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El amor es un... ¿demonio?-Cuentas pendientes. por Dark Bit

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Notas del capitulo:

Hola mis guapas tachis y nekos. ¿Cómo están? Mi primer capitulo del 2.015. ¿Qué tal las trata este año?

Esta es una historia que tendrá tres capitulos. Solo tres capitulos. Y está relacionada con mi fic titulado "el amor es un... ¿demonio?" (a secas). Asi que si no leiste esa historia no entenderás mucho lo que sucede aquí y si tienes tiempo y ganas de leer una historia de 12 capitulos y dos finales diferentes te invito a leerla. A aquellas que si lo hayan leido espero que les guste mucho.

¡A leer! ^-^

     La misma ciudad, un nuevo día y toda la gente en su rutina de días de semana.

     Jóvenes y niños yendo a la escuela.

     La gente mayor encargándose de ir a trabajar.

     Entre ellos había diferencia de edad, preocupaciones distintas, otras responsabilidades. Pero tenían algo en común.

     Todos hablando entre bostezos y los comentarios típicos sobre que la semana se hacía eterna. Rogaban que llegara ya el merecido descanso del fin de semana, el cual se hacía efímero como chasquear los dedos. Y así nada más llegaba otra mañana de lunes.

     Todos los habitantes de aquella ciudad seguían con sus vidas normales sin saber que casi todos los días estaba sobre ellos, sobrevolando el lugar, una entidad que para muchos se suponía que era una de las más grandes representaciones del mal. Una demonio.

     Perteneciente aquella raza temida por los humanos que creían en ellos. Estaban presentes en el infierno y también caminaban entre ellos. Solo que los humanos no tenían forma de saberlo.

     Para más exactitud, ella como demonio no era extremadamente malvada. Aunque sí era algo maliciosa y no se contenía si sentía deseos de hacerle una broma pesada a alguien que no le cayera bien por ejemplo.

     Su corazón de demonio ya no era el de una súcubo. Era otro mejor que le había concedido su padre y por eso contaba con un gran poder. Muy superior al que había tenido en el pasado.

     Era portadora de una desbordante belleza demoniaca. Su cabello era dorado, brillante y reflejaba la luz majestuosamente. Su piel era clara y tenía marcas de color negro que parecían tatuajes. Sus eran de un color rojo escarlata. En sus espaldas tenía unas enormes alas similares a las de los murciélagos. Atractiva por donde se la mirara. Sus piernas perfectas, su espalda que concluía con su trasero con buena forma, sus pechos, su vientre. Su sexo al que no le habían faltado miles de noches de placer.

     En aquel momento por las condiciones climáticas iba vestida con ropa más ligera.

     Ya el invierno había quedado muy atrás. Al igual que otro suceso que en el que estuvo involucrada en conjunto con su amada. Un momento en el que por un momento deseó morir porque creyó que la perdería para siempre.

     Sí, ella era una demonio. Una que creía en el amor y que amaba infinitamente a alguien.

     En su mente al pensar en la palabra amor solo podía formar una imagen.

     La de una joven de cabello corto que usaba anteojos. Algo tímida, pero con actitud fuerte y muy decidida que sabía muy bien lo que quería y no descansaba hasta tenerlo.

     Aquella que tenía un bello rostro que nunca dejaría de admirar. Tenía un cuerpo carente de las formas que hacían más atractiva a una mujer ante los ojos de muchos, pero eso no importaba.

     Andrea la amaba, la deseaba y pensaba que era perfecta. Eso era todo lo que le importaba.

     El nombre del amor en su corazón era el de esa chica. Jesica.

     Sonrió al pensar en ella mientras iba por allí. Con sus alas desplegadas y cruzando ese cielo matutino.

     De repente se detuvo y solo se mantuvo en el aire en el mismo lugar. Suspiró y miró al horizonte.

     -Papá siempre dijo que Dios es un idiota. Los humanos están muy muy lejos de ser perfectos, pero este lindo planeta sí que lo es.

     Le gustaba mucho volar libremente por las mañanas, pero su tiempo de recreo ya se había terminado. Debía encargarse de su lista de tareas para ese día.

     Por eso finalmente decidió descender al tiempo que se puso en lo que ella llamaba “modo invisible”.

     Había muy pocas tareas en su nuevo trabajo que requerían que ella se hiciera visible y tomara forma humana.

     Apenas sus zapatos hicieron contacto con la acera hizo una invocación.

     -Mi nombre es Andrea y deseo de corazón hacer las maldades que me hayan sido asignadas. Como demonio que soy estaré gustosa de cumplirlas.

     Sobre su mano derecha apareció una luz la cual se desvaneció poco después dejando en su lugar un trozo de papel amarillento. Una lista de quehaceres.

     Su nuevo trabajo como demonio era encargarse de que a cinco humanos diferentes les sucediera algo mínimamente desafortunado que les complicara un poco su vida diaria, los pusiera en una situación algo vergonzosa o resultaran con heridas leves.

     Los humanos no tenían ni la más mínima idea de que en ocasiones eso que les sucedía era causado por algún demonio malicioso.

     Empezó a ver las cinco tareas que le fueron asignadas para ese día.

     -Eso… Eso… ¡Ay, eso suena divertido! Voy a empezar con eso.

     Una vez más dio uso a sus alas, pero esta vez volando bajo. Miraba a su alrededor.

     -A ver… ¿A quién usaré para mi primera maldad del día?

