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It is you (I have loved) por Patytow

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Notas del fanfic:

Breve historia, siéntanse con el gusto de leer. 

Notas del capitulo:

He aquí con un breve fic. Hace algo de tiempo en que lo escribí, sólo espero que sea de su agrado.

Contiene una pequeña adapatación de la muy conocida trama de Romeo y Julieta, su autor es William Shakespeare. Ustedes lo notarán.

El título es una canción de Dana Glover, opino que encaja y de paso les recomiendo oirla. 

N: Yu-Gi-Oh! no es de mi pertenencia, su autor es Kasuki Takahashi. Lo mismo con Shakespeare. 

- No me importa, y la verdad es que nunca me importará.

- Créeme que a mí igual no me importa, pero puede ser peligroso.

- ¿En qué? ¿Por qué puede serlo?... ¡Atem, yo te quiero!

- Lo sé pequeño, tú no sabes cuánto yo a ti. 

Así es como hablaban ciertas personas que, extrañamente, tenían un parecido físico pero sin ser profundamente similares entre sí. 

Ambos habían caído enamorados uno del otro, amigo por amigo, hombre por hombre…algo innegablemente enfermo. Repugnante para muchos. 

Habían estado saliendo por varios meses, sin que nadie supiera y sin que al principio se asomara una pizca de preocupación. 

Maldita la hora y el lugar en que sus familias habían quedado enemistadas. No dejaban que se vieran, habían sospechado. 

En la familia del pequeño Motou no podían permitir que su inocente y vulnerable hijo se paseara cerca de tan desaprobadora familia y, para colmo, con el hijo de éstos. En la familia del joven Atemu estaba prohibido juntarse de nuevo con aquella despiadada familia que una vez fue un grato vínculo. No, simplemente no lo podían permitir, ni aunque su hijo se hubiera hecho amigo del hijo de esa porquería de familia. 

Mas eso no era culpa de los jóvenes enamorados, culpa tiene sus progenitores al haber llegado al odio por razones de negocios… o incluso por cosas más estúpidas. Ahora, después de haber logrado pasar por desapercibida su relación por un par de largos días más, se daban cuenta que no podría seguir siendo mucho tiempo así. Tenían que buscar una o mil soluciones para salir ilesos de las sospechas de sus padres.

¿Qué dirían al saber que, a pesar de las advertencias de sus padres, ellos seguían viéndose? O peor aún ¿qué dirían al saber que, pues, compartían algo más que simple amistad? De tan sólo pensarlo ambos se ponían a temblar involuntariamente. 

- Debo irme ya, sino mi padre me matará

- Yugi…- Habló el mayor, de una forma u otra sentía la  necesidad de decirle algo de acuerdo a lo que pasaba; pero es que no había nada que decir – sí, será mejor que te vayas. No querré meterte en problemas – fue lo único que pronunció. 

Lo abrazó y estrechó suavemente contra su cuerpo y pegó su cara al cabello del menor. No quería dejarlo ir, pero tenía que hacerlo, en verdad que sí. 

Después de corta pero significativa despedida, el menor se marchó, casi con prisa. Atem lo veía alejarse con una sonrisa, para entonces dejar de hacerlo al notar cómo no podía visualizar ya a su pequeño. Se giró sobre sí, dispuesto a encaminarse hacia su casa. No quería regresar aún, no después de saber que sus padres lo esperarían con toda la furia posible.

Si algo no le había dicho a Yugi, era el que sus padres estaban enterados que salía a verlo. No sabían aún que mantenían una relación especial, eso era algo bueno… más no aliviador.  

- Hasta que se te ocurre llegar – escuchó apenas cruzó la puerta de su casa.   

- ¿De nuevo me esperaban? – preguntó Atem fastidiado.

- ¿Qué ganas con ir a ver a ese niño desorientado? – habló su padre ignorando el evidente enfado de su hijo. 

- Lo que ustedes no pueden conseguir de mí. – expulsó abrupto.

