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viajero~* por momo sixth

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Notas del fanfic:

jellou~(?)

hace tiempo que no me pasaba por aquí xD

me han extrañado? -sabe que no (?)- ok ya xD

les vengo con una nueva historia, aunque sinceramente no es tan nueva ewe, tiene tiempo en el baúl de los recuerdos (?)

esto lo había comenzado a escribir hace mucho tiempo, pero no lo había terminado. ahora lo retome owo!!

la historia no será muy larga. a lo más, tendrá unos tres capitulos, ya que tengo escrito dos y me falta el remate final (?)

hace tiempo que quería escribirla a base de una vez que me sentía muy ñe~ y así xD

pero bueno, no les paso a dar la lata 

el primer capitulo es mas que nada una "introducción" para que vayan viendo para donde va la micro -sacando su lado chileno (?)- o mas bien, para donde va la historia ewe

para que conozcan un poco a los personajes y en que contexto va la historia. 

eso, no les doy mas la lata y nos leemos allá abajo xD

Notas del capitulo:

pasen a leer~ <3

A sus cortos veintidós años, no lograba recodar cuantas ciudades había recorrido. Claro estaba que su destino nunca fue quedarse en un solo lugar, era un viajero  por excelencia.

No era que le faltara dinero, ni menos comida; donde fuera, tenía para satisfacer su apetito, un lugar donde dormir tampoco, siempre terminaba por arreglárselas.

Él, con veintidós años, ya conocía Japón de pie a cabeza y devuelta, no se sabía de dónde venía, ni menos a donde iba, el solo vagaba, con trabajos de medio tiempo, o tocando algún instrumento en la calle. Su destreza siempre había sido el bajo, instrumento el cual lo acompañaba en sus viajes. Había aprendido tocar aquel instrumento en nara…o quizá en hokkaido, realmente no lo recodaba, quizás ni siquiera había sido en alguno de esos lugares, quizás fue en otra ciudad, algún pueblo pequeño, realmente no lo recordaba, pero lo único que tenía en claro, es que aquel preciado instrumento  que le hacía compañía.

Aquel chico de cabellos castaños y delgada contextura, respondía al nombre de shoya. Nadie conocía su verdadero nombre, mas solo él sabía el nombre de pila con el que había sido bautizado por sus padres, nadie sabe si su nombre será vergonzoso o si intentaba escapar de su verdadera realidad, pero a todos lados donde iba, dejaba el nombre de shoya como reconocimiento.

Lo que nadie sabía, era que shoya hacia esto con el simple hecho de esconder sus sentimientos. No quería volver a encariñarse con nadie en su vida, pensaba que el sentir afecto hacia alguien, le haría daño, por eso apenas comenzaba a encariñarse con un lugar, sabía que era hora de irse de ahí.

 

Lo que nunca supo, es que sus días de viajero, tendrían que llegar al final…

 

Cierto día de diciembre, una fría tarde de invierno, shoya se encontraba en la estación de trenes de Fukushima.  Había llegado a aquella ciudad con la simple intención de abastecerse de comida y luego volvería  su recorrido, su destino era  sendai. Aquella era la única ciudad en todo Japón que shoya no había tenido el gusto de conocer, así que pensó en ir a pasar ahí unos cuantos meses.

El tren se detuvo en frente de la estación de Fukushima, shoya, a la salida de este, acomodó bien su bufanda, ya que el frío viento se colaba como hielo por sus fosas nasales, haciendo que se le congelara un poco la nariz, y tomara un color rojizo. Lo primero que se le vino a la mente, era pronto encontrar refugio, no podía pasar la noche en la calle, si no,  lo más probable era que le daría hipotermia, y ni pensar en cómo terminaría si eso pasaba.

Vago por la ciudad en busca de un lugar, o por lo menos, un alma caritativa que se apiadara de él, de todos modos, a nadie le faltaba dios, pensaba el castaño.

Vago por unas cuantas horas, y nada. Fukushima no era igual que los otros pequeños pueblos los cuales había conocido, donde nadie dudaba en dar un plato de mizo, nadie dudaba en prestar un cobija con que abrigarse. No, realmente no era igual de cálido que aquellos pueblos pequeños. La gente ahí caminaba a paso rápido de vuelta a sus hogares, ya que de seguro en cualquier momento, la nieve comenzaría hacerse presente en aquella ciudad.

