¤"Thor..."
Parecía que su mente aclamaba su llamado. Un suave murmullo arrulló al joven rubio en su cama quien sostenía una revista científica.
Thor era un niño de diez años, atento, educado eso sin añadir respetuoso.
Su pasión era la ciencia, su anhelo explicar el porqué de algunas situaciones. Le encantaba, además; el deporte aunque no a tal grado de elegirla como su gran proyecto final.
El jóven rubio era un as para sus tareas, era órdenado y claro. Su madre, la señora Frigga, siempre le brindaba el apoyo moral y ecónomico que este necesitaba. Para él la vida era perfecta.
¤"¿Porqué no vienes conmigo?" Fue la última voz que escuchó por su habitación, esta logró hacer que se despertara de golpe con la respiración agitada. Huía a la idea de que seres misteriosos existieran, sólo eran alucionaciones propias de su mente.
Temoroso, se levantó de su cama para caminar hasta el cuarto de sus padres, eran ya las dos de la madrugada cosa que le provocaba escalofríos.
Llegó a la puerta tocando una, dos y tres veces hasta que Frigga atendió al llamado.
¤"Thor" -Susurró en un tono sorprendido, no esperaba verle a tales horas- ¿qué ocurre?
El rubio la observó. En el transcurso de los segundos Frigga entendió lo que ocurría dejandole pasar a la alcoba.
¤"¿De nuevo esos sueños?"
¤"No son sueños mamá, son reales. Tan reales... -Fue hasta la cama recostandose junto a Odín- ¿Qué quiere de mí? No tengo nada que dar"
Frigga analizó al rubio para dedicar una sonrisa comprensiva para con un guiño le darle a entender se durmiera y no reprochara más por lo que Thor terminó por acceder.
"Verás que mañana todo estará bien, recuerda que nadie puede hacerte daño"
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Loki, su madre era alguien dulce, comprensiva y su padre un hombre de bien. Eran personas que de igual manera nunca harían mal a su único hijo.
Loki era un niño problema, le gustaba el caos y la destrucción. El amor era un asco, una deshonra y el ser dulce una muestra de lo débil de las mentes.
Su pasión era cambiar, no él sino cambiar su mundo. Él tenía un mundo al que llamó "Tierra de gigantes" en esta habitaban los amigos cercanos a él, miles de animales y objetos a los que les ponía voz y voto. Para él era y será lo correcto.
Cada día creaba nuevos habitantes a su tierra ficticia cosa que llegaba a preocupar a su madre. Loki era un niño con mucha imaginación, algo frustrado pero eso sí lleno de inteligencia.
¤"Mamá..." -Susurró preocupado- " ¡Mamá! " -Repitió esta vez en un grito desgarrador por lo que la tierna mujer acudió al llamado encontrando al sudoroso niño de ocho años. Esta con rápidez acarició su cabello brindando un poco de confianza entre ambos.
¤"Tranquilo..." -susurró en su oído la mujer- "Amor, todo está bien, todo está bien"
Farbauti estaba confundida, su hijo era un caso especial que tal vez con los años cambiaría. Laufey era otro caso, estaba realmente desesperado. Su hijo era un demente para él y con los años sus acciones se volvieron cada vez peores.
La curiosidad en el pelinegro creció al igual que la alucinación, los seres que consideraba amigos de un día para otro se transformaron en bestias, horribles bestias que por las noches le atormentaban de manera repetitiva.
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