Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No es lo que parece... por chrome schiffer

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Ummm... nada, un oneshot pequeño con mucho cariño para ustedes nwn. 

Los personajes son de Masashi Kishimoto.

Notas del capitulo:

Fic SasuNaru con exceso de cursileria, pero que espero disfruten de todos modos jeje.

Mi pie derecho no deja de moverse una y otra vez en un constante golpeteo contra las baldosas del salón de clases donde me encuentro, miro mi reloj por enésima vez percatándome que hace cinco minutos se debería haber acabado la clase que imparte, Iruka-sensei. ¿Por qué precisamente hoy se le dio por hablar más de la cuenta?

 

Hoy, es un día importante, no es navidad, no es San Valentín, no es mi cumpleaños ni el de ningún conocido, tampoco es año nuevo ni una fecha trascendental de mi país. Para mí, hoy es un día especial, el día de hoy, tengo un compromiso importante al cual no puedo faltar, hay una personita que me espera y no quiero retrasarme más. Miro mi reloj nuevamente y dirijo mis ojos zafiro a mi sensei inmediatamente después, no sé qué ha estado diciendo en estos últimos veinte minutos porque sencillamente no le eh prestado atención, pero cuando sus labios se mueven pronunciando las palabras que me liberan de estar aquí por más tiempo sentado, no demoro ni diez segundos en guardar mi cuaderno y esfero rápidamente en mi mochila para acto seguido, levantarme y salir corriendo como si una jauría de perros rabiosos estuviera tras de mí.

 

--rayos, rayos, rayos-- voy hacia el auditorio del Instituto casi dando brincos para esquivar a todo el que se atraviese en mi camino, miro de nuevo mi reloj y sé bien que voy tarde, no importa, llegaré, llegaré justo a tiempo.

 

Entró al baño que queda a pocos metros del lugar que es mi destino para adecentarme lo más posible, con la carrera y el apuro mi uniforme se desajustó, mi cabello es un desastre total y estoy sudando como si hubiera corrido una maratón. Meto mi camisa dentro de mis pantalones y con la mano acomodo ligeramente mi rubio y alborotado cabello, no es que pueda hacer mucho con él, es algo “indomable”, seco mi sudor con una servilleta que tenía en el bolsillo de mi pantalón y ya listo para salir, emprendo mi camino, solo que antes de poder dar un paso, mi celular suena haciéndome detener, lo saqué rápidamente y contesté sin ver quien era porque la verdad, ya me lo suponía.

 

--¿Dónde carajos estas?--

 

--ya, ya estoy aquí, no demoro-- contesté apurado pero con una sonrisa en los labios, él esta tan afanado como yo.

 

Llego frente a aquellas puertas y después de respirar hondamente las empujo entrando al lugar, viendo mucha gente, escucho un “aquí” y allí esta Sasuke, le paso mi mochila y con un ademan de él indicándome que suba al escenario, me dirijo hacia allí, donde se encuentran algunas sillas las cuales están ocupadas por mujeres en su mayoría y uno que otro doncel, lo único es que todas y todos se ven mucho más mayores que yo.

 

Mi nombre es Naruto Uzumaki, doncel de 17 años y que actualmente estoy cursando mi último año en el Instituto Konoha, un Instituto promedio que a pesar de no ser de lo mejor, si es uno donde la calidad educativa se puede decir que es buena. Soy de una altura promedio, 167 cm aproximadamente, tengo cabello rubio, ojos azules y piel ligeramente canela. Tengo un hijo de tres años de edad y soy lo que llaman, padre soltero.

 

 

*-*-*-*-*-* Flash Back *-*-*-*-*-*-*-* Flash Back *-*-*-*-*-*-*-*Flash Back*-*-*-*-*-*

 

--¡permisooo!, ¡permisooo!-- oigo aquella chillona voz y mi ceño se frunce profundamente al verme casi embestido por aquel remolino amarillo que paso casi tumbándome al suelo --¡lo siento señor pero llevo prisa!-- se “disculpa” mostrándome una sonrisa que lo hace ver realmente estúpido y sigue su camino como loco a quien sabe dónde.