Shoya aun no encontraba resguardo. ¿Qué haría?, con esa serena calma que mostraba su rostro, decidió volver a la estación a pasar la noche ahí, de seguro, tomaría el primer tren de ida a sendai. Sí, eso haría. En su mente ya tenía todos sus movimientos pensados, pero antes de volver, daría una vuelta por el lugar, turistear no haría mal en esos momentos.

Camino sin rumbo fijo, pero si, marcando el paso, grabando en su mente cada  lugar por donde pasaba, no podía darse el lujo de perderse, menos en aquella nieve. Camino y camino hasta que llegue a un pequeño puente, donde se detuvo a contemplar como el riachuelo pasaba por ahí. El agua se veía completamente cristalina, tanto así que se lograba ver la escarcha que cubría los costados de esta, y los pequeños trozos de hielo que llevaba consigo este. Apoyo su mano en la nevaba baranda de madera, estaba completamente helada, pero eso no importa, ya que la fría imagen de ese riachuelo se le hacía hermosa. Estaba embelesado.

No se había percatado que al lado suyo se hallaba alguien más, un chico un tanto más bajo que el, cabello completamente oscuro y piel blanca. Sus ojo resaltaban demasiado y su cuerpo era bastante delgado. Shoya, luego de darse cuenta de su presencia, se giro sin disimulo alguno, a observar a el chico de pies a cabeza, en tanto el chico de cabellos negros, había mirado de reojo a shoya.

-¿Qué haces aquí? –Soltó luego de unos minutos el pelinegro- no eres de Fukushima, ¿verdad? –shoya sin pronunciar palabra alguna, asintió con un leve movimiento de cabeza -¿tienes donde pasar la noche? –prosiguió el contrario, aquello ya había sacado un poco de onda a el castaño, quien solo se dedico a mirarlo fijo y alzando una ceja- no me veas así, ¿tienes donde quedarte, si o no? –Volvió a insistir, y a el bajista no le quedo nada más que negar moviendo nuevamente su cabeza- ¿Qué no hablas acaso?, ¿no tienes nombre?-  le miró con extrañeza el pelinegro, en verdad shoya estaba actuando como si fuera un niño perdido

-sho…shoya- dudo por un segundo,  ya que de sus labios casi sale su verdadero nombre

-ya veo…shoya- repitió el chico, como si estuviera grabando su nombre en la mente –pasaras la noche en mi casa, y no quiero un no como respuesta – le dijo este, sin más ni más,  esa noche pasaría la casa de aquel desconocido

-no tengo derecho a saber tu nombre primero, digo, puede que seas un tipo con malas intenciones- se atrevió a soltar shoya, y estaba en todo su derecho. Quizás aquel chico sería traficante, quizás lo mataría o lo violaría; estaba exagerando, pero de su mente no terminaban de salir aquellas extrañas ideas

-¡lo siento!- exclamó el contrario, mientras reía, negando como diciendo para sí “que idiota soy” –yoshito –soltó sin más- kawada yoshito, ese es mi nombre. Pero si te sale muy largo, abrévialo a yo-ka –al terminar de decir esto, le dedico un guiño al castaño, cosa que lo desconcertó e hizo que sus mejillas se tornaran de un color carmesí, cosa que pudo disimular muy rápido con la bufanda que traía –¿tienes mucho frío? –Comentó el ahora nombrado yo-ka, quien se dispuso rápidamente a quitarse la bufanda para rodearla en el cuello de shoya- ahora ya se te pasara –continuaba hablando, y shoya sin pensar en formular alguna palabra, pareciera que yo-ka hacía un monologo con algún muñeco de nieves –ahora, vamos –concluyo ese monologo en el puente y se dio el atrevimiento de tomar la mano de shoya. El castaño no dijo nada más tan solo lo siguió.

