– Debe ser una broma.
– ¿Qué?
– Atreverte a llamarte rival mío.
– Que gane el mejor.
– No acostumbro a pelear con niños.
– Jaja, tengo 23.
Ok. La modestia que me traía encima, se me vino abajo.
¿Cómo podía tener 23 si se miraba de 20?
Yo tenía apenas 22 y...
O sea, sólo era un puto año de diferencia. Pero él se miraba más joven. Y yo, yo me miraba de mi maldita edad.
Me acerqué fuertemente al niñato que tenía enfrente. Lo tomé por su chamarra negra y lo alcé.
¡Qué jodida! ¿Alcé acaso a una mariposa?
Bufé poniendo los ojos en blanco y negando la cabeza.
– Escúchame bien, marica. – Dije amenazador mirándolo directamente a los ojos. – Una vez que entre a mi motocicleta, no tendré piedad de esta mirada angelical que me estás hechando. – Troné mi cuello soltándolo bruscamente como lo hacía siempre con todos y el resultado siempre era verlos tirados en el suelo. Íba a empezar a carcajearme por haberlo tumbado al suelo pero lo miré y estaba intacto frente a mí, mirándome ya no angelicamente, sino despreocupado. Lo miré cabreado y le di la espalda.
– Tú. - Señalé a mi guardaespalda de la izquierda. - Ve por mi casco y traemelo que ya quiero ganar para irme a follar. – Dije con la mirada alta caminando hacia mi motocicleta. - ¡Pero apúrate! - Grité tronando los dedos ya arriba de mi moto con los brazos cruzados. Examinando cada paso de mi rival niñato, quien ya estaba sobre su moto igual que yo, pero con el casco puesto y en posición de batalla, mirándome provocativamente. Apreté mi mandíbula cabreado hasta que ya tenía mi casco en mi cabeza. Me puse en posición de batalla sin dejar de mirar al niñato. Una chica se puso enmedio de nosotros con un silbato.
– En tres, dos, uno... ¡A correr! – Silbó.
Aceleré a todo pulmón haciendo rechinar las llantas de mi moto. Él y yo ibamos en la misma distancia. Aceleré un poco más, levantando la moto y cayendo de sentón.
Era de madrugada, apróximadamente las cuatro. Las carreteras estaban oscuras y la única luz visible era la de las motos. No escuchaba nada, el aire pegaba en mi cara y oídos y mi única concentración se basaba en ganar. Miré a mi lado y ese niñato no estaba. Gruñí y me alcé en la moto acelerando más si es que se podía. Tenía que rebasarlo. Di una vuelta chillona en una peligrosa curva y ahí estaba el niñato muy por delante de mí. Haciendo maniobras con la moto casi idénticas a las mías. Casi. Entrecerré los ojos y me lamí los labios. Aceleré, aceleré y aceleré.
La carrera había acabado.
– ¡El nuevo rey! ¡Kyungsoo! ¡El nuevo rey! ¡Kyungsoo! ¡El nuevo rey! ¡Kyungsoo! – Gritaban repetidas veces.
Yo había pasado a segundón.
Tiré el casco despeinándome y golpee mi moto tumbándola fuertemente al suelo. Miré a... Kyungsoo amenazadoramente.
– ¡Quiero revancha! – Grité furioso sintiendo mi cara arder.
Kyungsoo soltó carcajadas.
Burlándose de mi.
– Tendrá que ser después. – Dijo serio arrancando la moto.
Y salió disparado.
Kyungsoo me había ganado.
Y esto no se iba a quedar así.