Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

“La Luz Que Atrae A La Oscuridad” por cr0wley r3a15

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola! si si lo se, habia mencionado que no me tardaria, pero esta semana fue de locos, pero ya aqui traigo la continuacion que espero les agrade, tanto como a mi. Bueno sin mas los dejo.

 


-II-


 


“Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, se generoso y da la tuya” Por: Dalai Lama.


 


       Gire mi cuerpo reiteradas veces en la cama antes de querer levantarme, solté un gran bostezo en señalamiento de mi aun persistente sueño, pero era más que evidente que ya no podría seguir durmiendo, que extrema pereza me daban las mañanas y más aún, cuando sabía que tendría que ir a la escuela.


      Me levante de un brinco de mi adorable cama, soltando a mi antigua amiga; mi almohada. Yo sé que aun quisiera estar ahí con ellas, amándolas eternamente pero mi amante me estaba llamando y ella era más importante: mi estómago y, más me valía que la atendiera. Me apresure a ducharme lo más rápido que pude lograr,  para que el hambre no se me escapara. Me coloque la toalla alrededor de mis caderas para salir del baño.


      Fui directamente hasta mi armario, el cual se encontraba frente a mi cama. Saque el perchero, donde se encontraba mi uniforme escolar, tan pulcramente acomodado por mi madre ya que yo, no tengo el don de ser ordenado. Me coloque el pantalón sastre color negro, ajustándolo un poco con el cinturón, para después colocarme la camisa manga corta: color blanco. Cepille mi cabello un tanto (ya que siempre queda de la misma manera), y asee mis dientes. Enseguida Salí mi habitación, con mi mochila en mano, apresurado.


      Baje rápidamente las escaleras de mi habitación, para después cruzar el “eterno” pasillo que tenía que recorrer. “Que fastidio” pensé, ya que mi habitación se encontraba tan lejos de la cocina, aun así dirigí mis grandes pasos rumbo a ella. Podía incluso percibir el aroma a café recién hecho emanando por doquier, atravesando cada rincón de la casa. Ese peculiar aroma que tanto me encantaba: Hogar.


- ¡Buenos días mamá! – Le dije animadamente mientras la rodeaba con mis brazos en un dulce abrazo, le di un beso en su mejilla, haciendo que se exaltara un poco.


- Buen día amor – Contesto de igual manera, con esa sonrisa que tanto me agradaba de ella. Me acerque a la nevera, sacando de ahí un poco de jugo recién exprimido. Me senté en la pequeña isla (mesa) que se hallaba entre la alacena y la cocineta.


- ¿Dónde está papá? – Pregunte intrigado al darme cuenta de que aún no se encontraba aquí, ya que él era del tipo de persona que les gustaba madrugar y, no exactamente por qué tenía que ir a trabajar.


- Me buscabas hijo – Me sujeto de ambos hombros, exaltándome de a poco, por su actitud sigilosa.- Me tome la molestia de traer tu chaleco por ti – Me miro divertido, como si eso le causara gracia.- Ya que siempre olvidas traerlo.


       Reímos juntos a causa de mi total desorientación por las cosas, que eran peor en las mañanas, mi madre se acercó a nosotros, dejándonos lo que era el desayuno; huevos estrellados, acompañados con un poco de arroz integral, sirviéndonos café a ambos.


- ¿Cómo te va en la escuela? – Pregunto mi padre, quien aún mantenía su vista en el periódico local que leía todas las mañanas, me tomo con la guardia baja.


- B-bien – Dije, tragando en seco el bocado que masticaba, tosiendo un poco después de mi acción.


- ¡Cuidado! – Exclamo mi madre, arrojándole una mirada asesina a mi padre por hacer que por poco me atragantara, la cual hizo que derramara una gota de sudor frio en la frente.


- Estoy bien, en serio – Afirme, tratando de calmar a mi progenitora y esta, no tuviera que estrangular a mi padre, ya que el temperamento de ella era de temerse, di un último sorbo a mi café, parándome rápidamente.- Me voy.


      Anuncie mi salida a mis padres, ellos todavía continuaban con sus respectivos desayunos, me despedí con un beso en la mejilla a ambos ya que de esa manera me habían criado, tome mis cosas y me dispuse a marcharme rumbo a la escuela.