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No se pronuncio palabra alguna de camino a el hogar de yo-ka, y esto se hizo algo incomodo, o así shoya lo tomaba, el momento más incomodo de su existencia. Jamás había sido “obligado” a tener quedarse en algún lugar, siempre amablemente las personas, le ofrecían un techo donde quedarse, un plato de comida y así, sin presiones ni nada por el estilo; pero yo-ka, tenía ese algo especial que shoya desconocía. Quizás mucha amabilidad, aunque de la manera de cómo le  hizo el ofrecimiento, dudaba de esta. Quizá, shoya estaba en lo correcto y este realmente quería aprovecharse de él. Por un momento, el pánico se hizo presente en el joven castaño, aunque su cuerpo no reaccionó y solo siguió por el camino indicado.

Yo-ka, por su parte, no soltó su mano en ningún momento. En parte, sabía que shoya temía de él, mas aun así, le hizo continuar.

-¿no habías venido por aquí? – rompió el silencio el pelinegro, quien giró de inmediato su cabeza para verlo, sabía que en respuesta este solo movería su cabeza; cosa que no se equivoco.

El castaño solo dio un suave movimiento de cabeza, indicándole a este que sí, que si había pasado por Fukushima en una vez anterior –hace como un año atrás, si no mal recuerdo- rompió el silencio de igual manera shoya, volviendo a cubrir su boca con la bufanda que le había entregado yo-ka. Esa fue la conversación que tuvieron en todo ese corto recorrido.

No demoraron más de unos minutos en llegar, unos largos y tortuosos minutos para shoya, debido a la incomodidad que sentía. Al momento de verse en la puerta de ese hogar, que a simple vista parecía acogedor, el castaño se puso alerta, a la expectativa de cualquier cosa que fuera a pasar. No confiaba del todo en ese chico, aun le provocaba algo extraño. Pero ya este abrió la puerta,vio una chica, de no más de siete años, lanzarse sobre los brazos de yo-ka.

-¡¡¡yoooo-kaaaa!!!- exclamó la pequeña, y de un segundo a otro, ya colgaba del cuello del contrario -¿Dónde te habías metido? ¡¿ah?! Papá y yo ya estábamos preocupados por ti –continuaba hablando la pequeña, quien se lograba notar que compartía facciones con el nombrado pelinegro.

Shoya, solo se dedico a observar la escena desde la puerta, alzando una ceja al ver lo extraño que había sido ese recibimiento, pero se relajo, pensó que a lo mejor tan solo se encontraba una familia dentro de ese hogar, sin dobles intenciones.

-¿aah? ¿Quién es él yo-chan?- continuó hablando la menor, al darse cuenta de la presencia del castaño -¿es tu amigo?- volvió sin más la vista nuevamente a yo-ka, quien tenía los ojos cerrados, intentando no escuchar la voz de la pequeña, que, aunque la quería mucho, de momentos la sacaba de quicios.

-empezando: no es yo-ka, es tío yoshito ó tío yo-ka. ¿Cuántas veces debo decirte lo mismo?- reprendió a la pequeña, quien realizo un pequeño puchero al verse regañada por el mayor –lo otro: es un chico que necesita refugió. No creo que a kei le moleste que pase la noche aquí. ¿O sí?-

-pues por mí no hay problema.- se escucho una voz acercarse hacia el corredor. Aquella voz pertenecía a un chico de cabellos rubios; se veía unos cuantos años mayor que yo-ka, y su mirada notaba la madurez y seriedad que llevaba este. Aquel, era kei

-entonces, ¿no hay problema en que el pase la noche aquí?- volvió a repetir yo-ka, con cierta emoción en sus palabras

-ya dije que no, menso- suspiró pesado, sintiéndose un poco fastidiado al no haberse hecho entender a la primera. El rubio, dio unos cuantos pasos a donde shoya, quien le miraba con cierta incomodidad, ya que no sabía cómo comportarse, ni que palabras usar ante aquel chico. Pensaba que cualquier cosa que dijera, le molestaría, así que debía pensar bien sus palabras, si no, ya se veía con maleta y todo fuera del lugar – pues…¿Cuál es tu nombre, muchacho?- cuestionó kei, mientras shoya, tomaba una actitud un poco más firme, mas aun así, se encontraba nervioso.

-sho…shoya, señor- tartamudeo sus palabras, algo tenso ante la situación.

