Detrás de ella llegó un chico que tenía el uniforme escolar y por más que todo el mundo le dijera que no debía siempre llevaba una bandana sobre su cabeza. Estaba haciendo algo que a ella le desagradaba mucho y peor si lo que estaba haciendo involucraba a Tamako.

      -Pervertido-susurró antes de salir corriendo con todas sus fuerzas.

      Tamako la vio acercarse y pensó saludarla, pero la rubia pasó junto a ella sin darle siquiera la más mínima oportunidad de hablarle.

      De inmediato volteo y sus ojos verdes se encontraron con aquella situación.

      Shiba estaba tomando por el cuello de la camisa a Mokichi y parecía muy furiosa.

      Los otros estudiantes observaban aquello con curiosidad.

      -Si te sorprendo mirándole el trasero a Tamako otra vez te mataré, ¿entiendes?

      Aquel chico de la bandana se asustó bastante. No pensó que su día empezaría recibiendo la agresividad de la nueva integrante de su club.

      -¿Eh? ¿Pero de qué rayos hablas? No estaba mirando su trasero. ¡Ni siquiera la estaba mirando a ella!

      Shiba alzó su puño de forma muy amenazadora, pero alguien la detuvo.

      -Dejalo ya-le pidió Tamako amablemente-. No le hagas daño.

      Accedió a soltarlo solo porque ella se lo pidió.

      -Estás muy equivocada. Mira esto. Tamako estaba caminando por aquí. Entonces vi esto.

      Se agachó para tomar algo que estaba en el suelo. Luego les mostró lo que había tomado.

      Una moneda de 500 yens.

      -¿Lo ves? Y tú me acusaste de estar mirándole el trasero a la chica que amo. Mi dulce Tamako.

      La aludida solo se rió al oir eso.

      -Basta de decir eso, Mokichi. Me da vergüenza.

      A Shiba no le quedaba más que admitir su equivocación y disculparse. Era tan orgullosa que no podía hacer aquello sin demostrar lo mucho que le disgustaba.

      -¡Bien!-dijo levantando la voz-. ¡Siento mucho haber armado toda esta escena! ¡Discúlpame!

      Mokichi no dejaría de saborear esa victoria muy pronto.

      -Yo sabía que no era buena idea admitir en nuestro club a una chica tan violenta y loca, Tamako.

      -Nada de eso. Creo que Shiba es buena chica.

      -¡Oigan! No hablen de mí como si no estuviera aquí. Y mucho menos tu Mokichi Saitou. Pervertido inútil.

      -¿Eh? ¿Cómo me llamaste?

      Tamako los observó discutiendo dirigiendo miradas a uno y luego a otro.

      -Discuten tanto que a veces parece como si gustaran el uno del otro en el fondo.

      Ambos se callaron y la miraron.

      -Claro que no-dijeron al unísono-. A mí me gustas tú.

      Shiba de inmediato se sonrojó y cubrió su boca con sus manos.

      -Hable sin pensar-se dijo a sí misma-. Qué tonta.

       Justo en ese momento sonó la campana anunciando el inicio de las clases.

       -Ah. Ya van a empezar las clases. Será mejor que me apure. Y ustedes también.

       Fue lo último que les dijo Tamako Kaneda antes de retirarse.

       -Vas a ver Shiba. Esta guerra de amor por Tamako la voy a ganar yo.

       Shiba suspiró.

       -Eres un tonto.

       Se sorprendió al oírla de esa manera. Comúnmente cuando lo insultaba lo hacía en un tono fuerte, pero en ese momento fue distinta.

       -Tú y yo empezamos a luchar por un amor que alguien más ya se ganó hace mucho. Perdemos el tiempo. Mejor fijate en otra chica, Saitou. Sería lo mejor.

        Shiba se retiró luego de decirle eso.

        A él le pareció extraño verla con esa actitud. No con ese espíritu de lucha que parecía emanar todo el tiempo. Sino con una abrumadora resignación.

