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EL CARMIN DE LAS ROSAS DE LA MUERTE por Neko Angeluss

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Notas del fanfic:

Espero que les haya gustado el primer fanfic agradeceria mucho sus comentarios con este, si les gusta espero con gusto sus reviews.

EL CARMIN DE LAS ROSAS DE LA MUERTE

Sus ojos aun estaban cerrados recordando su pasado como las lagrimas que aun caían de su rostro, la trágica noche en Florencia permanecía en su mente, la noche en que su madre y padre fueron vistos por sus ojos por última vez, la mañana de ese 27 de marzo de 1994, cuando las flores de la primavera abrían sus pétalos al nuevo amanecer inicio todo, aun recuerda que ese día se levanto a las 6:30 cuando su corazón sintió un presentimiento tan arrebatador como las olas del mar en verano, se aturdió mientras su corazón palpitaba fuerte y pesadamente como los tambores que anunciaban el alba, aun llega a su mente lo que hizo ese día, su propio ser lo presintió todo el día, aun llegando a la escuela, esa maldita opresión en el pecho, llegar a las 7:00 a casa, sangre, muerte, ese maldito carmín que pinto su vida perfecta convirtiéndola en un lienzo pe sangre, infierno, pecado y maldición, hasta que sus ojos se abrieron.

El día de la muerte de su madre aun le traía malos recuerdos como los trágicos fragmentos que manchaban la seda de su juventud, a sus ahora 22 años su alma estaba tan ensuciada de pecado e impureza incluso más que su pasado, fue al baño y se lavo la cara mientras el manto perfecto de la madrugada aun cubría la ciudad, llego a la cama y de la almohada de seda carmín saco una F-45, nerviosos y cauteloso, siempre se encontraba así desde los 10 años tanto tiempo había pasado y aun presentía al asesino frente a su habitación, esperando, siendo paciente a que salga para terminar su trabajo, pero ya no era un niño y la pureza en su alma se había marchado de su vida como las estaciones del año, tanto tiempo entre mafiosos, asesinos, alcohol y mujeres y ahora listo para su último trabajo.

Sucio, así se sentía desde hacía 12 años, impuro y perdido para siempre, eternamente como la brillante sangre  de sus padres, que aun permanecía en su mente, brillante, derramada en el piso de la sala de la segunda planta, tan roja, tan espesa y tan traumático como su vida en adelante, se sentía perdido completamente, en el gran desierto del olvido, ese día murió, ante todos, ese día, murió su corazón...o eso pensaba

Corría a gran velocidad por las calles, las dos carpetas celestes y gruesas se movían violentamente entre sus manos, su cabello se sacudía rápidamente, mientras llegaba a su destino, ser un novato en la cámara de justicia de la ciudad no era algo fácil, había estudiado leyes , la carrera que aun le agradecía a su madre y becas, ser el estudiante prodigio nacional de Holanda había sido una bendición, a sus 16 años ya era un reconocido abogado en los grandes bufetes de la capital, su madre estaría orgullosa si tan solo no hubiese muerto de neomenia, hacía dos años que le había dejado y aun le dolía tremendamente, el lienzo negro del duelo aun guiaba su vida, al llegar a su oficina pensó claramente las cosas.

Su corazón aun dolía de la pérdida de su madre, pero tan grande había sido su deseo de enorgullecerla que había dejado de lado su vida y se había encargado de su profesión, estaba orgulloso de si mismo pero aun faltaba algo en su vida, nunca se había enamorado, todo lo que había en su corazón era el cariño a sus padres y sus deseos de vivir, pero aun había un deseo en su alma.

Amar, deseaba poder vivir un amor apasionado y sincero, tantos años de su juventud dedicados al estudio lo habían hecho abandonar su corazón, el cual yacía en la soledad de su alma, su corazón anhelaba amar a alguien, único y sincero, solo esperaba que sus sueños no fueran solo eso...sueños imposibles.

El ser hoy en día un reconocido abogado dueño de uno de los bufetes mas importantes de Holanda no llenaba ese vacío en su corazón, el tener 2 billones de euros en su cuenta era lo que atraía a los buitres de la prensa disfrazados de gente importante queriendo devorarles como hienas hambrientas por las sobras de la tarde, estaba arto de su mundo y temeroso de los depredadores que quería derrocarlo de la cúspide de su éxito sagaz y veloz.

