“No soy de llegar a tal punto de necesitar de otras acciones u objetos para poder tranquilizarme, normalmente sólo jugando con mis juguetes podría relajarme, pero lo he intentado y sigo sin poder despejar estos pesados pensamientos.
Cuando el caso de Kira acabó fue cuando tuve mi primer respiro y poder dejar de pensar en estrategias y coartadas para poder atraparlo… He de admitir que, a pesar de todo el tiempo que pasó, vencerlo fue más fácil de lo que esperaba.
Esa misma noche pude quedarme tranquilo haciendo lo que más me gustaba hacer: jugar con mis juguetes. Fue en ese momento cuando te recordé… Estaba el pequeño muñeco de tu persona. Terco y orgulloso, ese eras tú. Un diminuto modelo que te representaba a la perfección.
Siempre trataste de superarme. Desde el pequeño rompecabezas, hasta el puesto más importante. Nunca te rendiste, orgulloso y seguro de ti mismo, trataste de verme desde arriba y escupirme en el rostro para demostrarme que eras mejor, ese fue tu sueño. A diferencia de ti, yo jamás tuve un deseo u ambición. Como solías decir, era como una piedra…
Hasta el día de hoy me sigo preguntando, ¿por qué fui así? Nunca quise hacerte sentir como si fueras inferior a mí, al contrario, trataba de verte como mi igual, pero fracasé. Es ahora cuando tus palabras invaden mi mente “…una piedra.” ¿Fue eso lo que te llevó a odiarme? Francamente nunca quise ganarme tu odio, tampoco tú apreció. Yo quería, aunque sea, respeto y admiración mutua, porque sí, te admiraba. No llegué a envidiarte, pero tú podías tener lo que yo sigo sin comprender: las emociones.
La muerte de L y Watari te devastó. Al igual que a ti, yo también me llevé una gran sorpresa al enterarme. Y sé que te molestó el hecho de que no lo haya demostrado, pero pude ver en ti el odio y la tristeza que sentías en ese momento. Entonces con sólo verte me bastó, pues lamentablemente yo no sabía ni comprendía nada sobre esas emociones. “Una piedra.”
Luego de la charla sobre quien sería el nuevo L, te negaste a trabajar conmigo. Yo no me negué a estar junto a ti, sabía bien que juntos podíamos hasta superar a L, pero no te resignaste y optaste por irte del orfanato a querer atrapar a Kira por tus propios meritos.
Aun sigo pensando que tal vez, sólo tal vez, si pedía que te quedaras, tal vez no te hubieras ido. ¿Pero cómo hacerlo? Bien habías dicho que nuestra relación era de las peores. No podía obligarte a nada y, a pesar de todo, te conocía bastante bien como para saber que no harías caso a lo que te dijera.
Te fuiste e hiciste de las tuyas para poder atrapar a Kira y superarme. No supe de ti, pero en cuanto comenzaste a moverte, haciendo secuestros o asesinatos, volví a saber de ti.
Eras inteligente, tu inteligencia era perfecta. El único defecto que tenías eran tus emociones, impulsivo, orgulloso y arrogante. Esas emociones que llegué a admirar fueron las causantes de tu muerte. Pero quién iba a imaginar que gracias a tu sacrificio íbamos a poder descubrir una verdad sobre Kira.
Tú y yo, en definitiva, íbamos a superar a L, de eso no cabían dudas. Dos mentes trabajan mejor que una.”
Near dejó el papel a un lado y observó, nuevamente, el muñeco que representaba a Mello.
“Acabo de hacer algo completamente extraño, tal vez esto sería “actuar por impulso”, le he puesto un par de alas a tu muñeco… Alas de ángel. Me gustaría creer por un momento que después de la muerte hay algo más. Eso contradice a todo lo que siempre pensé, pero en este momento estoy haciendo la excepción, aferrándome a una creencia algo ilógica pero que reconforta al mismo tiempo. Pensar que estas en alguna parte…
Este muñeco que te representa, acompañado de dos grandes alas, haciéndote ver como un ángel… Si estuvieras viéndome de seguro estarías riéndote con todo esto que estoy escribiendo. ¿Pero de que otra forma podría desahogarme?
Cuando moriste no tuve la oportunidad de pensar en ello detenidamente, lo único que rondaba por mi mente era hacer mi trabajo. Al finalizar el caso pensé en todo. Un extraño sentimiento se hizo presente ese día: tristeza.
Sentí tristeza por primera vez en mi vida. Siempre anhelé poder sentir diversas emociones, pero la que estoy sintiendo ahora mismo es un gran fastidio. Me hace estar de mal humor y hasta a veces me duele tener que recordarte. Esta tristeza que cada vez aumenta más, un dolor inevitable que se presenta cada día. Tu muerte me ha hecho sentir estas cosas.
Por una parte me hace sentir bien, ¿sabes por qué? Porque ahora sé que dentro de mí hay emociones como la de todos los demás y, aunque no sea la mejor sensación, puedo estar orgulloso de decir que no soy como una piedra. Tú, y solamente tú, has podido hacer de mí una persona diferente. Me siento vivo.
Aun recuerdo esas palabras antes de marcharte “Volveremos a vernos y entonces te diré que soy el número uno, que he vencido a Kira, que te he vencido a ti, Near.” Sigo esperando el día en que atravieses esa puerta y entonces poder escucharte decir tales palabras. Si no fuera por ti, Mello, jamás hubiéramos podido derrotarlo. Lo hicimos juntos, a pesar de los distintos caminos, nosotros logramos vencerlo.
Esta carta me ha servido para poder desatar estos sentimientos que hoy siento a causa tuya. Ya no podía reprimirlos, debía buscar la forma de expresar lo que siento. Esta fue la mejor opción.
