Se quedó estupefacto ante el resultado de la prueba. Pensamientos como: “¿Ahora que va a ser de mí vida?, ¿Voy a morir?” Invadían su mente. Se dio unos pequeños golpes en la cabeza y parpadeo muchas veces para comprobar que no estuviese leyendo mal o imaginándose cosas “Positivo… VIH positivo…”. Su mamá lloraba desconsoladamente y el sólo mantenía la delgada hoja de papel sobre sus manos, sin a apartar la vista, sin decir nada… Sus parpados caían pesadamente sobre sus ojos, sentía que el tiempo se había detenido, su cuerpo paralizado y su mente apagado. ¿Y ahora qué?
Ahí estaba Luhan, quien apenas hace unas semanas disfrutaba de una activa vida adolescente. Era muy bien visto, un rostro angelical, un pequeño rostro angelical… Sus rasgos faciales eran muy finos, poseía unos labios delgados, que con su blanca piel se hacía notar su color rosado, una nariz tan perfectamente contorneada y puntiaguda. Unas pequeñas y un poco gruesas, cejas, que culminaban en un pequeño pico, y debajo de estas, unas traviesas pestañas y sus ojos… cafés, al igual que su travieso cabello que disfrutaba ser teñido constantemente, desde el color más oscuro hasta el más claro, pues con cualquiera de ellos lograba deslumbrar su belleza. Todo esto junto, cada detalle, hacia a más de una mirada posarse en la suya, en una en que la inocencia se mostraba en su mayor esplendor. “Tan tonto como para dejarse llevar por una cara bonita” era lo que solía decir. Sabía perfectamente de su belleza, lo que lo hacía sacar provecho de esto, lujuria, avaricia, envidia, ego, ego, ego… Era lo que mejor lo describía.
- Mamá ya basta. – Comenzaba el miedo dentro de él a convertirse en desesperación. Esta se giró para verlo y le dio una bofetada.
- Yo no te eduque así Han... ¡Te hemos dado todo! Y ahora esto… - Su voz se apagaba conforme las palabras salían de su boca, y seguía hablando y quejándose más, pero el llanto no permitía a Luhan distinguir lo que la mujer intentaba decir. - Tu padre tiene que saberlo lo más pronto posible.
- Vámonos de aquí, la gente nos está mirando. Lo sé. Iré a hablar con él, sólo dame la dirección de su trabajo. – No era momentopara reproches, toda su vida los había recibido, aunque obviamente era el fruto de todo lo que cosechó. ¿Quién le había pasado tal infección? No sería tan difícil saberlo si no se revolcara con cualquier hombre que se le hiciera atractivo, y luego sin protección… Había tenido la confianza de su mamá quien estaba enterada de su orientación sexual, y de acuerdo con ello, lo que lo hacía feliz, pero posiblemente ella ya no lo vuelva a ver de la misma manera, pues llegaba a escuchar rumores de los amigos de su hijo hablando de las múltiples parejas de este mismo. Su apoyo, su confianza… Aun cuando no era el mejor hijo, ni sus notas las más altas, más bien todo lo contrario, le había fallado gravemente. ¿Y su papá? Era un hombre bastante recto, y de pensamientos muy anticuados. Conocía que trabajaba en una empresa, y tenía un alto cargo, pero ¿en dónde? ¿De qué? Ni idea… Su relación no era muy estrecha. ¿Y qué diría después de que se enterase? Definitivamente prefería no saberlo.
- Iré a casa, encárgate de que se entere – Su madre le dio una pequeña tarjeta con la dirección en donde podría encontrarlo, se acercó para darle, aparentemente un beso en la mejilla, pero retrocedió con cierto arrepentimiento. – Cuídate – Sus únicas palabras. Calaban. Antes eran alrededor de cinco minutos de “cuídate cariño, come bien, ve con cuidado, te amo…” Ahora, tendría que conformarse. “Trágame tierra por favor” casi suplicaba por no llegar, pero ahí estaba, era un enorme edificio de aspecto muy moderno ubicado en una de las zonas más lujosas Seúl. Antes no había siquiera pasado por ahí. Después de dar su identificación, y unas cuantas explicaciones de la persona que buscaba, le permitieron pasar, como odiaba todo eso. Fue llevado hasta una gran oficina por una recepcionista que se percató de su “estoy completamente perdido” y tuvo la amabilidad de ofrecerse a encaminarlo.
- Luhan… ¿Qué haces aquí? ¿Hasta ahora te decidiste en venir a visitar a tu padre? – Con algo de sorpresa y felicidad fue recibido, “por favor felicidad, no te vayas, que bueno que hoy está de buen humor”.