Lo sabia claramente, los narcotraficantes y mafiosos más grandes de Europa estaban tras su persona como la sombra que aparece ante la luz del sol, siempre atrás del sin manera de lograr huir, sabiendo de esa manera que pronto moriría en las manos de algún lobo asesino sediento de su sangre, vivía esperando el final.

-Señor Peter los abogados de la sección veintitrés lo están esperando, ¿se encuentra bien?-la voz de su secretaria lo saco de sus cavilaciones, mientras preparaba todo para la junta.

-Si lo siento Mary, estaba pensando en el trabajo-le dijo nervioso mientras los documentos que tapia hace un momento en lis carpetas eran acomodados por él y la chica.

-Señor Peter, deje de pensar en lo de su madre, ella se sentirá mal si oye esos pensamientos tan deprimentes-le dijo la chica pelirroja preocupada mientras fruncía el ceño en una muestra de reproche.

-Lo siento Mary no volverá a pasar-dijo con un tono más alegre mientras caminaba hacia la sala de juntas con la chica a su lado.

-Eso espero, sabe que lo digo por su bien-le advirtió Mary mientras le mostraba una resplandeciente sonrisa.

-Gracias-dijo sinceramente, a veces Mary se preocupaba de mas por el que le recordaba todo el tiempo a su madre.

A pesar de ser amigos de infancia, Mary había adquirido el habito de nombrarlo de esa manera cuando termino convirtiéndose en lo que era hoy en día, la pelirroja solo le llevaba seis años y aun así le tenía un abundante respeto, yal la quería por ser como era, clareen todos los aspectos, sincera y alegre, desearía haberse enamorado de ella, pero nunca se dio dicho sentimiento en su frustrado corazón por no encontrar la alegría de amar de verdad.

Los días de trabajo siempre eran igual, todas sus citas en orden y organizadas por la querida Mary, su hora del almuerzo siempre platicando de como los padres de Mary aun ponían a prueba a su prometido y la pobre chica ya no sabía qué hacer para que no terminaran espantándolo y quedarse soltera de por vida.

No comprendía ese pensamiento, ella era una chica muy hermosa, su suave cabello rizado color carmín contrastaba muy bien con su piel blanca como la ceramita mas no pálida, sus hermosos ojos azules como el mismo cielo de la primavera, sus labios delgados y pequeños pero generosos color durazno le daban un toque juvenil pero no atrevido y mostrándose aun muy hermosos cuando sonreía y esas hermosas perlas blancas relucían en ella, delgada y alta debía de decir que era bastante alta considerando su metro ochenta de estatura con el metro setenta y cinco que media la chica era bastante estatura para considerar.

La quería como una hermana en los doce años que llevaban siendo amigos, ella lo había defendido de los bravuconees y él le había presentado a su ahora prometido, ayudándose, queriéndose, protegiéndose, siempre había sido de esa manera en que ambos Vivian, pero aun le faltaba algo, aun se sentía...vacio.

Llego muy cansado a casa esa noche el reloj marcaba las 10 de la noche exactamente, se dio una ducha rápida,  se coloco la piyama y se hecho a la cama, mañana tendría que preparar una junta para verificar el presupuesto de ganancias de ese año, ser el dueño no siempre era algo bueno, tenía que dormir bastante, mañana seria un largo día.

Eran las doce de la madrugada mientras preparaba su arma, hoy Marcelo le tenía un encargo especial, según el documento que había recibido se trataba de un niñito prodigio dueño de uno de los bufetes judiciales más importantes de Holanda y el más peligroso para su jefe, Marcelo era precavido, sabía que si no lo catataba esa noche todo estaría perdido para el jefe, Miguel Ángelo Benedetti era el mafioso más importante de Italia y él era el jefe al que ahora debía de proteger...otra vez, pero si era sincero él y Marcelo lo odiaban más que su vida.

La única razón por la que había trabajado para Benedetti todo ese tiempo era para descubrir al asesino de sus padres y el único que sabia su paradero era Benedetti, no había otra opción, pensaba en eso hasta que el ligero ruido de la puerta le puso alerta, se coloco instantáneamente a lado de la puerta con el arma en mano, tenía que ser precavido, hasta que oyó la voz de Marcelo.

