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JOSEPHINE por desire nemesis

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Notas del fanfic:

 

 

YO DECLARO QUE ESTOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN SINO A LOS CREADORES DE YU-GI-OH! LOS USO PARA NUESTRA DIVERSIÓN SIN INTENSION DE LUCRAR CON ELLOS.

 

LA TRAMA POR OTRO LADO ES TOTALMENTE MÍA, SI BIEN ME LA IMAGINE INSPIRADA POR MI AMOR A LA PELÍCULA EL GUARDAESPALDAS LA ÚNICA SIMILITUD ENTRE AMBAS HISTORIAS HA DE SER LA PROFESIÓN DE LOS PROTAGONISTAS.

 

DICHO ESTO…

 

¡A ESCRIBIR!

 COMO HA HABIDO CONFUSIONES VOY A ACLARARLO

ESTO ES UN YAOI 

ESPEREN Y VERAN

 

PASEO CON LAS ESTRELLAS

 

El estadio más grande de todo Japón estaba lleno de fans que solo ansiaban oír sus aterciopeladas voces y verlas moverse con esa gracia angelical. Eran el dúo pop más taquillero de todos los tiempos, sus nombres eran palabra santa en casi toda la tierra del sol naciente.

 

Eran Josephine y Seraphine, las princesas del j-pop.

 

Ambas parecían gemelas excepto por el color de sus ojos, una los tenía azules y otra los tenía marrones. También eran de caracteres algo disímiles. Seraphine era más bien tímida y retraída, hablaba a la prensa con voz baja y pocas palabras y Josephine… bueno… era todo lo contrario. Extrovertida y a veces caradura. Pero ambas eran alegres y divertidas en el escenario siendo el foco de toda la atención entre los adolescentes de todo Japón.

 

Ya habían pasado tres meses desde que ascendieran a los números uno de todos los charts con sus canciones después de ser las ganadoras de un reallity para formar un dúo famoso, impulsado por una disquera.

 

Los ojos mieles brillaban mientras su dueña saludaba con la mano a todos los asistentes.

 

¡¿Cómo os va, Japón?!—preguntó ella recibiendo una sonora respuesta por parte de ellos.

 

¡¡¡¡¡BIEN!!!!!—

 

Pues hoy vamos a deleitaros con nuestras canciones. ¿Os parece bien?—preguntó ella.

 

¡¡¡¡¡SIIIIIIIII!!!!!—

 

¡Anda Seraphine, si parece que no me han oído!—dijo a su compañera pretendiendo que se quejaba.

 

La gente gritó un “SI” más impresionante entonces.

 

Entonces os cantaremos “Cinderella” (Cenicienta) ¿Vale?—les dijo la rubia de ojos mieles y todo el mundo aulló de gusto. La canción era una típica balada que hablaba de un amor imposible y todas esas bobadas que fanatizaban a los chicos de edades impresionables.

 

O al menos así lo pensaba el joven guardaespaldas que observaba tras bambalinas el transcurso del espectáculo.

 

Seto Kaiba cumpliría 25 en octubre y se consideraba demasiado mayor para ese estilo de música.

 

Josephine y Seraphine se despidieron con su canción más reciente, “Sayonara Hime” o “Adiós princesa” que hablaba de una chica que aunque no lo decía claramente la letra estaba muriendo y se despedía del amor de su vida sin decirle una palabra de sus sentimientos. Era una canción muy sentida y la mayoría de las chicas terminaron llorando para horror del guardaespaldas que consideraba que estaban lucrando con semejantes emociones.

 

Miró con mal gesto a las chicas que después de la canción se despidieron del público enfebrecido y salían del escenario y para su asombro descubrió que Josephine también lloraba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba algo molesto consigo mismo cuando Ishida, el representante de las chicas que les puso la disquera entró a hablar con Josephine a su camerino y por motivos de seguridad, ningún hombre podía permanecer a solas con las jóvenes, ni siquiera el representante, entró con él.

 

Josephine se veía ahora como siempre. Una chica vital y algo desenfadada.

 

¡Josy!—le dijo Ishida llamándola por su sobrenombre. Ella lo miró con su carita angelical ladeada y como siempre el accedió a un capricho del que Kaiba no sabía nada. Kaiba era el guardaespaldas de Josephine, Seraphine tenía otro, su nombre era Otome y no tenía mucha más edad que él, tampoco se hablaban mucho entre ellos, solo lo justo y necesario--¡Bien! Pero Kaiba va a acompañaros—le advirtió el agente joven, de lentes, cabello negro y ojos de igual color que si soplara un viento muy fuerte se lo llevaría.

