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Blank Space. por MitcheKiller117

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Notas del fanfic:

Disclaimer: La historia es completamente idea mía, sin embargo, yo no formo parte de la SM y no sé qué carajos pase ahí realmente. Simplemente he manipulado los nombres de los personajes y sus personalidades para contar una pequeña historia. No soy más que una soñadora dispuesta a narrar, en su mayoría, locas historias de amor.

Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—Diálogos.

"Pensamientos".

Puntos a remarcar.

 

"Nice to meet you, where you been? I Could show you incredible things. Magic. Madness. Heaven. Sin. Saw you there and I thought..."

 

 

- - - 

 

 

Cuando BaekHyun se despertó esa mañana, se frotó los ojos con cautela y observó su habitación en silencio mientras se deslizaba fuera de la cama.

La claridad se filtraba a través de las blancas cortinas adornando su ventana, advirtiéndole que si no se levanta en ese preciso instante, se le haría tarde. Curiosamente, él era una de esas pocas personas que no necesitaban de un ruidoso despertador para abrir los ojos, su sentido común simplemente rugía que ya era hora y su cuerpo se movía casi por su propia cuenta.

Como cada mañana, el pequeño hombrecito caminó descalzo, desperezándose por la habitación y rascándose la inexistente barriga antes de encerrarse en su propio cuarto de baño.

Para cuando sus pensamientos finalmente hubieron salido de la nube de humo matutina que ya le era rutinaria, sus pies calzados por unos bonitos y cómodos mocasines, ya estaban surcando los pasillos del instituto en busca de su salón de clases.

Se permitió bostezar y escuchar más de uno de los suspiros que provocaba mientras recorría el camino de siempre.

Necesitaba un café bien cargado, pero eso tampoco era nada anormal.

Todos los lunes, Baek se sentía como si hubiese sido arrollado por un auto, aunque en realidad se trataba únicamente de la fatiga de un largo fin de semana.

Pese a que meses atrás, el pequeño pelinegro hubiese tenido que desviarse para alcanzar un café en el camino a la escuela, BaekHyun sabía que ya no necesitaba hacerlo en absoluto, porque aunque no sabía quién era el responsable, todos los Lunes cuando llegaba por fin a su salón, encontraba un recipiente con café Americano, su favorito, sobre su escritorio.

Y ese día no fue la excepción.

Apenas sus manos alcanzaron la puerta para deslizarla y adentrarse en el aula, BaekHyun vislumbró con sus ojos caídos y perfectamente maquillados, el gracioso logo de Starbucks detallado sobre un vaso en su pupitre. Y, como si fuese la cosa más bella del universo, la primera sonrisa del día, apareció en el rostro de Baek.

Sonaría extraño decir que ese era el único agradecimiento que el muchacho daba a su silencioso admirador comprador de café, pero también era una inevitable realidad. Por mucho que se esforzaba en llegar temprano para husmear y finalmente enterarse de la identidad del sujeto, BaekHyun nunca lograba estar listo antes durante los lunes.

—¿Fin de semana difícil?

Aunque le hubiese gustado mandarlo a la mierda, BaekHyun no era de los que juzgaban a Xi LuHan, sino que era de los poco a los que además, podía considerar amigos.

Exhausto como se sentía, el pelinegro asintió y dejó su bolso sobre el escritorio antes de recorrer la silla, y dejarse caer en ella sin dedicarle una sola mirada al chico que se sentaba a su lado.

Pero LuHan, que era su Hyung aunque no lo parecía, nunca se conformaba con que le diesen la razón.

Uno de los motivos por los cuales BaekHyun encontraba tan abrumador ser su amigo, era el hecho de que el chico con ojos de ciervo, no se callaba jamás.

—¿Cómo fue, uh? Tengo el presentimiento de que grandioso, Kwon parece ser…

—Pasivo. — El menor de los dos declaró, provocando que los luminosos ojos de su Hyung se salieran de orbita, y luego dejó escapar un suspiro. — Aunque por supuesto, intenta hacer que lo entienda, es un caso perdido.

—¿E-En verdad? Quiero decir, llegue a pensarlo, algunas veces es tan afeminado como ZiTao.