Sus padres, entre miradas, estaban decepcionados con la actitud de su hijo. ”Todo es culpa del niño malcriado que va a ver” pensaron ambos.  

Estaba por retirarse a su habitación, pero lo siguiente que dijo su madre le llegó a explotar cuál dinamita. 

- ¡Ese maldito niño bueno para nada te anda haciendo daño! ¿No te dije que tienes sumamente prohibido estar cerca de esas pestes? Y más de ese chico estúpido sin razones de vida.  

Desgraciadamente no lo pensó, no lo calló… y soltó inevitablemente las palabras que recaerían con incontrolable pesar más tarde.

- ¡No tienes ni una pizca de derecho hablar así de la persona por la cual gusto! ¡No vuelvas a decir esas cosas de mi novio! 

Un silencio abrumador sólo se presenció, tarde se dio cuenta de lo que había dicho. Furia, odio y completa desilusión y asco irradiaban en los ojos progenitores. Esa sí que no la aceptaban por ningún motivo, se las iban a pagar ni aunque se tratara de su propio hijo… todo era culpa del mocoso Motou. 

 

 

 

Era entonces la mañana siguiente, el joven Motou se arreglaba para ir al colegio, estaba feliz. Siempre despertaba maravillado, todo gracias a cierto chico a quien le había entregado su corazón.

Hoy lo volvería a ver terminadas las clases. Era una linda rutina que se dedicaba a hacer, por petición de ambos. 

Las horas escolares transcurrieron normales y no hubo nada que desalentara a Yugi, bueno, no por el momento. Cuando hubo concluido el día de clases, directamente se dirigió a cierto parque lejano, lejos de las personas. Un perfecto lugar al que siempre iba, todo por cumplir su ansiada rutina. 

Ahí lo esperó, lo esperó, lo esperó… ¿Qué estaba pasando? ¿por qué no llegaba Atem? Hasta dadas las 5 se comenzó a preocupar. Checó sus mensajes del celular, tal vez y le había enviado uno y no se había dado cuenta. 

 

Nada, en el celular no había absolutamente nada. 

 

Preocupado y nervioso estaba indeciso por llamar a su número, ya que, creía que alguien más le iría a contestar, y con ese ”alguien más” se refería a los padres del mayor. 

Al final optó por no hacerlo, recordó que Atem le había dicho que no lo hiciera, él sería quién se encargaría de enviar mensajes o llamadas para comunicarse con él, siempre. 

Motou decidió esperar el mensaje de su novio, sabía que fuese lo que fuese, el dueño que poseía su corazón se lo haría saber. 

Caminó rumbo a casa, en algún segundo o minuto, hora o día, tenía que recibir un simple mensaje. Llegó a casa algo desesperanzado, cada paso que daba era un poco más de preocupación, subió las escaleras con un deje de desánimo. ¿Qué estaba pasando? Era raro que Atem no le avisara que no vendría, pues siempre estaba ahí para informarle. 

Pesadamente se dejó caer sobre la cama, no tenía porqué estar así…¡pero Dios! es que los sentimientos merecían su lugar para con los hechos en tan asfixiante situación. El sueño le venció,  por ese pequeño plazo de tiempo no hubo perturbación alguna, no hasta entrada la noche. 

8:40 p.m, hora en que el tono de llamada de su celular lo despertó y, por consiguiente, alertó. ¡Dios! tenía que ser él, rogaba porque así fuera. 

 

 

 

*Atem*

 

¡Aja! Eso es lo que ansiosamente estaba esperando, ahora sí que le reprendería por propinarle tremenda angustia. Sin perder un sagrado segundo contestó, dispuesto a darle ta cual sermón. 

Tomó el aire necesario para comenzar pero…

 

= ¿Hablo con Yugi Motou?… Sé que eres tú mocoso, así que escúchame bien ¡él me lo contó todo antes de cometer tal locura!= 

 

Violentamente calló y se tragó todo el aire, no podía creerlo, en definitiva ese no era su novio. Claramente se notaba que era la madre del mayor. Su piel se crispó incontrolablemente. 