 

--tsk, maldito crio-- bufo molesto al ver que en solo segundos estaba a metros de mí y solo me volteo y continuo con mi camino. Voy hacia la dirección del plantel a pedir permiso de pegar algunos carteles de la escuela de arte y dibujo dirigida por mi cuñado. La acaba de montar y necesita estudiantes, así que no se le ocurrió mejor idea que enviarme a mí a conseguirlos, que sea nuevo profesor en este lugar no me hace su mandadero, estúpido Deidara, si tan solo no me hubiera descubierto haciendo aquello, no estaría cobrando su silencio con absurdos y ridículos favores.

 

Después de hablar con aquel hombre de cabellera larga blanca, que por cierto no soporto y con su aprobación, me dirijo rápidamente a pegar un par de los dichosos carteles. Termino rápidamente aquella tarea y me giro dispuesto a irme, solo que allí, en frente de mí, esta “eso” otra vez, pero no está solo, viene con un niño en brazos, tendrá le pongo yo unos dos años seguramente. Alzo mi negra mirada y le taladro con ella, cosa que al parecer no le importa en lo absoluto ya que esos ojos azules no se amedrentan en lo más mínimo.

 

--¿Cuánto vale el curso?-- me preguntó como si hace escasa media hora no hubiera estado a punto de estampillarme contra el suelo.

 

--si no sabes leer no es mi problema-- respondí sin intención de mostrar el mínimo de cordialidad y salí de allí sin esperar un solo segundo más. ¿Tan difícil era leer el cartel? Para eso estaba, para informar.

 

--amargado-- escuché, cosa que tan solo ignoré.

 

------------------------------------------------------------------

 

--que hombre tan odioso ¿verdad Sora?-- le pregunté al pequeño en mis brazos el cual me asintió haciendo un puchero en su rostro, le revolví los cabellos en son de juego y olvidamos a aquel apuesto pelinegro. Pasee mi mirar por aquel cartel y viendo el costo, hice cuentas y si me esforzaba, seguramente podría pagarlo, después de todo me parece una buena actividad para mi hijo, así me ahorro que este rayando y pintando las paredes de nuestro cuarto, que donde el casero se llegue a dar cuenta, nos saca volando patitas a la calle.

 

Suspiro y salgo de allí rumbo a la guardería donde dejo a Sora al cuidado de Hinata Hyuga, su cuidadora, me cae muy bien porque cuida bien a los niños, se ve que le gusta lo que hace y no hay mejores manos en las cuales pueda dejar al pequeño. Me despido de él con un beso en su cabeza y con un aspaviento de mi mano me despido de la profesora la cual solo sonríe al ver que como siempre, ando con afanes.

 

Pero no es como si lo pudiera evitar, estoy justo a tiempo para llegar a mi trabajo en el restaurante, es hora de almuerzo y se llena hartísimo, tanto que al veces Lee y yo no damos abasto con todos los clientes. Lo único bueno de que Kakuzu, mi jefe, sea tan tacaño y no quiera contratar más personal, es que las propinas solo las tengo que compartir con mi compañero de cejas pobladas.

 

Termino aquel día y a las seis de la tarde, cuando ya el sol empieza a ocultarse en el firmamento, voy por mi pequeño el cual se me tira en brazos apenas me ve y yo no dudo un instante en recibirlo con los brazos abiertos y con una enorme sonrisa en mi rostro, no importa lo cansado ni lo estresado que pueda estar del trabajo, verlo a él y a su sonrisa es suficiente para saber que lo que estoy haciendo es lo correcto.

 

 --hora de irnos a casa, Sora-- lo acomodo entre mis brazos y me despido de la profesora amablemente al igual que Sora que bate su manita como despedida.

 

--hame yo grrrr-- me dice y yo agarro a reír.

 

--si, lo sé, lo sé, tienes hambre y tu pancita hace grrrr-- le hago cosquillas en aquel lugar y luego de caminar unas cuantas cuadras, llegamos a la casa de inquilinato donde vivimos, lo dejo en el suelo y de mi maleta saco la comida que traje del restaurante, eso es lo bueno, que no tengo que gastar mucho en comida y lo que gasto es lo necesario, leche, huevos, cereal, verduras, cosas que necesita un bebe en pleno crecimiento.