—¿Algunas veces? — Baek levantó una ceja y se incorporó, sentándose correctamente sobre su silla y por fin dedicándole a su Americano la atención que se merecía. — A veces siento que su amor por las compras es incluso peor que el de KiBum.

—Está bien, tienes razón, es solo que pensé que tal vez…

—LuHan, en verdad deberías  dejar de buscar excusas. Cuando uno es pasivo, es pasivo y se acabó. — Las cejas del ciervo se elevaron y luego cayeron mientras asentía, dándole al menor la razón. Una sonrisa se dibujó en los labios de éste. — Hyung, sé que también estás teniendo problemas con eso de la aceptación pero…

Las mejillas del aludido se tiñeron violentamente de color rosa. — ¡No es verdad! Y-Yo sé perfectamente lo que soy.

BaekHyun estuvo a punto de murmurar la palabra pasivo, pero se le atoró en la garganta y el sabor amargo de su café la arrastró de vuelta al fondo de su estómago.

En la puerta, ese muchacho altísimo que tomaba la mayoría de sus clases, acababa de aparecer.

En realidad y que lo recordase, BaekHyun no había cruzado palabra alguna con él. Quizá un gracias pero nunca más allá de un no hay de qué. Y eso que el muchacho llevaba al menos tres años en la misma clase que la suya.

Pero BaekHyun no se sentía ni remotamente culpable respecto a ello.

El chico en cuestión era demasiado raro. Y el Byun no se refería a su estrafalaria forma de vestir, en las raras ocasiones en que se había topado con él fuera del instituto, ni tampoco al ridículo corte de cabello que no había cambiado a pesar de los años y los millones de estilistas en cada esquina de la ciudad. Tampoco se refería al hecho de que el chico parecía empeñarse en usar esas absurdas gafas de armazón negro y grueso, cuando los lentes de contacto se habían puesto ya de moda. Se refería más bien a la forma en que el muchacho encogía su cabeza cada vez que sus miradas se encontraban, como en ese preciso instante. Era el atisbo de sonrisa que nunca llegaba a sus ojos pero que hacía lucir su rostro bastante aterrador a ojos ajenos. Era el tamaño colosal de esas orejas vergonzosamente ocultas por los rizos de su cabello castaño y, por supuesto, la forma en que su ojo derecho parpadeaba repetidamente como lo estaba haciendo ahora.

Muchos se referían a Park ChanYeol con apodos que para el Byun habían dejado de sonar graciosos mucho tiempo atrás. Baek había perdido la cuenta de cuantas veces sus compañeros de clase lo tomaban cual payaso cuando el chico únicamente parecía estar siendo sincero o demasiado tímido, aunque eso BaekHyun tampoco podía saberlo. Lo único certero que sabía de él además de su nombre, era que era jodidamente bueno en todas y cada una de las materias, así como también se le daba increíblemente bien jugar basquetbol, cosa de la que nadie se extrañaba, siendo el tipo tan fastidiosamente alto.

Para el instante en que sus ojos dejaron de estar fijos en los del otro, debieron haber pasado alrededor de tres segundos y BaekHyun anotó mentalmente un tiempo record.

No era que el muchacho le obsesionase, simplemente sabía que le gustaría averiguar muchísimas más cosas con respecto a él. Era fascinantemente interesante, la clase de chico cuyo nombre jamás escribiría en…

El corazón del pelinegro dio un salto y su vaso de café casi sale volando por el salón de clases cuando lo dejó sobre el pupitre para rebuscar en su mochila.

LuHan lo observó atentamente desde a un lado y en el preciso momento en que el corazón de Baek dio un vuelco ya tranquilo, el mayor volvió a abrir la boca.

—¿Si lo traes?

Nah, LuHan no era chismoso.

Tal vez el adjetivo calificativo que mejor le venía, era estúpidamente curioso, pero nunca chismoso. Llamarlo de ese modo debería ser un pecado penado por el mismísimo vaticano.

—Sí, por un momento creí que lo había perdido. — Baek dijo, abrazando con ambas manos su más preciado tesoro.

LuHan río adorablemente. —¿Me dejarás verlo algún día?

El menor levantó una ceja y luego negó. — Nop. LuHan, sabes que esto es algo…

—Privado, lo sé, lo sé. — El otro se apresuró a añadir, habiendo perdido ya la cuenta de cuántas veces habían tenido ambos ya esa conversación.