-Daisuke, soy yo abre la puerta-dijo Marcelo en un ligero susurro como la voz del viento que hacia danzar a las hojas de los arboles en ese momento.

Daisuke abrió la puerta con cautela dándole paso a Marcelo, un hombre de edad media de un metro ochenta, nada que ver con sus dos metros siendo el más alto de los hombres de Benedetti.

-Disculpa Marcelo, estaba pensando en el trabajo de esta noche-dijo con voz neutral y fría como su expresión.

-Te entiendo Daisuke pero es hora de trabajar, el chico está dormido-dijo Marcelo seriamente mientras le daba una llave discretamente que colocaba en su bolsillo derecho.

Viajar a Holanda había sido primordial en la madrugada de ayer, no había tenido tiempo de pensar por que el chico debía de morir, realmente no le importaba, desde hace diez años no le importaba como y porque debían morir sus víctimas, su egoísmo había crecido con rapidez, y la frialdad de su alma lo había poseído por completo, solo tenía un plan, asaetar la propiedad, llegar a la habitación de la víctima, ejecutarle sin dejar huella alguna y marcharse como si fuese ajeno a esa situación, ese era el trabajo y no tenía inconveniente en cumplirlo.

-Ingenuo chico que no pensó en vivir en un lugar ms cercano a la ciudad, pero eso no es un punto a nuestro favor-pronuncio Marcelo dándole los datos del lugar a donde debía llevar al muchacho.

El plan era en realidad secuestrarlo, adquirir la información relevante que los ponga en peligro y desasirse del mocoso como si nada hubiera pasado, pero solo él era el que acuario, un trabajo así era peligroso para alguien más y Marcelo lo sabía, por eso no insistió en ayudarle.

-¿Cuales son los datos del chico, Marcelo?-dijo fríamente Daisuke estudiando los mapas.

-Peter Malcovich, hijo de Nicolás Malcovich y Sylvia Mathew, heredero de la riqueza del conde y dueño-abogado de los bufete de la misma familia, y el peor enemigo de Benedetti, el es el más involucrado en la investigaciones de sus crímenes y nuestra negociaciones con la mafia rusa-.

-Ya veo un niño rico demasiado entrometido, es hora de irme, recuerda que viajar hasta Austria es demasiado pesado-dijo mientras tomaba su equipaje.

-Tienes razón, es mejor que te apresures y adiós...Osino Daisuke-.

-Tal vez no nos volvamos a ver Marcelo Estradillo, sazonara-dijo Daisuke haciendo una pequeña reverencia ante su único amigo y partió.

Caminaba rápido por la calles, el que el joven viviera cerca de esa posada era su mayor oportunidad y no la desperdiciaría, hoy Peter Malcovich seria dado como muerto ante toda Holanda.

Su respiración era tranquila y serena, su descanso estaba dando éxito a pesar del estresante día de trabajo, lo mejor de su día siempre era cuando lograba conciliar el sueño, siempre le era difícil, recordar a su madre todo el tiempo no era algo bueno para su salud psicológica le había dicho Mary, pero no era su culpa, siempre le recordaba inconscientemente cada vez que miraba a su amiga, y eso siempre le dolía.

Cuando todo paso muy rápido, el peso sobre su cuerpo, el pañuelo sobre su boca, la debilidad e inmovilidad en su persona, el ser cargado hasta un coche y el movimiento por la velocidad de este, pensaría que es un sueño si el golpe en la cabeza l entrar al auto no fuese tan real, se asusto abiertamente, pensaba que le harían daño pero no que le secuestrarían, pero era claro, necesitaban las pruebas que el tenia en su casa, de seguro ahora estarían saqueándola de por mas, pero el secuestrarlo, para que, solo necesitaban esas tontas pruebas y nadie saldría herido a no ser que...lo iban a torturar para que hablara de todas la evidencias y su ubicación, el no da cobarde pero el pensar en la tortura hizo que un escalofrió tan fuerte como el frio del invierno invadiera su cuerpo.