-¡qué lindo¡-  exclamó la pequeña, abrazándose con fuerza al cuello de yo-ka, enternecida por el accionar del castaño

-bien, shoya. Entonces, pasaras esta noche en nuestra casa. – sentencio kei. El nombrado, solo pudo esbozar una amplia sonrisa, y realizar una reverencia en modo de agradecimiento.

-muchas gracias, kei-san. Mañana temprano, me iré para no causar molestias-

-tranquilo, hombre- rió muy suave, negando de inmediato con la cabeza, acercándose a shoya, para palmear su espalda –no hay problema en cuanto te quedes, relájate y tomate tu tiempo. Además, parece que a mi hija le agradaste mucho- volvió a reír, mirando de reojo a la pequeña, quien  miraba a shoya de una manera embelesada, aun enternecida por el comportamiento del castaño

-muchas gracias- susurró el castaño, esbozando una suave sonrisa, llevando su vista de inmediato a donde yo-ka quien le miró, sonriendo de igual manera, dejando notar  unas marcar  alrededor de las comisuras de sus labios.

Luego de a aprobación del jefe del hogar, se le hizo pasar. El ambiente adentro era mucho más cálido; una familia constituida por ambos hermanos, la esposa del mayor  y la pequeña ayako, hija del mayor de los hermanos que respondía al nombre de kei. Si, definitivamente, aquel ambiente había sido algo que shoya en su vida había experimentado.

 

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Luego de aquella noche,  en la que shoya compartió, rió, jugó con la más pequeña, se hicieron días. Shoya había perdido la noción del tiempo, tan solo se sintió a gusto y quiso probar de aquella familiaridad un tiempo más.

-¡bienvenido!- recibía shoya animadamente a los invitados al local que ambos hermanos habían heredado luego de la muerte de sus padres. Kei y yo-ka habían quedado solos el día que el segundo había terminado su último año de preparatoria. Kei, al ser el mayor, tomó el rumbo de los fideos, junto con su esposa, mientras el pelinegro terminaba sus estudios universitarios. Pero al verse con tantos problemas y un bebé en camino, yo-ka dejo la universidad  y había comenzado a trabajar en el local, ayudando a su hermano. Ahora eran los tres, kei, yo-ka y mariko, la esposa de kei, quienes atendían el lugar, y de esa manera, habían vivido como una familia de cuatro personas. El pelinegro, al tener buena voz, era el encargado de dar la bienvenida como anfitrión – ¿Qué es lo que se va a servir?- atendía a quienes ingresaban, con cierta amabilidad característica de los restaurantes, tomando la orden y luego dándosela a conocer a su hermano, quien preparaba los platillos

-shoya, ¿puedes alcanzarme el cuchillo para cortar las verduras?- hablaba kei, estirando su mano hacía el nombrado, para recibir el implemento.

-claro, aquí esta- respondió el castaño, pasándole por el mango el cuchillo, para luego volver a lo que hacía. Shoya, había comenzando a ayudar, no podía quedarse de brazos cruzados, así que se las arreglaba para ayudar en la cocina, atendiendo, o de momentos, ir a buscar a ayako a la escuela

Por primera vez en su vida…shoya era feliz…

Notas finales:

y!!!!!!!???? 

que les parecio??

les gusto nuestro "viajero"??

merece review ono? 

merece seguir??

que me dicen?

no me dejen hablando sola ;O; (??)

ok ya xD

bueno, la idea es actualizar cada semana, como siempre. si me pierdo, es por que no tenía imaginación, pero lo mas probable es que no sea así, así no me matan si es que les gusta, si no les gusta, ignoren este mensaje que se autodestruira en 3...2...1...(?)

bien, yo ya debería estar durmiendo, son las 4:38 a.m. y aun no me da sueño :D -momo escribiendo tarde desde tiempos inmemorables (??)-

eso, no les doy la lata <3

espero venir con mas historias, por que tengo bastante inconclusas xD, así que apenas se me ocurran ideas nuevas para estas, comenzaré a subir <3 

dejen review, yo los quiero y me desvelo para escribirles, es lo minimo que merezco (???)

ok ya xDD mucho! 

les dejo galletitas y leche y café y té con siempre -w-

nos vemos en una semana *w*/ <3 <3


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