- Es que, tengo que hablar contigo de algo muy importante – Sentía sus piernas temblar e incluso sus palabras salían entrecortadas. Tocaron la puerta y sintió un gran alivio por la interrupción.
- Señor, recuerde que la junta comienza en unos 15 minutos, si gusta que revise los últimos detalles del proyecto, o si se le ofrece algo más aquí estaré – Apareció un joven. Era un poco más alto que él, de complexión delgada, vestía un traje muy elegante. Lo primero con lo que se encontró fue con sus ojos, oscuros… Sus cejas también, y con un cabello teñido de rubio a excepción por las entradas, hacían una atractiva combinación a los ojos de Luhan. Su nariz larga y un poco más recta a comparación con la del pequeño. Una pequeña boca con labios ligeramente gruesos, maravilloso… su peinado, su mirada… que lucía tan apacible. Si no estuviese en esa situación definitivamente lo invitaría a salir, de no ser porque ¡claro! Es un hombre, por como se ve no cree que tenga la misma orientación que él, y en primera, nunca lo hubiese conocido si del trabajo de su papá se tratase.
- Gracias por recordarme Sehun, si gustas esperar aquí para revisarlo una vez más, ¡oh! Casi lo olvido, él es mi hijo, Luhan – La mente del pequeño estaba bloqueada, no sabía ya ni que pensar ni que decir, simplemente la situación en la que se encontraba era ridícula, la única suerte que había tenido ese día era que el joven no se percató de su forma de mirarlo, Luhan no era muy discreto y cuando quería algo lo hacía saber.
- Mucho gusto Luhan, yo soy Oh Sehun, tu padre me ha hablado mucho de ti – Estrecho su mano cordialmente mientras mostraba una dulce sonrisa.
- Igualmente, Luhan para servirte – Intento dar su mejor sonrisa, que no podía verse aún más fingida, pero en esos momentos no daba para más. – Papá, tengo algo que decirte – Se acercó al señor y hablaba en un tono bajo tratando de mostrar discreción.
- Cierto, ahora que recuerdo era algo importante – El señor respondió tratando de mostrarse sarcástico.
- Es que, necesitamos hablar en privado…
- Vamos, no tiene que ser algo tan grave o personal como para necesitar tanta discreción, además no puedo perder mi tiempo, tengo una junta importante en unos minutos – El padre de Luhan parecía ahora perder la paciencia, no era muy tolerante, eso su hijo ya lo había comprobado por su propia cuenta en todo lo que llevaba de vida. - Yo, realmente es muy importante, mira, es que, bueno… - Comenzó a sentir nuevamente que no encontraba las palabras correctas, ni la forma en comunicarle a su padre que su hijo era VIH positivo porque se acostaba con cualquiera, cuando se le daba la gana y luego ¡con hombres!, suspiro rendido.
- Estoy muy ocupado, si no tienes nada que decir… - Señalo con su mano el camino hacia la salida – Sehun puede pasarme el archivo que…
- ¡Soy VIH positivo! – Las palabras salieron de golpe, el silencio se hizo. Su padre y él se mantenían inmóviles, Sehun incomodo por la situación, y temía la reacción que tomaría su jefe a con su hijo. – Hoy fui a ver los resultados de los análisis que me hice y…
- ¡¿Cuándo tenías planeado decirme que eras un marica que se revolcaba con cualquiera?! ¡¿Cuándo?! ¡No creas que no me di cuenta! Tu madre no decía nada pero lo descubrí hace meses, intente no prestarle atención, al menos porque mi trabajo no me permitía problemas, ni ahora que estoy más ocupado que nunca, y me sales con esto… - Guardo silencio por unos momentos, caminaba con desesperación en su oficina de un lado a otro, y continúo. – Nunca espere nada bueno de ti, siempre has sido solo un estorbo, gastando mi dinero en ropa, zapatos, en estudio, ¿para qué? ¡Dime! ¿¡Para qué?!, lárgate, ¡rápido! Antes de que llame a seguridad – Luhan estaba completamente pálido, aun así el golpe no fue tan fuerte, pues siempre presintió cierto rencor u odio por parte de su padre, al menos, por tanto que dijera que lo apreciaba, casi no escuchaba ni le prestaba atención a aquellas cosas de las cuales le gustaba hablar, criticaba sus gustos, siempre terminaban discutiendo por lo más insignificante. Salió corriendo lo más rápido que pudo, viendo una gran cantidad de personas fuera de la oficina, sorprendidas por el escándalo. “Otra vez, ¿y ahora qué?” pensó mientras salía del gran edificio. Timbro su celular. “Lay”, marcaba la pantalla.