     Se detuvo de repente cuando eligió a su primera víctima.

     -¡Es perfecta!-exclamó antes de posicionarse detrás de una anciana que caminaba por una acera bastante transitada.

     La siguió de cerca sonriendo. Una sonrisa maliciosa con la cual dejaba a la vista sus afilados y puntiagudos colmillos de demonio.

     -Oiga señora. No se vaya a caer. Le puede pasar cualquiera. ¿Sabe? Un tropezón y… ¡Plaf!

     Esa anciana mujer no podía escucharla.

     Aquella demonio podía utilizar su poder para que no la escucharan también.

     Andrea solo decía eso para divertirse un poco.

     Cuando creyó que llegó el momento adecuado empezó a contar con sus dedos.

     -Uno, dos, tres. Y… ¡Caigase!

     Bastó que ella chasqueara los dedos para que la mujer que caminaba no muy lejos de ella se tropezara y se cayera, causando que algunas personas alrededor se acercaran para ayudarla a levantarse y preguntarle si se encontraba bien.

     Mientras eso sucedía una bella demonio estaba riendo a carcajadas observando aquella situación.

     -Qué risa. Mi padre estaría orgulloso por esta maldad.

     Cuando pudo contenerse un poco se secó las lágrimas producto de tanto reírse y volvió a revisar su lista. Tachó “hacer que un humano tropiece y se caiga”.

     Luego de algunos minutos señaló algo en ese trozo de papel.

     -Ya sé. Voy a seguir con esto. Para esto necesito ir adonde haya muchos adolescentes.

     Fue de inmediato al colegio más cercano. Se encontró con que el patio estaba vacío, por lo cual buscó un lugar para sentarse y esperar el receso.

     Sabía que no debía faltar mucho para eso.

     Cuando llegó el momento los alumnos de esa institución salieron al patio caminó entre ellos buscando a su siguiente víctima.

     Se encontró con una chica y un chico que hablaban solos. Parecía haber mucha confianza entre ambos. Cualquiera podría haber pensado que gustaban uno del otro.

     Verlos solo provocó una sonrisa maliciosa en Andrea.

     Se acercó a ellos y se quedó un momento escuchando su conversación esperando un momento adecuado para actuar.

     El chico pensaba darle una palmada en el hombro, pero alguna fuerza invisible hizo que su mano se dirigiera hacia uno de los pechos de la chica.

     Aquella joven reaccionó dándole una fuerte bofetada que dejó una marca rojiza con la forma de su mano en la mejilla de ese chico, quien de inmediato fue tras ella disculpándose y diciéndole que no entendía como su mano había terminado allí.

     -Sí, claro. Tu mano mágicamente terminó en mis tetas. ¡Claro!

     -¡De verdad no entiendo cómo pasó!

     Andrea tachó de su lista “hacer que un chico sea golpeado por la chica que le gusta”.

     -Uno menos. Ay, niña. Eres toda una genia malvada.

     Desplegó sus alas una vez más y se fue de allí.

     Una vez más voló por la ciudad buscando otra víctima para una maldad muy sencilla.

     Un hombre conducía un auto muy costoso y esperaba frente a un semáforo en rojo. Era bien parecido y estaba con una expresión de confianza. Como creyéndose dueño de todo.

     No pasó desapercibido ante los ojos de Andrea, quien lo eligió como su siguiente víctima.

     -Ay sí, señor bonito. Vamos a ver qué tal te va con la maldición de la cremallera abierta por el resto del día.

    El semáforo se puso en verde, y ese hombre se alejó de allí. Sin saber la terrible vergüenza que pasaría porque el cierre de la cremallera de sus pantalones estaría un tanto fuera de control y más de una persona lo notaría y se lo haría saber.

    La bella demonio tachó de su lista “hacer que un hombre pase vergüenza por tener abierta la cremallera de sus pantalones”.

    Para la siguiente tarea en su lista se alejó del centro de la ciudad. Fue hacia un area residencial esperando ver a alguien salir de su casa.

    Una mujer salió muy apurada. Iba bien vestida.

     Andrea supuso que se dirigía a su trabajo o sino a alguna cita importante, pero eso era lo de menos. Lo que más le interesaba era que ya había encontrado otra víctima.

     Se le acercó y voló bajó a su lado.

     -Oye. Sería una pena que alguien hubiese…

     Chasqueó sus dedos.

     -Olvidado su billetera.

     Un viejo truco de los demonios.

     En ocasiones las personas cuando olvidaban algo lo que en realidad sucedía era que un demonio bromista pasaba junto a ellos y usaba sus poderes para teletransportar sus pertenencias y dejarlas en sus casas, en otro bolsillo, en cualquier otro lugar diferente a donde su víctima humana las hubiera dejado originalmente.

     Finalmente Andrea llegó a la última maldad en su lista. “Evitar que un humano llegue a tomar un autobús y tenga que tomar el siguiente”:

     -Ah, pero qué fácil es eso.

     De inmediato se dirigió a la parada de un autobús que ella y Jesica solían frecuentar cuando salían de paseo.

     Aunque ambas eran demonios y tranquilamente podían ir volando adonde quisieran, la pequeña disfrutaba de hacer con ella lo que cualquier persona común haría al salir de paseo y Andrea solo le seguía la corriente.

     Se acerco a un costado del autobús, en el cual solo estaba el chofer esperando para salir. Andrea se hizo visible.