Una carta que jamás será leída por nadie, sólo por mí, porque cuando vuelva a sentirme triste, buscaré este papel y lo leeré las veces que sea necesario para poder relajarme un poco. El que te hayas ido jamás lo superaría, tu fuiste alguien que se encargó de permanecer junto a mí siempre, a pesar de que no hayan sido buenos momentos, estabas allí. Y ahora… ahora ya no.”
Sintió entonces como si su pecho comenzara a oprimirle, un sentimiento profundo e hiriente. De sus mejillas comenzó a deslizarse una diminuta lágrima, una lagrima conjugada por dolor, frustración, tristeza y alegría. Sí, alegría, Near había derramado por fin una lágrima, no sólo eso, el estaba sintiendo lo que no pudo sentir antes. Comenzaba a comprender…
“Este fuerte dolor que hoy siento, jamás se ira. Te recordaré hasta el día en que pueda volver a verte, estoy seguro que de alguna manera vamos a volver a vernos y entonces escucharé de tus labios las palabras que tanto ansío escuchar.
Prácticamente esta carta es para ti, pero jamás podrás leerla. Me la guardaré para mí. Será el recuerdo que tendré de tu persona.
Gracias a ti, Mello, ya no soy una piedra. Soy una persona que siente y extraña, porque si, te extraño Mello. Sigo pensando que debí haber hecho algo para impedir que te marcharas… Poder ver tu sonrisa arrogante y victoriosa de saber que hemos acabado con ese bastardo. Ser el nuevo L, pero ya no sucederá. Los milagros no ocurren, pero con suerte, ahora te encontrarás en un mejor lugar.
Has podido vencer a Kira. Nos ayudamos los dos para poder lograrlo. Tu sueño esta cumplido, me venciste, lo hiciste. Kira cayó y las muertes de otras personas, Watari, L, Matt y la tuya no han sido en vano.
Hoy me encuentro rodeado de pantallas, juguetes y torres hechas con dados, cartas y cubos. Veo tu muñeco. La nostalgia me invade y sonrío por primera vez. Mello, eres la causa de mis tantas emociones.”
Al terminar de escribir, Near guardó la carta en su bolsillo. Permaneció en silencio meditando sobre todo lo que escribió. Vio entonces el pequeño muñeco de Mello que se encontraba a un lado de lo que era una estructura de dados sin terminar. Lo había dejado a medias porque la tristeza que lo invadió en ese momento era algo que no podría ignorar, he ahí la razón de por qué decidió escribir una carta.
Se encontraba en un serio debate mental… Tenía dos opciones.
La primera: seguir adelante dejando todo recuerdo y sentimiento atrás, terminar de armar esa estructura para poder seguir siendo el que todos creyeron que fue y trabajar duro como detective. Near pensaba que si seguía sintiendo y recordando podría darle dificultades para analizar en sus siguientes casos.
La segunda: recordar aquellos momentos que pasó con Mello, atesorar su muñeco y seguir sintiendo aquellas emociones sin importar qué.
Su vista permaneció en la nada. No estaba prestando atención a lo que pudiera llegar a ocurrir a su alrededor. “Mello…” Pensó, pero el trabajo también era importante. Decidió ir a armar aquella torre… No debía dejar las cosas sin terminar.
Cubo por cubo. Estaba siendo muy cuidadoso para no cometer algún error, pero por más que intentara, uno que otro se le caía. Era la primera vez que cometía errores… simplemente no podía seguir adelante y terminar de armar la estructura. Sintió mucha frustración, ¿qué era lo que estaba pasándole?
Al poco tiempo sintió la presencia de una persona. Era imposible que alguien más aparte de él estuviera allí, procuró que nadie estuviera, pero ese presentimiento de que había alguien…
En una de las tantas pantallas apagadas que estaban a su alrededor, logró ver el reflejo de una silueta que le resultaba algo familiar. Quedó atónito, sus grises ojos se abrieron en un rápido impulso de sorpresa cuando se encontró con el rostro de aquella persona… No podía ser lo que estaba pensando, ni en un millón de años…
Quedó perplejo, creía que su mente le estaba jugando una muy mala jugada; su corazón empezó a acelerarse. Esa imagen seguía allí. Near pensaba en lo lógico, se decía a si mismo que era algo imposible, pero cada vez que lo repetía menos lo creía.
En un acto de impulso, volteó para ver si ello en realidad se encontraba allí, pero no había nada… Entonces redirigió su mirada a la pantalla y él aun seguía allí.
Pestañeó inconscientemente una vez y se encontró con la imagen de Mello cambiada. Llevaba esta vez una sonrisa en su rostro. Near pensó que era una sonrisa arrogante, pero al verlo detenidamente, se dio cuenta de que era una sonrisa sincera dedicada a él. Trató de no pestañear por un largo tiempo para poder contemplar la imagen, pero a pesar del enorme esfuerzo que hizo para no hacerlo, tarde o temprano lo hizo. Tristemente el rostro de Mello desapareció.
Volviendo a la realidad del asunto, la tristeza volvió a inundar su ser, pero eso se acabó cuando pudo notar cierto objeto detrás de él. El muñeco de Mello estaba allí como por arte de magia, cuando sabía precisamente donde lo había dejado antes.
Miró nuevamente su estructura y una leve sonrisa se postró en sus labios. Recogió los cubos que habían caído al suelo y volvió a colocarlos donde debían ir… no cometió ningún error, era increíble pero de un momento a otro cambió totalmente todo. Se sintió libre y aliviado. Sin duda alguna seguiría adelante, recordando cada escena que pasó con Mello. Lo que antes era frustración, ahora era alegría.
Near pudo terminar de armar su torre. Su carta fue recibida y ahora tenía remitente.