 

Luego de comer y de quedar satisfechos, me pongo a jugar con él un rato a las cogidas, le gusta mucho que lo persiga  y aun cuando el espacio es algo reducido, siempre encontramos maneras para que terminemos cansados, él más que yo por supuesto y eso es justo lo que necesito para poder hacer mis deberes para el día siguiente. Nos damos una rápida ducha ya que no se puede gastar mucha agua y como si de un somnífero se tratara, Sora queda noqueado, lo acomodo en nuestra cama arropándolo bien y yo me pongo a dejar todo listo para el día de mañana, su ropa, su lonchera y mis deberes por supuesto, que acabo alrededor de la media noche.

Me acuesto a su lado y lo acurruco contra mi pecho, terminando de aquella manera un día más en nuestras vidas. Ya mañana será otro y repartir periódicos a primera hora de la mañana será mi primera actividad.

 

 

----------------------------------------------------------------------------

 

Ha pasado un mes desde mi encuentro con aquel rubio con síndrome de atleta, ya que cada vez que lo veo, está corriendo. La única manera de verlo quieto, es cuando está sentado en su silla en las clases y eso ya es decir mucho.

 

Me toca la desgracia de dictarle matemáticas y digo desgracia no porque no sea aplicado en la materia, es porque con solo verlo mi ceño se frunce, es un crio de lo más escandaloso a pesar de no convivir con casi nadie de su clase, solo lo eh visto con un trío de chicos, Kiba Inuzuka y Chouji Akimichi y Shikamaru Nara, los cuales se puede decir que son sus amigos, los únicos que tiene al parecer.

 

Termino mi clase dejando unos ejercicios para la próxima que es en un par de días y todos reniegan porque les dejé cincuenta, tienen dos días para hacerlos los vagos estos, que no se quejen por estupideces. Recojo mis cosas y mientras lo hago todos salen del salón, el primero es como no, Uzumaki Naruto que va a recoger a la guardería del Instituto a su hijo. Cuando me enteré de ello no de una grata manera, por boca de algunos profesores y de los mismos alumnos, me sorprendí, es muy joven y si el mocoso tiene dos años, lo debió haber dado a luz a los quince años más o menos, muy joven, pensé.

 

Luego de mi sorpresa inicial, dejé aquel tema de lado, pues no me incumbía en lo absoluto. El problema fue el ser espectador de una serie de situaciones que aunque quise hacerme a un lado, no pude.

 

--¿viste Ino? Esa zorra ya va por su bastardo-- comento una chica de cabello rosa, de tez blanca e ínfulas de supremacía que fastidian no más tenerla cerca.

 

--como todos los días-- bufó una rubia de cabello largo con ínfulas al igual que la otra, solo que un poco más aplacadas.

 

--eso le pasa por estar abriéndose de piernas a cualquiera-- reía la peli rosa con clara burla hacia su compañero rubio.

 

--quien sabe que tipejo fue con quien se metió-- habló esta vez una pelirroja de lentes que a metros, se le veía el desprecio que le guardaba al Uzumaki --para que lo haya dejado botado a él y al engendro ese, debió ser un tipo de lo peorcito-- bufó.

 

--pero se lo merece, gente de su calaña simplemente no debería existir-- la rubia volvió a hablar con profundo desdén --deberían haber más como nosotras, mujeres respetables y de clase-- espetó con una seguridad que me dio asco, ¿mujeres respetables y de clase? Por favor, mocosas envidiosas que se divierten menospreciando a los que no son como ellas, estúpidas.

 

--A ver señoritas-- arrastré aquella última palabra con obvio sarcasmo llamando su atención --a chismear a otro lado, la clase ya acabo. Así que fuera que estorban el paso-- las eché con toda la “amabilidad” que me caracterizaba, escuchar toda aquella verborrea con o sin razón me enferma.

 

Y es que, a pesar de todo, a pesar de estar por completo consciente de lo que dicen de él, Uzumaki no es alguien que se deje hacer menos de los demás, no es alguien que le importe el qué dirán, no es alguien al que las habladurías respecto a él, le importen en lo más mínimo, a pesar de todo eso, continua sonriendo, continua con ese ánimo que parece nunca acabarse, continua con las ganas de continuar a pesar de todo, continua siendo Naruto Uzumaki, un revoltoso e inquieto rubio de ojos azules.