 

= ¡Todo esto es por tu culpa! por tu culpa mi hijo… mi hijo… por tu culpa…=

 

Se estremeció al notar que la mujer comenzaba a llorar con desgarro.

 

= Niño inútil ¡vago de por vida! … Tú serás maldito y mil veces maldito… ¡Por tu culpa Yami está muerto! ¡se suicidó! Y eso me las vas a pagar…=

 

Colgó.

No pudo, no entendió, no aceptó. ¿Atem estaba…muerto? ¡No! ¡Eso si que no! ¡Eso no podría ser! ¿Por su culpa?

Lágrimas sólo surcaban por su angelical pero destruido rostro. Eso se había sentido como un puñal de espinas y calientes hierros desgarrar todo su sentir. Las palabras de esa mujer y su incomparable lloriqueo seguían latentes en su cabeza. 

Salió corriendo de su habitación, ahora el que lloraba era él, sus manos cubriendo fuertemente su boca - para que no escapara lamento alguno - eran la muestra de su deplorable estado. 

 

 

Mientras tanto, en casa de los ególatras señores Atemu, se encontraba la despiadada madre del joven. Aún sostenía el celular del niño que lamentablemente era su hijo. Su descarada sonrisa  la delataba demasiado para con la mentira más vil que pudo haber hecho, pero obtuvo lo que quería.

El señor Atemu venía del sótano que cerró excesivamente, pues, ese asco de hijo lo tenía más que merecido. Exacto, su asco de hijo. 

Ahora debían ir con los señores Motou para motejarlos de inesperada, pero falaz, ”desgracia”. Para cumplir con ese acto, ni a quien se le ocurra dejar fuera del sótano al bicho raro que tenían por hijo. Por ellos, que se pudriera. 


- ¡Déjenme salir! Ustedes son unos… son unos…

 

El joven Atemu, que se encontraba encerrado como a mil candados, estaba furioso por dentro y triste por fuera. Golpeaba la puerta sin importar que se lastimara, no quería imaginarse lo que su madre pudo haber hecho. 

”Ya verá ese inútil, iré primero por él, después seguiremos contigo” , esas palabras pronunciadas por su madre y aprobadas por su padre le traían hasta el borde de la desesperación. Siguió golpeando la puerta, no debía permitir que sus padres cometieran una atrocidad, no debía dejar que le hicieran daño a su pequeño, no a la persona que le traía completamente enamorado. No a su novio. 

Los golpes fueron cesando, los sollozos iban aumentando. No podía evitar recriminarse por eso. Era su culpa, si tan sólo no hubiera dicho nada… ¡Que tonto fue!

Se dejó resbalar por la puerta, haciendo muestra de su debilidad. Estaba preocupado, se sentía impotente, culpable. Lloraba ocultando su rostro entre sus manos. Tonto, tonto, tonto, fue lo único que se pudo decir así mismo ¿qué más iba ser? cómo abominaba su imprudente boca… ¡Espera! ¿qué estaba haciendo ahora? no debía estar ahí llorando cual persona rendida. No, más tonto sería si no hacía nada. 

 

 


Yugi buscaba con un ímpetu deplorado a sus padres, habitación por habitación. Aún lloraba, estaba destrozado como si su alma se hubiera vaciado y con ello se sintiera extrañamente solo. 

¡Demonios! ¿dónde estaban cuando más necesitaba de sus cobijos? tenía la necesidad de desahogarse con sus padres, debía hacerlo y no le importaba lo que opinaran de él. No había necesidad alguna de preocuparse por eso, ya no. Recordó entonces que llegaban del trabajo hasta entrada la madrugada ¡genial! era el colmo. 

