Lame su cuello mientras sus caderas se mecen energéticamente sobre el miembro de aquel hombre pasado de los treinta que parece devorar al joven muchachillo de secundaria, un claro ejemplo de la belleza japonesa, de tez blanca y ojos de un profundo azul metálico que dejarían hipnotizado a cualquiera. El menor acomoda sus posiciones de forma que sea mas fácil llegar al final, y en una ultima y agresiva estocada es como termina el acto, dejando al pobre estudiante un tanto adolorido y con alguna que otra marca en la piel que demorara bastante en desaparecer.
El tórax de ambos se contrae y se levanta con su respiración agitada mientras el joven es dejado a un lado de la cama, apenas recupera el aliento se alista a vestirse y salir del lugar regresando a su estoica expresión de siempre no sin antes escuchar la risita burlona de aquel hombre al mencionar que espera verlo de nuevo… Kyoya no puede evitar sentir asco.
Esa mañana había sido como cualquier otra: se levanto y alisto sus cosas, fue a la universidad, termino sus clases, mordió a algunas personas, y camino a casa los imbéciles de Varia lo levantaron avisándole que tenia cliente… no recordaba desde cuando eso se había vuelto parte de su dia cotidiano, ni le importaba, el solo cumplía con su “trabajo” y pagaba las deudas, nada mas.
Al principio conto como una verdadera violación, y aun le parece así, tomando en cuenta el asco que le ocasiona, pero tuvo que acostumbrarse y en su resignación ya no hace tanto esfuerzo por evitarlo… no es que ahora le “parezca bien” sino que sabe bien cual seria la consecuencia de negarse… y no le agrada en lo absoluto.
El joven solo se dirige hacia su departamento y coloca las llaves en el cerrojo haciendo el movimiento necesario para abrirla, al entrar deja caer su chaqueta escolar en un pequeña silla de madera que se encuentra en la pequeña habitación que se hace llamar sala, mira despreocupado su alrededor y comienza a sacarse la camisa para ir a tomar un baño.
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El movimiento y ajetreo se lograba ver en cada rincón de la mansión Cavallone, los subordinados subir y bajar, ir y venir, cada quien estaba pendiente en su propio quehacer para ese día, el cumpleaños numero veintisiete del Decimo Cavallone, todos los preparativos para la fiesta formal habían sido vistos pero aun les quedaba la duda a sus subordinados de que podría obsequiarle a su querido jefe, no tenían ni la menor idea pero en lo que pensaban en algo que fuera del agrado del jefe no cesaban las misiones e inconvenientes.
El jefe en cuestión era un hombre de abundante cabellera rubia y ojos color avellana, poseía una brillante sonrisa y una presencia deslumbrante e imponente ante los demás, pero de naturaleza amable y confiable… ese era el Jefe de la Familia Cavallone, quienes se especializaban el contrabando de arte y algunas otras cuestiones que si bien no eran las mas temidas de la mafia, habían conseguido tener el respeto de varios, al igual que su lealtad y gratitud. Una de las mafias mas poderosas de Italia.
El rubio miraba despreocupado por el vitral de una de las enormes habitaciones del lugar, no veía nada en particular pero su mirada se perdía en algún punto entre el horizonte y el atardecer.
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A la mañana siguiente se levanto temprano como de costumbre y se dispuso a asistir a su universidad, tenia un nombre particular, “Vongola”, era una escuela extranjera donde solo las personas con dinero podían ingresar y los cerebritos claro esta, pues bien nuestro hermoso azabache era uno de esos cerebritos a los que prácticamente el director le rogo porque asistiera en su escuela, contaba con las mejores calificaciones y una gran destreza en el área de las leyes, sin duda tenia un gran futuro como abogado.
Siempre se levantaba lo más temprano que podía o que su cuerpo le permitía, andaba meditando mientras caminaba por las calles para tomar el bus que lo conduciría hacia su escuela, o bueno unas calles cerca pues era un lugar privado donde no podías entrar en cualquier carcacha… cosas de ricos. Odiaba ese lugar mas que a su vida, era un lugar repulsivo, rodeado de personas estiradas y hombres y mujeres que solo jugaban sin tener un objetivo claro; el siempre odio a ese tipo de Herbívoros. Debía de admitir que los maestros y sus métodos de enseñanza eran bueno además de las aulas y el material con el que trabajaban y debido a esto fue que accedió a ir a dicha universidad, sin contar que no había ninguna otra mejor que aquella que contaba con una extensa de cadena de universidades de distintas profesiones.
Al llegar al instituto se encuentra con personas de todo tipo rodeando la entrada, jóvenes y viejos decrépitos que a su parecer deberían de jubilarse e ir a descansar de una vez, pero por otro lado comprendía ese “deseo” por permanecer haciendo lo que mas le gustaba, justo como el solía ser.