     Aquel hombre se asustó mucho al verla.

     -¡¿Qué carajo eres?!-gritó muy asustado.

     -Una demonio. Y si no me dices cuanto falta para que salga este autobús me comeré tu alma.

     -¡Saldrá como en cinco minutos!

     -Gracias idiota.

     Volvió a hacerse invisible y sobrevoló la zona. Debía esperar un poco y en el momento en que viera a alguien corriendo para alcanzar el autobús antes de que se fuera sería el momento de actuar.

     De repente sintió mucho dolor cuando su cabeza chocó contra algo. O mejor dicho alguien.

     Cubrió su cabeza y la frotó con sus manos.

     -¡Oye! Fíjate por dónde vas. Quédate fuera de mi espacio aéreo.

     -Ah. Eres tú. ¿Y qué estás haciendo por aquí?

     Reconoció aquella voz.

     Alzó su mirada para ver a Iris.

     Esa chica ángel con sus majestuosas alas blancas y su cabello negro azabache la observaba cruzada de brazos y una expresión que daba entender que estaba algo molesta.

     -Encargándome de algunas maldades. Ni se te ocurra estorbarme, angelita de poca monta.

     -¿Angelita de poca monta la que te pateó el trasero una vez?

     -Bah, qué inmadura. Vives en el pasado.

     -¿Qué has dicho?-le preguntó Iris sintiéndose muy molesta, pero luego pensó que lo mejor sería ignorarla.

     A ambas les llamó la atención ver a una mujer corriendo para alcanzar el autobús, el cual saldría dentro de muy poco.

    -¡Ah! Debo ayudarla.

    -Debo detenerla.

    Se miraron con el ceño fruncido.

    -No me vencerás-dijeron al unísono.

    Ajena a esa situación, una mujer corría para alcanzar el autobús.

    -¡Señorita! ¡Señorita espere! ¡Creo que se le cayó algo mientras corría!

    Volteó y vio a una mujer de cabello azul oscuro y muy guapa llamándola.

    Le mostraba algo que tenía en la mano que supuestamente le pertenecía a ella.

    -Déjeme ver.

    Llegó otra mujer de cabello negro que se acercó a la de cabello azul.

    -En realidad es mi celular. Se me cayó a mí. Usted continue. Alcance el autobús, señorita.

    Siguió su camino. Le pareció extraño ver a la de cabello azul bufando molesta por la intervención de la otra.

    De todas maneras no tuvo tiempo para pensar en aquello, ni para avanzar mucho más y alcanzar el autobús. Porque quedó paralizada de terror cuando un ser terrorífico apareció frente a ella.

     Tenía el cabello dorado y los ojos rojos. Piel clara y con unas extrañas marcas de color negro. Alas como de murciélago y unos dientes como los de un temible depredador.

     -¡Toma el autobús que sigue después porque sino te mataré y me beberé toda tu sangre, humana!

     Aquella mujer salió corriendo más rápido que nunca antes en toda su vida y llorando por el susto.

     -¡Tomaré el siguiente! ¡Tomaré el siguiente! ¡Lo juro! ¡Waaaaah!

     Andrea se hizo invisible una vez más y le dio la espalda a su rival ángel para luego bajar sus pantalones y su ropa interior.

     -¡Toma eso! ¡Besa mi jugoso trasero, angelita estúpida! ¡Te gané!

     Iris se sonrojó y apartó la mirada.

     -Deja de hacer eso, pervertida.

     Finalmente pudo retirarse victoriosa de aquella situación. Tachó lo último en su lista de maldades para cumplir aquel día.

     Se dirigió a la casa que compartía con su amada Jesica para esperar a que ella saliera del trabajo.

 

 

 

   

     Estiró sus brazos hacia arriba y bostezó. Le dio una mirada a la hora en su celular. Afortunadamente ya faltaba muy poco para el horario de salida.

     Su mejor amiga en aquella oficina la miró haciendo eso.

     -¿Qué pasa, Jesi? Pareces algo cansada. ¿Andrea no te dejó dormir bien anoche?-concluyó guiñándole un ojo.

     -Para nada. Ya sabes. Es lo de siempre. Lo que genera en mi saber que ya falta poco para salir.

     -¿Menos falta para que salgamos y más pereza?

     -Algo así. Vaya que me conoces bien.

     Decidieron esperar a salir para conversar un poco más. Lo que menos querían era que algún superior las regañara por perder el tiempo y justo sobre la hora.

     Poco después salieron juntas y se quedaron un momento frente  a la entrada de ese edificio de oficinas para conversar.

     -¿Cómo vas avanzando en tu relación con tu amorcito?

     A Jesica le extrañó un poco esa pregunta. Se encogió de hombros y respondió.

     -Estamos bien. Como siempre.

     -¿Y cómo van con la cuestión de que ella conozca  tus padres y tu a los de ella? Bueno. Más bien solo a la madre de Andrea. Recuerdo que me dijiste que por un tiempo su padre ya lo conociste. Se opuso a lo de ustedes y lo pasaron mal un tiempo.

     -Francamente estamos donde nos quedamos hace tiempo. No sabemos cómo avanzar con eso. Yo no sé qué pensar respecto a la madre de Andrea. Nunca me habló de ella. Y respecto a presentar a Andrea a mis padres. Me siento insegura al respecto.

     Sonia se sorprendió al escucharla

     -¡Vamos! Andrea es una buena chica. No tiene ni punto de comparación con la perra de tu ex. Les caerá bien a tus padres.

