PROLOGO
“LLUVIA”
POR LU HAN
Seúl 11 pm
Llovía fuertemente y los rayos y truenos no paraban de sonar e iluminar el oscuro edifico. Encogiendo los hombros y mirando a lado y lado temeroso, me acerqué al shut ubicado en el primer piso de los apartamentos, para desocupar la basura, esa era mi labor diaria.
Temblando y con una corriendo eléctrica recorriendo mi espalda, sintiendo como el frio entraba por mis piernas ya que únicamente tenía un camisón, que era mi adorada pijama, con el estampado “I Love Jesus” y unas medias, me agache lentamente sintiendo como un frío inundaba el pasillo, lentamente empecé a sacar los envases reutilizables y a organizar la basura cuando la administradora me llamo.
-Lu Han, Lu Han, señor Lu Han, de la habitación 201 se mudaron nuevamente hoy- la miré con el terror y súplica estampada en mi cara –debe ir a limpiarla.
La bolsa que tenía en la mano, con basura, cayó al suelo, estaba realmente aterrado.
-¿Ha-habitación 201?- dije en un susurro, normalmente no acostumbraba a subir el volumen de mi voz a un nivel superior de 40 decibeles.
-Aishhh… No entiendo como nadie se queda en ella, siempre se están mudando- comencé a temblar –me pregunto si está embrujada o algo por el estilo- me abrió los ojos, yo agaché mi mirada intimidado, mis mechones castaños cayeron a mis ojos –ya te desocupé la habitación para que la limpies.
No quería ir, tenía miedo, no, más que miedo tenía terror de ir a ese apartamento y la razón no era tan simple.
Tomé con fuerza aire y subí lentamente con mi bolsa de basura en mano, llegué al frente del apartamento y cuando tomé la perilla… ¡PUM! Un rayo me hizo brincar en mi sitio, temblé más y la giré abriendo con cuidado la puerta.
Todo estaba oscuro y sucio, miré a lado y lado sigiloso, di dos pasos al frente cuando sentí una puerta que se abría, miré al armario dándome cuenta que era su puerta la que se abría poco a poco, mis piernas flaquearon y al mirar al frente pude apreciar la figura de una anciana sentada mirándome.
Cerré los ojos rápidamente y prendí la luz, abrí el primer ojo, luego el segundo y…no había nada. Solté el aire que había contenido y que hasta ese momento no me había dado cuenta.
No quería estar en esa habitación tanto tiempo, así que a gatas entré lentamente para no llamar la atención y comencé a recoger la basura… cuando de un momento a otro, la luz empezó a fallar, miré al bombillo y este titilaba.
-¿Qué hago? ¿Qué hago?- dije mientras recogía rápidamente los papeles para terminar lo antes posible, comenzaba a desesperarme.
Sentí que hiperventilar y cuando la puerta se cerró de golpe, volteé a mirar quien estaba detrás mío, caí de espaldas y frente a mi, apareció la figura de una anciana, pálida, en vez de ojos tenía huecos y la boca cocida, se me tiró encima.
-¡Ahhh!- grité mientras salía corriendo, me paré en la puerta para asegurarme que ya no estaba, pero al caer un rayo e iluminar la habitación la anciana estaba casi encima mío.
Corrí con todas las fuerzas que tenía, mirando para atrás de vez en cuando asegurándome que no venía detrás, en una de las veces que giré a mirar resbalé y caí, los bombillos se rompían a medida que los iba pasando, así que no podía mirar lo que había detrás de mí.
Me tapé los oídos para no escuchar los sonidos espeluznantes que emitía la anciana y seguí corriendo hasta mi habitación.
Vivía en el último piso del edificio, era una azotea pequeña, pero me protegía de todo peligro.
Sin mirar atrás entré y cerré la puerta fuertemente sosteniéndola, normalmente los ajos no los dejaban pasar, sostenía el pomo de la puerta pero alguien del otro lado forcejeaba.
-¡Vete!- seguía forcejeando -¡Vete! ¡TE DIJE QUE TE FUERAS!- grité llorando.
De pronto todo quedó en silencio, escuchaba solo la lluvia caer, estaba agitado y nervioso, sentía que tenía compañía.
Una ráfaga de viento se deslizó dentro mire atrás de mi pero no había nada, me acurruqué al frente de la puerta mirando nerviosamente a todos los lados, un viento frío se coló en mi nuca, quedé petrificado, lentamente giré para darme cuenta que era la anciana del 201.
Me tapé la boca con ambas manos ahogando el grito de terror, mirándola con los ojos extremadamente abiertos, pero, para mi sorpresa el rostro terrorífico de la anciana cambió su forma y logré verla como realmente era.
Suspiré y rodé lo ojos.
A pesar de tenerles tanto terror, de no poder dormir durante días vigilando que no se aparezcan en mis sueños o me posean, siempre terminaba ayudándolos y esta de seguro no iba a ser la excepción.
Si… ese soy… ¿mi nombre? es Lu Han, tengo 33 años y veo fantasmas.