”Soy un inútil” pensaba, ”fue mi culpa” se decía. Seguramente Atem tuvo alguna incomodidad y él ni en cuenta. Le dolía, le dolía exageradamente. Tal vez no pensó lo suficiente en los problemas del mayor y sólo vio por sí mismo, haciendo que éste se quitara la vida. 

Su persona especial había acabado con su existencia y con él se llevó su corazón.

 

El joven Motou se encontraba ahora en la cocina, de tanto correr con una desesperación que lo traía al borde de un posible colapso, se sentó pesadamente en la silla del comedor - aún soltando leves gemidos -. No encontró a sus padres, no habían regresado del trabajo. 

No pudo controlarlo, explotó en llanto de nuevo, sus codos se apoyaban de la mesa y se agarraba totalmente fuerte de los cabellos.

 

¿Qué iba a hacer ahora? 

 

Sus lindos ojos estaban horriblemente hinchados, cualquiera que lo viera en tal estado podría decir que seguramente no había dormido por días. Sus pobres orbes heridos y sin brillo se enfocaban en la nada, parecía perdido, sin caminos y salidas.

De pronto pensó ¿por qué Yami se quitó la vida? ¿realmente fue su culpa? Y si realmente no hubiera sido él la causa…

Su mirada observó con minuciosa atención una esquina de la cocina, en un objeto en específico. Lo que fugazmente cruzó por su cabeza le hizo temblar extrañamente, más porque resultaba ser una idea atrayente.

 

 

Yami Atemu se veía algo agitado, todo por el esfuerzo que estuvo haciendo para abrir la puerta. Se le veía con un fierro que halló en ese mugroso  sótano, desde entonces, había estado intentado que la puerta le brindara su ansiado paso. Golpeó y golpeó, su endemoniado obstáculo estaba desistiendo, sólo era cuestión de unos golpes más. 

Se desesperó, arrojó el fierro que sostenía y violentamente se lanzó contra la puerta, haciendo que ésta por fin se destruyera. Salió algo herido, pero eso salía sobrando para él, tenía que apresurarse en buscar a sus padres e intentar comunicarse con Yugi. 

Al no visualizarlos corrió subiendo al segundo piso de la casa, tenían que estar en algún lado, y si no los encontraba, sólo podría significar una cosa … ¡Debía apresurarse!

Con gran prisa y violencia abrió la puerta de la habitación de sus perniciosos y zafios progenitores. Las mil maldiciones pasaron por su cabeza, no estaban en ningún lado, pero sí encontró algo: su teléfono celular. ¡Bendición! rápido se dirigió al mueble en que reposaba y lo tomó. 

Estaba por revisar algún indicio malo que su madre pudo haber provocado, pero justo escuchó que un carro se aproximaba, sus luces se reflejaron por un momento en la habitación. Se puso nervioso, ese carro era el de sus padres y él estaba en completa vulneración para ese momento. Tenía que pensar algo rápido, si bajaba para salir lo más seguro era que se los encontrara y entonces sería el punto final de su vida. 

Cerró los ojos, tenía que ocurrírsele algo a la voz de ya, comenzó a sudar y tembló; sin embargo, su raciocinio brilló y reaccionó, abrió sus ojos en demasía y se dirigió al pasillo de afuera. Una vez ahí se encaminó al fondo, justo en donde había un pequeño buró y una enorme ventana. 

Tragó saliva, no entendió cómo fue que se le ocurrió aquello, abrió el cajón del mueble y con mano temblorosa cogió el revólver de su padre…

¡Maldito niño desgraciado! ¿¡dónde se fue a meter!? ¡la puerta está destrozada! será estúpido…  

 

Escuchó el escándalo que provenía de la boca de sus padres, se notaban exageradamente molestos . Sintió miedo al oír sus pasos subir por las escaleras con rapidez. No había elección, con las dos manos sostuvo fuertemente el arma, apuntando en la dirección en que sus papás aparecerían al terminar de subir. 

 

 

 

Notas finales:

Esperaba que pudiera subir todo en uno solo... pero la extensión era demasiada jaja. 


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