Pero BaekHyun sabía que el Xi no conocía el significado de la palabra privacidad y sus derivados.

El profesor se adentró en el aula en el momento exacto en que el Byun abrió su precioso cuaderno rosado con el bolígrafo en mano. Era un hombre muy apuesto y por supuesto inteligente, pero nunca lo suficiente como para llamar la atención de Baek, que se encontraba demasiado ensimismado recorriendo con la punta de sus dedos cada uno de los nombres escritos con pulcra caligrafía en las páginas de su cuaderno

..Lee Tae II.

Choi Seung Hyun.

Kim Nam Joon.

Lee Min Hyuk.

Choi Jun Hong.

Ahn Jae Hyo.

Park Jimin.

Kim Yu Kwon.

Moon Jong Up.

Bang Yong Guk.

Woo Ji Ho…

BaekHyun se detuvo en su más reciente espacio en blanco y paseó delicadamente la punta del lapicero sobre la superficie de su cuaderno.

“Uno menos”.

Sí, uno menos de tantos. Su mano se movió casi al compás de sus pensamientos, escribiendo lentamente mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios.

La segunda sonrisa del día lunes nunca se sentía tan bien como la primera. Probablemente porque en el fondo, no era algo que hacía a su corazón sentirse reconfortado y mejor.

Kwon Ji Yong.

Probablemente el más difícil en su lista desde Park Jimin, el amigo de su primo por el cuál éste ya no le dirigía la palabra. Arrogante, inmaduro, un imbécil incapaz de aceptar los topes de su orientación sexual y que a pesar de sentirse sumamente incómodo, no había dejado de insistir en llegar a segunda base.

BaekHyun rodó los ojos al recordar como el rubio se había lanzado sobre él. La cosa se había puesto tan intensa ahí, que por poco Baek temió no cumplir con su objetivo y sin embargo ahí estaba su nombre, pulcramente escrito, añadido a la larga lista que crecía cada lunes.

Un golpe en su pantorrilla lo sacó de su tórrido mundo de colores.

Cuando se giró para reclamarle, el rostro de LuHan estaba en pánico y sus cejas se alzaron antes de que se volviese para asentir en dirección a la pizarra.

Baek levantó la vista y se encontró con los ojos fijos de su profesor.

—¿Y bien?

El pelinegro no se inmutó. — Oh, no lo escuché, profesor.

El ceño del hombre se frunció en una uve, aunque no los veía, BaekHyun sabía que sus compañeros estaban aguantando las carcajadas y eso lo hacía sentir un poco frustrado, porque bueno, no había nada de gracioso en el asunto.

—Dije que tal vez quisiera compartirnos lo que lo tiene tan entretenido.

El ceño del menor imitó al de su profesor. — Oh, no, no quiero compartírselos, señor.

—Pues lo hará quiera o no.

—Me temo que se acaba de contradecir porque…

La regla de su maestro azotó contra su escritorio y la piel se le puso chinita a BaekHyun, incluso cuando sabía perfectamente que el hombre jamás se atrevería a ponerle un dedo encima.

Un suspiro se le escapó de los labios de todos modos, sus hombros cayeron y levantó el cuaderno del pupitre para cerrarlo, porque bien podría admitir en voz alta de lo que se trataba. Pero jamás permitiría que alguien tocase su preciado cuaderno.

—Estaba escribiendo el nombre de Ji Yong, ¿bien? Lo siento, prestaré más atención a partir de ahora.

Si algo tenía BaekHyun, era sinceridad en masa. Y si algo le faltaba, era vergüenza.

Los murmullos comenzaron a esparcirse por todo el lugar, y aunque nunca le gustó que el mundo entero, o más bien escuela, se la pasase hablando de él, tampoco le importaba si era así.

LuHan le dedicó una sonrisa divertida cuando el profesor se giró dando una advertencia de que no quería que el asunto se volviese a repetir. Y BaekHyun solo atinó a encogerse de hombros, tomando el vaso de Starbucks entre sus manos y comenzando a girarlo.

—Ji ya es parte de su lista entonces…

—Dios, pobrecillo.