 

Salí de aquel salón de clase y como mi jornada por ese día ya había terminado, mi rumbo ahora era hacia la academia de mi cuñado Deidara. Me tiene de “ayudante” desde que la inauguró hace un mes, afortunadamente, mi secreto quedará guardado si continuo ayudándole otro mes más. Llego a dicho lugar y no me sorprende para nada ver ya allí a aquel rubio y al mocoso pelinegro, porque si, a parte de tener que verlo en el Instituto, también lo veo aquí ya que inscribió a Sora, su hijo. Viene, lo deja acá y se va luego a trabajar en un restaurante que no queda muy lejos de acá por lo que tengo entendido.

 

Deidara es un fastidio, desde que el Uzumaki viene aquí los lunes, miércoles y viernes a dejar el mocoso, entre ellos dos pareció haber una especie de entendimiento, porque son rubios y de ojos azules, está bien, no es por eso, es porque los dos son unos seres hiperactivos y con un absurdo sentimiento hacia personas que babean, duermen, comen y fastidian como el demonio, si, niños. Mi cuñado siempre ha deseado ser “madre”, pero él e Itachi, mi hermano, han decidido esperar un poco más para eso, cuestión por la cual, al ver al hijo del rubio menor, se “encariñó” con él, además que ha estado buscando ayudarle después de que éste le contara toda su vida casi al mismo momento de conocerse, pero mi alumno simplemente no cede, no se deja ayudar de ninguna manera, es muy… independiente, terco, orgulloso.

 

*-*-*-*-*-*End Flash Back *-*-*-*-*-*-*-*End Flash Back *-*-*-*-*-*-*-*End Flash Back*-*-*-*-*-*

 

 

Tomo asiento con una enorme sonrisa en mi boca y después de unos minutos de escuchar las palabras del director del Instituto en conmemoración a aquel día, de una esquina salen alrededor de unos veinte niños y niñas, que oscilan entre los tres y cuatro años, con una flor entre sus pequeñas manos, los cuales se posicionan justo en frente de cada uno de los que estamos sentados en las sillas sobre la pequeña tarima del lugar.

 

--paa ti mami-- recibo aquel presente de mi personita especial, de quien lo es todo para mí y sé, lo soy todo para él también. Lo abrazo fuerte entre mis brazos y le beso en la mejilla susurrándole un “gracias” para luego volver a apretarlo entre mis brazos.

 

El auditorio se llena de aplausos y luego de unas últimas palabras de despedida, todo el mundo empieza a abandonar el lugar en compañía de sus hijos. Sora y yo nos dirigimos a donde esta aquel hombre de aspecto serio, pero que si te fijas bien, sonríe con sus ojos, sonríe cuando nos ve acercarnos a él.

 

--mira lo que me regalaron-- le presumo mi hermosa rosa azul a lo que solo rueda los ojos ante lo que yo no puedo evitar reírme.

 

--eszul como ojos mami--

 

--si, si mocoso, es azul como los ojos de tu mami-- concede y le alza en brazos empezando a caminar hacia la salida del lugar --aunque la flor es mucho más bonita-- le escucho decir a lo que solo puedo hacer un leve puchero que al cabo de escasos segundos se desvanece de mi rostro, sé que solo está bromeando.

 

--no certo, ojos mami lindos-- le refuta mi hijo con un adorable puchero en sus mejillas y yo no puedo evitar reírme a carcajadas.

 

--¿lo ves, sensei?, Sora si sabe lo que es ser un caballero-- le pico en tono divertido y él solo me mira de reojo con una pequeñísima sonrisa de lado adornando sus labios.

 

--hump-- es su única respuesta. Me encojo de hombros y caminamos rumbo a su auto, hoy no tengo que ir a trabajar por ser el día que es, por ser el día de las Madres y por eso mismo es que ahora nos dirigimos a mi local de rámen favorito por cortesía del pelinegro en el volante.

 

Después de unos muy deliciosos platos de rámen, nos subimos de nuevo a aquel auto negro, dejando primero a Sora en el puesto de atrás bien asegurado en la silla para bebes  y nos dirigimos al inquilinato donde vivimos mi pequeño y yo. Al llegar, Sasuke apaga el motor y se acerca a centímetros de distancia de mi rostro, el cual se cubre con un tenue carmín debido a esa cercanía a la que no termino de acostumbrarme aún.