Tomaba el pasillo adecuado para asistir a clases y abría su casillero, al momento que este era abierto unas cuantas cartas bien perfumadas y con decoraciones color rosa o lila salían de su interior terminando en el suelo, cosa que dejo pasar y se retiro recogiéndolas y dejándolas en un contenedor de basura que encontró en su camino a el salón. Tomaba asiento y comenzaba a leer un libro de pasta gruesa y espesa, color beige, no presto verdadera atención a lo que sus compañeros rumoraban a su alrededor, y no le importaba en lo absoluto, el solo asistía a ese lugar por el deseo de ejercer la carrera… no para hacerse cercano de esos inútiles niños consentidos.
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Justo ahora estaban teniendo una charla importante con uno de los hombres mas importantes de Cavallone y mano derecha del jefe, además de ciertos Hitman que conocía de sobra al líder de la familia.
– Verán… tenemos problemas para decidir el obsequio para el jefe – hablo Romario el hombre mas leal de los Cavallone.
– Va!, eso es cosa fácil, kora! – Se burlo un rubio con apariencia militar acompañado de una mujer con capucha negra y unas marcas en las mejillas.
– ¿En serio?, ¿podría ayudarnos? – la emoción se apodero de uno de sus subordinados.
– Por supuesto, aunque esta claro que será debido a una comisión – como siempre la mujer no dejaba pasar una sola oportunidad para sacarle provecho al asunto.
– Solo consíganle alguien que alivie su dolor en las partes bajas – el rubio interrumpió la negociación que la mujer estaba llevando acabo para dejar a los subordinados con una cara de “cierto…”
– Eres un imbécil… – se quejo la mujer quien ya tenia listo el contrato con todas las clausulas y había conseguido que sacaran sus chequeras.
– Bueno… ya que… el apodo de su jefe es “semental” ¿no?, es fácil imaginarse porque se lo gano –
– A Dino le hará bien des estresarse por un rato, kora! –
– Solo consíganle alguien que haga bien las cosas, eso es todo, deberían conocer los gustos de su jefe en esas cuestiones, supongo – Viper se había tranquilizado, ya después Colonello se las pagaría en la base Arcobaleno por haberle echado a perder el negocio.
– Muchas gracias – hablaron en unisón los hombres con los que trataban el asunto, ahora solo estaba el problema de donde conseguir a alguien que llenase las expectativas de su jefe.
– Por cierto, conozco a unas personas que pueden conseguir a un buen plato, kora! –
De acuerdo esta vez Viper no pudo evitar las ganas de golpear al militar y le puso una tremenda patada en el trasero que prácticamente le saca volando.
– Deja de joderme los negocios – los subordinados no pudieron evitar reír con la escena.
– Esta bien, ya que Colonello abrió la boca – y les pasaba un número con una dirección, les indicaba que en ese lugar podría encontrar al prospecto perfecto para relajar a Cavallone. La organización se llamaba Varia.
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Terminaban sus clases y partía de cuenta nueva a la ciudad de donde provenía para atender al trabajo que le mantenía, era una tienda de supermercado en el centro de la ciudad, solo era un empleado mas, un joven mas trabajando para pagar su escuela y sus necesidades, no tenía nada en especial a excepción de aquella chispa que nacía en sus ojos cuando estaba en combate, no era un busca pleitos que golpeaba a quien se encontraba ni nada por el estilo como cuando iba en la secundaria, pero las personas y las bandas no dejaban de retarlo aun a sabiendas de que les daría una paliza, y esa era una buena excusa para justificar sus moretones y marcas que le dejaba su “obligación con los Varia”.
Se ponía el uniforme del trabajo y entraba a la bodega para comenzar a acomodar las cosas en su lugar, luego debía limpiar, atender y hacer otros deberes que involucraban interacción con el cliente.
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Le extendían unas fotografías de varias mujeres hermosas, junto con una pequeña reseña de su actitud y cosas como nacionalidad, además de la edad.
Los hombres miraban cuidadosamente todos los datos y las fotografías pero ninguna entraba en la categoría de ser “un buen regalo” para el capo.
– ¿No tienes algo mejor? – se animaron a mencionar al notar que ninguna de ellas le servia, entonces de mala gana le mostraban otras fotos, todas y cada una de ellas era mujeres de belleza inigualable y de distintas partes, pero los ojos de todos los subordinados se posaron en una mujer japonesa de cabello corto y tez blanca, una expresión tranquila y ojos brillantes, su cabello era negro como la noche y estaba usando una yukata de color negro que contrastaba perfecto con la tonalidad blanca de su piel, sin duda era perfecta para su jefe.
– ¿Qué hay de ella? – menciono Iván mientras le mostraba la fotografía de la chica.