 

 

 

 

       Shiba estaba a punto de retirarse del salón al igual que el resto de sus compañeros, pero justo llegó una profesora a dar un aviso enviado desde la dirección para todos los cursos de tercer año. Por lo cual todos debían esperar para escuchar lo que debía decirles.

       -Buenas tardes. Es mi deber notificarles que en la escuela hemos decidido buscar voluntarios entre los estudiantes de tercer año para dar clases particulares a alumnos de primero y segundo. Dando prioridad a aquellos que tienen problemas de dinero además de bajas notas y no podrían pagar para tomar clases particulares.

       No le dio mucha importancia al asunto. En cambio los otros comentaban en voz baja sobre lo que había dicho la profesora.

     -Esperamos que haya muchos voluntarios entre los estudiante de tercero. Espero que sean generosos y ayuden a sus kohai. Deben especificar en qué materias están dispuestos a dar clases particulares. Obviamente si no son buenos en matemáticas por ejemplo no se ofrecen para dar clases particulares de esa materia y ya. Gracias por su atención, chicos. Ahora sí pueden retirarse.

     Shiba salió del salón de clases pensando en eso.

     Ella siempre había dado su mejor esfuerzo, por lo cual siempre se sacaba muy buenas notas. Pero no creía ser capaz de dar clases.

     -¿Dar clases a un chico pervertido o una pequeña imbécil? Ni en sus sueños.

     Por un momento casi olvidó que esa tarde tenía que ir al gimnasio por las actividades del club de lucha.

     Cuando llegó se encontró a Tondemon, aquel anciano calvo y con bigotes que siempre iba vestido con unos pantalones, un saco y una camisa. Llevaba puestos unos anteojos negros que reflejaban la luz del sol.

     Junto a él estaba el capitán del club de lucha.

     Aunque su apariencia parecía más bien la de una capitana.

     Rentarou Taki siempre generaba muchas confusiones. Se veía como cualquier otra estudiante de aquella escuela. Con un uniforme de mujer, un rostro muy femenino, su largo cabello negro lacio y bien cuidado. Hasta tenía pechos los cuales se había hecho mediante una operación. Solo había un detalle muy íntimo que probaba que a pesar de todo eso realmente era un chico.

     Se le habían declarado muchos chicos que ni siquiera sospechaban de quién era realmente.

     -Al fin llegaste, Shiba. Gusto en verte.

     -Hola. Capitán. Maestro. No me digan que soy la última en llegar.

     -No-le dijo Tondemon, haciéndola sentir aliviada-. Aún faltan Mokichi y Tamako

     -¿Y Higuchi?

     -Aquí estoy.

     Aquella pelirroja iba saliendo del gimnasio.

     -¡Si esos idiotas no llegan en los próximos minutos sentirán mi puño de acero en sus cabezas!

     A Shiba le resultaba bastante extraño que el capitán Taki fuera una persona más amable y relajada que no se preocupaba tanto por la disciplina respecto a los miembros del club  y en cambio la vicecapitana estaba todo el tiempo regañándolos o siendo dura con sus kohai.

     -¡Ya llegamos! ¡Perdón por la tardanza!

     Todos notaron el brillo intimidante en los ojos de Higuchi y segundos después vieron a Tamako y Mokichi frotándose la cabeza por el duro golpe que recibieron.

     -¡Tontos! ¿Ustedes no se toman en serio las actividades del club o qué? ¡Lleguen temprano!

    Siguieron con las actividades de todos los días. Hacer ejercicios para calentar los músculos y dividirse en pares para practicar para los combates del torneo que estaba próximo.

    Tamako practicaba enfrentándose a Higuchi. A pesar de que estaba en segundo año aún tenía mucho que aprender.

    Shiba iba adaptándose de a poco a ese estilo de pelea. Incluso ya era mejor que Mokichi que llevaba practicando unos cuantos meses con ellos, lo cual dejaba muy mal la dignidad del chico.

    Por otro lado Taki no participaba muy seguido de las prácticas de lucha. Estaba en un nivel muy superior al de Higuchi incluso.

    Poco después cambiaron de parejas de práctica.