Tortura, era lo menos que deseaba vivir antes de morir, por favor, aun era un simple muchacho que no era ni siquiera un adulto y ya iba a morir de esa martirizante experiencia, eso era terrible, era la manera más denigrante y humillante que alguien como él, un lobo en la justicia y conocido como un desgraciado que desplumaba a sus acusados como lo haría una hiena hambrienta o peor, que les devoraba después de destrozarlos como una serpiente del amazonas.

Era irónico, e pensar que un desgraciado sin sentimientos que cobraba la vida de sus víctimas como los cazadores le llevara a su último puerto le hacía sentir miserable, lo más seguro era que ese tipo que lo había secuestrado era un experto, no fueron más de 30 segundos en los que fue secuestrado, lo más probable es que se tratara de un tipo grande y fuerte para poder llevar con velocidad y agilidad sus 70 kilogramos en un tiempo extremamente corto ir algo que daba más terror, si era así de fuerte no podría escapar ni en el mejor de sus sueños, solo debía afrontar la realdad y esperar la muerte con la frente en alto.

 Secuestrarle había sido de lo más sencillo a no más legar a la frontera el jet privado los esperaba tranquilamente, de la misma manera envuelto en un viejo saco, llevo como un costal al prisionero, llegar a la base en Austria era esencial, al llegar ahí el sótano seria el escenario principal del principito que llevaba a cuestas.

A las doce del día llegaron a la base principal de Aurita, alejada de ciudad como le gustaba a Benedetti quien le gustaba disfrutar de la privacidad que le daban los hermosos bosques que llenaban de color su hogar al amanecer con la llegada del alba, tranquilamente llevo al prisionero por la casa hasta llegar a las puertas que se encontraban en el salón de música que llevaban al sótano.

Como si solo se tratara de un costal de carga Daisuke cargo al joven hasta una vieja habitación blanca mal cuidada, lo que sería su nuevo confinamiento en las dos semana siguientes, arrojo al muchacho a la cama sin cuidado alguno, de todas formas iba a morir, con rapidez le quito el saco donde se encontraba y quedo sorprendido con lo que vio.

Un hermoso joven de cabellos azabaches lacios como la noche y piel aterciopelada del color de los duraznos, hermosos ojos redondeados a lo mucho que se podía ver al estar cerrados, labios pequeños y generosos rozados, nariz pequeña y respingada y un rostro vagamente angelical, tallado por los dioses, con un cuerpo delgado y estético, la piyama delgada de seda le mostraba sus hombros mínimamente anchos, su espalda delgada, su cintura estrecha y sus piernas largas, era hermoso en todos los sentidos.

Se volteo rápidamente, no podía creerlo, ¿como que hermoso?, desde cuando se andaba fijando en la belleza de un hombre, será un adolecente, pero era un hombre al igual que él, eso era irracional por donde quiera que lo vea, y lo más importante, era su víctima, no el prospecto de pareja que pudiese desear, y alguien como él no tenía el mas mínimo derecho de pensar en enamorarse nunca de nadie, sin importar que bello sea, el era un asesino...era un monstro, sin mas salió de la habitación.

Sus bellos zafiros se abrieron lentamente, le dolía demasiado la cabeza, ese había sido el sueño más extraño que había tenido hasta que se dio cuenta de que no era un sueño, se encontraba en una habitación bastante descuidada, de un color blanco con manchas de humedad y estaba acostado en un colchón desgastado, apestaba a humedad y empezó a tener miedo, eso significaba que en verdad le torturarían y eso realete le aterraba, pero no hablaría, eso pondría en peligro a Mary ya que ella tenía la mayoría de las pruebas en su casa, lo mejor era callar aunque muriera de la peor forma, ya que importaba de todas forma iba a morir, de todos sus enemigos solo le vino uno a la cabeza, Benedetti, ese maldito siempre se escondía de su alcance y desde hace un año le seguía la pista, tenía que atraparlo a toda costa, o al menos ese era el plan hasta ayer, de seguro él lo haba mandado torturar para limpiar su maldito nombre de buen empresario italiano.

