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Obscuridad Total por ana987bell

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Notas del capitulo:

1er cap, tengo miedo, espero y les guste

Era de noche, una noche tan obscura y penetrante, tan solitaria y silenciosa que lo único que Ciel podía hacer era pensar, pensar en el pasado, en el futuro, pero no en su presente. Él nunca pensaba en su presente

“tenía siete años cuando unos hombres encapuchados habían ingresado y sin previo aviso iniciaron una serie de tiroteos con los que acabaron con la vida de los padres de Ciel. Se llevaron todas las cosas valiosas que encontraron incluido al pequeño niño que yacía llorando en una esquina tratando de ocultarse y refugiarse en su única compañía, la triste soledad que acompañaba a la obscuridad”

Habían pasado ya siete años desde ese terrible acontecimiento y el pequeño niño aún no podía superar el gran dolor y odio que sentía por aquellas personas que destruyeron su vida, aquellos demonios que rompieron sus sueños y lo obligaron a vivir en la más completa soledad y el más terrible vacío. Intolerable.

Ciel tenía catorce años recién cumplidos, aunque él no lo sabía, nadie celebraba sus cumpleaños nunca.

Oye mocoso levántate de una maldita vez, tiene clientes que atender.- decía con sorna la dueña del local donde trabajaba nuestro niño.

Olvide mencionar que Ciel fue vendido junto a otros niños raptados, sí, no estoy mintiendo, lo vendieron como si fuese un objeto. El mejor postor fue un hombre rico del que nunca se supo su nombre, pero si sabemos que murió a los pocos años de realizada la compra y que su esposa comenzó a usar al pequeño como objeto sexual pues se dio cuenta de que muchos hombres lo miraban con lujuria y pensó que venderlo sería la mejor forma de ganar dinero sin esfuerzo y vengarse por la destrucción que causó en su familia.

Ella era una maldita bruja, maltrataba a Ciel de la manera más cruel posible, lo odiaba. Odiaba que su esposo lo hubiera preferido antes que a ella y a su hija. Odiaba que su marido comprara a un desconocido para adoptarlo como hijo, dejarle todas sus riquezas y desheredarlas a ella y a su primogénita. Odiaba que por su culpa su hija se hubiera suicidado.

“Tú no eres nada, eres solo una maldita perra que nació para joderme la vida, solo tienes dieciséis años y ya te embarazaste, eres igual a tu madre, una fácil. Una cochina puta, una hija de puta que no puede hacer nada sin el dinero de su padre. Ojala y te murieras para así poder darle todo a Ciel, él sí vale algo, él es especial, él es mi hijo a diferencia de ti, asquerosa mujer hija del pecado”. Esas fueron las últimas palabras que su padre le dedico a Haruhi antes de que esta acabara con su vida y con la de su hijo.

Era domingo, un día normal como cualquiera, la dueña de aquel prostíbulo acababa de comprar a otros dos jóvenes iguales a Ciel, ambos de cabello rubio. Uno de ojos azul cielo y el otro, aguamarina, también secuestrados y subastados por las mismas dos personas que arruinaron la vida de Ciel. Su odio se acrecentó más.

Un joven hombre caminaba por las desiertas calles de la ciudad fumando un cigarrillo y leyendo el periódico con muchísima calma. De repente una fuerte discusión en un pequeño callejón le llamo la atención, se trataba de dos hombres adultos insultándose y gritándose frente a un chico que no podía pasar de los dieciséis años de edad, vestido con una diminuta bata que no dejaba nada a la imaginación. Cabello negro y grandes ojos azules. Era realmente hermoso y frágil, parecía un muñeco que podía quebrarse con facilidad, pero su mirada reflejaba otra cosa. Venenosa, llena de odio y rencor, vacía y al mismo tiempo bella, una pintura perfecta. Él era perfecto.

El joven hombre se acercó para poder oír mejor la conversación y de paso poder contemplar con mayor detalle a aquel pequeño ángel de la obscuridad que acababa de conocer.

-       ¡Dije que es mío hoy, yo llegue antes y lo pedí primero!

-       ¡No es cierto, yo lo pedí primero. Él es mío!

-       ¡Tú no lo vas a satisfacer como yo. Eres un viejo decrepito!

-       ¡Tú eres el viejo decrepito. El es mio y voy a pagar lo que sea por el!

A callar, grito una mujer desde la puerta de la casa donde se daba aquel espectáculo de lo más humillante.

Vez lo que causas maldito mocoso. Ni siquiera como puta puedes dejar de causar problemas.- gritaba exasperada la mujer que miraba con el odio más profundo a aquel indefenso niño y le propinaba una fuerte cachetada en su perfecta mejilla de porcelana.

Estúpida mujer, acaso estás loca. Como se te ocurre golpear al niño. Estas arruinando su perfecto rostro.- grito uno de los hombres.

