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El paciente de la 212 por niky-cham

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Notas del fanfic:

Holis, aqui yo de nuevo cooperando con un fic de mi pareja favorita de todas esta serie, el junjou egoist <3

Espero que les encante :)

Pd. Los personaje de este fic no me pertenecen, solo los utilizo para dar rienda suelta a mi alocada imaginacion, sin fines de lucro ;)

Notas del capitulo:

¡Bienvenidos a mi nuevo fic, espero que les encante! :D

Que lo disfruten :3

El paciente de la 212.

Capítulo 1: Para ser feliz.

Muchos dicen que pasar tus dias en este lugar es una pérdida de tiempo, alguno incluso aseveran que este sitio es deprimente, yo no lo creo tan así…

Hola, soy Nowaki Kusama y este ha sido mi segundo hogar durante los últimos tres meses, he visto gente llegar y también me he tenido que despedir, es triste, pero casi siempre prefiero las despedidas, sé que sus casa recibirán el amor de su familia y estarán más felices que en este “deprimente lugar”.

-¡Nowaki ve acostarte, aun no es momento de que andes en pie! –Ese es Tsumori, uno de los médicos, hoy esta de turno y creo que no ha sido un buen dia, porque generalmente me deja pasear todo lo que quiera por el hospital.

-Está bien, está bien Tsumori-san ¿Puedo ir a comparar una botella de agua al menos? –Pregunte esperanzado que me permitiera estar en pie un poco más.

-Hare que una enfermera te lleve una jarra de agua –El rubio me apunto hacia el pasillo sin decir nada más, lógicamente significaba “vete a acostar, ahora”.

Me encogí de hombros y camine sonriente de vuelta a mi habitación, aun no era horario de visitas, de hecho esta hora muerta de la mañana no le hace bien a los ánimos de nadie, pero hay que aceptarlos, los abuelitos están tendidos en sus camillas sin hacer nada y a los jóvenes nos mandan a descansar porque es una hora con mucho flujo de pacientes.

Ese día recibí gustoso la visita de mis padres, ellos no son realmente mis progenitores, fui adoptado hace unos años y mi estadía con ellos no ha sido nada más que problemas, pero mi familia tiene un corazón noble, me han enseñado tantos valores y me han hecho un persona de bien y feliz, a pesar de todo siempre han estado a mi lado, como si yo fuera realmente su hijo.

-Cuídate mucho hijo, nos vemos mañana –Mi madre, me besa en la mejilla dejando su lápiz labial marcado en dicho lugar, yo apenas carcajeo, divertido por sus acciones –¡Ah, Nowaki! Antes de que lo olvide, Hable con Takeda-san, me ha dicho que la próxima semana puedes regresar a casa –Su rostro sonriente expresa la emoción de la noticia.

-¿Lo dices enserio? –Yo también respondi emocionado y no es para menos, estoy ansioso de estar en mi hogar, jugar con mis mascotas y ver televisión, incluso podría pasar a hablar con mis amigos de la escuela, ya he perdido tantas clases que dudo pasar el año.

-Sí, así que pórtate bien y hazle caso a todos tus doctores y enfermeras –Mi madre mueve su dedo de forma graciosa, luego envía un último beso en el aire y se despide de mi cerrando la puerta.

6:20 pm, ya es hora de mi paseo rutinario. Dentro de diez minutos hacen un pequeño receso, momento en el cual se retiran las visitas y termina el turno de algunos doctores, la hora es relajada y por eso siempre me permiten deambular en el hospital, incluso se vez en cuando me voy con las enfermeras, ellas siempre me hablan de su vocación, pero yo ya estoy convencido, quiero ser médico y de preferencia un connotado pediatra.

¿En que estaba? ¡Ah, mi paseo! Me desenvuelvo entre las sabanas y pongo en mi pies las típicas pantuflas celestes, cortesía del hospital. Todos los dias se ven cosas interesantes, lo más entretenido es la sala de urgencias, aunque no siempre puedo visitar ese lugar, generalmente me echan apenas me ven deambulando entre las camillas.

He saludado a varias enfermeras, ellas se ven relajadas, no dicen nada acerca de mi paseo, creo que ya es costumbre verme molestando por estas horas, yo voy tranquilo, de hecho intento pasar desapercibido y no obstruir el paso, esa es mi forma de no molesto mucho y así consigo unos minutitos de paseo extra. Pero todo se acaba al verle pasar.