     -Es que en realidad no importa de qué persona se trate. Como soy su única hija ellos cuando saben que alguien tiene algo conmigo o me gusta se comportan como si esa persona quisiera “robarme”. Apartarme de su lado o algo así.

     -¡Ay, pero eso es normal! No tengas miedo, pequeña.

     Jesica suspiró. Era algo incomodo no poder revelarle determinados detalles. Como que su novia era una demonio, su suegro Lucifer, su suegra una súcubo, y sus padres las únicas personas normales en ese lío. Totalmente ajenos al hecho de que su hija había renacido como una demonio.

     -Como sea. Veré cómo puedo manejarlo.

     -Saldrá todo bien. Cuando conozcan a Andrea solo estarán tranquilos y esperaran por que lleguen los nietos.

     -Bueno. Eso se complica un poco, ya que…

     -¡Ay! Solo adopta y ya. ¿Quieres?

     Jesica sonrió.

     -¿Y qué tal te va a ti con tu salida del closet?

     -Bueno…

     Sonia se quedó pensando unos segundos.

     -Lo revelé. El rumor llega a muchos oídos. Tiene mucha mejor aceptación de lo que esperaba. Solo algunos pocos tontos de pensamiento arcaico.

     -Ah. Que se vayan a la #*%=&(alguna palabra fuerte).

     -Tienes razón.

     Ambas se rieron y luego de conversar sobre algunas trivialidades se despidieron.

     Fue directo a su casa. Pensando en ver una vez más a su amada demonio y estar junto a ella entre esas paredes en las que podía ser quien realmente era. Donde podía abandonar esa apariencia humana que era solo una ilusión.

     Cualquiera pensaría que era posible que ella extrañara una o varias cosas de su anterior vida como humana, pero resultaba ser más bien lo contrario.

     Al principio le había costado. Aprender a volar y ocultar sus alas le había resultado difícil. Mantener su apariencia humana le había resultado como estar todo el tiempo andando en bicicleta y debía preocuparse de no perder el equilibrio, pero ya se había acostumbrado.

     Sumado a todo eso la conexión que sentía con Andrea se había hecho mucho más fuerte. Como demonio podía sentir lo que ella sentía y ver lo que ella veía. Era una unión más profunda, pura.

      Ya habiendo dejado atrás aquella tienda hacía unos minutos se dio cuenta.

      -Ah… Se me olvidó pasar a saludar a Astrid.

      Finalmente llegó hasta su casa.

      Habían quedado muy atrás los días en que necesitaba usar la llave para entrar. Solo tenía que girar el picaporte y nada más. Porque ella no estaba sola. Y la esperaban con ansias.

      Cerró la puerta y tomó su verdadera apariencia.

      Como demonio su piel se volvía como la de su amada. Pálida y con marcas de color negro similares a tatuajes. Con la diferencia de que su piel tenía muchas menos que las de Andrea.

      Su cabello se volvió rojo y sus ojos dorados.

      Sus alas permanecieron ocultas, ya que solo las manifestaba cuando quería volar.

      -Andrea, ya estoy en… ¡¿Eh?!

     Se sorprendió al ver a Andrea en el living con la aspiradora limpiando el piso solo vestida con bragas y con un delantal blanco encima. Su largo cabello dorado estaba acomodado en forma de una coleta cayendo sobre su espalda.

     No pudo evitar sonrojarse al verla así.

     -Hola amorcito, bienvenida.

     Dejó la aspiradora y de inmediato fue a los brazos de su pequeña demonio y le dio un apasionado beso.

     -¿Es tu forma personalizada de decirme que te alegra verme?

     -No. Esto es solo un “bienvenida, amor”. El “me alegra verte”… Mmmm. Implica algo más intenso y placentero que un beso.

     Andrea se relamió y luego la soltó. Se apartó de ella y dio un giro.

     Jesica se quedaba observándola. La comía con la mirada.

     -Dímelo. Te mueres por ver lo que hay bajo este delantal.

     -¡Sabes que sí!-Jesica no podía contener su emoción al verla así.

     Andrea utilizó su poder para cambiarse.

     De un momento a otro tuvo puesto un uniforme de maid y su largo cabello dorado suelto sobre su espalda.

     -Quizá me prefieres así. Más ropa que quitar y te hace desearlo aún más, ¿cierto? Mi ama.

     Al terminar de decir eso se adelantó para tomarla de las manos.

     -Ven conmigo, ama-susurró.

     Jesica le siguió el juego. Le encantaba ver esa traviesa sonrisa dibujada en el rostro de su amada demonio. Dejó que la llevara a la habitación.

     No pasó mucho tiempo. Antes de que terminara acorralada. Atrapada en una situación habitual y placentera.

     En su espalda el colchón cubierto por las sábanas. Delante de ella esa demonio con un cuerpo sensual que la volvía loca de deseo y un alma que la había enamorado.

     -Algo me dice que tú no eres una maid sumisita.

     -Y sé que así te gusta, niña

     Ambas cerraron sus ojos para luego ir acercándose lentamente la una a la otra.

     Pero antes de que sus labios hicieran contacto siquiera una sensación agobiante las interrumpió. El corazón acelerado y un nudo en la garganta.

     -¿Sentiste eso, Andrea?

     -Sí, algo nada bueno.

     Ambas se bajaron de la cama.

