Llevaban ya unas cuantas semanas en el mar y el aburrimiento se hacía patente en el barco de los Mugiwara. El aburrimiento era el peor enemigo que podían tener, porque en esas ocasiones Luffy no para de ocasionar problemas y moverse de un lado a otro. Ya se había cansado de dormir, de mirar el mar desde su asiento especial, de pescar con Chopper y de probar los últimos inventos de Usopp. Ya ni siquiera las canciones de Brook conseguían mantenerle quieto mucho rato.
Ahora se estaba dedicando a dar vueltas por el suelo de la cubierta de un lado para otro, Nami le advirtió que parase antes de provocar un accidente, pero por supuesto Luffy no le escucho. En estas estaba cuando Sanji salió de la cocina, llevando en una mano una bandeja con refrigerios para sus dos damas y en la otra natillas para la merienda de los chicos, estaba concentrando alabando a Robin y no se dio cuenta de que su capitán estaba rodando en el suelo. Con tan mala suerte que Luffy le golpeo y le hizo caer cayendo las dos bandejas sobre el cocinero. Todo empapado y manchado de lo que segundos antes había sido el fruto de su esfuerzo en la cocina empezó a golpear a Luffy. Nami los detuvo antes de que ocasionaran daños en el barco y como castigo a Luffy por sus acciones le dijo que le tocaba a el ayudar a Sanji en la cocina a recoger toda la semana.
Esta escena era observada por un espadachín que fingía dormir entre los mandarinos de Nami, desde que el cocinero había salido de la cocina no se había perdido ni uno de sus movimientos. Desde hacía varios días no podía evitar seguirle con la mirada haya donde sea que fuese. Se despertaba por las noches en medio de sueños calientes de lo que el cocinero era protagonista y solo podía calmar aliviándose o con gran cantidad de agua fría.
Cada vez la situación iba a peor, pues ahora ya no era solo por la noche, si no que durante el día se encontraba a si mismo sintiendo la necesidad de encerrarse en el baño tras observar al cocinero. Los leves roces con la piel de su objeto de ensoñación durante las peleas que solían mantener eran suficientes para conseguir que perdiese la cabeza.
Ahora mismo se estaba dando una de esas situaciones complicadas en su entrepierna pues notaba como se estaba despertando, y era normal, después de todo podía ver perfectamente el cuerpo de Sanji a través de la camisa mojada por el accidente de Luffy. Y por si eso no fuese suficiente todo su cuerpo estaba recubierto de deliciosas natillas, le daban ganas de bajar y lamerle todo el cuerpo completo.
--POV ZORRO—
-(Ñam, esas natillas tienen que estar muy ricas, especialmente si van acompañadas de un dulce cocinero como aderezo)- pensaba Zorro relamiéndose –(o igual sería más correcto decir que las natillas son el aderezo del cocinero).
Joder, ya no podía más, tenía que buscar algún sitio en el que aliviarse y rápido. Una ducha de agua fría no sería suficiente esta vez, necesitaba liberar su carga pensando en ese cocinero que le ponía a mil.
Cogió sus katanas y se dirigió al baño, donde se encerró, ahí se desnudo y en la ducha comenzó a tocarse pensando que la mano en vez de ser suya pertenecía a un solicito Sanji que le pedía que le lamiese el cuerpo entero enteró para librarse de esa molesta sustancia. Se imaginaba a el recorriendo con su lengua todo el cuerpo del cocinero poco a poco, dejando sendas marcas por todos lados. Mordiendo sensualmente su cuello, orejas, pezones. Los pezones del cejillas tenían que ser tan dulces como él. No me gustan las cosas dulces, pero seguro que ese cocinero era la primera cosa dulce que desearía devorar.
Después de todo eso cogería los restos de esa sustancia viscosa que aun le quedase en el cuerpo para lubricar sus dedos y su miembro. Penetraría la entrada de Sanji primero con sus dedos para abrir sitio hasta que su enorme trozo de carne pudiese tener cabida dentro de su adorado rubio. Oh si, como deseaba poder cumplir todas esas fantasías.
Mientras pensaba en como se sentiría estar dentro del otro y masturbándose con esta idea se corrió soltando un gruñido que retumbo en toda la sala.
-Marimo, ¿Te encuentras bien? Necesito entrar a limpiarme por culpa del estúpido del capitán- La voz de Sanji era audible desde el otro lado de la puerta.
Mierda, porque no lo había pensado era obvio que eso iba a pasar, no podía permitir que le descubriese.
-Si, si, ahora salgo, no seas tan impaciente erocook.
Todo lo deprisa que pudo limpio el desastre que había organizado y se vistió, encontrándose con el objeto de sus pervertidas fantasias al abrir la puerta del baño, durante unos segundos se encontró a solo unos centímetros de el y fue capaz de aspirar ese olor a tabaco que tan loco le volvía.
-Quieres apartar de en medio cerebro de alga, no ves que tengo que entrar.
Zorro decidió ignorarle, no podía permitirse empezar una pelea con el rubio y que su “pequeño” amigo se volviese a despertar ahora que había conseguido calmarlo por fin. Paso al lado del rubio y decidió pasar lo que quedaba de la tarde entrenando.
--POV SANJI—
Qué carajo le pasaba al marimo, eso de ignorar sus provocaciones no era propio de él. Llevaba unos días de lo más raro, desde hace unos días casi no se habían peleado, el peliverde hacía lo imposible por evitar las provocaciones, y eso que antes saltaba a la mínima a pelear y competir conmigo. A este paso mis patadas van a perder fuerza, las peleas con ese vago eran un buen entrenamiento.
Y ahora que lo pienso que haría bañándose a estas horas, cada vez se comporta más raro. Bueno, tampoco es que sea de mi incumbencia, no se porque le doy vueltas, es decir somos nakamas y todo eso, pero si el no quiere contarme si le pasa algo tampoco soy quien para preguntarle.
Después del baño fui a preparar una copiosa cena, que como siempre parecía una batalla campal por culpa de nuestro despreocupado capitán. Al acabar la cena mi preciosa Nami-swam nos dijo que quería realizar una reunión sobre la siguiente isla. Por eso nos quedamos todos reunidos para que nos informase.
CONTINUARA…