    Como era común Mokichi recibió otra tremenda derrota al enfrentar a la vicecapitana. Combate, el cual concluyó cuando la pelirroja le hizo un tremendo movimiento de suplex dejándolo fuera de combate.

    A Shiba le había tocado enfrentarse a Tamako.

    Agradecía mucho que por el calor del combate la chica de las coletas no notara su sonrojo.

    El solo sentir su cuerpo en contacto con el de ella. Sus brazos, piernas, y hasta sentir el contacto de sus pechos cuando se aferraba a ella al hacerle una llave. La desconcentraba demasiado.

     Siguieron hasta que Tondemon dio por terminada aquella sesión de práctica.

     -Regresen luego de ducharse porque hay algo de lo que debemos hablar.

     Shiba estaba expuesta otra vez a esa situación que le gustaba mucho, pero a la vez la ponía muy nerviosa.

      Ir a las duchas. Desvestirse en compañía de Tamako, verla desnuda.

     No entendía por qué. Ver el cuerpo desnudo de Higuchi no la afectaba en lo absoluto. Sentía que no la atraía. Que era solo ver a otra chica tal y como ella. Pero con Tamako la cuestión era muy distinta

    Bañarse pensando que apenas al lado ocupando otra ducha estaba ella con el agua corriendo por su cuerpo despertaba un poco su imaginación.

     Por fortuna el agua fría corriendo por su cuerpo calmaba esos ánimos.

     Terminó de ducharse ella primero. Y salió.

     Hasta ese momento nunca le dio importancia a que Tamako y Higuchi siempre se tomaban su tiempo para ducharse, pero en ese momento fue diferente.

     Oyó la voz de Higuchi.

     -Ya se fue, Tamako. Puedes venir si tienes ganas.

     Volteó y aun cubriéndose con la toalla se acercó sigilosamente.

     Pudo oírlas.

     Los gemidos de Tamako.

     Higuchi nombrándola con deseo.

     Ni necesitaba verlas para saber lo que hacían.

     En ese instante sintió su corazón rompiéndose en miles de pedazos y las lagrimas en sus ojos.

     Una cosa era sospechar que podía haber algo. Pero confirmarlo de esa manera era demasiado para su frágil corazón.

     Se retiró de allí con cuidado de no hacer ruido. Sabía que si no se iba pronto la escucharían llorar como un bebé y sabrían que las había descubierto haciendo eso en las duchas.

     Secó su cuerpo como con desesperación y se vistió con su uniforme.

     Quería irse ya. Irse de allí lo más pronto posible y estar en su departamento.

     Estar sola. Llorar y llorar hasta deshidratarse y morir por esa pena de amor. Porque eso era lo que quería en ese momento. Lo que quieren todos en el momento en que acaba de romperse su corazón. Morir de pena para ya no sufrir.

     Taki la vio pasar.

     -¡Oye, Shiba! El maestro dijo que…

     -Lo siento. Recordé que tenía que hacer algo importante. Me voy antes.

     Simplemente la vio alejarse corriendo.

     En ese momento llegó también Mokichi.

     -¿Shiba ya se va?

     -Sí. Creo que algo le ocurre.

     -Noté algo extraño en ella esta mañana. Quizá deberíamos…

     -No lo creo. Es bastante reservada y algo orgullosa. Lo que sea que le esté pasando querrá arreglarlo ella sola seguramente. Sea lo que sea ojalá pueda enfrentarlo apropiadamente.

Notas finales:

Bien. Hasta aquí el primer capitulo. Dejen comentarios por favor, ¿si? *-*

Tengo pensado que la historia termine en el próximo capitulo, el cual estaré escribiendo en los próximos días. O a lo sumo en el tercero. No lo pensé como una historia muy larga.

Si quieren estar al tanto de los fics que suba, hacerme algunos comentarios sobre mis fics, conversar o lo que sea pueden seguirme en mi pagina de facebook que es la del siguiente link.

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Gracias por leer. Que los astros estén de su lado. ^o^

Y este fic va dedicado a mi colega autora Mauuge(de la cual les recomiendo de todo corazón leer sus fics), y mis fieles lectoras panda Andrea y Sura-chan. ;)


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