Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Unidos por nuestro pañuelo por Azuraki

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Aquí nuevamente.

Disclaimer: Los personajes de Death Note no me pertenecen, sólo los estoy tomando prestado para el Fic. Creditos a sus respectivos autores.

Advertencia: Posible OoC a lo largo de todo el Fic. Creanme, era necesario.

Notas del capitulo:

Hola, hola♥ Espero puedan difrutar de este fanfic tal y como yo lo disfruto de escribirlo. No hay mucho que decir más que agradecer a las lindas personitas por leer, espero sea de su total agrado.

Enjoy It♥♥♥

Capítulo 1: Encuentro

En 1932 las clases sociales eran diversas. Las diferencias entre las personas de clase media, alta o baja siempre estuvieron presentes y lo seguirán estando, no era ninguna novedad. El dinero siempre lo fue todo para aquellos que veían a la civilización desde sus torres de marfil y para los que desean poder progresar.

Un mundo en donde el pobre es juzgado por su vestimenta y estilo de vida. Donde personas con pocos recursos son las que más sufren a diario, pero también las que más felices son; el millonario no conoce sentimientos más que la avaricia y deseo. No hay felicidad en eso. A diferencia de esas personas, el mal llamado pobre tiene la libertad de poder sorprenderse cada que progresa en su vida. Una sincera sonrisa, alegría verdadera y la esperanza que nunca se pierde. Esa fe que mantiene unidas a las personas.

Los adultos, quienes siempre fueron los que llevaban el trabajo duro, eran los únicos que debían preocuparse por mantener a su familia, su vivienda y procurar no quedar en la calle. Una vida difícil pero pasable.

A diferencia de los jóvenes y niños, quienes vivían tranquilos sabiendo que no debían mover un musculo. Era lo único que a veces se asemejaban con la clase alta, media y baja. Pero no en todos los casos los menores son los que están tranquilos estudiando mientras los padres trabajan.

Near, un niño de 12 años debía trabajar para poder mantener a su enferma madre y ayudar a su padre para manejar el dinero. A la edad que tenía era muy maduro, pues entendía bien a su madre y aportaba para tener el pan de cada día. Sin mencionar que también cocinaba y limpiaba la casa cada vez que no podían hacerlo los adultos.

Aunque su trabajo no era el de un gran ciudadano, era lo único que tenía a mano para poder progresar en su vida. Near no estudiaba —apenas si sabía leer— pero llevaba en sí una gran inteligencia sobre la vida que lo rodeaba. Nunca se avergonzó de su familia ni de él mismo, al contrario, se sentía bien porque sabía que cada día aprendía más cosas. No necesitaba un diploma ni empleo para saber que estaba haciendo buenas acciones.

Él vendía periódicos en una esquina, cerca de un negocio de ropas finas y también de una panadería. Muy pocos le compraban, pero era mejor que nada. Near agradecía todas las noches por las ganancias que ganaba, y aunque no fueran muchas, para él ya eran suficientes.

Pasaba días sin comer sólo para ver a su madre hacerlo. También dormía poco, pues de vez en cuando se quedaba hasta tarde vendiendo periódicos, teniendo esa pequeña esperanza de que algún trabajador pase por el frente de él y entonces que le compre uno.

Lamentablemente su vida dependía de la riqueza.

Su madre falleció al poco tiempo de que su enfermedad empeoró. No tenían dinero para pagar un buen médico y no hubo más que verla descansar y jamás despertar. Ese día fue el peor para Near, juró por todos los santos que buscaría la forma de poder llevar adelante todo lo que, poco a poco, se iba deteriorando. Ya sólo le quedaba su padre y la pequeña casa que aun no pagaban la renta. Near se esforzaría para ayudar a su padre, sin importar qué.

Tres años pasaron desde que su madre ya no estaba en ese mundo, un mundo en donde la hipocresía y desgracia se veían en todas partes. Tres años de puro trabajar y trabajar. Ya sea puliendo zapatos, vendiendo panes o periódicos. Años en donde su sudor y cansancio jamás desaparecían, pero no importaba el dolor ni que sus ojos se cerrasen, había cosas más importantes.

— ¡Oye, niño! — Una voz masculina, no muy madura, lo llamaba desde atrás —. ¿A cuánto el periódico?

—Sólo $0,75 — Respondió Near mientras se daba la vuelta para poder entregarle un periódico a su cliente y recoger el dinero. Y así fue. La primera paga del día se la había dado un joven muchacho rubio, de su misma edad aparentemente.

El joven se dio la vuelta para seguir su camino a casa. Mientras tanto Near sólo lo observaba marcharse, no era por nada, simplemente lo estaba mirando. Y de repente, su vista se encontró con un pequeño pañuelo que estaba en el suelo. Supo enseguida que era de una tela bastante fina y cara: seda.