Recuerdo aquel día, con cada detalle, estaba nublado, al igual que los 35 dias anteriores, después de todo es invierno, él iba sentado en una silla de ruedas, la mujer castaña y de cabellos recogidos le jalaba lentamente, la enfermera charlaba con ella sin apuros, mientras que mi angel permanecia callado y sereno sobre su triste transporte.

Sus ojos color almendra jamás miraron los míos, aun así logró cautivarme con aquella mirada serena y encantadora, sus cabellos castaños se bamboleaban lacios con la suave brisa y el movimiento, el llevaba una pijama celeste claro, una bufanda violeta enrollada al cuello, pero sin duda lo más encantador de su look, fueron sus pantuflas amarillas y con diseños de pato.

Un bufido escapo de mis labios, para luego quedarme perdido en su silueta, la silla avanzo un poco más por aquel pasillo, dejándome ver a penas la espalda de su madre, o al menos de la que yo suponía debía ser su madre.

-Deberías tener cuidado Nowaki-Kun, Hiro-chan tiene un carácter complicado –La enfermera se marchó con su bandeja de instrumentos, yo no pude escuchar más que aquel nombre, “Hiro-chan”, el nombre que cambiaría mi vida…

 Todo me había parecido hermoso, estaba viviendo un sueño, una fantasía, mi corazón rebozaba en felicidad... Hasta que la silla de ruedas doblo a la derecha.

“Unidad de pacientes en estado terminal”

Sentí que todo se detuvo en ese momento, aquel fulgor y gozo que llenaba a mi corazón se vio oprimido por el triste final del que sería mi primer amor, aquel lugar realmente deprimente, esa zona a la que nadie quería llegar de la que la lamentablemente nunca podrían salir.

Los siguientes dias me vi a mi mismo opacado por la pena y el desazón, 212 era la habitación de mi amado, en tantas ocasiones visite aquella puerta, sin ser capaz nunca de cruzar el umbral, tantas veces quise saludarle, expresar tal vez mi loco amor a primera vista, pero me ha faltado valentía, esa es la única verdad, he sido un cobarde. Pero ya no más, hoy es el día indicado.

-¡Hola! –No sé cómo he logrado sacar la voz, ingrese en su cuarto sin un plan determinado, apenas logre coger un poco de valentía y empuje la puerta sin pensar en más.

El me mira desde su cama, tiene un libro entre las manos, su brazo derecho está conectado a una intravenosa y además de eso tiene aquellos incomodos tubitos conectados a la nariz, seguro proporcionándole oxígeno de manera directa.

-¿Qué haces aquí? –Después de una fracción de tiempo que me ha parecido eterna, él bajo su libro para dejarlo sobre sus muslos y me ha mirado con un poco de molestia.

-He venido a visitarte –Conteste sonriendo como un idiota, pase mis manos por detrás de los cabellos y rasque un poco mi nuca con nerviosismo mal contenido.

-Solo recibo visitas de mi familia, vete por favor –Utiliza un tono serio, sin embargo no es grosero, me ha pedido que me retire con tranquilidad y clase, tristemente yo soy un poco más insistente de lo que él piensa.

-Pero estas aquí solo ¿No te gustaría charlar un poco con alguien? –Lo admito quizás no ha sido lo mejor que he dicho en mi vida, pero no podía marcharme así como así, mínimo debía ofrecer un poco de batalla antes de irme.

-Estoy bien con mi libro, gracias por la oferta, pero la verdad es que no deseo la compañía de nadie –Se ve joven, pero es tan serio como un viejo amargado, ahora entiendo porque me había dicho que “Hiro-chan, tenía un carácter complicado”.

-Aun así, yo me aburro mucho en mi habitación ¿Podría quedarme aquí por un momento? ¿Al menos para observarte?

-Como quieras –Le vi encogerse de hombros. Como haciéndose el desinteresado, levanto el libro para regresar a su lectura y entonces yo avancé lentamente a la silla individual junto a su camilla y allí tome posición.