- ¡Hey! ¿Qué tal estuvieron los resultados? – La voz energética, como siempre, de su amigo, lo desconcertó un poco, tanta negatividad y el con su entusiasmo que, no le agradaría que lo cambiase por la respuesta que recibirá.
- Salió positivo – Dijo Luhan con frialdad.
- ¡Vamos no empieces! No pudo haber salido positivo.
- Lay, estoy hablando en serio.
- Luhan – Hablo firmemente y con tono de seriedad.
- Lay. Lo siento, colgare, creo que tengo muchas cosas que pensar.
- Luhan, luhan, espero y sea una broma, no siempre puedo fiarme de ti. – Su amigo seguía sin creer en sus palabras. Sin respuesta alguna – Luhan, ¡maldita sea!, te dije siempre que te cuidaras, estuve advirtiéndote todo el tiempo, eres un completo idiota ¿sabes?
Fin de la llamada.
“Supongo que merezco esto.” – Respiro profundamente y en un ataque de ira arrojo su celular fuertemente hacia el pavimento.
~~~~~~~~~~~~~~~ LUHAN POV ~~~~~~~~~~~~~~~
Bien, supongo que ya no importa… ¡Ah! ¿Debería de ir a casa? ¿Seguiré asistiendo al colegio? Mejor no. Creo que una nieve de oreo no me haría daño en estos momentos.
La hora marcaba las 2:40 p.m. Pase por varias tiendas de ropa y otras a las que no les preste atención alguna, sólo necesitaba caminar y tomar un poco de aire.
- Dale un poco de color a tu vida – Me dieron un volante, de… ¿comida?
- ¿Qué tiene que ver la frase con la comida? – Sonreí un poco sarcástico.
- ¡Oh! No, no tiene nada en relación, supongo… Es sólo que, sin ofender, ¡te ves fatal amigo! – El chico poseedor de unos grandes ojos y una agradable sonrisa parecía emanar la energía que necesitaba en esos momentos – Ah, y también quería decir, no es que sea muy entrometido, pero… Te he visto dar ya varias vueltas por aquí y creo, bueno, parece como si un carro te estuviese siguiendo. Es un carro negro, no podría decirte el modelo, no soy muy bueno en eso... Va un poco más alejado, como para tratar de despistar, lo siento, tal vez estoy siendo demasiado paranoico, quizás sólo sea mi imaginación, disculpa. Como quiera ya después de decirte me siento más tranquilo, y ahora, tengo que volver al trabajo, que tengas un buen día.
Hice caso omiso a sus palabras en un principio, pero estaba empezando a ponerme algo paranoico también, no paraba de voltear la mirada hacia todos lados, pero no veía nada, me rendí y continúe mi paso tranquilamente hasta que en un dado momento por inercia gire mi cabeza por encima del hombro y vi un auto negro, me sobresalte un poco y luego reí por lo absurdo del caso.
Dejando pasar largas y casi eternas horas, ya cuando la oscuridad amenazaba con llegar, tomé el autobús con destino a casa, pero no sin antes ir a un parque que suelo frecuentar mucho cuando me siento deprimido. Cuando llegue se sentía más sombrío de lo normal y no había tanta gente como era de esperar, parecía que ese día había sido una conspiración en mi contra.
Di unas cuantas vueltas al lugar, como mencione antes, no había mucha gente, de repente una que otra pareja se podía observar, y yo ya me encontraba más que nervioso, sentía que alguien me estaba siguiendo, aligere el paso intentando parecer natural, cargaba sobre mis hombros una gran tensión, mis piernas temblaban e impacientemente una de mis manos clamaba por limpiar el sudor ya acumulado en mi frente. Un tono telefónico ceso el silencio, haciendo que me sobresaltara y para mi sorpresa, la persona detrás de mí pareció acelerar su paso, sin pensar, sólo corrí.
Corrí como si mi vida dependiera de ello, ¿debía llamar a la policía? ¿Gritar por ayuda? El lugar en esas condiciones no me beneficiaba en nada, pues el parque era inmenso y en algunos rincones las luces no iluminaban demasiado, podría ocurrir un asalto y nadie se daría cuenta. Tropecé con un arbusto y la persona quien había estado persiguiéndome callo sobre mí.
- ¡Espera! Espera… - Dije sin observarlo y con nerviosismo en mis palabras – No tengo dinero, bueno, tengo este celular – Intente buscarlo en mis bolsillos, ¡mierda!, olvide que arroje el celular en la mañana… y, ¿ahora qué?, intente tragar algo de saliva y prepararme para una golpiza.
- ¿Este?