You’re Beautiful
I
I saw an angel
Cada día que pasa es lo mismo. Me levanto, escribo, disfruto un cigarrillo, salgo a comer fuera, regreso a mi departamento, sigo escribiendo… a menos que llegue mi editora. Siempre es lo mismo. Mi vida está ligada a una rutina escrita en piedra.
No debo quejarme, después de todo, podría ser peor. Podría estar al frente de la odiosa compañía de la familia a la pertenezco. Podría estar encerrado en una oficina haciendo cosas que no tendrían nada que ver conmigo. No, no pertenezco a esa familia, tan solo llevo su apellido.
Ni siquiera necesita su apellido, todo lo tengo y todo lo que he logrado… lo conseguí por mí mismo. Con mi esfuerzo, con mi talento en hacer eso que tanto me gusta. Soy escritor, soy el afamado escritor Usami Akihiko. Sí lo soy. Tengo fama, dinero, talento… ¿Qué más podría desear?
¿Amor?... El amor no existe. Es solo una ilusión que me permite crear novelas que después de un tiempo se convertirá en todo un éxito. Tal vez me de otro premio.
Lo más cerca que he estado del ‘amor’ es cuando estaba en una de mis investigaciones, en mi novela, había una escena que se realizaría en un tren, no en el tipo de tres que yo suelo usar sino en uno de esos que son… públicos.
My life is brilliant.
My life is brilliant.
My love is pure.
I saw an angel
Of that I’m sure.
Ese día elegí un horario no tan concurrido, una cosa era subir al tren para hacer mi investigación y otro era el dejarme envolver entre las masas de gente desconocida, elegí el primer tren que pasara, el destino no me importó. Ya vería cómo regresar, tan solo debía subir a ese tren, una única vez, maldije mi ingenio por hacer de este lugar ‘algo’ indispensable para mi novela.
Puse atención a todo lo que me rodeaba, la estructura de la estación, la gente que iba y venía, los pequeños grupos que se juntaban entre las plataformas y las salas de espera… hasta que arribó el tren. Subí en él, busqué asiento en un lugar despejado, debía observar después de todo.
Pasé mi vista desde mi lugar hasta el otro extremo del vagón. A mitad de éste, me quedé prendado de la más hermosa imagen que hubiera visto alguna vez. Un chico de cabellera castaña, estatura baja por lo que pude observar, estudiante tal vez, tenía aspecto frágil… tenía una piel acanelada, parecía cremosa… cuánto deseé tocar esa piel… lo que más llamó mi atención, fue el reflejo de sus ojos… preciosas esmeraldas llenas de vida e inocencia, quedé sin aliento.
Él se volvió a verme. Su hermoso rostro me miraba directamente. Sin duda era un ángel. Ese chico no podía ser más que un ángel… y, me miraba en ese momento, sólo a mí.
Radiante mi vida es.
Radiante mi vida es.
Puro es mi amor.
Un ángel vi
De eso seguro estoy.
>>Continuará...