La música resonaba entre las paredes, sensual, entre luces de tonalidades fosforescentes, las sombras bailaban en una danza deliciosa, apegando sus cuerpos y rozándose mutuamente, arrastrándote a un mar de sensaciones placenteras, los gemidos y jadeos amortiguados por los sonidos de la vibraciones de una guitarra, podía observarse al ser humano con todos sus instintos animales por cada rincón.
Abriéndose paso un joven vestido completamente de negro, camisa sin mangas, con muñequeras, pantalón rasgado y botas de cordones se habría paso con semblante inmutable, entre las personas que bien no les importaría tener sexo hay mismo, su piel blanca hacia contraste con su cabello negro azulado, dos mechones caigan alrededor de su rostro, sus ojos azabaches mostraban nada más allá de frialdad, una mirada completamente vacía.
– ¡Pero miren a quien tenemos aquí, el joven Sasuke Uchiha!
El muchacho se detuvo para mirar a quien le había nombrado, apoyado en una puerta con los brazos cruzados un hombre pálido le recorrió de pies a cabeza con sus ojos amarillentos para lamerse los labios, se acercó a el moviendo sus largos y oscuros cabellos, hizo el aman de acariciar con su pálida y grisácea mano la mejilla del mas joven, pero apenas y estuvo a punto de rozarle fue apartada de un manotazo.
–Orochimaru. –Nombro sacando una sonrisa del mayor.
– ¿Qué es lo que te trae por aquí?
–Necesito otra –Contesto secamente.
Orochimaru suspiro en decepción pero se dio la vuelta para caminar en dirección a la puerta donde antes estaba recargado.
–Sígueme. –Abrió, escuchando al Uchiha bufar por recibir una orden.
Se adentró observándole cerrar la puerta, camino hasta un escritorio lo único en aquella pequeña habitación, sentándose en la silla frente a él, abrió un cajón y saco un paquete negro, abrió la pequeña caja y saco un arma plateada.
La tendió hasta el chico que la tomo entre sus manos y la guardo bajo su camisa.
– ¿Puedo saber que paso con la otra? –Se inclinó apoyándose en la superficie de madera.
–La perdí. –Dijo por respuesta, caminando hacia la salida.
– ¡Sasuke espera!
Se detuvo molesto mirándole deseando que continuara y le dejara ir de una buena vez.
–Tengo algo que te gustara.
–No quiero droga.
–No es nada de eso –Sonrió al ver el ceño fruncido del otro.
Sin saber porque había cedido a las peticiones del otro, se encontraba caminando en un sucio camino bajo el antro de mala muerte de Orochimaru, el olor del lugar era insoportable su rostro mostro una mueca de asco que fue captada por el rabillo del ojo del mayor que caminaba frente a él guiándolo.
–Adentro es mucho mejor.
Bufo por respuesta.
Unos pasos más hasta una puerta en el rincón más oscuro, Orochimaru toco cuatro veces y fue abierta del otro lado por un joven de cabello plateado y lentes.
–Orochimaru-sama…
–Kabuto, tenemos visitas, espero y la mercancía este en buen estado…
–Como siempre…
Haciéndose a un lado dejo pasarles observando al más joven.
–Sasuke-kun.
–Kabuto. –Contesto observando cómo le sonreía socarronamente.
– ¿A que debemos tu honorable visita?
La voz con burla molesto a Sasuke que mostro un pose altiva.
–Basta ya Kabuto, deja a Sasuke-kun en paz y muéstrale lo que quiero que vea…
–Con gusto.
Kabuto camino y Orochimaru le hizo una seña con la cabeza para que le siguiera, continuaron el camino dentro de una habitación bastante grande que estaba iluminada con velas, pequeños gemidos le pusieron en alerta mirando a los dos hombres frente a él.
–Esto es lo que quería mostrarte…
La voz de Orochimaru pasó a segundo plano cuando Kabuto ilumino con luz artificial el lugar.
Jaulas, jaulas improvisadas tenían encerrados a personas, encadenados, en estado deplorable gemían agotados, sus ojos se posaron el , suplicantes de que les sacaran de tal lugar, pero eso no era todo, en una cama en el centro se observaba a un rubio, amordazado y con los brazos encadenados a los costados de su cabeza a los barrotes de la cabecera, vestía una bata blanca corta, las piernas tendidas a los lados, sobresalía la tonalidad acaramelada de su piel, le recorrió de pies a cabeza y miro unas curiosas marcas en sus mejillas, sus cabellos dorados tendidos en la almohada.
El chico se removió incómodo y gimió para abrir sus ojos, dos increíbles y espectaculares ojos azules se posaron en él, con miedo forcejeo y comenzó a patalear cuando Kabuto se le acerco.
–Te presento a Naruto Uzumaki, hijo adoptivo de Hiruzen Sarutobi, quien dio la orden de matarte.