Sus pensamientos fueron interrumpidos hasta que alguien entro por la puerta y l presto atención, quedo hipnotizado, un hombre que no pasaba de los veinticinco aproximadamente le miraba con atención, era demasiado alto de la que hubiese esperado, media tal vez dos metros o más, acostado no sabía bien medirlo, su cabello lacio, despeinado y pelirrojo le recordaba a Mary pero sus pozos grises le llamaban la atención, profundos, fríos e intimidantes, su nariz respingada y recta, sus labios delgados y ligeramente carnosos, su rostro encuadrado y su grueso cuello, su espalda ancha y sus hombros rectos y fuertes, su pecho y brazos fuertes y tonificados, sus piernas largas y torneadas, todo ese cuerpo enfundado en un traje negro con corbata del mismo color y camisa color vino.

Era el hombre más impresionante que había visto, y jamás pensó que pudiera conocer, hasta que cayó en la realidad, ese hombre le veía frívolamente y con el ceño vagamente fruncido, ese hombre...¿había sido el que lo secuestro?, o...¿era el que lo torturaría?, había escuchado que los hombres de Benedetti eran de temer pero jamás pensó que a tal grado y empezó a temblar, por un momento se sintió contrariado, era el hombre ms apuesto que había conocido y también resultaba ser el matón al que mas había temido, eso era lo peor que pudo ocurrir en sus cortos 16 años.

Azules como el mismo cielo de la primavera, eran los ojos más hermosos que había visto en su vida, tan embelesado estaba con la belleza que había frente a sus ojos hasta que se dio cuenta del excesivo carmín que había en ese bello rostro, ¿sonrojado?, porque lo haría si sabía que estaba secuestrado, o eran nervios, el ya no conocía a los niños de estos tiempos, era malo pasar tanto tiempo con matones, nunca había visto a alguien sonrojado que no sea una chica, valla estaba perdido del todo.

Pero su atención se postro en algo mejor, el joven temblaba de verdad, realmente estaba aterrado porque su rostro suplicante le decía que no lo dañara, pero su conciencia tan firme como su egoísmo y crueldad le decía que acabara lentamente con él, entre más sangre mejor después de todo el ser un psicópata era otro de sus más grandes problemas psicológicos pero, ¿porque estaba sintiendo remordimiento?, nunca había tenido emociones al ver un rostro y ese niño los estaba provocando, no eso estaba mal, tenía que enfocarse en su trabajo.

-Como comprenderás estas a punto de ser torturado su no hablas con la verdad, no tengo nada en contra de ti niño, pero si no hablas me veré en la necesidad de hacer que tu sangre corra lentamente-dijo Daisuke fríamente ante el joven que le miro sorprendido y asustado, ¿tan grande era su pánico?, lo que no sabía Daisuke es que había quedado sorprendido con su voz, tan profunda, grave y varonil, solo había escuchado un tono similar en los tenores que  había ido a ver con Mary el mes pasado en la opera, realmente ese hombre era imponente en todo sentido, sin querer se sonrojo violentamente, hasta que tomo el tema con seriedad.

-¿Quien te envió por mi?, ¿Fue Benedetti, no es así?-pregunto con seriedad y altanería al hombre que tenía enfrente.

Que bella voz, había escuchado a más bello ruiseñor sin darle importancia a su pregunto o al tono que uso, esa voz era hermosa y sin querer la empezaba a amar, ¿amar?, pensó claramente al darse cuenta de sus salivaciones, el no debía a amar a nadie en este mundo y menos si se trataba de un chiquillo mimado y pretensioso, reparando e sus palabras solo contesto.

-Si ya lo sabes no preguntes lo obvio niño, no estoy para ser quien aclare tus dudas-dijo con malicia y burla toscamente al muchacho que empezó a odiar que le hablaran de ese modo, nadie lo había hecho, nadie le había respondido en toda su vida de esa manera y ese maldito lo había hecho como si no sabría de quien se tratara.

-¿A caso no sabes quién soy miserable?-dijo con prepotencia y frialdad al asesino realmente ofendido.

-Claro que se bien quién eres, el mocoso más molesto, pretencioso, altanero y mimado que he conocido, aunque debo decir que el más hermoso de todos-dijo burlona y galantemente, provocando en el chico un furioso sonrojo.

-¿Como te atreves descarado?, jamás me habían ofendido de tal forma-dijo ofendido y sonrojado.

-De la misma manera en que te he secuestrado, y arrastrado hasta aquí, aunque debo decir pesas más que una chica, realmente eres demasiado pesado también en carácter-dijo tranquilamente como si analizara la situación-.

