Cuando no pudiera dormir, lo cual era a menudo, Luhan iría a la escuela temprano. Entraría por la puerta del conserje e iría al salón de música, donde en la esquina más lejana había una cabina a prueba de sonido, que solían usar para grabar. Iría allí y se sentaría sobre el piso en la oscuridad, cantando suavemente para sí. Nadie lo había oído cantar. Nadie lo había oído hablar más que en un susurro. Ni siquiera su madre. Luhan era consciente de que esa timidez le impediría hacer algún amigo de verdad, pero había llegado a aceptarlo. Mientras pudiese cantar, había asumido que eso era la felicidad.
Había un cuarteto de cuerdas tocando en su cabeza hoy. Luhan podía sentir la música. El chelo hacía a sus huesos zumbar. La viola acariciaba su espina como una madre consolando a un niño. El vibrato de los violines rompía su corazón y hacía brotar lágrimas de sus ojos. Abría su boca y su voz salía como un suspiro. En apenas más que un susurro, cantaba con la música en su cabeza. A veces había palabras, pero no hoy. Estaba sentado allí en la oscuridad, sus rodillas dobladas hasta su pecho y cantando con la música en su cabeza.
Después de algún tiempo, un pitido lo sacó de su trance. Apagando la alarma de su reloj, se levantó del suelo con un suspiro reacio y salió de la cabina, dirigiéndose por la oscuridad hacia la puerta.
—Tienes una linda voz. ¿Por qué cantas tan bajo?
Luhan se sobresaltó y golpeó varios atriles para las partituras. La luz de la cabina de sonido se encendió y un chico con cara redonda y ojos enormes se acercó para ayudarlo a levantar los soportes.
—¿Estás bien? Lo siento, no era mi intención asustarte.
Luhan solo asintió, sin mirarlo.
—¿Cuál es tu nombre? Soy Minseok. Hoy es mi primer día aquí. Estaba nervioso así que vine temprano para ver cómo era todo. Espero que no estés enojado porque te escuché. —Bajó su cabeza para tratar de llegar a Luhan, que estaba escondido detrás de su cabello, para mirarlo. Cuando finalmente logró hacer contacto visual, Minseok sonrió, sus ojos iluminándose —. ¿Cuál es tu nombre?
Luhan miró al otro chico, sus ojos almendrados y su piel blanca, la sonrisa ligeramente torcida. Sintió el chelo zumbar en su cabeza. —Luhan —susurró, y se escondió detrás de su pelo una vez más.
—Luhan. Lindo. Va contigo. —Su sonrisa se agrandó y le tendió su mano —. Es un placer conocerte.
Luhan la sacudió ligeramente y luego la soltó.
—Entonces, ¿te importaría mostrarme la oficina del director? —preguntó Minseok mientras caminaba hacia la puerta, manteniéndola abierta para que Luhan se adelantara. Él asintió y caminó por el pasillo, sin mirar si el otro estaba siguiéndolo. El chico nuevo caminaba diez pasos detrás de él, con las manos en los bolsillos, sonriendo para sí.
—Sabes, tienes una voz realmente linda. Me gustaría oírte cantar una canción con letra la próxima vez.
Luhan se detuvo en frente de la oficina principal y se volvió hacia él, mirando su pecho. —No habrá próxima vez. Aquí está la oficina. Adiós. —Luego se dio la vuelta y arrastró los pies por el pasillo hasta su salón de clases.
Una pequeña sonrisa curvó los labios de Minseok. —Espero que estés equivocado.
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