— ¡Estoy en casa!
Kyuhyun saludó eufórico entrando de un portazo a su humilde pero acogedor hogar, donde estaba seguro lo esperaban los dos grandes amores de su vida: vino y videojuegos, perdón, su amado esposo Sungmin y su adorable hijo adolescente Sandeul, tuvo que corregirse mentalmente al imaginar el sartenazo que le daría su marido si llegaba a enterarse del dudoso orden de sus prioridades, pero fuera de bromas, el castaño llegaba de una agotadora jornada laboral de muy buen humor, había cerrado contrato con unos importantes clientes y tenía ganas de llevar a su hermosa familia a cenar.
Kyuhyun aventó bien lejos su portafolio y se dirigió al segundo piso dando zancadas enérgicas hasta que a mitad de las escaleras oyó un sospechoso ruido, eran sonidos suaves, ¿Qué podría ser? Sonaba como a gemiditos... gemidos...
“¡Sungmin, mi amor! ¡Debe estar preparándose! ¡Bendito sea el señor, llevamos como tres meses sin sexo, ya era hora!”
Pensó Kyuhyun de forma optimista terminando de subir las escaleras como si estuviera en un maratón olímpico, se deshizo de la corbata y el saco de su traje durante la carrera pero a mitad del pasillo se detuvo en seco, los sonidos no provenían de su habitación, más bien se escuchaban en... la gloriosa y suprema habitación de videojuegos y entretenimiento.
“El día no podría mejorar”. Pensó el castaño casi al borde de las lágrimas de alegría.
“Siempre quise hacerlo en el cuarto de videojuegos, sobre la mesa de las laptops donde jugamos online los tres juntos pero Sungmin nunca quiso por miedo a electrocutarse con algo, amor tontito”.
Se acercó sigilosamente hacia ese cuarto y pegó la oreja a la puerta para escuchar más a detalle y, disfrutar previamente un poco.
— Mmm… quiero más… así.
“Conejo goloso, debo solucionar este problema”
Se dijo así mismo con determinación desabotonándose la camisa casi a tirones, con una mano se estaba desabrochando los pantalones y con la otra no esperó más y abrió de porrazo haciendo una entrada triunfal.
— ¡Ya llegó tu papacito!
“No... No... No...”
Sobre la sagrada mesa de laptops, donde juegan online los domingos familiares, se encontraba recostado su querido hijo Sandeul completamente desnudo, con las piernas bien abiertas y un desgraciado fulano devorándolo como si su bebé fuera la única cosa comestible en el planeta.
— ¿Baro por qué te detuvis-? ¡PAPÁ!
— ¡CHO JUNGHWAN!
Estaba en problemas, Sandeul sabía que estaba en serios problemas apenas escuchó a su cariñoso padre llamarlo por su nombre real completo.
Por otro lado, Kyuhyun estaba desbloqueando un nuevo nivel de ira, sin dejar que el acompañante de su hijo terminara de acomodarse los pantalones se abalanzó sobre él, sujetándolo violentamente del cabello para que no escapara.
— ¡Le juro que su hijo aún es virgen! —intentó defenderse Baro.
— ¡Que chismoso eres Baro, nunca vuelvo a contarte nada!
— Silencio Sandeul, le daré una lección a este malnacido —terminó de decir Kyuhyun tirando salvajemente del teñido cabello.
— ¡El cabello no que el tinte es caro!
— Entonces mejor te estrangulo.
— ¡Papá detente, me dejarás sin novio y me costó trabajo conseguirlo!
— ¿TU NOVIO? —gritó Kyuhyun ahorcando al susodicho aún más fuerte.
— ¡¿Qué demonios sucede aquí?!
Sungmin entró hecho una furia interrumpiendo la dramática escena protagonizada por Kyuhyun con la camisa abierta estrangulando a Baro que apenas llevaba el pantalón puesto y Sandeul desnudo intentando detener aquel bizarro intento de homicidio.
— ¿Qué carajo es esto? ¿Una orgía? Ya habíamos hablado sobre esto Kyuhyun y la respuesta fue no ¿Y qué te dije sobre la asfixia? ¿No aprendiste nada del escándalo de Seungri de BIGBANG?
— Sungmin, este rebelde le estaba dando un oral a mi inocente hijo sin mi autorización -. Se quejó Kyuhyun de forma infantil.
— ¿Y qué querías Kyuhyun? ¿Qué te lo pidiera por escrito? ¡No seas ridículo!
— ¡Pero Sungmin!
— Ven, vámonos Kyuhyun, deja que los chicos se vistan —habló Sungmin en un repentino tono compresivo.
Kyuhyun salió de la habitación arrastrando los pies y azotando la puerta como un auténtico niño berrinchudo.
— Hablaremos todos cuando las cosas se hayan tranquilizado, y bien ¿Se puede saber por qué tienes la camisa y el pantalón abiertos? —cuestionó Sungmin aquello último seriamente.
— Llegué feliz a casa y escuché gemidos, pensé que eras tú y por eso…
— ¿Te excitaste escuchando a tu propio hijo? Dios bendito estás enfermo Cho, te he dicho que dejes de juntarte con Eunhyuk y Yesung, son unos cerdos degenerados.
— ¡No es eso! ¡No es mi culpa que Sandeul suene como tú, como una perra en celo!
— Otros tres meses sin sexo —sentenció el mayor sin inmutarse.
— ¿QUÉ? ¡Lo siento, lo siento! Olvida eso, así te amo mi vida, aunque suenes como perra en celo.
En la lejanía pudo escucharse la severa cachetada que se tragó Kyuhyun aquel tranquilo día en la familia Cho.