— ¡Seda! — No pudo evitar exclamarlo en voz alta. Había encontrado algo valioso y verdaderamente hermoso, puesto que era un pequeño pañuelito blanco y en muy buen estado. Tenía ciertas manchas de tierra pero no estaba roto.

El muchacho, que no estaba para nada lejos del albino, volteó rápidamente en cuanto escuchó al menor. Vio enseguida el pañuelo que yacía en el suelo. Sin dudarlo corrió tras el mismo y lo recogió. Observó cada extremo de la tela y se estaba deleitando de sentirla en la yema de sus dedos.

 —Eso me pertenece — Dijo Near mientras se acercaba al chico para arrebatarle el pañuelo, lo cual no pudo hacerlo porque este era un poco más alto que él y antes de que acercara su mano se alejó.

—Yo lo agarré primero — Contradijo el muchacho enfurecido.

—Pues yo lo vi primero, por tanto, me pertenece — Near estaba serio. Ese pañuelo debía ser suyo, no lo quería para venderlo ni nada parecido, simplemente quería tenerlo en sus manos y poder conservarlo.

El chico tampoco quería tenerlo para venderlo, lo quería sin ningún motivo alguno. Era una tela valiosa y muy bella, algo que le gustaría admirar y que fuera sólo de él, pero no contaba con que su vendedor de periódicos también lo quisiera. No podía simplemente arrebatarle el pañuelo y echarse a correr. De lo contrario no podría volver a verle a los ojos al albino para comprarle un periódico, ni siquiera acercarse. También si se negaba a ir a comprar, probablemente sus padres le echasen un gran sermón, y eso era lo último que quería.

Se quedaba sin opciones y no quería parecer un ladrón, obviamente no lo era, ese pañuelo estaba en el suelo. En ese mismo instante, una idea se le cruzó por la mente, sería la más brillante de todas las que tuvo en su vida.

—Te propongo algo — Dijo mientras se cruzaba de brazos, aun teniendo el pañuelo en sus manos —, ¿Qué tal si lo compartimos?

Near no sabía si era una clase de broma barata o no, pero le parecía una pésima idea ¿Compartir el pañuelo? Entonces su mente procesó todo. Si ese chico le estaba diciendo esas cosas quería decir que no tendría el pañuelo para venderlo, sino que sus intenciones eran las mismas que la de Near, conservarlo.

Aun no estaba del todo seguro, no confiaba en aquel muchacho, pero si no respondía nada entonces perdería el pañuelo. Suena tonto que alguien quiera un simple pañuelo, pero para Near era algo importante, ya que las cosas que lo rodeaban eran simples baratijas.

— ¿Cómo se supone que lo haríamos? — Preguntó sin quitar la mirada de encima. Un mirar desafiante y serio. La idea seguía siendo pésima…

—Sígueme — Y sin más, el rubio comenzó a caminar, dejando atrás a Near. Ni siquiera se dio la vuelta para saber si lo estaban siguiendo, simplemente caminaba hacia quien sabe dónde. Parecía seguro de sí.

Near no tuvo de otra más que seguirlo. No sabía hacia donde estaban caminando, sólo que cada vez más se alejaban del pueblo, yéndose hacía los campos y pastizales. Un paisaje grato de contemplar. El sol que estaba casi escondiéndose hacia darle un toque sepia al lugar. Near jamás había visto tal escena, nunca se dio la oportunidad de abandonar la ciudad para aventurarse y conocer otros lados. Ante sus ojos, todo era nuevo.

No pasó mucho para que ambos chicos llegaran a su destino. Estaban parados en medio del campo, habían flores por todas partes, un lago no tan lejano y en medio del paisaje un enorme árbol. Ellos estaban debajo del mismo, mirando todo su alrededor.

Pensaba que el camino del pueblo hacia los campos iba a ser un largo recorrido, pero resultaba ser que no era así, no habían tardado menos de hora y media.

—Aquí es donde vengo para pasar el rato — El rubio rompió el hielo —, bajo de este árbol, donde no viene nadie.

Por parte de Near, este sólo lo observaba. No iba a responder nada, simplemente estaba esperando a que su acompañante dijera algo respecto al pañuelo.

—Genial, eres mudo — Agregó en tono burlón y sarcástico pero Near seguía callado, no le molestaba que tantas cosas le dijera. Ante eso, el rubio continuó —. Este será nuestro punto de encuentro.

