Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Qué tal? por Pato359

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

   –¡Maldito! ¡Eres un maldito!

   –Apestas, ¡porquería!

   –Eres un marica asqueroso.

   Esas eran las palabras que con más frecuencia escuchaba de parte de mis compañeros del colegio. Estaba en segundo grado, en la clase A, éramos el mejor curso académicamente y también en la parte de convivencia. Qué pena que solo fuese por ganar una nota porque en el recreo, parecían cambiar de personalidades.

   Desde los niños mayores hasta las niñas menores del curso ya me tenían reconocido como Ji Yong, el marica apestoso. ¿Por qué? Bueno, a esta edad de 8 años, he descubierto mi sexualidad, mi gusto hacia los hombres. No sé cómo se llegaron a enterar todos pero el caso es que lo hicieron. Apestoso... Era pobre, demasiado. Mi madre no ganaba lo suficiente para pagar el agua, la luz y hacer el mercado que apenas nos alcanzaba para dos semanas o menos. No podía ducharme o cambiarme de ropa, está ya la traigo puesta desde hace un mes y sin lavarme.

   He intentado hablar con algún profesor pero a ellos les pasa algo similar que a mis compañeros; no me soportan o piensan que es solo una broma pues piensan que los niños de mi salón son unos ángeles del señor. Mi madre es la única que me cuida, mi padre ya dejó este mundo.

   Recreo... Bueno, otra vez sin nada que comer ni que beber. Tampoco tengo ningún libro para leer, de milagro tengo un pequeño block de notas. Me fui a mi lugar de siempre; el rincón de la pared al fondo del instituto. Me senté y abrace mis piernas, no tenía más que hacer, no tenía amigos ni juguetes. Sabia un poco cómo jugar al fútbol pero si ni siquiera me escogían para ser el aguatero entonces...

   Un balón rojo rodo hacia mí. Lo mire como si fuera la octava maravilla del mundo, jamás había tendió un balón tan cerca y es que me los quitaban apenas yo los veía.

   –Hey, Ji, el balón –me grito un chico. Alce la mirada y él me estaba haciendo gestos con las manos para que llevara el balón o lo pateara.

   Los chicos y chicas alrededor de ese niño negaban y parecían rogando a Dios para que el niño dejara de insistirme, incluso yo quise que parara. Pero no lo hizo. Me levante de mi sitio, cogí el balón y salí de mi rinconcito oscuro y bello para mí. No era capaz de alzar la mirada, tenía la vista clavada al piso y sostenía el balón con la punta de los dedos, como si tocarlo me quemara o me fuese a hacer algo.

  –T-toma –dije al chico que me hacía los gestos. No lo mire. No quería ver esa repugnancia y odio con que me ve toda la gente en sus ojos.

   –Gracias, Ji Yong –sonrió, bueno, sentí que lo hizo.

   ¿De verdad estaba sonriendo? Pero fue porque le regresé el balón no por mí. Sí, es por el balón, no por mí. Entiendo.

   –Aja –me di la vuelta y comencé a caminar otra vez a mi lugar de siempre.

   Al otro día, me habían dado una golpiza a la entrada del colegio. No me robaron nada porque no tenía nada de valor que se pudieran llevar, pero si recibí varios golpes en la cara. Me defendí, obviamente, pero uno contra cuatro no es justo. Preferí faltar a clase y sentarme en mi lugar en el rincón. Ahí nadie me vería y seria completamente invisible.

   –Hey, ¿qué tal?

   Mire al frente y ahí está el chico de ayer. No me moví.

   –Vamos, saluda. Sé que no eres mudo y tampoco un robot.

   –H-hola –tartamudee en baja voz.

   –Así está mejor –sonrió, se acercó a mí y me empujo fuera del rincón. –Tienes un lindo cabello –dijo tocándolo. Era de color castaño, no sé porque era tan liso si yo no hacía nada para que fuera así.

   –Tú eres...

   –Llámame Seung.

   Asentí.

   Me tomo de la mano y me llevo a la dirección, pidió un cambio de curso para que yo pasara a Segundo B, con él. Le concedieron el permiso e inmediatamente me cambie de salón. También fui a la enfermería para que me curaran los raspones. En B era genial todo, aquí no había gente falsa, todos eran reales. Algunos no me tenían en buen término mío pero les demostré que yo soy lo contrario a todos los chismes que dicen.

   Comencé a sonreír más y jugar fútbol en el parque. A veces leía bajo un árbol en compañía de Seung…

 

***************

 

   –En qué piensas, amor.

   –Recordando viejos tiempos, Seung –le contesté a mi esposo y padre de mi hijo.

   –Me alegra. Yo estaba igual.

   –¿Qué tal? –le dije y ambos reímos.

   Seung me abrazó y me pidió que durmiera, que era más de la media noche y necesitaba descansar. Era verdad, tenía que hacerlo. Pero el pensamiento de que todo cambio gracias a una simple pregunta, me hace feliz y me espantaba el sueño.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).