 

¡Pero yo no quiero que me acompañe, Ishi san! ¡El viejo Kaiba no sabe divertirse! ¡Es un tirano, serio y aburrido!—se quejó ella mientras sentada en un banco se terminaba de calzar unas ballerinas.

 

Pues no os dejaré ir si no vais con él—le advirtió ahora muy serio en su papel el pelinegro. Si algo le pasaba a Josephine no le quedaría agujero donde meterse a Ishida.

 

¡Chantajista!—dijo por lo bajo la rubia con media boca.

 

¿Qué dijisteis?—preguntó el agente.

 

¡Dije que si iré con él!—dijo sonriendo con hipocresía la cantante.

 

Él le dijo a Seto—Josephine irá a un shopping a comprarse ropa. Se lo merece después de todo lo que ha trabajado para la gira. ¡Cuidad de ella, Kaiba!—

 

¡Trataré de que no la maten!—murmuró malhumorado el castaño.

 

¿Qué dijisteis?—preguntó el distraído Ishida que miraba un mensaje en su celular.

 

¡Que pondré todo mi empeño, Ishida san!—le contestó el guardaespaldas de la misma manera que la cantante antes.

 

Ishida salió un tanto antes que ellos contestando el celular después de despedirse de ambos.

 

¡Os he oído!—le aseguró a Josy en un susurro Seto al ponerse a su lado al salir, pues no quería que el agente los oyera. Aludía a lo de “¡Chantajista!”

 

¡Yo también!—le contestó ella de la misma manera aludiendo a lo de “¡Trataré de que no la maten!”

 

Ambos salieron muy duros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el shopping ella llevaba una apariencia apocada por unos lentes oscuros y un peinado recatado que la hacía ver mayor, se destacó por su enorme cantidad de compras que debió cargar su acompañante, del cual se reía a menudo y decía a los que se mostraban piadosos con el joven bajo los bultos que no había problema y que él estaba acostumbrado a levantar mucho más. Dicho que por supuesto no era cierto pero que ella disfrutaba diciendo porque disfrutaba mucho más de ponerlo en problemas, hasta que al salir de una tienda descubrió que Seto se había hecho de un carro de los depósitos y descansaba repatingado junto al manubrio con esa sonrisa astuta que ella tanto odiaba, por lo que las compras ya no eran tan divertidas y decidió irse a casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Josephine no tenía domicilio fijo, como tampoco Seraphine. Ambas tenían departamentos gemelos en una torre, propiedad de la discográfica, en pleno centro de Shibuya. El panorama desde sus ventanales dejaba sin aliento a las jóvenes que a veces compartían tardes juntas aunque como estaban juntas todo el tiempo que trabajaban preferían apartarse casi siempre.

 

Seto y el chofer dejaron las bolsas sobre la enorme cama de la estrella como ella se los había “sugerido amablemente”, en realidad se los había ordenado con cierto desdén imperial enojada aún por la astucia de Seto.

 

Empezó a sacar vestidos de las bolsas mercantiles poniéndolas entre su figura y el espejo.

 

¿Cómo se me ve?—preguntó al chofer, por supuesto.

 

¡Os veis como una reina!—dijo el hombre un tanto mayor.

 

¡Que se ha caído del caballo!—murmuró Seto mirando como ella se balanceaba con un vestido rosa, de falda tableada y cintas del mismo color.

 

¿Dijisteis algo, Ogi san? Lo siento, no te oí—le dijo la joven que había cumplido 19 esa primavera. Le gustaba decirle abuelo porque sabía que eso, muy en el fondo lo cabreaba. Había oído perfectamente sus  palabras y él lo sabría con eso.

 

¡Que si me necesitáis para algo más o puedo irme!—dijo él tragándose una respuesta que podía costarle el puesto. Esa chavala sabía ponerle de nervios.

 

¡No, no os necesito para nada!—le respondió la rubia con una sonrisa satisfecha y él se dio vuelta muy duro para irse, cuando tomaba el pomo de la puerta ella agregó--¡Ogi san!—él apretó la mandíbula y salió después de tomarse un momento para tranquilizarse.

Notas finales:

ESTE ES MI REGALO PARA TODOS LOS QUE ME HAN SEGUIDO ESTOS AÑOS

^^

ES MI REGALO DE CUMPLE PARA VOSOTROS

OSTIAS TIOS

DISFRUTADLO!

JA NE


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