- ¡Que tengas un buen día, cariño! – Le escuche decirme entusiasmada, como si fuera mi primer día de clases, aun no se le quitaba esa manía que había optado para despedirse de mí, me apresure a cerrar la puerta de un solo portazo.


       Camine como de costumbre hacia el instituto, ya que quedaba a unas cuantas cuadras de mi hogar, acomode mis auriculares en mis oídos, dejando escapar a “Radio” la cual me relajaba demasiado, por eso me gustaba mucho esa canción. Agradecía a mis padres por tener en cuenta mi pereza extrema para caminar y, claro, por comprar una casa tan cerca del instituto.


      Colgué mi mochila sobre mi hombro izquierdo, mientras caminaba sobre la acera, acelerando rápidamente mis pies para que se dieran tanta prisa como pudieran o llegaría tarde a la primera hora de clase, instruida por el profesor Iruka. Mi ánimo que sentía por el simple hecho de pensar en la escuela y lo que conllevaba, me parecía demasiado aburrido, pero tampoco me apetecía a tempranas horas llegar a ser sermoneado por mi falta de entusiasmo. Así que nuevamente apresure mis pasos, sin correr, ya que no me gustaba sentirme humedecido por el sudor.


      De pronto, divise a corta distancia a mi compañera de estudios. Inmediatamente sonreí más para mí mismo.


- ¡Hola! – Dije energético, agitando mi mano izquierda, saludándola amistosamente y tratando de poder alcanzarla sin correr, lo cual logre sin recurrir a ello.


- Buenos… días – Me dijo tímidamente, intentando esconder su mirada de la que yo le brindaba con alegría, ella solo se avergonzó por mí, o eso era lo que yo quería creer.


- ¿Dónde dejaste a Kiba? – Bromee en un apto de poder desaparecer el incómodo silencio, causándole gran sorpresa, era obvio que no había captado mi actual intento de broma.- Disculpa, no fue mi intención ser descortés, es que no sueles caminar sola hasta el instituto.


       Sonreí nerviosamente ante mi comentario, aunque no dejando que ella lo notara, pero en un descuido rasque mi nuca y, ese acto mío era tan propio cuando me sentía de esa manera; nervioso. Ella me observo detenidamente por unos segundos y, sonrió, mientras sujetaba con su bolso.


- Ah… Kiba solo me acompaña… - Logro formular, afirmando mi anterior broma, pero eso yo ya lo sabía y, era algo que estaba de  más decirlo ya que ambos vivían cerca el uno del otro, era algo extraño el no verla con él, acechándola a mi parecer.- Se atrasó.


“Espacio libre para respirar- Me dije a mi mismo.”      


- Entonces no te molesta que te acompañe ahora yo ¿Verdad? – Le pregunte intrigado a su respuesta. Pero antes de que pudiera articular alguna palabra que me desacreditara, la tome del antebrazo, tratando de acortar la distancia entre nosotros.


- Esto… espera – Pronunció asustada, dudando por breves instantes pero que accedió gustosamente ante mi acción repentina.


 


       Se escuchó la campanilla de la escuela, anunciando por terminada la clase de anatomía, la cual impartía la mano derecha de la directora; Shizune. Era una mujer un tanto alta, de tez blanca, de cabellos negros al igual que su gran iris, algo atractiva. Aunque lo realmente importante en este momento para mí era la siguiente hora: Receso. “Libertad a fin” pensé.


     Me levante de mi pupitre deprisa, para dirigirme después al asiento del genio de la clase, quien en esos momentos se encontraba más interesado en dormir que en salir a fuera. Me frene de inmediato al ver que su amiga me había ganado en toda intención de llegar primero, y ella no exactamente el tipo de persona al que pudiera llamarle “amiga” ya que ni siquiera sabía qué tipo de relación teníamos, aunque para mí eso no me interesaba mucho y, eso era porque la rubia, a la que casi su flequillo le esconde su rostro; Ino yamanaka. No me caía del todo bien.


- ¿No van a ir a almorzar a la cafetería? – Escuche una voz decir a mis espaldas, quien de inmediato supe de quien provenía.


- ¡Oh! Temari – La salude vigoroso, al mismo tiempo que me volvía para verla.- ¿Esperas al vago? – Pregunte sonriendo un poco.


- Si, ¿Cómo adivinaste? – Dijo con tono sarcástico, pero divertida, brotándole una ligera sonrisilla.


- ¿A quién llamas vago? – Menciono cierta persona recién sacada en la conversación.


