Había llegado el dichoso día, uno de los que más odiaba en el año, Navidad. Odiaba ver a la gente con sus sonrisas falsas, halagándose unos a los otros para luego volver al odio habitual.
Un día puramente comercial donde la hipocresía se luce, eso era lo que pensaba Sasuke Uchiha.
Para suerte –o desgracia- suya esta Navidad prometía ser diferente. A inicios de marzo había conocido a un rubio energético y escandaloso, que por razones desconocidas terminó siendo su mejor amigo. El mismo era quien se presentaba ante su puerta, con una dulce mirada y la sonrisa más sincera que Sasuke había visto.
-¿Puedo saber qué haces aquí?
-Que grosero de tu parte, yo sólo pasaba y… -El de cabellos rubios bajó la mirada-.
-¿Y…? ¿Qué? –Sasuke pudo notar que el contrario escondía algo tras su espalda- ¿Qué es eso?
-Eh… Nada. ¿Te molesta si paso?
-Anda, entra. Pero me dices qué escondes ahí. –Espetó el azabache, dándole lugar.
Una vez dentro tomaron asiento, los ojos celestes se posaron sobre cada rincón de la habitación, tratando de disimular el pavor que recorría su cuerpo. Pavor que Sasuke desconocía, pero no había tardado en notar.
-¿Pasa algo? Puedo notarte algo nervioso.
-No, estás alucinando.
-Ajá y también tengo ojos celestes. Dime de una vez qué te sucede, Naruto.
Él simplemente no podía.
Había llegado allí con claras intenciones, que al parecer fueron efímeras, porque en ese momento sólo lo invadía el miedo. La determinación lo había abandonado y se sentía morir.
Decirle el porqué de su nerviosismo implicaba más de lo que cualquiera podría pensar, y Sasuke estaba allí, expectante.
-Sigo esperando. ¿Piensas decirme o tengo que esperar un siglo? –Ese era el típico carácter Uchiha que le hacía poner los pelos de punta-.
-Sabes… es algo serio. –Mantuvo la mirada en el suelo, si lo pensaba con detenimiento casi no se atrevió a mirarle desde que llegó-.
-No lo digas así, da la impresión de ser algo malo. –El moreno se acercó con parsimonia, de lo contrario, sentía que al hacer un movimiento brusco Naruto saldría corriendo.
Sintió la incomodidad del otro que lo miró con timidez para, rápidamente, virar el rostro.
-Confía en mí, puedes decirme lo que sea. –Fueron las palabras del Uchiha, mientras sus manos acariciaban la espalda de Naruto en un gesto reconfortante-.
Ese había sido el detonante. Sentía el calor en sus mejillas y no podía desear nada más que ser partido por un rayo.
La culpa lo llenaba plenamente, después de todo Sasuke le demostraba su apoyo como todo buen amigo y él… él iba a decirle que no podía, simplemente no podía verlo sólo como un amigo. Infeliz la vida, que puso a semejante muchacho en su camino y le hizo enamorarse del mismo. Infeliz él.
Vergüenza debía darle, pero no podía sentirla. Y nuevamente, pánico; a ser rechazado o peor, odiado.
¿Y qué haría entonces? Maldita alma presa del amor. ¿Qué haría si aquel que tanto afecto le daba lo dejase? Se pudriría, seguro.
Pero juntó valor, sin saber que lo tenía, le miró directo a los ojos y sin más, le dijo.
-¡Me gustas, Sasuke! ¡Eso sucede! –Seguidamente tapó su rostro con las manos; quería hundirse, oh, sí lo quería-.
Imposible, era lo que retumbaba en los oídos de Sasuke, simplemente imposible.
Su mejor amigo, ahora lo amaba, más allá de un simple vínculo.
¿Qué era eso? Esa sensación en su pecho no era algo propio de él. Pero reconocía el sentimiento.
En medio de su estupefacción, apartó las manos de Naruto haciendo que éste lo mirara.
Le sonrió y fue todo lo que pudo hacer, porque era feliz. Por primera vez, en un fatídico día, era feliz.
Se le acercó con delicadeza, susurrándole al oído un bajo pero nítido “gracias”, y le besó. Con pasión, con amor.
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Bonus.
Ahora sentían mayor comodidad con respecto al otro, los sentimientos habían sido expresados y ya no había nada que ocultar.
Repentinamente Sasuke recordó algo.
-Naruto, ¿recuerdas lo que dije cuando entraste?
-¿Exactamente qué? –Respondió con cierto tono de duda fingido-.
-Vamos, sabes muy bien a qué me refiero. Muéstramelo.
Naruto sacó de su bolsillo, con manos temblorosas, una pequeña cajita negra con un moño rojo.
-Esto… es para ti.
Dentro se hallaba un llavero rectangular, adornado con una foto de ellos dos.
Sasuke observó su propia expresión en aquella imagen. Se veía lleno de dicha y serenidad.
Sintió una textura inusual detrás, por lo cual giró el llavero y pudo ver grabada la frase “juntos por siempre”.
Definitivamente había sido la mejor Navidad.
Definitivamente, Sasuke estaba enamorado.