En realidad, los descarados comentarios que llegaban a sus oídos, no fueron lo que hizo que los ojos caídos de BaekHyun se levantasen para mirar, sino la profunda mirada de alguien al frente del salón.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro…

BaekHyun anotó mentalmente un nuevo tiempo record cuando Park giró la vista nuevamente hacía el pizarrón.

Pero había algo diferente.

Su corazón se sentía intranquilo.

A BaekHyun no le gustó en absoluto la mirada que Park ChanYeol le dedicó.

 

-  -  -

 

—Escuché que esta vez fue Ji Yong.

—No creo que te sorprenda, la semana pasada dije que lo invitaría a mi villa en Haewoondae por el fin de semana.

—Menos mal que no fue en Jejudo, dudo mucho que hubieses podido escapar si las cosas se ponían feas.

Duh, no soy idiota, por eso no fuimos allí.

BaekHyun continuó con su rutina de los lunes, como le era costumbre, solo que esta vez, los rumores sobre quién había sido su víctima no corrían discretamente, sino que todo el mundo le dedicaba miradas sospechosas y, realmente, no quería ni pensar en cómo le estaría yendo al segundo implicado, aunque suponía que donde quiera que estuviese escondido, estaría haciendo uno de sus dramas.

Sentado en el comedor con su usual grupo de amigos, el Byun decidió que no tenía hambre y se dispuso a terminar a tranquilos sorbos el Americano que los profesores no le habían dejado concluir y que además, ya estaba frío.

—No sé cómo puedes comerte eso, si caliente es asqueroso, frío debe ser peor.

BaekHyun rodó sus delineados ojos, jugueteando con el vaso entre sus manos. — En realidad es delicioso, y no me gusta desperdiciar las cosas que me regalan, Tao.

El aludido en cuestión, era dos grados menor que él y LuHan, era chino como su Hyung, aunque muchísimo más alto, tanto, que con frecuencia los avergonzaba, haciéndolos parecer los menores del grupo. Su tez morena lo hacía lucir guapo, pero la razón por la que los muchachos aprobaron su entrada al grupo de amigos, fue porque además de agradable y con buen gusto, Huang ZiTao tenía ciertas facciones especiales que lo hacían realmente atractivo y, lo que era mejor, a su manera.

—Deberías comer algo, tomar solo café de esa forma, te va a provocar una gastritis severa. — Creyéndose médico mucho antes de presentar el examen para la universidad, estaba Do KyungSoo. Más pequeño que un Hobbit descrito por J.R.R. Tolkien y con grandes ojos abultados que en ocasiones daban miedo.

No, en realidad ninguno sabía a ciencia cierta por qué se juntaba con ellos. El pequeñito en realidad se había presentado en su mesa un día cualquiera, con la bandeja llena, asegurándoles que no encontraba ningún asiento libre en otro lugar y que, les gustara o no, él se iba a sentar ahí.

A BaekHyun le gustaba su actitud y conforme se habían ido conociendo, todos se habían ido dado cuenta de lo increíblemente sobreprotector que el chico realmente era con las personas que se ganaban su cariño.

Y era precisamente por ello que a BaekHyun no le disgustaban en absoluto sus comentarios, por lo que se limitó a asentir y robarle un trozo de lo que parecía ser camarón frito y relleno, porque el ojón además de inteligente y de actitud respetable, era un cocinero maravilloso.

—¿Ya descubriste quién es tu admirador? — El más adorable de sus amigos le dedicó a Baek una suave sonrisa que resaltó sus regordetas mejillas.

BaekHyun adoraba a ese hombre.

Era increíblemente tierno. Bajito, adorable, abrazable, besable, apachurrable y todos los ables existentes en el universo. Al inicio, ninguno de los presentes le había creído cuando había confesado su edad, el chico incluso había tenido que presentarse un día con su acta de nacimiento para que se lo creyesen, pero tampoco los culpaba.

Nadie podía enojarse jamás con Minseok, o de hacerle un desplante, o de hacerlo llorar y si había alguien capaz de hacerlo, entonces Baek estaba seguro que se las vería con los puños de todos ellos.

XiuMin-ee, él nunca lo va a lograr, se levanta como diez minutos antes de que toque la campana.