     El suelo se movía. Un leve temblor que no cesaba. Hacía que los muebles y todo objeto temblara y se saliera de su lugar.

     Las luces de la casa se encendían y apagaban continuamente o parpadeaban.

     -¿Qué sucede, Andrea?-preguntó Jesica notablemente asustada.

     -Alguien o algo viene. No sé exactamente quién o qué, pero es antiguo y muy poderoso.

     La miró y con determinación le dijo…

     -Debes irte. Ve con Astrid e Iris. No quiero que estés aquí para saber cuáles son sus intenciones. Ya sean buenas o malas lo averiguaré yo sola. ¡Vete!

     -No puedo…

     -¡Solo vete! ¡No me discutas! ¡¿Entendido?! ¡Ahora!

     -¡Está bien! Solo…

     -Me encargaré de solucionarlo. No te preocupes.

     Jesica se retiró. Sin estar muy segura sobre lo que estaba haciendo.

     Salió de su casa pensando en ir a la casa de Astrid, pero se detuvo al llegar a la esquina.

     Volteó y miró hacia donde estaba su casa.

      -No te dejaré.

      De inmediato volvió.

      Andrea se sorprendió al verla.

      -¡Hey! Te dije que…

      -¡Lo sé! Sé lo que me ordenaste. Sí, tengo miedo. Pero sin importar de qué se trate lo enfrentaremos juntas. Si al final es solo un susto, estaré junto a ti para reírnos por habernos asustado por nada. Y… Si tiene que suceder algo, nos sucederá a ambas. No me quedaré sola. No otra vez.

      De un momento a otro todo ese extraño fenómeno cesó. Las luces funcionaban normalmente. Ya no se sentía ese temblor.

      -Eso significa que ya está aquí-avisó Andrea.

      -¿Pero donde?

      Ambas sintieron una presencia a sus espaldas. Finalmente la vieron.

      Era una demonio. Sus alas eran de color rojo. Tenía la característica piel pálida con marcas oscuras. Su cabello era plateado y le llegaba apenas hasta los hombros. Sus ojos eran rojos y estaban fijos en las dos que estaban frente a ella.

      Estaba vestida con prendas de color negro. Unas botas, una falda corta y un top con un escote que enseñaba sus pechos y cubría la parte superior de su espalda. Dejando su vientre completamente a la vista.

      Descendió hasta que sus pies tocaron el suelo.

      Se movió rápido. Tanto que ninguna de las dos hubieran podido reaccionar a tiempo si su intención hubiera sido hacerles daño.

      Pero no fue esa su intención.

      Eligió su primer objetivo.

      Jesica se sorprendió cuando de repente tenía a esa demonio extraña sobre ella besándola. Era la misma sensación que había tenido cuando Andrea la había besado en aquella lejana primera vez. Sentía que aunque hubiese tenido tiempo de reaccionar no tenía la fuerza de voluntad para negarse a ser besada.

      Solo se quedó inmóvil. No la correspondió. Le resultó extraño que Andrea no reaccionara negativamente ante esa situación. Que solo se quedara mirando.

      Aquella desconocida demonio la dejó y fue por Andrea a la cual también le dio un beso.

      Jesica observó aquello muy desconcertada.

      -¿Quién eres?

      -Respóndele tú, Andrea-dijo una vez que separó sus labios de los de la otra.

      La aludida miró a Jesica. Se notaba que estaba algo nerviosa.

      -Jesica. Ella es mi madre. Una  de las súcubos más poderosas que existen. Su nombre es Ayle. Y por cierto. –Se dirigió a su progenitora-. ¿Qué te trae por aquí, mamá?

      -¿No tengo derecho a visitar a una de mis 100 hijas preferidas o qué? Tenía ganas de verte. Además tu padre me dijo que era un buen momento para verte.

     -¿Y por qué?

     -Me dijo que lo averiguaría cuando te viera. Y en vez de encontrarte en una deliciosa orgía con muchas bellas mujeres o al menos cumpliendo con un contrato te encuentro aquí con otra demonio. ¿Qué significa?

     Jesica se interpuso entre ambas.

     -¿Por qué mejor no nos sentamos y conversamos sintiéndonos un poco más cómodas? ¿Quieren? ¿Gusta un té, Ayle?

     Ayle fijó su mirada en ella.

     -Me parece bien…

     -Jesica.

     -¿Eres de las nuestras, Jesica? Si quieres más tarde podríamos divertirnos un poco las tres. ¿Tú qué opinas, Andrea?

     -Eh… Ya… Ya veremos, mami.

     Andrea comúnmente habría sonreído ante esa pervertida idea. Un trío con su propia madre y su amada. Pero en ese momento solo permaneció impasible pensando como librarse de aquella situación.

     Sabía que su madre esperaba encontrarse con la Andrea que ella solía ser en el pasado. Una pervertida, que no creía en el amor, veía las relaciones de pareja como una excusa dulce para la reproducción, no le importaba decir alguna que otra mentira y era malvada en su justa medida como toda demonio y lo más importante de todo: era una súcubo. Y de la antigua Andrea solo había quedado su lado pervertido.

     Por otro lado la cabeza de Jesica estaba casi como un volcán en erupción al imaginarse con la madre y la hija en una cama dando rienda suelta a su perversión.

     -Eh… Eh… Yo. Solo voy a preparar el té mientras lucho para quitar esa imagen de mi mente. Ya regreso.