- Ah Shikamaru… eres tú – Respondí exaltado, ya que en ningún momento me di cuenta de que ya había dejado de hablar con su amiga la de caderas proporcionales.- ¿Qué? ¿Acaso no lo eres?


- Hombre, me conoces – Dijo, declarándose culpable. Se acercó después a la chica de ojos verdosos que estaba a un lado de nosotros, regalándole un beso en la mejilla.- Vienes extraña.


      Note que mi amigo rodeaba con su brazo la cintura de ella, acercándola con suavidad hasta que sus cuerpos quedaran exactamente unidos; aferrándola con fuerza. Ella simplemente sonrió un tanto nerviosa, desviando la mirada hacia cualquier lado, ya que mi compañero le ponía nerviosa.


- De eso quería hablarte – Atajo repentinamente el tacto con él, separándose.- Estamos algo retrasados en la entrega de un proyecto del comité así que nos quedaremos en la biblioteca para tratar de avanzar, lo siento.


      Era divertido ver como ella le intentaba explicar a Shikamaru la razón por la cual no nos acompañaría en la cafetería, y a mí, se me estaba haciendo costumbre que ella estuviera con nosotros. Sonrió breve, mientras abalanzaba su cuerpo en dirección de él, dándole un pequeño beso en sus labios, simple pero lleno de calidez.


- Que problemática – le escuche musitar por lo bajo, con una leve sonrisa dibujada en sus labios.- Bueno ¿Vienes o no?


       Se rasco la oreja con el dedo índice, bostezando de nuevo, mostrando su poca energía la que lo caracterizaba tan inigualable. Bajamos rápidamente para adentrarnos rumbo a la cafetería, en busca de nuestros sagrados alimentos, como deseaba que pudieran vender Ramen, pero eso solo se haría realidad años luz de distancia, así que me quede con las mismas ansias. Nos fuimos a tirar sobre el césped, bajo un árbol que se hallaba en los alrededores de la cafetería, mi amigo me hizo segunda, incorporándose al tronco, dejando caer su espalda sobre él.


- ¡Chicos! – Nos saludó aquel tipo ruidoso, aun para mi gusto.


- ¡Hey! – Salude animadamente, aun cuando su actitud me calara los nervios.- Como era de esperarse, tan retardados como de costumbre – Le dije estrechándole la mano.


- ¿A quién llamas retrasados? – Me pregunto irritado, como si lo que había dicho yo hace unos momentos, fuera lo que él pensó. Me sujeto con fuerza el chaleco.


- Dije retardados, retrasado – Mencione con sorna, dibujando una pequeña sonrisa incriminatoria.


- Idiota, ahora si te llamo retrasado – Todos comenzamos a reír como locos, sin ninguna pizca de gentileza.


- Ahora si te mato – Exaltado, se abalanzo contra mí; enfurecido. Comenzó a zarandearme del chaleco, aquella situación se me hacía de lo más cómica.


- ¿Qué te sucede Kiba? – Le atajo después de unos minutos en aquella posición de ataque, otro sujeto que se hallaba a unos pocos centímetros de nosotros, un sujeto de cabello café oscuro, y de ojos grisáceos, similares a los de mi compañera de clase.


- ¡Dile que te diga! – Me clavo la mirada desafiante y, simplemente yo lo observe dudoso ante lo que acababa de mencionar.- ¡Anda! Dile que llegaste con Hinata.


      Eso último se llevó el premio a la sorpresa del día, ya que no me esperaba que dijera tal cosa, y aún más extraño, ¿Cómo rayos el sabia eso? Seguro que espiaba mis pasos, ya que él sabía exactamente lo mucho que me interesaba ella, al igual que él. Pero por mucho que eso fuera verdad, jamás creí que me fuese a delata con su primo, Neji, quien también se encontraba ahí, junto a nosotros. Sin embargo, a todos nosotros, inclusive al primo de ella, nos causó gracia su rabieta.


- Calma, calma – Se entrometió Shikamaru.- Esto es realmente fastidioso, párenlo ya.


      Lo sujeto del hombro, haciendo que este dejara de estar encima de mí y, como era de esperarse, para que se le aclararan las ideas un poco. Claro que no por mucho, ya que la persona de la cual hablábamos, se encontraba postrada en frente de nosotros; observándonos.


