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Cherry Blossom por Hakai_

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Un día, una discusión, era una rutina que, exacta y precisa, ocurría sin falta como si hubiera sido programada cual alarma de reloj.

Aquel día fue distinto, el silencio reinaba el hogar de Nanase dando la impresión de que este estaba vacío, pero eso distaba de la realidad. Allí, en aquel baño de la primera planta se encontraba Haruka Nanase, tratando de borrar el dolor en silencio, el dolor dd una discusión que no se había arreglado, una discusión que llevaba en pie tres días y por el momento no parecía llegar a su fin, pero ese era su problema, el orgullo consumía a ambos lados de aquella irregular relación, un orgullo explosivo en uno de los lados y un orgullo silencioso en el otro, pero orgullo al fin y al cabo.

El moreno sacó la cabeza del agua por quinta vez aquella tarde, llevaba más de dos horas en el baño tratando de borrar aquella sensación de su pecho, como si fuera simple suciedad que se elimina cuando pasas una esponja, pero él ya sabía que no era así, sabía que por mucho tiempo que gastara bañándose aquella sensación no desaparecería, pues la única forma de eliminarla no era otra sino disculparse, claro que esto era más difícil de decir que de hacer, sobre todo cuando no sabes el motivo que le había llevado a este punto.

La situación en la habitación de Matsuoka era algo distinta, al contrario que en la casa de Haruka, aquí se podían escuchar ligeros sollozos ahogados contra una martirizada almohada que se había tragado suficientes lágrimas como para crear un nuevo mar, algo de lo que cierto moreno era consciente pero sabía que de poco serviría hablar con su amigo ahora, ya que cuando se trataba de Nanase aquello era una batalla perdida, hasta un punto que pensaba que la mejor solución sería matarlos a ambos, por lo que siempre prefería mantenerse al margen, ya que además sabía cómo eran recibidos sus comentarios y en aquel momento no estaba como para recibir golpes, por lo que decidió dejarle estar, después de todo Rin debía aprender a lidiar con el hidrosexual él solito, aunque eso no fue lo que sucedió.

Aquella noche ninguno de los dos dormía, ambos despiertos con el teléfono en mano, preparados para recibir un mensaje del otro que parecía no llegar nunca, aunque no fue del todo así. Cuando ya estaba a punto de dormirse, el de ojos carmesí notó como se encendía la pantalla, dejando claro que tenía un mensaje, un mensaje que fue abierto en apenas unos segundos aunque no fue lo que esperaba:

"Te espero mañana en el cerezo al atardecer"

Aquello le había desconcertado, si bien sabía que Nanase no era una persona que se expresara muy bien usando aquellos aparatos, aquello no tenía ni pies ni cabeza, al menos no si lo iban a arreglar, ya que siempre que iban a arreglarlo le citaba en su casa, pues ambos sabían el desenlace que solía tener, algo de lo que no estaba muy orgulloso. No respondió, sabía que no era necesario, Haruka no era idiota así que sabía que lo había leido y por supuesto, sabía que iría.

Al día siguiente no había nada distinto, un día lleno de baños para el moreno y otro de discusiones y llantos para el pelirrojo. Aunque eso estaba a punto de llegar a su fin, ya fuera para bien o para mal, pues Matsuoka ya estaba al pie de aquel cerezo, aquel cerezo que había visto varias discusiones suyas y si todo salía bien ese día, vería muchas más, claro que esa idea se esfumó de la misma forma que lo hizo la esperanza del pelirrojo al ver aparecer al moreno con una caja, aquella caja tenía todas sus cosas y se la entregaba, consiguiendo una mueca desconcertada por su parte. No podía ser, aquello no se podía estar acabando.

-H-Haru… ¿qué es esto?-Sus pupilas temblaban a la vez que aquellos rubíes se inundaban hasta desbordar, dejando que dos tímidas lágrimas bajaran por sus mejillas.

-Tus cosas ¿no lo ves?- Muy frío, parecía que la confianza y el cariño que había conseguido el tiburón se había esfumado en solo unos días, algo que le provocaba un profundo dolor.

-¿En serio se ha acabado? ¿Ya no pasaremos más fines de semana juntos? Nanase abrió los ojos un tanto, devolviéndolos a la normalidad en seguida pues no quería parecer alterado, aunque el ver las lágrimas escurriéndose por su rostro le estaba matando por dentro, odiaba ver a Rin así, odiaba ver a su posible ex novio así, pero no sabía qué hacer al respecto pues aquellos días le habían hecho pensar y no había llegado a buenas conclusiones en ningún momento.

-Rin...si de verdad nos quisiéramos, no discutiríamos tanto Las lágrimas de Matsuoka ya no encontraban una vía libre por la que salir, su cara no tenía ninguna expresión clara, solo ríos salados corriendo por sus mejillas mientras su mandíbula se mantenía apretada demostrando su impotencia, no quería separarse de él, después de todo era su luz ¿no? Una luz que parecía apagarse por momentos dejándole solo en una oscuridad perpetua de la que no podría salir si llegaba hundirse del todo.

-Lo sabía...-La cara del ojiazul cambió su expresión, en el momento que oyó aquellas dos palabras la confusión le llenó por completo- nunca estuviste seguro...nunca has estado enamorado de mi, desapareceré de tu vida si es lo que quieres. Sus labios formaron una sonrisa triste que destrozó por completo a Nanase, había dudado de sus sentimientos, los había mirado y los había tirado como si no sirvieran para nada, pero quizás tenía razón, si había dudado de aquello significaba que dudaba de sus propios sentimientos. Pero si era así, ¿por qué le dolía tanto ver como Matsuoka se alejaba? ¿Por qué tenía tanto miedo a que desapareciera de su vida? Se había quedado solo bajo el cerezo, con infinitas cuestiones abordando su mente y sin una sola respuesta a ellas, solo unas palabras que jamás serían escuchadas.

"Rin...vuelve".


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