“No es fácil comprender el amor, nunca nadie realmente lo entenderá. Es más fácil solo dejarte llevar por el, aunque no todos lo vivirán.
Es una triste realidad.”
Escribía sobre una de las hojas de su cuaderno de matemáticas. Para él las clases eran aburridas, no porque no las entendiera al contrario comprendía muy bien las materias, era solo que los profesores para el eran estúpidos.
Al terminar la clase guardo sus libros y se dispuso a ir a casa, estaba cansado, cansado de las clases, cansado de las personas, cansado de ser un adolecente, cansado de fingir estar bien, cansado de no sentir amor, simplemente estaba cansado.
Camino a casa escuchaba una canción de Coldplay llamada Yellow, esa canción lo animaba, hacia que se olvidara de todos los problemas, de todo. Miraba a las personas transitar por la calle preocupados por su mundo, un mundo en donde solo ellas eran importantes. Le gustaba la melancolía, le gustaba estar solo pues el de cierto modo así era feliz.
-¡Oye! ten cuidado- alguien lo sujeto del brazo y lo halo para atrás
Estaba un poco confundido por lo que ocurrió, se quito el par de audífonos que estaban en sus oídos –Disculpa-
-Ten más cuidado por poco mueres atropellado por una bicicleta… bueno no hubieras muerto pero si te hubiera dolido mucho- le sonreía. El muchacho que aparentemente lo salvo de terminar esa noche en urgencias era bien parecido.
-sí, gracias- estaba nervioso ya que el muchacho le veía directamente a los ojos y tenia una hermosa sonrisa
-Y… ¿Tu nombre es?-
-Me llamo Sad- le contesto bajando la mirada –Y ¿tú eres?
-Me llamo Emanuel, Sad. Mucho gusto en conocerte- esa sonrisa. Hermosos dientes a perlados acomodados imperfectamente y unos labios rojos gruesos de tal manera que de verlos solo pensabas en morderlos.
-Mucho gusto- ese color pálido de sus mejillas se tornaba rojo.
-Veo que no eres de muchas palabras Sad- negó con la cabeza -¿Dónde vives?
-Pues no suelo…-
-No sueles decirles a desconocidos tu dirección- lo interrumpió abruptamente – Tranquilo Sad, solo te quiero acompañara para que no te pase nada malo-
-Pues vivo a seis cuadras para haya- en su mente una voz le decía que solo estaban siendo amable con el por qué estuvo a punto de sufrir un accidente, pero la verdad es que no.
-Perfecto, te acompaño- le había regalado otra sonrisa
Durante el camino a su casa el joven no dejo de hablarle sobre que estudiaba, sobre sus deportes favoritos o sobre porque tenía una cicatriz que atravesaba su oreja. El estaba perdido en los ojos de aquel joven, su voz lo tranquilizaba y todo lo que con ella decía lo fascinaba.
-¡Oye!- lo volvió a halar asía el –Eres un descuidado por poco y chocas con el poste- se rió
-Perdón es que tu platica es muy interesante- le sonrió apenado. Por primera vez aquel joven había visto su sonrisa y a le fascino, solo que no lo admitiría… aun.
-¿Te gustaría salir mañana a jugar futbol?- no sabía a dónde invitarlo, por su mente pasaron muchas lugares; el cine, a una cafetería, a la plaza. Pero ya que esos lugares son común mente usados por las parejas que viven y disfrutan el amor las elimino de su lista.
-Yo no sé jugar futbol- le contesto de inmediato
-°Mierda°- Pensó –Puedes ir a verme jugar futbol- soluciono el problema y lo acompaño con un giño de ojo -°Mierda que hice- volvió a pensar
-Pues… si- el ya no quería estar solo, el ya no quería tener pensamientos tristes, él quería salir y sentir el aire, sentir que estaba vivo – ¿En dónde nos vemos?
-No te preocupes yo paso a tu casa por ti, claro solo si me dices donde vives-
-Ya casi llegamos- Apuntaba con una de sus manos para darle a entender que su casa estaba cerca. Por el contrario Emanuel no quería separarse de él ¿Por qué? Pues para nosotros es muy obvio el por qué, pero en ese momento para el no.
A ninguno de los dos les gusto llegar a la casa de Sad, pero no comentaron nada de eso y mucho menos lo demostraron. Se despidieron con un apretón de manos
-Muy bien Sad- le sonreía- hemos llegado a tu casa y tu estas sano y a salvo-
-Muchas gracias Emanuel- trataba de sonreírle pero su sonrisa se apenaba -¿Mañana a qué hora?-
-Cierto, mañana pasare a por ti a las 10 de la mañana- una voz en su cabeza le dijo que el demostraba interés en su amistad, pero la censuro.
Sad entro a su casa se sentía diferente, saludo a sus padres y se dispuso a tomar los alimentos con ellos, como todas las noches. Al terminar de cenar corrió a su habitación con una sonrisa en la cara y con una extraña, pero no molesta, sensación en su estomago.
Esa noche al acostarse presiono la almohada contra su cara para ahogar un grito de alegría. Por primera vez en mucho tiempo el estaba feliz y no solo lo aparentaba ¡NO! Realmente estaba feliz.
AMDC