Sí mujer, como se te ocurre hacer tremenda estupidez, crees que vamos a aceptar tus exagerados precios después de haber arruinado la mercancía. Ni loco pago tanto por un chico golpeado. Eres realmente una idiota, por eso tu marido tampoco te quería.- grito el otro mientras recogía sus cosas y se alejaba de aquel callejón.

Sebastián, o mejor dijo el joven que había estado escuchando la conversación, se dio cuenta de que la mujer estaba a punto de acercarse al niño y matarlo, es por eso que se acercó y le dijo:

Estoy dispuesto a comprar a este niño, ¿por cuánto me lo da?

Por qué habría de dártelo, prefiero matarlo de una vez por todas y así aliviar mi odio contenido por tantos años.- grito la mujer bañada en lágrimas y llena de locura en sus ojos

Por favor my lady, no querrá ensuciar sus bellas manos con la sangre de ese mocoso, no preferiría que yo, por usted, lo torture hasta la locura... Llevarlo a la muerte más horrorosa, lenta y tortuosamente posible.me vengaré de él por usted, dejelo en mis manos, no la defraudare. My lady.- susurro con sensualidad y placer cerca de su oído, tratando de sonar convincente, pero eso sí, sin despegar su lujuriosa mirada de aquel pequeño de piel porcelana y facciones perfectas. Esto realmente iba a ser divertido.

La mujer lo miro con devoción y placer. “Llévatelo, llévatelo y mátalo, maltrátalo hasta que ruegue por su muerte, hazlo sufrir por lo que me hizo y nunca, nunca lo dejes vivir en paz” grito la mujer con una sonrisa horrible dibujada en sus labios, esa mujer estaba totalmente loca y acababa de encontrar la forma perfecta de acabar con su tormento. O eso es lo que ella creía.

Era  martes y Ciel se encontraba al lado de Sebastián en un tren rumbo a quien sabe dónde. Realmente estaba asustado, pero su orgullo (el poco que le quedaba) no le permitía mostrarse voluble o curioso, el nunca preguntaría a donde iban o que es lo que le haría, el nunca volvería a mostrarse débil ante los demás.

Ciel, es un bonito nombre para alguien tan terrible como dicen que eres.- dijo Sebastián tratando de entablar una charla con su nueva mascota.

No soy terrible, yo no le hice nada a esa mujer.- susurro Ciel con indiferencia, tratando de no llorar por el pánico que en ese momento sentía.

Entonces, ¿Por qué parece odiarte más que al mismo demonio?- dijo Sebastián ocultando de manera profesional la gran curiosidad que carcomía su alma.

Ella me culpa del suicidio de su hija, dice que su marido insultaba a Haruhi por mí. Ella dice que si su marido no me hubiera conocido, las cosas no serían como son ahora.- dijo Ciel con un hilo de voz recordando cómo fue que realmente ocurrieron las cosas

Flash back

Era un día luminoso, extrañamente luminoso, Ciel acababa de despertar. Se encontraba recostado en un viejo colchón junto a otros niños de su misma edad. Un hombre cuidaba la puerta de aquel pequeño y andrajoso cuarto.

Los recuerdos del día anterior no se hicieron esperar y un indefenso y pequeño Ciel no pudo evitar que las lágrimas se aglomeraran en sus ojos y resbalaran por sus pequeñas mejillas.

Mamá, papá.- susurro suavemente el pequeño niño mientras recordaba el rostro sin vida de los únicos dos parientes que tenía, o que había tenido y conocido.

De repente, la puerta de entrada se abrió y se vio a un hombre maduro entrar a aquella sucia habitación. El hombre recorrió cada cama y observo detalladamente a cada niño buscando algo, algo que al parecer no encontraba y que lo hacía desesperarse cada vez más. Hasta que lo vio, vio a Ciel.

¡Él es!- grito desesperadamente mientras se acercaba a Ciel y lo cargaba entre sus brazos.

¡Él es el niño perfecto, el hijo perfecto!- volvió a gritar con tono de victoria mientras miraba embobado al pequeño niño y sonreía sinceramente lleno de júbilo.

Señor, ¿va a comprar a ese niño?

Por supuesto, él es mi nuevo heredero, es la perfección encarnada, es mi hijo, ¡MI HIJO!- volvió a gritar y saco un gran fajo de billetes de su maletín y se lo entregaba al “dueño” de los niños.

Fue un placer hacer negocios con usted señor.- dijo lleno de victoria y avaricia el “dueño”.

Tú serás mi hijo, mi todo, el único al que ame y en quien confíe… mi verdadero hijo, ambos sufrimos por la soledad, ambos somos hijos de la obscuridad. Tú vida y la mía han sido destruidas y nuestros destinos se han cruzado para reconstruirnos y sobrellevar juntos la soledad y el dolor. Tú eres mi todo ahora, mi ángel, mi única esperanza. Mi Hijo. Fueron las primeras palabras que su padre susurro las primeras palabras que hicieron que el corazón de Ciel comenzara a sanar lentamente.