- ¡Hinata! – Exclamo sorprendido mi compañero, tomándonos con la guardia baja a todos, ya que ninguno se percató de que ella en algún momento se había colado en nuestro sitio.- ¿Qué haces aquí?


- ¿Puedo hablar…contigo? – Dijo algo temerosa.


- ¡Ah! Claro – Dijo, lanzándome una mirada triunfante, como si se hubiera ganado una gran lotería. Y no en términos de dinero, en sí, si había ganado un hermoso trofeo.


- No… a… Naruto – Balbuceando y un tanto ruborizada, postro fijamente su mirada en mí, debía admitir que ese gesto tan inocente, me hacía perder la razón. Aunque siempre me serenaba para no causar ninguna molestia.


- ¿Yo? – Me señale con el dedo índice; incrédulo y, sin saber cómo reaccionar. Retiraba lo dicho, esa, era la que se llevaba el trofeo a las sorpresas del día.


- ¿Él? – Pregunto anonadado Kiba, por unos breves momentos le vi enfurecido, como si en cualquier momento se me fuera a arrojar encima, directo en la yugular, hasta hacerme desangrar. Pero no lo hizo, simplemente se apartó.


- Claro que si, Hinata, ya sabía – Menciono Kiba con desaliento, alejándose de nosotros.- Nos vemos.


- Si… - Le dijo desatinada, sin prestarle demasiada atención. Eso me causo un sentimiento que no sabía cómo llamarle ¿Lastima, tal vez? No lo sé, pero me causaba mucho pesar por él.


       Sin embargo, al igual que hizo ella, no me lo tome con tantas modestias, si ella que era más allegada a él ¿Por qué yo lo haría? Así que me acerque hasta donde estaba ella; nervioso. Le sonreí un poco para que no se sintiera extraña ahí, parada entre todos nosotros.


- ¿De qué se trata Hinata? – Le cuestione de inmediato, para no alargar la conversación con cosas triviales y, empezar con la verdadera sin ningún rodeo.


- Esto…- Su voz comenzaba a sentirse abrumada, para mí fue rápido el darme cuenta de que su nerviosismo era evidente y, que si no hacía nada con los espectadores, ella colapsaría de un ataque de pánico.


- Chicos, nos vemos en clase – Me volví para mirarlos alegre, a la vez que tomaba la mano de ella, para segundos después, alejarnos de ellos, lo más pronto posible.


       Observe rápidamente mi reloj que se hallaba en mi muñeca izquierda, para quedar al tanto del tiempo, así no nos retrasaríamos, como para llegar al salón. Aunque para mí, eso no me importaba mucho. La lleve hasta el extremo de los alrededores, donde había un desfile de árboles frondosos, quienes daban esa sombra.


- ¿Entonces? – Le volví a inquirir, para ser honestos, la curiosidad me comenzaba a irritar la paciencia, aunque mi simple comportamiento se debiera solo porque era ella.


- Bueno – Comenzó.- Sobre lo del proyecto.


“¿Proyecto? Pensé.


      ¿Acaso me estaba ilusionando solo yo? Bueno, no es que ese fuese el asunto, sabia con antelación que era posible que Hinata solo me fuese a plantear una estrategia química, como lo hacía en estos momentos, pero solo deseaba brindarle una pequeña luz de esperanza a mi caótico corazón.


- ¡Ah! Si – Mencione apacible, sintiendo como se me estrujaba el corazón, desde sus cimientos.


      Me rasque la nuca un poco irritado por todo aquello, más sin embargo, sin dejar que ella notara mi estado actual. Pero las ansias de querer abrazarla y poder decirle cuanto me gustaba eran demasiadas, pero eso ahora no venía al asunto, porque después de todo, solo eran asuntos escolares los que íbamos a tratar.


- Esto… ¿Naruto? – Tímida, desvió la mirada hacia el suelo, intentando esconder su rostro.


- Dime – Le respondí sereno, recargando mi espalda en aquel árbol frondoso, a la vez que llevaba mis manos dentro de mi chaqueta.- ¿Qué sucede con el proyecto?


- ¿Eh? – Mascullo por lo bajo, la vi morderse suavemente la comisura de su labio inferior, extrañamente, al verla haciendo ese gesto, que se veía tan atrevido y coqueto a la vez, pero claro, ella no daba ninguna de esas suposiciones mías, ella era muy inocente. Pero no podía dejar de pensar en ese gesto, que hacía que mi corazón se descontrolara por completo.- Ah, sí, debemos terminarlo antes de la fecha.