– ¿En serio todos gustan de él? – El hombre arqueo una ceja mientras se reía
– ¿Él? – menciono un poco confundido Romario.
– Kyouya, 19 años, japonés, y hombre – para esta parte la cara de los subordinados de Dino le divirtió bastante, era una perfecta combinación de un “no te lo creo” y un “¿pero que rayos?”
Para empezar se veía aun màs joven como de unos 15 - 16 años, eso sin contar que por mas que le buscaban una falla en su rostro no la encontraban, además de parecerles mujer por todos lados.
– ¿Es enserio? – pregunto aun dudoso.
– Tan enserio como que es nuestro mejor elemento –
Los subordinados no pudieron dudar ante sus palabras y recobraron el aliento a sabiendas de que esas cosas a su jefe no le interesaban, además ese muchacho era el regalo perfecto para el capo. De ese modo cerraron el trato con el jefe de Varia, Xanxus, quien quedo en ser el quien personalmente llevaría al chico para la fecha acordada.
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Bien podría quedarse dormido en medio de la calle pero se estaba comenzando a hacer tarde y no quería encontrarse a el imbécil de Belphegor en el camino, ese idiota se presenciaba siempre que le llevaban a algún hotel a acostarse con un maldito vejete de la mafia.
Se tranquilizaba al llegar a su apartamento sin ser interceptado por ninguno de esos tipos, ni ser detenido para una pelea, le colmaba la paciencia el estar aguantando las palabrerías de esos bastardos, por eso cada que terminaba su turno salía del hotel lo mas rápido posible, ellos habían pagado, y el había cumplido con su parte, así que no había necesidad para permanecer màs tiempo con una persona como ellos, y sabia que si pasaba un segundo mas al lado de esos idiotas, la repulsión que le causaban terminaría haciendo que los matara a golpes.
Tomaba asiento en una de las deterioradas sillas de aquella sala y comía su sopa instantánea mientras miraba un programa en el televisor, podría tomar un descanso por una vez en esa semana al parecer; pero sus planes eran interrumpidos cuando su celular sonaba y una vena le saltaba de la sien, ni siquiera le habían permitido terminar su cena de esa noche.
– ¿Qué quieres? – no hacia falta preguntar para saber quien era la persona que se encontraba del otro lado de la línea, y precisamente por eso uso el tono mas agresivo y frio que tenia.
– Vaya, que cortante estas hoy Kyo – La voz del otro lado sonaba sensual, pero para el menor era la voz mas repulsiva del universo y solo deseaba estrangularle algún día.
– No estoy para juegos, ¿Qué quieres? – Trataba de terminar la llamada lo mas pronto posible, el solo oír su voz le provocaba unas nauseas terribles y ganas de vomitar, jamás olvidaría que ese maldito fue quien le violo… bueno, que fue el primero que lo destrozo, y quien acabo con su vida.
– Tan frio como siempre, bueno, parece que tienes un cliente especial para la próxima semana, así que alista tus cosas que iras a Italia – Que le partan la madre a Primo, el no iría a ningún lado, si esos malditos deseaban tanto que les calentara la cama pues bien podían venir ellos, el no se movería de Japón y mucho menos se alejaría de la zona.
– No – fácil y simple, así eran sus contestaciones.
– Sabes que no te pregunte, al menos de que quiera que el pequeño pajarito ocupe tu lugar – y ahí estaba de nuevo, la única razón por la cual acepto todo, lo único por lo que no había cometió suicidio desde hace 2 años. Kyoya no respondió.
– Bien partirás el próximo martes, irán a recogerte en la mañana – la voz al otro lado era divertida, sabia como doblegar al ave sin muchos rodeos – y por cierto, kyo… – sintió su cuerpo se estremeció al oír su nombre en esa voz y con un cierto toque insinuante – parecer sigues siendo igual de exquisito – la voz del otro lado de la línea se callaba y solo podía escuchar el sonido del móvil informando que se había terminado la llamada.
Arrojo el objeto lo mas lejos que pudo destrozándolo en el trayecto y derramando la sopa en el suelo. Odiaba a ese hombre más que a nadie.
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La mañana llego y con ella el cumpleaños del joven Capo quien caminaba con aire elegante en la sala pasando aun lado de toda esa gente en el evento tan importante que era su cumpleaños, sostenía una gran sonrisa y un aire de elegancia y madures que lo hacía lucir como todo un líder de la mafia, pero eso era exterior.
Por dentro se moria del aburrimiento y no veía la hora en que esos tipos se largaran de vuelta a sus mansiones y dejar de actuar, solo esperaba a que llegara el siguiente dia y dejar atrás esa farza de celebración, esa farza de brindar por una vida que el mismo odiaba. Su vida.