Oh, y aparentemente, Xi LuHan tenía un crush con el mayor, aunque nunca lo admitiría en voz alta y lo ocultaba poniéndose a hablar de muchachas, porque pese a que se sentaba en la mesa más pasiva del colegio –y seguramente de Seúl-, LuHan tampoco tenía muchas ganas de admitir su orientación sexual.

—Baek, eres muy perezoso. — Minseok río y después hizo un adorable puchero con las mejillas, que el aludido no se resistió a desinflar.

—No soy perezoso, solo estoy cansado.

Tao levantó ambas cejas con picardía. — Uy, cansado.

BaekHyun le sacó la lengua y todos se echaron a reír.

La única persona a la que realmente él hubiese querido echar a patadas del grupo o se arrepentía de haber aceptado, era a Minseok.

Y no porque no le cayese bien, BaekHyun realmente lo adoraba. Pero se trataba precisamente de eso, de las miradas que todos estaban dedicándoles y que les dedicaban siempre. Se trataba de los murmullos. De lo que las personas decían que eran y lo que no.

A BaekHyun realmente le hubiese gustado rescatar a Minseok de toda esa porquería.

—¿El miércoles al cine? — Inquirió de pronto KyungSoo, que se había perdido mirando su teléfono celular.

—¿Nos estás invitando o tienes una cita?

El pequeño frunció el ceño, malhumorado como cada vez que implicaban su nombre en una oración con la palabra cita. No era que fuese un amargado, pero según él, estaba muy ocupado como para perder su tiempo en esas cosas, aunque claro, Tao se había ganado una paliza el día que insinuó en voz alta que era demasiado rudo como para que alguien quisiese salir con él. — Era una pregunta retórica, idiota, siempre vamos al cine los miércoles.

Y era verdad, si no fuese tan descarado, a BaekHyun casi le hubiese apenado la idea de asistir ese día porque daban 2x1. Pero dado que de todas formas era él quien terminaba pagando todas las entradas, no le importaba en absoluto.

—¿Creen que debería teñirme el pelo?

Una de las miles de cosas que Xi LuHan tenía, era la manía de cambiar de tema cuando realmente no le interesaba alguna conversación. Y BaekHyun casi lo odiaba.

Casi, como casi todas las cosas en su grupo de amigos. Casi pero nunca lo suficiente.

Minseok casi escupe en el chino mayor el expreso que había estado bebiendo. — ¡¿Te volviste loco?! Se supone que el color de pelo es algo que nos caracteriza.

Tao se echó a reír por la cara que el ciervo puso ante los reclamos del mayor y KyungSoo, todavía con el móvil en las manos, no resistió las ganas de tomarle una fotografía.

—¿Qué no vez? — El Hyung continúo, señalando las cabezas de todos los presentes. — Negro. — Espetó, volviéndose para asegurarse de que nadie alrededor estuviese escuchando — Negro como el color de nuestras almas…

El tono siniestro que uso hizo que BaekHyun se echara a reír como pocas veces se permitía hacerlo en público, llamando la atención de los demás presentes en la cafetería, de modo que tuvo que cubrirse la boca.

No le gustaba mucho su risa.

Minseok se cruzó de brazos con una sonrisa, satisfecho por lo que había provocado y Tao ya se inclinaba sobre KyungSoo para husmear en las capturas que el enanito había logrado de LuHan.

—Sigo sin entender cómo es que nuestras almas son negras pero ellos siguen queriendo salir con nosotros. — BaekHyun dijo, jugando con la pajilla de su vaso de café ahora vacío.

—Que tengas el alma negra no te quita lo guapo. — Tao señaló, sentándose correctamente de nuevo y cuando cruzó la pierna, BaekHyun casi pudo escuchar los suspiros a su alrededor.

Tao tenía un efecto sexy en las personas.

Él causaba otra clase de sensación.

Pero era cierto. Las personas en el Instituto se empeñaban en decir que tener el pelo azabache tal cual todos ellos, debía ser obra del demonio y que sus almas eran tan negras como ellos, porque bueno, eran seres crueles y despiadados que únicamente se acostaban con las personas.

Pero a ninguno de los implicados parecía realmente molestarles toda esa mierda de parloteos con respecto a ellos. Era gracioso, para BaekHyun lo era más, sobre todo sabiendo que dos de los presentes eran más vírgenes que el aceite de oliva extra virgen.