     Ayle tomó asiento e invitó a su hija a sentarse también. Observaba el lugar con curiosidad.

     -Es una linda casa. ¿Hace cuanto vives aquí?

     -Hace seís o siete meses. Si no recuerdo mal.

     -Es un lindo lugar, pero tus aposentos en el infierno son mucho más lujosos. Creo que solo deberías venir aquí para divertirte y conseguir alimento, pero si es tu gusto…

     Dirigió su mirada a la puerta de la cocina.

     -Qué extraña es tu amiga. Es la primera vez después de 5.000 años que veo una demonio bajita y que no tenga curvas para morirse. Pensé que no existía ninguna demonio como ella. Bueno. Igual aún así me parece atractiva.

     Andrea se rió de nerviosismo.

     -Eh… Sí. Es adorable, ¿no?

     Ayle miró a su hija y frunció el ceño.

     -¿Adorable? Nunca te había oído usar esa palabra para referirte a una mujer. ¿Bromeas?

     -¡Claro! Sabes lo que quiero decir, mami. No tendrá grandes atributos, pero no dudes de que es una demonio deliciosa.

     -Y hablando de mujeres demonio deliciosas…

     La mayor levantó su falda corta de color negro lentamente sonriéndole a su hija. Mostrandole a su hija su sexo carente de vellos.

     -¿Te gustaría? Han pasado 100 años desde la última vez. Al menos hasta que tu amiga termine con lo que está haciendo. Y tardará un poco porque se ve que la idea del trio la dejó tonta.

     Con eso logró que Andrea pudiera dejar atrás su nerviosismo un momento. Al ponerla en una situación que, aunque solo fuera momentánea, ella podía controlar. Y además la disfrutaría.

     Le sonrió de la misma manera. Sin dejar de mirarla a los ojos se le acercó y se arrodilló frente a ella.

     -¿Cómo preguntas si me gustaría, mamá? ¿Alguna vez ha dejado de gustarme?

     Mientras eso sucedía Jesica estaba en la cocina. Ya tenía el agua caliente, pero necesitaba refrescar su mente. Para eso recurrió a poner su cabeza bajo el grifo y dejar correr el agua sobre ella.

     Poco después se secó con una toalla y preparó el té. Luego puso las tazas sobre la bandeja.

     Le pareció escuchar algo. Eran gemidos. Supuso que solo era producto de su imaginación.

     -¡Basta Jesica!-se dijo a sí misma-. Deja de imaginar perversidades. ¡Jolines!

     Salió de la cocina y se dirigió al living. Al llegar allí no sabe qué fuerza cósmica ayudó a que no soltara la bandeja y las tazas terminaran en pedazos.

     -¡¿Ehhhh?!

     Andrea estaba arrodillada frente a su madre y no buscando algo que se hubiera caído al suelo precisamente.

     Ayle acabó dando un fuerte gemido. Derramando su esencia en la boca de su hija.

     Miró a la recién llegada y como si no acabara de suceder nada sorpresivo o extraño le dijo.

     -Ah. Ya viniste con el té, demonio compacta.

     Andrea se levantó y volvió a ocupar la silla que había estado ocupando anteriormente. Le guiño un ojo a su novia y se relamió.

     Jesica con su rostro rojo escarlata y sus manos temblando dejó la bandeja en la mesa y se sentó también.

     Por un momento se formó un silencio incomodo para Jesica.

     Las otras dos solo la miraban sonriendo pícaramente.

     Ambas tenían ese instinto. Andrea también aunque ya no fuera una súcubo.

     Sabían lo excitada que estaba la pequeña y tenían ganas de satisfacer sus pervertidas fantasías.

     -Eh… Bueno. Ayle, ¿qué asunto la trae por aquí?

     Intentaba salir de esa situación algo incomoda con eso.

     -Ah sí. Primero están las cuestiones personales y luego el placer.

     Y lo logró al precio de meter en dificultades a su amada una vez más.

     La de cabello plateado bebió un sorbo de su taza y miró a su hija.

     -Andrea, me dijo tu padre que sería interesante venir a verte. Y como ha pasado más de un siglo desde la última vez que te vi no me pareció mala idea pasar. ¿Qué tal te va? ¿Estás portándote como toda una súcubo malvada y pervertida?

     -Ah… Claro que sí, mamá. Me da gusto verte y me alegra que vinieras a verme, pero no tenías que molestarte. Debes andar ocupada. Muchos contratos, diversión y orgías. No tenías que…

      Su falsa tranquilidad y lo que decía solo provocaba que la otra pensara que realmente esa situación no le resultaba nada cómoda y estaba con sus nervios por el techo.

     Andrea se levantó y se acercó a su madre. La tomó de la mano e hizo que se levantara de su silla. Sin soltarla se dirigió a la puerta junto con ella.

     Jesica fue tras ella escuchando atentamente y observando lo que sucedía tan nerviosa como su pareja. Empezó a entender lo que sucedía. Que Ayle esperaba ver a la Andrea del pasado.

      -Gracias por venir, mamá. Pero no tienes que preocuparte por mí. Puedes pasar 100 o hasta mil años sin pasar a verme. Ya no soy una súcubo niñita. Sé cuidarme sola, nadie tiene que estar diciéndome que sea grosera y me porte mal. Y además, mi… amiga siempre me ayuda en todo. Puedes irte con toda tranquilidad.

      -Pero… pero. Quisiera conocer más a tu amiga. ¿Cómo es tan pequeñita?