Sostuvo con fuerza el pañuelo y comenzó a escalar el árbol. Llegó hacia un extremo del mismo, donde se encontraba un tronco bastante ancho y largo, se sentó allí y luego fue directo hacia un agujero que estaba en frente de él. Metió ahí el pañuelo y en cuanto lo hizo bajó del árbol de un salto.

Ahora entendía bien las cosas. Debajo de aquel árbol seria donde Near y ese desconocido se reunirían para tener el pañuelo. Procurando que ninguno de los dos lo robase ni nada parecido. Estaría ahí sin que nadie lo sacase a no ser que fuera uno de ellos. Supuso entonces que al terminar el día, cuando tengan que partir a sus casas, dejarían el pañuelo en aquel hueco del árbol y se irían tranquilos.

Near estaba sorprendido. Terminó siendo un buen plan después de todo, pero no podía negar que seguía desconfiando del rubio. Apenas lo conocía y algo que sus padres le habían enseñado toda su vida fue que no debía confiar en desconocidos. Esta fue su excepción, ya que que siguió hasta el campo al chico y ahora estaban solos debajo de un árbol.  Se olvidó por un momento de las sabias palabras de su madre, pues algo en él le decía que confié en aquel muchacho.

— ¿Tu nombre? — Se dispuso a preguntar luego de minutos de silencio. Si iban a compartir el pañuelo y las tardes juntos, debía conocer todo sobre quien ahora se estaba convirtiendo en su compañero.

—Mello, sólo Mello ¿Y tú?

—Nate River — Aunque estuvo toda su vida acostumbrado a que le dijeran sólo Near, pues las únicas personas que le llamaban así fueron sus padres y pocos conocidos, decidió decirle su verdadero nombre. No quería demostrarle tanta confianza todavía, ese tipo de cosas se verían con el tiempo, puesto que para Near, decirle su apodo era algo muy importante que no debía decirle a cualquiera.

—Debo volver a casa… — Dijo Near en voz baja.

—Pues ve — Respondió Mello desinteresado, pero cuando vio la expresión de total desacuerdo del albino supo que algo andaba mal, y no le costó mucho darse cuenta de que —. ¿Qué? ¿Acaso insinúas que en cuanto te vayas yo me llevare el pañuelo a mí casa?

—Si — Fue su única respuesta.

—No lo haré, ¿no confías en mí?

—No.

Mello chasqueó la lengua y prácticamente gruñía por la respuesta de Near, pero no era su culpa no confiar en él, apenas si se conocían los nombres. Tuvo que calmarse un poco. Dio un gran suspiro, pues lo que iba a hacer a continuación no era del todo agradable para su persona.

Posó su mano derecha en donde estaba su corazón y alzó su mano izquierda. Iba a hacer una promesa.

—Yo… Mello, juro que — Hablaba entre cortado, pues le era bastante embarazoso tener que decir tales palabras. Tenía un tenue sonrojo en sus mejillas. — no me llevaré el pañuelo. Sólo lo podre tener en mis manos mientras este Nate conmigo…

Near se sorprendía una vez más. Pensaba que Mello era del tipo de chicos reservados y antipáticos, pero con lo que acababa de presenciar hacia retractarse de todo pensamiento. No podía insinuar mucho sobre él, pues no lo conocía.

—Tú turno — Dijo el rubio mientras relajaba sus brazos.

— ¿Disculpa? — Near se negaba a tener que hacer algo así. No era del tipo de personas que hacían promesas a cualquiera.

—Yo ya lo hice, ahora te toca a ti — Frunció el seño —. ¿O acaso te robaras el pañuelo?

Enfureció al escuchar esas palabras provenientes del rubio. Near no era un ladrón, antes muerto que hacer semejante acto. Lamentablemente para no quedar de esa forma tenía que hacer la promesa, no le quedaba otra opción. Entonces repitió la acción de Mello para hacer la promesa, a continuación, pronunció las mismas palabras.

—Yo Nate River, juro que no me llevaré el pañuelo… Sólo lo podre tener en mis manos mientras este Mello conmigo.

Y así fue. La promesa estaba realizada. Ambos chicos se reunirían debajo del árbol para poder pasar tiempo con el pañuelo. Near no podía creer las cosas que pasaron a causa de un simple pañuelo. Aunque no era sólo un pañuelo, era algo que significaba más, porque ahora dos jóvenes se habían conocido gracias al mismo.

Notas finales:

¡Y bueno! Espero que este primer capítulo les haya gustado aunque sea un poquito♥ Ya saben que cualquier consulta, sugerencia, opinión o critica es bien recibida en la cajita de comentarios, ¡sin pena! Responderé a cada una de ellas~~

Eso fue todo, muchísimas gracias por leer y nos leemos en la próxima actualización♥ Sayonara!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).