Iba caminando por las calles de Seúl y después de un rato me di cuenta de que estaba perdido. Sí, lo estaba. Es de noche y no reconozco nada ni mucho menos sé cómo llegué aquí.
Recuerdo que Sung Min hyung y Hee Chul hyung me invitaron a una fiesta en una disco algo lejos de donde yo vivo. Nos trajo un taxi a los tres porque según Hee Chul, no sería un irresponsable y conduciría después de la fiesta (lo que significa que iba a beber y no arriesgaría nuestras vidas al conducir borracho). En la disco simplemente nos dispersamos, Sung Min, Hee Chul y yo tomamos caminos distintos. Por mí parte me quedé en la barra con una Coca Cola que me había servido el barman cuando pensó que tenía 16 años (pero la verdad era que acababa de cumplir los 20 y sí podía beber... Además, si tuviera 16, ni me dejarían entrar).
Un chico se sentó en la silla al lado mío.
–Una margarita, por favor –le ordenó al barman, el chico asintió y comenzó a prepararla.
Me quedé viéndolo por el rabillo del ojo. Era muy guapo y parecía por lo menos un año mayor que yo.
– ¿Tengo algo en el rostro? –me preguntó mirándome por el rabillo del ojo también.
No le respondí y decidí mirar al frente hacía las botellas de licor que venían de distintos colores y tamaños y estaban disponibles para hacer cócteles.
–Gracias –el chico a mi lado recibió su margarita.
–Con gusto, Yesung –el joven camarero sonrió y se retiró hacía otro lado.
¿Yesung? ¿Ese era su nombre? No, quizá era una clase de apodo. ¿Y por qué me interesa? Pues, tal vez sea porque es algo que me causa curiosidad y como humano pensante que soy me pregunto cosas sobre lo que pasa a mi alrededor.
Yesung tomó un sorbo de su bebida a la par que yo. Ambos fingíamos mirar al frente pero yo lo miraba de soslayo igual que él a mí. ¿Me molestaba? No... Bueno, no nos conocemos y creo que de alguna forma sé que no nos volveríamos a ver después de esta noche.
Por un momento pensé que iba a hablarme porque abrió la boca y su cara casi gira en mi dirección, pero en cambio bajo la mirada y soltó un suspiro. Sacó su cartera del bolsillo trasero de su pantalón y dejo unos billetes en la barra junto a la margarita que estaba bebida hasta la mitad. El barman se acercó y le gritó a Yesung que había dejado demasiado dinero pero este no regresó a cogerlo.
Miré a mi alrededor y por encima de unas cabezas pude ver en la pista de baile a Hee Chul hyung y Sung Min hyung bailando con unos chicos que tal vez eran amigos suyos. Le pedí de favor al barman que si ellos se acercaban a la barra les dijera que yo había decidido irme temprano. El camarero asintió y no hizo más gesto.
Me baje del taburete y fui a la salida. Ningún taxi estaba pasando por aquí cerca. Tendría que caminar hasta una avenida o una calle principal, y listo. Comencé a andar calle arriba por el camino que recordaba había hecho el conductor del taxi cuando nos trajo. Siento que giré mal por una calle porque no reconocí ningún edificio.
Ahora, aquí me tienen, perdido, de noche, solo…
–Vaya, vaya, qué tenemos aquí –un chico alto salió de un edificio y unos cuatro chicos más lo seguían.
–Es tan tierno –dijo uno de los cuatro mientras se me acercaba. Me tocó el rostro–. Niño, ¿quieres venir conmigo? –su tono era juguetón y estaba demasiado cerca de mí como para sentirme cómodo.
–Hey, Rio, yo lo vi primero –dijo el chico que había salido primero que todos.
El chico junto a mí, Rio, se distanció un poco.
–Debo irme –me aleje y comencé a caminar. Escuché unos pasos seguirme, empecé a correr y ellos me siguieron.
Creo que corrí casi diez calles y sentí que me faltaba el aire, necesitaba parar pero todavía me estaban siguiendo, iban pisándome los talones. Giré por una esquina frené en seco antes de tropezar con una persona. Caí al suelo y los otros chicos llegaron.
–Pero como corres, niño –dijo el chico alto mientras se me acercaba con una sonrisa socarrona en los labios.
No podía moverme, me sentí acorralado en una esquina. Mi atacante venía por mí y yo estaba indefenso como un animal pequeño e intimidado por su cazador. Para sorpresa mía, el chico alto cayó al suelo por haber sido golpeado por la persona con la que casi choco yo. Después fueron cayendo los otros cuatro y es que fue tan rápido (o yo así lo vi) que ni ellos se dieron cuenta en que momento esa persona se paró frente a ellos y les dio una golpiza.
– ¿Estás bien? –esa persona se agachó frente a mí y me preguntó. Tenía puesta una chaqueta con capota, era tan grande la capota que le cubría media cara.
–Sí… –me iba a levantar pero volví a caer al piso y todo se me puso negro.