 

--Feliz día de las Madres, Naruto-- susurra sobre mis labios y al segundo después los suyos se juntan con los míos en un beso que no dudo ni un momento en corresponder. Mi diestra se posa en su mejilla mientras su izquierda está en mi cintura durante lo que el contacto entre nuestros labios dura, nos separamos y le sonrío ampliamente, estoy feliz.

 

--gracias-- le doy un casto beso en los labios y miro hacia el puesto de atrás donde Sora no despega sus ojos negros de nosotros dos --y tu pequeño curioso, ¿Qué haces viendo lo que no debes?-- le digo en tonó juguetón lo cual le hace reír mientras con su manito se cubre los ojos.

 

--de nada sirve que te cubras los ojos mocoso, ya viste demás-- añadió Sasuke falsamente enojado y Sora, bueno, él solo se retiró la mano de sus ojos riéndose a sus anchas.

 

 

*-*-*-*-*-* Flash Back *-*-*-*-*-*-*-* Flash Back *-*-*-*-*-*-*-*Flash Back*-*-*-*-*-*

 

Un día como cualquier otro, en la Academia donde me estaba viendo obligado a ayudar, un día como cualquier otro, me tope sin esperármelo con esos ojos azules viéndome, viéndome tan fijamente y con una expresión que no supe identificar hasta el segundo siguiente en que mis ojos se clavaron en aquellos otros tan distintos a los míos, el Uzumaki al darse cuenta de que lo “descubrí” mirándome, inmediatamente desvió aquellos zafiros a su hijo, se despedía, con un beso en aquella mejilla sonrosada igual que la de su “madre”, porque sí, mi alumno estaba por completo sonrojado, lo estaba y el que al salir se chocara con la puerta de vidrio me sacó una sincera y real risa, ¿acaso es idiota? ¿Estrellarse con una puerta de la que ha estado entrando y saliendo los últimos dos meses? si, es un completo idiota.

 

A partir de ese día y a pesar de que mi “deuda” con Deidara ya estaba saldada, seguí asistiendo a ayudarle a mi manera, solo para verle, para encontrarme deleitándome con aquellas miradas a escondidas y aquellos sonrojos que lo hacían ver tan… lindo. Me encontré al poco tiempo, admirando su increíble torpeza cuando estoy yo presente, me encontré al poco tiempo, queriendo saber más de él, me encontré simplemente contemplándolo, siguiéndolo también con mi mirar y sintiendo que tal vez, algo podría pasar.

 

En clase no era muy diferente, solo que allí no podía salir corriendo cuando mi mirada se posaba sobre él, descubriéndolo. No, en el salón de clase solo podía quedarse sentado, casi echando humo de lo colorado que se ponía, aunque al terminar, como siempre, era el primero en abandonar el lugar, solo que en ese momento yo podía estar completamente seguro que no solo era por ir a recoger a Sora, él huía, huía de mí y era obvio el porqué, más evidente no puede ser.

 

Y un día, uno como cualquier otro, él dijo “sensei, me gusta” respiró hondamente y salió de la academia como si no hubiera dicho nada, más bien, como si se hubiera quitado un gran peso de encima.

 

A partir de ese momento, él pareció relajarse y una indiscreción por parte de mi cuñado me hizo saber el porqué, mi alumno le había dicho que yo le gustaba efectivamente, solo que a él le contó algo más, al parecer aquel chico de 16 años estaba enamorado de mí y el haberse confesado a mi le dejó tranquilo, tranquilo porque sabe que jamás le corresponderé, se quitó con su confesión un peso, sí, pero también fue el cierre de eso que me profesaba, fue el cierre definitivo de su enamoramiento. Según Deidara, el rubio menor es alguien por completo incomprendido, malinterpretado, mal juzgado y muchas cosas más, no tenía que oírlo de su boca para saberlo, digamos que simplemente no parece de ese tipo, de ese que se entrega irresponsablemente a otro y aunque lo fuera, ¿Quién tendría el derecho de decirle algo? Nadie, absolutamente nadie.

