Baekhyun salió de la casa a las seis de la tarde ese día para ir a su turno nocturno en el hospital donde trabajaba como enfermero.
Chanyeol recuerda eso claramente.
Cenaron juntos en la sala, conversando sobre lo que veían en el televisor, bromeando sobre sus parientes. Parecía ser un día cualquiera.
Cuando era su hora de irse, Chanyeol recuerda haber besado a Baekhyun en la frente y los labios mientras se dijeron adiós. Después que Baekhyun salió del apartamento, Chanyeol esperó a que regresase temprano por la mañana como usualmente lo hacía. Esta vez fue diferente.
Más tarde esa misma noche, Chanyeol no entiende por qué Baekhyun acaba de aparecer en medio de la sala, apenas treinta minutos después de haberse ido.
Chanyeol está en la cocina cuando ve una figura por el rabillo de sus ojos, sentado calladamente, mirando el programa de la televisión en silencio. Se asusta, toma un cuchillo de la encimera antes de acercarse lentamente a la figura.
“Hey,” dice en voz alta. “¡¿Quién eres?!”
Lentamente, la figura voltea, y Chanyeol siente como el alivio inunda su cuerpo. “¿Baek?”
“Yeol,” Baekhyun susurra bajito. “Chanyeol, Chanyeol, Chanyeol…”
Una y otra vez, Baekhyun repite su nombre como si fuese un mantra, y no se detiene hasta que Chanyeol deja caer el cuchillo y se sienta junto a él en el sofá.
“¿Qué pasa?” Chanyeol pregunta, preocupado y asustado.
Mientras Baekhyun se levanta, Chanyeol lo observa. Se ve bien físicamente, pero su expresión calmada contradice las lágrimas que se deslizan por sus mejillas.
“Te amo,” Baekhyun susurra cuando Chanyeol toma su rostro entre sus manos, intranquilo al sentir el frío que emanaba el cuerpo de Baekhyun. “Lo siento. Lo siento tanto…”
Frunciendo el entrecejo, Chanyeol sujeta el rostro de Baekhyun con firmeza, clavando sus ojos con los del otro. “Yo también te amo, Baek. ¿Por qué estás tan frío? ¿Olvidaste tu bufanda?”
Era una pregunta estúpida, Chanyeol se dio cuenta. La bufanda estaba rodeando el cuello de Baekhyun.
Los labios del más pequeño tiemblan mientras sacude la cabeza. Levantando las manos, toca los antebrazos con fuerza, sujetándolos con manos frías. “El auto, Chanyeol,” susurra, voz entrecortada por los sollozos. “No tuve cuidado.”
“’¿Qué estas—?”
“Tan solo pasó, Chanyeol,” Baekhyun continua, perdiendo su voz por momentos. “El clima estaba… y yo… Chanyeol, lo lamento tanto.”
Tratando de procesar lo que estaba pasando, Chanyeol busca en los ojos de Baekhyun mientras el otro chico se sujeta a él con más fuerza. “¿Qué pasó con el auto? ¿Estás bien, no? ¿No estás lastimado?”
Baekhyun permanece en silencio, sin dar señales de querer contestar. Justo antes de que Chanyeol pudiese hablar nuevamente, el teléfono suena. Trata de ignorarlo, pero Baekhyun se rehúsa.
“El teléfono está sonando.”
“Baekhyun—“
“Responde el teléfono,” el castaño insiste.
“No me has respondido—“
Soltándose del abrazo, Baekhyun observa a Chanyeol detenidamente antes de dejarlo ir.
“Contesta el teléfono,” dice gentilmente, apresurando a su esposo. “Contesta el teléfono y recuerda que te amo.”
Sabiendo que Baekhyun no dejaría de insistir, Chanyeolmaldice en voz baja y se dirige a la cocina a contestar el teléfono.
No tiene que escuchar la conversación por más de dos minutos para que el corazón de Chanyeol caiga en pedazos, y para que su sangre se congele en sus venas, tan fría como el hombre al que acababa de abrazar.
Corre hacia la sala. No hay nadie allí. El sofá parece estar intacto, como si nadie se hubiese sentado ahí. La puerta está cerrada, indicando que nadie había salido del apartamento.
No hay ninguna señal de vida en esa habitación.
Y Chanyeol tropieza mientras toma asiento en el sofá, enterrando el rostro entre sus manos. No sabe si llorar por tristeza o miedo. Si llorar por la muerte del esposo que vio hace treinta minutos o temer por la visita que recibió hace dos.