      -Soy muy tímida-aportó Jesica-. Algo antipática. No se pierde de nada.

      Un golpe en la puerta interrumpió aquella situación.

      Andrea la abrió.

      Frente a la entrada estaba una sonriente y muy atractiva morena. Llevaba con ella un libro de recetas de cocina que le habían prestado.

      -Hola chicas. No toqué el timbre y vine directamente hasta la puerta. Espero no haberlas asustado.

      Astrid se sorprendió al ver a sus amigas con cara de condenado caminando por el pasillo de la muerte y a esa demonio desconocida.

     -Oh. Veo que tienen visitas. ¿Llego en mal momento?

     Andrea de inmediato se adelantó y fingió estar muy molesta por la presencia de su amiga.

     -¡Oye, angelita apestosa! No vengas aquí a molestar fingiendo que nos conoces. Así que ahora vete de aquí.-Continuó en voz baja.- Tú solo sígueme el juego o quedarás tostada y no de broma.

    Ayle apartó a Andrea.

    -No te molestes, mamá. Yo me encargo de echarla de aquí.

    -¡De ninguna manera!

    Una luz apareció sobre la mano derecha de la antigua súcubo.

    -¡Mamá, detente!

    -Déjela. Es una mujer ángel que viene a jugarnos bromas a veces. No es peligrosa.

    Intervino también Jesica.

    Astrid retrocedió asustada.

    Ayle lo único que hizo fue manifestar una escoba utilizando sus poderes demoniacos.

    -Se nota que es un ángel casi inofensivo. Con esto bastara.

    -¿Qué piensa hacer con eso?

    -Esto.

    La súcubo empezó a correr al ángel al tiempo que le daba escobazos. Corrían de un lado a otro en el patio de esa humilde casa.

     -¡Oiga! ¡Eso duele! ¡Basta! ¡Detengase ya!

     -Pues esa es la idea, angelita tonta. ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera, ángel! ¡Shu! ¡Shu! ¡Fuera de aquí! ¡Vete ya!

     Andrea se rió a carcajadas al ver eso.

     Jesica se quedó boquiabierta un momento al ver eso. Se sintió aliviada al saber que no le haría ningún daño grave a su amiga ni intentaría matarla. Miró a su amada y se sintió algo molesta por su reacción.

     -¡Andrea, deja de reírte y ayuda a Astrid!

     -Perdón. Es que es un ángel y encima tu ex. Verla en problemas se me hizo muy chistoso.

     -Qué actitud más noble la tuya, ¿no?

     De inmediato se interpuso entre ambas para que su madre dejara de darle escobazos a la pobre Astrid.

     -Mamá. Creo que ya la asustaste lo suficiente. Ya se va a ir.

     -Solo déjame darle un par de escobazos más para asegurarme.

     La morena frotaba su adolorida cabeza con sus manos.

     -Ay, mi cabecita me duele. ¿Por qué siempre pasan cosas raras cuando una anda cerca de ustedes dos?

     -¿Por qué la defiendes? ¡Apartate!

     -¡No! ¡Ya dejala!

     Ayle frunció el ceño y apoyó el extremo del palo de la escoba en el suelo. Adoptó una posición como si fuera una reina y ese objeto para limpiar el piso su cetro.

     -Te estás comportando de una manera muy extraña y exijo una explicación ahora mismo. ¡Ya! ¡No intentes engañarme o podrías lamentarlo!

     Cuando gritó se produjo un leve temblor y sopló un fuerte viento.

     Astrid miró a Jesica como pidiendo que le explicara qué estaba sucediendo.

     La chica le respondió colocando su dedo índice en forma vertical sobre sus labios, pidiéndole que hiciera silencia. Llegado el momento tendrían lugar las debidas explicaciones.

     -Pensaba actuar para ti y hacer de cuenta que sigo siendo la de antes, pero supongo que sería una tontería. Tarde o temprano descubrirías la mentira o papá te diría todo con lujo de detalle. Prefiero decírtelo yo.

     -¿Qué vas a decirme? ¡Vamos! ¡Suéltalo ya!

     -Primero que nada… Mi amiga no es… Mi amiga. Jesica es mi novia. La amo y ella me ama a mí. Tanto que hasta decidió renacer como una demonio para poder estar a mi lado por siempre. Ya no soy una súcubo. Soy una demonio que se encarga de la lista de 5 maldades cada día. Ese es mi trabajo actual.

      Se apartó para que su madre pudiera ver a la morena.

      -Ella es Astrid. No solía ser humana. Digamos que vivió la misma situación que Jesica, pero con un ángel. Ambas son nuestras amigas. ¡Y ya! ¡Es todo lo que debes a saber! ¡Sé que debes estar decepcionada, pero es así! ¡Esta es mi vida ahora te guste o no!

      Ayle solo puso una cara como si se acabara de enterar de una tremenda tragedia. Como la expresión de alguien a quien le hubiesen dicho que toda su familia acababa de morir en un horrible accidente. Negó con la cabeza una y otra vez.

     -No, no, no, no. ¡No! Andrea, dime que esto es una titánica broma de mal gusto. ¡Dimelo!

     -No lo es. Solo te queda aceptarlo o irte de aquí y no volver a verme nunca más y pensar que no tienes una hija llamada Andrea. Elige.

     Por un momento pareció que pensaba responderle algo, pero en lugar de eso cerró los ojos y se desplomó en el suelo del patio. Se desmayó.