¿Que demonios?, como podía aceptar su crimen con tanta naturalidad, se encargaría de ese desgraciado cuando logre escapar, aunque, por que tenía esperanzas, ese hombre no se había mostrado débil en ningún momento, pero aun así no podía dejar de atraerle eso...le aterrorizaba.

-Es hora de hablar niño-dijo con malicia y frialdad al joven que rápidamente palideció.

Durante seis días había sabido lo que realmente era tortura, ese hombre le golpeaba por no querer hablar sobre las pruebas que incriminaban a Benedetti y el dolor se incrementaba, desde que los dorados rayos del aura solar trascienden por la belleza del amanecer hasta que la dama lunar enmarcaba el firmamento su tortura no acababa, a pan y agua sobrevivía esos días y el dolor en sus costillas incrementaba, aunque aun se preguntaba el ¿porque no se había roto ya las costillas si ese hombre podría romperlo en trozos con solo apretarlo entre sus fuertes brazos?.

Estaba enloqueciendo a pesar de la tortura ese hombre le atraía aun mas y los sueños en donde ese hombre lo tañaba aumentaban cada noche, era espeluznante sentir algo así por su captor, como era posible que sus sentimientos empezaran a florecer como las rosas de la primavera ante el dorado polen que las abejas sembraban, ese polen en su corazón había hecho surgir un nievo sentimiento en el, cuando dio el mes de su encierro se dio cuenta de que, se enamoro de ese hombre, ese mismo mes en que empezó a cuidar de él y ya no lo golpeaba, pensaba que tal vez tuvo un poco de piedad por su existencia y le empezó a curar sus heridas, le aterraba el pensar que ese hombre le tocara lo alteraba grandemente.

No sabía porque se había apiadado, hacia un mes le hizo creer a Benedetti que lo había matado y que ahora el no hacía más de tres semanas se había suicidado, la casa estaba sola, nadie quería saber que una residencia cuando se volvía el escenario de un trabajo especial, y eso había sido hacia semanas, hacia un mes que dejo de golpear al muchacho y cuido de sus heridas, cuando vio todo su cuerpo golpeado el remordimiento volvió a emerger como un mas de emociones que anidaron en su frio corazón que empezaba a derretirse como los glaciares ante el calor desgraciado.

De esas heridas no quedaba más que el viejo recuerdo, pero sus propias emociones le aterraban, ya había reconocido que ese joven le atraía, pero cuando el ver su sangre tan roja cual terciopelo brillando en el suelo en lugar de degustar la pasión de verla el miedo que ese pequeño charco de sangre se volviese en un estanque de carmín realmente lo altero, el verlo sufrir le dolía al, el verlo sangrar le atemorizaba y el ver los ligeros y fuertes matices color vino formarse en su cuerpo acrecentaba el remordimiento.

Sin quererlo se había enamorado de él y después del amor nació la pasión, el curar todos los días le había regalado la imagen de su bello cuerpo y el tener a un joven tan tierno y apasionado a la vez frente al él acrecentaba su deseo por poseerlo, estaba enfermo, enfermo de una pasión y amor indiscutibles tan grandes como las olas de sus emociones crecientes y apasionadas chocando contra su razón de manera desmedida, su amor crecía día a día y su control pereció de un momento a otro.

Esa mañana de abril en que asalto su cuarto y lo beso desenfrenadamente lo hizo más feliz que nunca en su vida, le amaba como él a Daisuke, ese hombre que le había mostrado su corazón durante seis meses de conocerse, se amaron esa noche y los deseos ajenos al que esa persona perteneciera a su vida se desvanecieron como el viento del otoño.

Sus labios se unieron a los de Peter en un beso apasionado demostrándose lo mucho que se amaban profundamente, sus manos recorrieron su cuerpo en caricias y roces apasionados, sus labios besaron su rostro, y recorrieron su cuello marcándolo como suyo, sus manos y boca vistieron su cuerpos, de caricias, besos y pasión, mientras sus suspiros llenaban la habitación de sus sensaciones, el día que Daisuke lo hizo suyo fue el más hermoso de su vida, solo pensaba en amarlo eternamente aunque le costara la lógica y vida en ello.