Ahora que lo veía de cerca, era como una maravilla apreciar sus largas y tupidas pestañas, a pesar de tener una tez clara como la leche, sus mejillas permanecían tintadas de un tenue rosado, al igual que sus carnosos labios, aquellos que recorría cada cierto tiempo con la punta de su lengua para humedecerlos. Sus orbes castaños y hermosos se paseaban sobres las letras de aquel libro y yo no podía hacer más que contemplar el bello color de sus ojos, deseando perderme en aquellas avellanas por el reto de mi vida…

-¿Enserio esto te entretiene? –La voz del castaño de repente resonó en mis tímpanos, que sonido más hermoso el que oía, a pesar de hablarme con ese tono serio y firme, yo conseguía encontrar la ternura y la calidez de aquel dulce canto.

-Me gusta observarte –Confesé sin pelos en la lengua.

-Me pones nervioso –Contesto bajando el libro con mala cara –Eres un mocoso extraño –Externo por último, antes de que yo soltara una suave carcajada.

-Me lo dicen con frecuencia – Le confirme sin hacerme el complicado –Pero no todas las personas me interesan como tú. –

-¿De qué hablas? No vayas por allí diciendo tonterías –Me dijo en forma de regaño, cerro su libro sin marcar la página y luego estiro el brazo para dejarlo sobre la mesa, de paso agarro un vaso de agua a medio servir y se lo llevo a la boca bebiendo a pequeños sorbos, cosa lógica considerando que la intravenosa conectada a él.

-No son tonterías –Reproche con toda seguridad en mis palabras – ¿Crees en el amor a primera vista? –Claramente ni yo sabía que rumbo tendrían mis propias palabras, aquel día tome el riesgo más estúpido de mi vida, pero hoy puedo decir que no me arrepiento…

-Es una bobería, la gente no puede andar por la vida enamorándose de todo y de todos solo porque así se les antojo, eso es solo apare ciencias –Dicto Hiro con total seguridad, yo sonreí ante sus palabras y acerque mi mano tímidamente a las suyas.

-Yo pensaba lo mismo –Susurre sin ánimos de ahuyentarle –Pero el día en que llegaste a este hospital me di cuenta de que estaba equivocado, y por primera vez, sentí mi corazón palpitar por un desconocido de cabellos castaños y pijama color celeste… Creo que tú has sido mi amor a primera vista –Recuero haber sonreído como un idiota durante una fracción de momentos, Hiroki parecía impresionado, luego se le noto bastante molesto.

-¡¿Qué estás diciendo?! –Exclamo irritado –Somos hombres ¿Lo entiendes? –Parecía frustrado pero yo seguía sonriendo ante el tierno carmín de sus mejillas.

-El amor no tiene sexo –Le conteste al instante haciéndole enfadar aún más.

-Eres un mocoso engreído –Recito molesto – ¿Tienes idea de en donde estas medito? –Me preguntó alzando una ceja, yo por supuesto me quede callado y espere, puesto que el continuaba tomando aire para hablar – ¡Pacientes terminales! –Me exclamo, cuidando su tono de voz, puesto que no es correcto gritar en un hospital – ¿Que ganas con venir a decirme todo esto? ¿Tienes idea de cuánto tiempo voy a durar? –Aquello me dolió, no solo por ser consciente de su situación, sino porque también logre contemplar el dolor en sus ojos, la rabia y la impotencia de saber que sus dias estaban contados y no poder hacer nada al respecto –No tienes la más mínima idea –Me expreso dolido –Vete de aquí, recupérate y regresa a tu casa, olvídate de que esto ha pasado y saca esas estúpidas ideas de tu cabeza. –

-Pero. –

-¡Basta! –Fui cortado por sus palabras – ¿Que no lo entiendes? ¡Vete de aquí mocoso! –Sonaba molesto, pude ver en el las intenciones de presionar aquel botón, pretendía llamar a una enfermera y sacarme de allí, así fuera a la fuerza.

-Escúchame, por favor –Le detuve agarrándole una mano, el me observo contrariado y negó con la cabeza dolido –Se muy bien por lo que estás pasando –Sonreí con tristeza y acaricie su mejilla –No sé cuánto tiempo te queda, solo sé que quiero pasar ese tiempo contigo, quiero hacerte feliz, porque quizás… Esa también sea mi última oportunidad de ser feliz también –Contemple como aquellos ojos castaños se abrieron impresionados.

-¿Qué estás? –

-Yo estoy en el cuarto de junto, Hiroki…

Notas finales:

¿Que les parecio? ¿Me merezco un comentario?

:D


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