Fin del flash back

Ciel no recordaba nada de lo que paso después de que aquel hombre lo comprara, solo sabía que los siguientes 3 años fueron magníficos. Su “padre”, lo trataba muy bien, le compraba todo y de todo, lo llenaba de mimos y lo preparaba para ser su heredero. Lo adoraba.

Pero como todo lo bueno siempre tiene algo malo. Su “madre” lo odiaba, no desde el principio, pero si desde que “padre” había comenzado a tener una muy obvia distancia con ella y su verdadera hija. La razón. Su hija en realidad era su hijastra, pues su mujer le había sido infiel con otro hombre y la había dejado embarazada. Como lo sabía, simple, una noche su mujer estaba ebria y le confeso todo.

Desde ese momento el hombre que ya había comenzado a sospechar del hecho de que su hija no era realmente su hija, se comenzó a alejar más de su familia y a tratarlos pésimo; exceptuando a uno, a Ciel, a quien le dedicaba todo su tiempo y amor. Para eso lo había traído, para ser su vida.

Mi madrastra, mi madrastra le fue infiel a “padre”, tuvo una hija, Haruhi, con su amante y cuando “padre” se enteró se sintió morir, se sintió tan mal que tuvo la necesidad de buscar a alguien que pudiera sanar su dolor, quería un hijo, un hijo suyo y de nadie más. Un hijo. Yo. Susurro Ciel.

Sebastián estaba algo aturdido. Los ojos de Ciel cambiaban totalmente cuando hablaba de “padre”, su mirada se volvía nostálgica, suave y dulce. Se notaba el amor que le había tenido a ese hombre. No lo podía soportar.

Sebastián se había enamorado de los ojos llenos de odio que contrastaban con su hermosa y frágil apariencia, no toleraba el ver a su nuevo juguete cambiar su parte más hermosa solamente por la mención de un hombre.

Odiaba que Ciel amara a alguien. Le encantaba el Ciel que odiaba, el Ciel que no perdonaba. El Ciel roto y destruido que tal vez, en algún momento, lograría volver a armar y sanar.

Y que paso con ese maravilloso hombre del que hablas, los abandono al final.- dijo Sebastián con indiferencia en su voz.

Mi madrastra lo mato.- respondió Ciel volviendo a mostrar el odio contenido y el rencor acumulado durante tantos años… volvía a recordar por que odiaba tanto la vida que le había tocado vivir.

Aturdimiento. Sebastián estaba confundido. La mujer loca y devastada había matado a su esposo por venganza. Y había vendido a su hijastro por odio y envidia. El demonio la había poseído y un ángel sin culpa había pagado las consecuencias.

Padre odiaba a Haruhi, yo le dije que no la odiara, que ella no tenía culpa alguna pero él no quiso escucharme, decía que era muy bueno al mantenerla y cuidarla.  Por lo menos toleraba tenerla cerca pero cuando Haruhi se enamoró y salió embarazada padre enloqueció de ira y destruyo a mi hermana con sus palabras. Acabo con su vida con sus palabras. Él no guardaba remordimiento alguno, decía que no iba a extrañar a la joven que nunca fue su hija. Madre enloqueció. Tiempo después el comenzó a sentirse mal, se quejaba de dolores estomacales agudos. Murió a los pocos meses. Madre lo había envenenado poco a poco y así acabo con su vida al cabo de unos meses.- relato Ciel. Sus ojos mostraban su dolor, soledad y odio. Él estaba destruido  y cansado.

Oh, lo siento.- dijo Sebastián con indiferencia. Le gustaba el dolor de Ciel, pero al mismo tiempo le dolía verlo más roto que al inicio. Mucho más roto.

El viaje continuo en silencio. Ciel llevaba un hermoso traje hecho a medida que Sebastián compró antes de salir de viaje. No habían cruzado palabra alguna hasta dicho momento y bueno, tampoco se podría decir que había mucho de qué hablar. Sebastián compro a Ciel o mejor dicho, le entregaron a Ciel en un arrebato y tuvo que encargarse de él durante unos días antes de decidir lo que haría.

En ese tiempo compro ropa, lo alimentó un poco y se le ocurrió que lo mejor era viajar con él, lejos. Regulo su situación y se fueron.

¿A qué se dedica? Lo diremos después, en estos momentos no es relevante.

Él tenía 23 años, Ciel 14, sus destinos estaban cruzados ahora. Era hora de que la destrucción y el dolor comiencen para ambos. O tal vez, solo tal vez era momento de que Ciel por fin logre sanar y recuperarse para dejar de ser un ángel de la obscuridad y una obra de la decadencia.

Notas finales:

no se si les gustó o no, por dios tengo nervios, espero y lo hayan disfrutado, juro actualizar pronto... aguantenme?


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