—XiuMin-ee, tu compañero el raro te está llamando.

El pequeño cara de bollo se giró y la sonrisa que se esbozó automáticamente en su rostro hizo reír a Baek.

—Oh, es JongDae, me iré yendo chicos. — Murmuró, echándose la mochila al hombro con torpeza, torpeza que siempre adquiría cuando del chico con facciones gatunas se trataba. — Los alcanzo a la salida, ¿sí?

Tres asintieron de acuerdo, mientras LuHan se cruzaba de brazos para verlo marchar.

BaekHyun observó la escena con atención.

Le gustaba el tal JongDae porque no miraba a Minseok de la forma en que el resto lo hacía. Cuando sus manos se cerraban sobre el perfecto cuerpo de su Hyung, lo hacía en los lugares indicados y siempre parecía hacerlo sonreír. No tenían una relación y tanto él como el resto de sus amigos sabían, que con la timidez de Minseok eso jamás sería posible, pero era tanto divertido como realmente bonito verlos juntos.

Como si alguna vez uno de ellos pudiese encontrar a alguien así.

Porque en el fondo, era lo que más anhelaban.

Excepto LuHan. LuHan únicamente tenía el deseo de que Kim JongDae desapareciese de la faz de la tierra.

—No sé cómo puede querer ser amigo de ese feo.

Al parecer nuevamente jugaba a ser ciego, porque más claro que el agua estaba que a su Hyung no le interesaba realmente entablar una amistad.

Tao puso los ojos en blanco, recogiendo sus cosas dentro su charola de almuerzo. — LuHan Hyung, JongDae no es feo.

El ciervo hizo un puchero, todavía de brazos cruzados mirando a su Hyung alejarse, acoplándose al pequeño grupo de amigos del chico con sonrisa gatuna, que mantenía una mano alrededor de sus hombros, como si lo estuviese protegiendo de las miradas que todo el mundo les enviaba.

BaekHyun suspiró.

Preguntándose si alguna vez alguien lo protegería a él y conteniendo una risita triste cuando la palabra no surcó sus pensamientos.

Minseok ya estaba traspasando las puertas de la cafetería cuando los ojos de Baek se encontraron por tercera vez con los suyos ese día.

Park tenía un serio problema con lo alborotado de sus rizos esa mañana, pero al Byun le pareció que enmarcaban su rostro de la manera indicada. Las gafas estaban de más, obstruyendo el camino de su mirada, impidiéndole recorrer cada centímetro de la piel de su rostro…

Pero había algo otra vez. Algo inusualmente nuevo.

Las pestañas de BaekHyun revolotearon mientras sentía un incómodo rubor instalarse en sus mejillas. El resto de su cuerpo se sentía ausente. Como si no hubiese nada más que existiese, que no fuese la sonrisa que en ese preciso instante, Park ChanYeol le estaba dedicando.

Su corazón martilleó en sus oídos.

Park siempre sonreía. Pero en ese momento fue distinto.

Porque esa fue la primera vez, que ChanYeol le dedicó una sonrisa solo a él.

 

Notas finales:

Hola personitas del mundo.

Hace como mil años que no subo nada. Y sí, ya sé que debería estar subiendo el epílogo de TT, pero la verdad es que todavía no lo termino, así que si acaso llegaron a leer TT, esperen por ello… SOON.

Como sea, realmente no tenía planeado volver a publicar nada en muuucho tiempo, pero esta idea surcó mi mente y no pude dejarla escapar. Sobre todo porque bueno, es ChanBaek y me basé en la canción de Taylor Swift, Blank Space, para elaborar todo esto.

Espero que la idea les haya llamado la atención. No va a ser una historia realmente larga, pienso yo. Algunos capítulos y ya. Pero de cualquier modo, espero que les guste. También está lo de las parejas, quien ya me conoce, sabrá a lo que le soy fiel y ya veré yo si los incluyo(? 

Ya saben, dejen comentarios. Es bonito leerlos y yo siempre los contesto así llueva, truene o relampaguee. Además me motivan a seguir escribiendo.

Que tengan una bonita semana, blanca y no negra, como el alma de los chicos. (Sí, todos ellos tienen el pelo negro).

Besitos gheis como Baek y su grupito de amigos :*


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