- Si…- Suspire cansado, la verdad ese asunto no me alegraba en lo más mínimo, pero aun así, era mi deber realizarlo.- Hoy no puedo, tengo algunos pendientes en mi casa, así que ¿Crees poder el fin de semana?


      Le interrogue de inmediato, apresurando sus palabras; ansioso. Sabía que en determinado tiempo la campana sonaría, avisando nuestro regreso a clases y por supuesto, dando por terminada nuestra conversación.


- Esto… no quisiera incomodarte – Respondió al fin, poniéndose de los nervios.


- No te preocupes – Le dije expeditivo, tratando de no perder la calma.- No lo harías, aunque quisieras.


      De un momento a otro, su semblante cabizbajo se tornó un tanto diferente, con más determinación, pero incluso aun podía mirarle en sus ojos algo de nerviosismo.


- ¿Puedo entonces acudir a tu casa? – Dijo extrañándome del todo.


- Si…claro –


       Engrandecí sorpresivamente los ojos, intentando asimilar por completo sus reacciones, ella por su parte pareció exorbitante de alegría, cosa que no era usual en ella, pero se veía linda. Afirmamos el día, la hora y el encuentro. Ya que no tendríamos otro momento a solas, como lo estamos teniendo ahora.


      Me enderece lo más que pude para estirar mis extremidades superiores hacia arriba, dejando escapar un enorme bostezo, este día me percate, lo tan similar que me había vuelto a Shikamaru o era eso o me estaba dando “Tiricia” por toda la pereza que cargaba encima. Después de eso, introduje mis utensilios escolares dentro de mi mochila, para poder largarme a casa y, tirarme en mi cama, sin intenciones de querer levantarme o simplemente me haría el muerto, para que mamá no tuviera que molestarme. No, con ese tipo de bromas a mamá seria a la última persona a quien le fingiría eso. No obstante, el dormir lo dejaría para más tarde (o noche).


      No recordaba que tenía que ir a casa de la chicha de cabellos rosas; Sakura Haruno. Estábamos a punto de terminar el trabajo de literatura del profesor Kakashi, curiosamente ya faltaba poco para la fecha de entrega.


- Nos vamos – Me sugirió ella cortésmente, pasando delicadamente un mechón de cabello, atrás de su oreja, yo asentí encantado, con una sonrisa en mis labios. A decir verdad parecía retrasado, sin prestarle demasiada atención e importancia a mis gestos, nos dirigimos a la salida.


      


     Le di un gran sorbo a mi bebida para quitar un poco la resequedad en mi boca, no me sentía con ganas de que Sakura viera un colapso mío, por deshidratación, con lo exagerada que estaba el calor, aun a pesar de estar en una habitación con clima.  Al final de la jornada de estudio, sentía que mi cerebro iba a comenzar a estallar pieza por pieza. Lo bueno del asunto era que ya habíamos terminado los pequeños detalles de nuestro trabajo en equipo.


      Me rasque las sienes con cansancio, esperando que dejaran de punzarme y, evitar que me reventara una arteria, respire lentamente para poder calmar mi opresión en el pecho. “Ah, realmente hace calor” pensé.


       Fue entonces que me di cuenta que ya era demasiado tarde y, eso era porque desde que llegamos me había sumergido en mis pensamientos y en enfocarme en el trabajo, que me percate hasta los últimos momentos de rayos de sol iban desapareciendo, atrayendo consigo la oscuridad. Tome mi celular revisando la hora exacta y, en efecto ya era un poco después de las ocho.


- ¡Sakura! – Dije un poco alto.- Tengo que irme, ya es tarde.


- Ah sí, lo he notado también – Me dijo con una gran sonrisa en labios.


- Bueno, nos vemos mañana – Le dije, tomando mi mochila y haciendo amago de irme.


- Si, procura no perderte – Me sonrió amablemente, acompañándome a la estrada de su casa.


       Me despedí de ella, dándole un beso en su mejilla, haciendo que se ruborizaba un poco por mi desprevenida actitud. Reí en mi interior al ver su rostro, satisfecho por lo que había causado, me fui cuesta abajo, tratando.