Daisuke se olvido de sus objetivos al igual que Peter, se olvidaron de todo, solo Marcelo y Mary asistieron a la boda ese 22 de mayo en un pequeño pueblo de Austria, la luna de miel seria sencilla irían a Florencia la ciudad natal de Daisuke, sin saber que ese día seria...el mas desastroso de todos.

Eran las diez de la noche cuando llegaron a la casa, era una hermosa vivienda con  flores en cualquier esquina de la misma, los abrazos y besos lo llevaron a ser arrastrado al lecho y entregarse de nuevo a Daisuke en esa habitación color durazno con empapelado de flores fue en ese cuarto donde todo sucedió.

Después de demostrarse su amor descansaban tranquilamente admirando la dama lunar que gratificaba la belleza de la noche cuando el llego a la habitación, cuan gran error había sido pensar que todo estaría bien, vestido de traje gris aperlado frente a ellos se mostro Benedetti reclamando una explicación a Daisuke por su mentira bien formada enterándose que Marcelo había muerto protegiéndolo, y estallo, se sincerizo aceptando que solo había trabajado con él para acabar con el asesino de sus padres, cuando se entero de lo que nunca había querido oír.

-Tus padre niño ingrato, tu madre era una cretina que engaño a tu padre con el primer idiota que se poso ante sus ojos llevándose consigo al hijo de ambos en su vientre, durante diez años te mintió diciéndote que él era tu padre, cuando el descubrió el paradero de la desgraciado la mato con su amante en esa cama llena de pecado y traición, y sabes ¿quien es tu padre?...ese soy yo bambino-.

Su corazón dio un vuelco en ese instante ante toda la traición que mancho su vida, perdiéndose de todo hasta que los cálidos brazos de Peter lo centraron en la realidad, su dulce niño, tan inocente había sido de todo y por culpa de su padre le daño, pero también si no hubiese sido por el no sería tan feliz ahora, hasta que tarde se dio cuenta, Benedetti apuntaba a ambos con una calibre 45 acusándole de traidor como su madre y apuntando directamente a su pequeño, y despertó de su trance.

Se abalanzo contra Benedetti y lo golpeo firmemente en el estomago, el hombre retrocedió y rápidamente sin que pudiese evitarlo ocurrió, el cañón fue disparado, la bala como gran y maldita asesina siguió su camino sin piedad alguna llegando a su destino, mismo que quedo paralizado cuando la bala entro por su cabeza insertándose en su cerebro y acabando con su vida en un simple aliento.

Cuando se dio cuenta era tarde el amor de su vida había muerto, en esa cama estaba del cuerpo inerte de...su dulce niño, quien le había sacado de la obscuridad de su vida había muerto a manos del hombre que le dio la vida que ahora aborrecía, levanto el colchón y saco el arma corrió contra Benedetti hecho una furia, y su lado sanguinario volvió a resurgir cuando vio el lienzo carmín que emergía de Benedetti y empezó la masacre, le apuñalo con un cuchillo de la cocina a donde había llegado y empezó a destazarlo cual filete de cerdo, entre más sangre mejor se sentía, sacando los intestinos de Benedetti cuando aun su corazón palpitaba y tomándolo entre sus manos le quito la vida a su progenitor, devorando el órgano cuan manjar se tratara, mientras aun intentaba latir, dar el último suspiro a Benedetti, hasta que devoro el corazón por completo, saco los ojos de sus cuencas cual pequeños pedazos de carne alimentando su enfermo y colérico ser, hasta que no quedo nada de ninguno.

Se levanto del suelo con sus pantalones y pecho manchados de sangre como su rostro e inserto el cuchillo violentamente en su vientre haciendo una incursión tan amplia como la que causo en Benedetti, y se encamino al cuarto donde se hallaba el cadáver se su amor mientras pintaba las baldosas del suelo con el carmín que acudía con abundancia de su cuerpo, subió las escaleras cuando estaba a punto de morir y lo hayo, tan frio y blanco, tan perdido de vida, cuando las últimas gotas de sangre que salían de su vientre bañaron el cuerpo de su amado en una firme promesa, sin Peter Daisuke no era nada, y mientras las leves palpitaciones de su cuerpo eran detenidas por el espectro de la muerte abrazo el cuerpo de su amado en la firme promesa de acompañarlo hasta el final.


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