El silencio era frío, oscuro y siniestro. El silencio era capaz de envolver todos los rincones. El silencio se escabulle, se esconde y se desvanece. Te persigue y te encuentra. Te rodea y te atrapa. Es capaz de asfixiarte sin contemplaciones, sin que nadie se percate, sin que nadie te pueda ayudar.
Tu mano se extiende en la oscuridad buscando escaparte pero estas inmerso en sus aguas negras, en su lodo quieto y en su frio tacto.
La respiración se acelera, el pulso se dispara, las pupilas se contraen, el pánico te recorre…. Porque lo sabes, porque sabes que sus telarañas te tienen sujeto y porque a pesar de todo no puedes pedir ayuda ¿No puedes? Claro que si, más bien el orgullo no te permite pedir ayuda. Tu pecho se comprime, el aire se te escabulle y los pulmones te arden. Las lágrimas de frustración se agolpan en los ojos. Tus labios se abren pero ningún sonido sale de ellos. Con frustración cierras la boca y un quejido lastimero escapa de entre los labios cerrados. Tus ojos se cierran con fuerza de la rabia que te corroe. El cuerpo prisionero, tu voz… prisionera, pero tu mente es libre. Libre de volar, libre de pensar, libre de imaginar. Y una figura se agolpa sobre tus parpados cerrados. Una figura se escurre traicionera entre la oscuridad. Una risa se oye entre el eco del no silencio. Es tan limpia y cristalina como un bálsamo calmante. El brillo y el color de su voz tenían fuerza y se deslizaba como ondas claras dentro de tanto silencio. Susurró algunas palabras que no entendió
- “¿Qué dices? No te entiendo”
Las mismas palabras, el mismo sonido y el mismo resultado. Un brillo amatista apareció de lejos, pero fue tan potente que sus ojos verdes quedaron prendados de ellos. De nuevo la voz sonó, sabía que era su voz pero lo que verdaderamente le fascinaba era su mirada. No solo el color de sus ojos era sobrenatural y hermoso, era su mirada, la mirada que le dirigía, el cómo sonreía sus ojos cuando pronunciaba su nombre
- “Tsuzuki…”
Un susurro brotó de sus labios. Ya no había silencios pues su voz lo eliminaba, ya no había oscuridad porque allí estaba su mirada.
Una caricia en su mejilla le hizo cerrar los ojos con deleite. Lo deseaba. Deseaba que esos dedos lo acariciasen, que esos ojos se fijasen solo en él y que esa voz le susurrase al oído. Lo deseaba a él… deseaba a Tsuzuki.
La mano que estaba en su mejilla le acarició el cuello y el mentón. Una caricia suave y tranquila, una caricia muy de él. Sus labios se detuvieron en su frente dejando un beso cálido y suave, un tanto húmedo. Los segundos pasaban y sus labios seguían apretados contra su piel. La respiración de Hisoka era lenta, suave. Sus ojos se cerraron con deleite.
Y una lágrima escapó de sus párpados
Los suaves dedos de Tsuzuki volvieron a viajar a su mejilla atrapando la lágrima borrando todo rastro de ella. Y él solo pudo apoyarse contra esa palma para que su piel no se despegara de la suya.
- “¿Por qué lloras?”
Esta vez la voz de Tsuzuki si fue comprensible. Sus palabras llegaron a él, pero sus labios no dijeron nada y simplemente siguió disfrutando de esa cálida mano.
- Porque sé que esto es un sueño…
Dijo al fin. Abriendo sus párpados, encontrándose de frente con su mirada cálida y tranquila. Una pequeña sonrisa de disculpa apareció en los labios de su compañero. Hisoka cerró de nuevo sus ojos y suspiró con tristeza
- Supongo que este es el único momento en el que puedo estar así contigo
La mano de Hisoka atrapó los dedos que seguían en su mejilla y los pegó más a su piel. Sabía que estaba en un sueño, sabía que esto no era real.
Otra lágrima se deslizó por su mejilla
- Y eso es lo que más duele
Llevaba tiempo con su compañero. Habían pasado por muchas dificultades juntos. Había disfrutado y reido juntos. Habían sufrido y llorado juntos. Habían hecho tantas cosas juntos…
Y lo amaba
Amaba todo de él. Amaba su sonrisa brillante, su risa fácil y sus ojos misteriosos. Amaba su calidez y su fuerza. Su ternura y determinación. Amaba su cuerpo y su mente. Quería todo de él.
Pero lo sabía…
Tsuzuki era amable y cálido con todo el mundo. Su sonrisa era dirigida a todos pero a nadie en específico. Su calidez y su ternura la esparcía sin contemplaciones. Y sus sentimientos los percibía claramente. Para su compañero era un amigo, no, no era un amigo, era casi como su hermano pequeño.
Dolía… dolía muchísimo
Nunca había sentido el cosquilleo en la piel cuando alguien le tocaba, nunca había tenido la necesidad de sonreir, sus ojos lo buscaban cuando podía. Si estaban mucho tiempo separados deseaba su compañía. Si su mirada se dirigía a él su cuerpo temblaba de deleite…
Era la primera vez que amaba
Y sin embargo sabía que no era correspondido. No quería alejarse de él y estando cerca sufría. Lo quería tanto que no sabía cómo había sucedido. Cuando había podido penetrar en su corazón y anidar un sentimiento tan fuerte. Cuando sus miradas, sus sonrisas y sus gestos tomaron tanta importancia para él
- Tsuzuki…
_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-
Con un sonido lastimero se despertó, estaba cansado y notaba la sensación de lágrimas secas en su cara. Se tocó la mejilla y estaba húmeda.
Suspiró con desgano
No era la primera vez en esta semana que soñaba con su compañero, aunque si era la primera en la que se le escapaban las lágrimas. Todo se estaba volviendo tan extraño y confuso para él…
Miró el reloj de la mesita de noche, las 6 a.m. Era mejor levantarse, ya era imposible dormir.
Se desnudó con lentitud en su habitación recordando su sueño ¿Qué palabras le dijo Tsuzuki que no pudo entenderlas? El sueño se estaba borrando lentamente de su memoria. Las palabras, las sensaciones…. No, la sensación de sus labios en su frente aun perduraba y el calor de su mano sobre su mejilla aun podía sentirlo. Se acarició la mejilla con deleite rememorando, bebiendo de sus sueños. Y se sacudió la cabeza para salir de sus ensoñaciones. Solo pensaba en estupideces
Desnudo como estaba fue al baño y bajo el agua de la ducha las sensaciones pudieron difuminarse y desaparecieron por el sumidero, al igual que las lágrimas que volvían a brotar de sus ojos
- Por qué siento esto… No debería de sentirlo…
Y mientras el agua empapaba su cuerpo y su mente la noche se acababa y el día comenzaba.