 

Fue entonces que deje que mi curiosidad y hasta hace poco descubierto interés más allá de lo profesionalmente adecuado entre profesor y alumno, me hiciera actuar. El chico me gustaba, si, era lindo, pero mayor que eso, era su entereza, mayor que eso, eran sus ganas, era su fuerza y fortaleza por continuar, mayor que eso, era su increíble tenacidad y montón de cosas que descubrí en el año que creamos un acercamiento puramente amistoso.

 

Y cada día que pasaba me descubrí  queriéndolo, me descubrí deseándolo, me descubrí amándolo… y la vez que se lo dije antes de probar en un casto beso sus labios, aquel rubor del cual siempre fui el responsable en un pasado, volvió, azotando todas sus mejillas hasta sus orejas, sus ojos zafiro me miraron incrédulo, estupefacto y no sabría muy bien que decir más, esos pozos azules eran una completa confusión y sonreí, sonreí porque con aquel sonrojo, volvió su torpeza, torpeza que le hizo retroceder y caerse al piso sin escalas al haberse topado con uno de los pupitres.

 

--eres un tonto, Naruto-- susurré mientras le miraba intentando levantarse con bastante dificultad. --¿necesitas ayuda?-- cuestioné queriendo ya dejar atrás mi sana diversión al ver aquella reacción tan adorable en el muchacho que se robó algo tan preciado.

 

--no… yo estoy, yo estoy…-- se puso de pie y sus labios se movían buscando articular palabras que no salían al final. --es… ¿en serio?-- preguntó por fin con un atisbo de miedo en sus ojos.

 

--Uzumaki, parece que no me conociera. ¿Es tan difícil de creer?-- el asentimiento de su cabeza me hizo desear demostrarle la veracidad de mis palabras y sin esperar un segundo más, su nuca fue tomada por mi mano para acercarle y besarle con intención, besarle con anhelo y promesas silenciosas de un futuro incierto, pero futuro al fin y al cabo. Sus manos fueron a parar a mis negros cabellos y sus labios correspondieron con entrega y rendición ante lo que él creía imposible.

 

A partir de ese momento, iniciamos una relación obviamente a escondidas, yo era su profesor y contacto de esa índole estaba por completo prohibido, de las puertas del Instituto hacia afuera todo era diferente y en la Academia, Deidara se convirtió en un incordio total, ¿no podía simplemente felicitar como la gente normal? No, él tenía que botárseme encima y al segundo siguiente cuando conseguí sacarlo de encima de mí, tenía que llamar a Itachi a chismear, bufé ante ello, pero ver como Naruto sonreía ante ello, me hizo relajar mi expresión. Si, tome la decisión correcta.

 

*-*-*-*-*-*End Flash Back *-*-*-*-*-*-*-*End Flash Back *-*-*-*-*-*-*-*End Flash Back*-*-*-*-*-*

 

 

Me alejé de aquella casa pensando en la increíble persona que tengo a mi lado, él y Sora se han convertido en una prioridad, son a quienes considero mi familia además de Itachi y Deidara, son mi presente y son mi futuro.

 

Un semáforo en rojo me detiene y de mi billetera saco una fotografía de ellos dos, mi índice lo recorre a él, a su tersa y canela piel que eh tenido ya el placer de contemplar, tocar, saborear y marcar, luego, deslizo mi dedo al pequeño, notando que no se parecen en nada y el enterarme del  por qué hace algún tiempo, solo me hizo amar más a quien es mi pareja y si él así me lo permite, mi esposo en un futuro.

 

Sora es mi hijo, Sora es mi hijo porque yo lo eh criado, yo le acogí cuando le encontré en escondido entre los matorrales del parque cerca al parque del centro, Sora es un regalo que me encontré cuando estaba a pocos días de cumplir quince años, Sora es mi hijo y no me importa el que hablen de mí, que lo hagan, no me interesa en lo más mínimo, prefiero que hablen de mi hasta que se harten si con eso él está lejos de sus venenosas bocas”

 

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

«Naruto es un doncel normal, no es una belleza deslumbrante. Pero la sonrisa que tiene para Sora, me hace pensar que es el doncel más hermoso»

Notas finales:

Eso es todo, espero haya sido de su agrado y hasta una próxima oportunidad.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).