       La casa de los padres de Sakura, quedaba al norte del instituto, más o menos calculando, a unas cuatro cuadras de ahí. Por lo tanto, tuve que apresurarme lo más que pude, para llegar a mi casa. Sentía como el sudor de mi frente, caí una y otra vez, sobre mi piel, mi cuerpo estaba rodeado de pequeñas gotas de agua llamado: Sudor.


       Me deshice de mi chaleco, ajustándolo alrededor de mi cadera, ya que me estaba matando cargarlo puesto, mientras corría, solamente me quede con la camisa al descubierto, media abotonada. Ya había avanzado mucho (lo bueno de los atajos), cuando escuche sonar mi teléfono móvil, deslice la pantalla hacia arriba, tomando la llamada.


- ¡Hola mamá! – Salude a mi progenitora, pero fui callado en breve por ella.


>> ¿Dónde rayos crees que estas? << Me grito desde el otro lado, se escuchaba incluso demasiado histérica.


- Calma mamá, ya estoy por llegar – Le mencione tranquilo, esperando que la pudiera tranquilizar o llegando a casa me iría mal.- Fui a casa de una amiga.


>> ¡No me importa si estabas con el presidente! ¿Por qué no avisaste? <<


       Comenzó a sermonearme de nuevo, con las ganas que me quedaban de escuchar sus gritos eufóricos tan peculiares en ella, no podía creer como podía soportarlo y, lo peor era que, aun no me acostumbraba a sus tratos de protección, después de esa larga sección de estudios con Sakura, había quedado realmente agotado.


- No mamá, escucha – Insistí en mi autodefensa sin éxito.


>> ¡Te quiero en este mismo instante en casa! << Refunfuño histérica.


- Si mamá, lo hare, en un momento estoy ahí, no te preoc…


      De pronto sentí como mi cuerpo chocaba contra algo (en el peor de los casos; alguien), escuche en el trasfondo el ruido de objetos caer sobre el pavimento, y también mi teléfono incluido, ¡Ah! Mi trasero por igual había sentido el impacto.


>> ¡Naruto! ¿Naruto? Sigues ahí ¿Hola? << Podía escuchar la voz de mi madre muy bajo.


       Tuve que reaccionar enseguida, alce la mirada un poco, y vi a un chico tirado en el suelo por mi poca falta de atención a mí alrededor y, claro: mi culpa. Estaba ahí, mirándome sin expresión alguna, un poco extraño ya que yo en su lugar, hubiera hecho un escándalo, me incorpore rápidamente, acercándome a él, extendiendo mi mano en su dirección para poder ayudarlo a levantarse, él la observo como si de un animal venenoso se tratase, así que la aparto de un manotazo; doliéndome.


- Idiota – Le escuche mascullar por lo bajo, haciendo chasquear mi mandíbula de solo oírlo, me sacudí la cabeza, para no pensar en el comentario, él se levantó rápido, comenzó a levantar las cosas que estaban regadas por la acera.


- Déjame ayudarte – Le dije, mientras sujetaba la caja, pero en un acto preciso el me la arrebato, tan rápido como yo la había recogido.


- Quieres largarte – Me ataco con agravio en su tono de voz, mirándome desinteresado.


       Suspire sonoramente, parando en seco mis pensamientos de querer aplastarle la cara en el frio pavimento, soltando un bufido; agobiado.


- Dije: voy a ayudarte – Lo mire con enfado, si él no iba a ser amable, yo no iba a hacerle segunda. Así que le quite la caja, brusco.


- Eres estúpido – Dijo haciendo muecas de enfado. Yo intente no cabrearme, pero la realidad era otra, me causaba gracia su actitud y, no lo oculte, comencé de pronto a reír, tratando de no carcajearme.


- Querrás decir: interesante ¿no? – Dije sonriéndole. El simplemente me observaba con la mirada cansada. Jamás había conocido a un tipo como él; Tan oscuro. 

Notas finales:

Hola de nuevo!!  Que tal les parecio? Espero como siempre que lo hayan disfutado. Queria hacerlo mas largo pero en fin, eso es lo que obtuve. 

Perdon pero esta semana tuve mucho trabajo (ser enfermera es algo agotador), ademas de que mi ordenador colapso, pobrecito! xD

La cancion que naruto escucha al ir a la escuela, se llama Radio de Lana del rey, la cual escucho todas las mañanas al irme al trabajo.

Gracias por leer, nos vemos en la proxima. Ahora si cumplo con subir pronto.

Bai Bai.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).