     Todo lo que su hija le había dicho la había impactado demasiado, pero pocos minutos después ya estaba mejor.

     -No pensé que se desmayaría. ¡Ni siquiera sabía que los demonios pudieran desmayarse!

     -Yo tampoco.

     Al abrir sus ojos se encontró con su hija que estaba ventilándola con un abanico y las otras dos. Las apartó de inmediato dándoles manotazos como si estuviera desesperada por quitarse de encima a unos desagradables insectos.

    .Las tres se alejaron de inmediato.

     Ayle se levantó. Parecía que estaba ardiendo de furia.

     Lo primero que hizo fue acercarse a su hija.

     Jesica se preocupó porque pensó que tenía la intención de agredirla, pero solo se colocó frente a ella para fijar su mirada escarlata en su amada.

     -Qué vergüenza, Andrea. Ya ni siquiera eres una súcubo. ¿Demonios de las 5 tareas? ¡Por favor! ¡Son demonios de segunda! ¡Patéticos! Y por si fuera poco…

     Suspiró fingiendo estar enternecida por lo que iba a decir.

     -Awww, estás enamorada. ¡Tonta! ¡Eres una tonta! ¡Eso del amor es una tontería! Amiga de ángeles. Me repugnas.

     Andrea solo escuchaba todo aquello con la cabeza baja.

     -Ni siquiera tienes el valor para mirarme a los ojos. Y por si fuera poco te atreviste a mancillar mi sexo acariciándolo con tu asquerosa lengua de demonio enamorada que usas para decir “te amos” y bebiste mi esencia, de la cual no eres digna. ¡No eres digna!

     Concluyó dándole una fuerte bofetada que dejó ardiendo al rojo vivo la mejilla de la ex súcubo, quien apretó los dientes y se esforzaba para no dejar correr lágrimas por sus ojos.

     Ayle bufó furiosa.

     -Debí darme cuenta. Cuando te veo no siento lo de antes. Ni perversión, ni maldad, ni malas intenciones. Solo candidez.

     -En algo se equivoca-intervino Astrid-.Sigue siendo pervertida. Solo que ahora solo Jesica es blanco de su perversión. Nadie más.

     -¡Tú cállate! ¿O será que quieres más escobazos en la cabeza?

     La morena se cubrió con sus manos como si estuvieran a punto de golpearla.

     -¡No! ¡Nada de eso!

     La súcubo de pelo plateado miró a Jesica, lo cual provocó que Andrea la abrazara para protegerla.

     -Aww, la proteges. ¡Enamorada patética! Y a ti, demonio Jesica, solo te diré que te odio. ¡Te odio con todo mí ser demoniaco! ¡Por haber corrompido a mi hija! ¡Y no te lo perdonaría ni aunque de un día para otro hicieras que me volviera la emperatriz del universo! ¿Me oyes?

     Desplegó sus alas y volteó, dándole la espalda a las tres presentes.

     -No perderé más tiempo con ustedes. Adiós Andrea. No te preocupes. No volverás a saber de mí. Vive como te de la gana. Me importa muy poco.

     Ayle se fue de allí pensando no volver nunca más.

     Luego de aquello fue Astrid la que rompió el silencio.

     -Bueno… Les dejo el libro y me voy. Sé que no es un buen momento para explicaciones. Son bienvenidas a casa así Iris también se entera de qué sucedió.

     La morena le entregó el libro a Jesica y se retiró poco después.

     Lo que sucedió las dejó a Andrea como sin habla.

     Todo había empezado como un día cualquiera en sus vidas diarias y terminó de esa manera.

     Apenas intercambiaron palabras durante lo que quedó del día y la cena.

     La pequeña entendía su silencio y prefería no presionarla para hablar de ello.

     Cuando ambas se acostaron la escuchó llorar.

     -Andrea-la nombro con apenas un susurro al tiempo que le acariciaba el hombro.

     La otra se incorporó y la miró permitiéndole ver sus lágrimas.

      -Jesica… Yo… Yo esperaba una reacción así de su parte. Pero aún así me duele tanto.

      La abrazó y acarició su espalda.

      -Tranquila, mi amor. Estoy aquí para ti. Lo superaras y yo estaré a tu lado como siempre.

      -Lo sé. Tú estás a mi lado y nada más importa.

      Andrea se recostó sin librarse de ese abrazo.

      Jesica quedó recostada sobre ella. Le encantaba sentir aún la calidez de ese abrazo.

      Como en esos días el clima era un poco más caluroso preferían dormir desnudas.

      -Jesi. Quiero…

      -¿Si?

      -Quiero que me hagas el amor una vez más.

      Terminaron esa noche con su amor imponiéndose ante cualquier tonto e inútil odio. Un amor que podía superarlo todo.

Notas finales:

Espero les guste mucho y me dejen reviews. Porfa. ^-^

Como dice en las notas al inicio serán tres capitulos. Los cuales pienso subir cada viernes de ahora en adelante. Por lo cual en dos semanas se supone que debo subir el tercer y último capitulo de este especial.

Si quieren pueden darle like a mi pagina de facebook, donde siempre notifico sobre mis actualizaciones y si quieren pueden contactarme si quieren conversar o decirme comentarios sobre mis fics directamente.

https://www.facebook.com/pages/Dark-Bit-Fics-yuri/537385839698425

Saludos. Y que tengan un buen fin de semana. ^-^


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